Me sonríes ligeramente.
No podrás llegar.
No entrarás en mí,
más allá de lo que yo te deje.
No sigas intentándolo,
acabarás rendido,
O arrastrándote cual gusano en un ataúd pútrido.
Nadie lo ha conseguido,
y tú,
no vas a ser menos.
Intentas acariciar el iris de mis ojos.
Vuelta a la lucha.
Mi cristalino es mi escudo,
deja de intentarlo,
te cansarás,
te agotarás,
te iré sumiendo en una ruin vida,
y no quiero.
A ti no.
Así que,
simplemente dejo de mirarte.
Dejo de consumirte.
Desvío mi mirada,
para simplemente,
dejarte,
marchar.
Por: Deva (España)
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