La publicación de un epistolario parecería un acto violatorio de la intimidad de quien, fallecido ya, no está en condiciones de defender su pequeño espacio personal. Es probable que para aquellos que vivieron con el propósito de ser útiles, esta consideración ética carece de sentido. De ese modo, sigue conversando con nosotros desde su humanidad más entrañable, la que todos compartimos en el amor, la enfermedad, la muerte que avanza sobre nosotros, la participación política y, como lo supieron Cervantes y Martí, la mezquindad humana.
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