CubaSí conversó con algunos de los delegados de circunscripción de la ciudad de Matanzas, territorio por donde comenzó la experiencia del Poder Popular hace décadas
Hay mucha gente preocupada por la democracia en Cuba, casi todos viven fuera de la isla, sean o no naturales de ella. Con mejores o peores intenciones, pero es, indiscutiblemente, un tema con mucho “swing” y mucho “misterio”, basta googlear “democracia cubana” y se encuentra toda clase de opiniones, oficiales y divergentes.
La muy socorrida Wikipedia, por ejemplo, recoge: “El sistema político de Cuba ha sido, desde el triunfo de la Revolución Cubana (1959), el de una democracia popular…”, no sin antes aclarar que “existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este artículo o sección”.
La democracia, poder del pueblo por su origen etimológico, se ha convertido en el pollo del arroz con pollo de importantes debates sobre la actualidad de la mayor de Las Antillas, sin embargo, casi nadie se fija en la coincidencia entre los vocablos griegos y los castizos términos con que se denomina el sistema de gobierno en Cuba: Poder Popular.
El gobierno en Cuba se organiza desde los barrios, escalonadamente, en circunscripciones, consejos populares, consejos de la administración municipales, provinciales, hasta conformar las instancias nacionales. CubaSí conversó con algunos de los delegados de circunscripción de la ciudad de Matanzas, territorio por donde comenzó la experiencia del Poder Popular hace décadas, para saber quiénes son, por qué y cómo ejercen su mandato.
Mari: “Acepté ser delegada para ver si existen cambios”
Mari es educadora de círculo infantil, a los 44 años vive con sus hijos, un joven y una pequeña que cursa el segundo grado, pero se atrevió a asumir el cargo de delegada de circunscripción con mucha voluntad. ¿Por qué?
“Para ver si existen cambios, ya que en estos años atrás no hemos visto ningún cambio ni ninguna transformación, hemos estado estancados en lo mismo y la gente que estaba en el mandato anterior no ha sabido dar el paso al frente como debe ser, hacía falta más atención a los electores, que eso había decaído, y resolver los problemas hasta el final, no hablar por hablar, sino resolverlo todo y dar una respuesta que convenza a los electores. Y eso es posible lograrlo si uno se lo propone, por ejemplo, yo logré que abriera la casilla de Velarde y Dos de Mayo, que hace años estábamos en eso y no se resolvía, era falta de gestión.
A veces los mismos delegados tienen falta de interés, falta de comunicación. Debes saber que si aceptas, tienes que dedicarle tiempo hasta que llegues a una solución, porque no es ir por ir, es ir y resolver; por ejemplo, estoy ahora con el agua y voy a insistir hasta que me den una respuesta”.
¿Cuáles son los principales obstáculos que encuentra un delegado?
Realmente yo no he tenido problemas, porque me liberan del trabajo el tiempo que sea necesario. Resolver los problemas de los electores es complicado a veces, hay cosas que no están en las manos de uno, por ejemplo, la vivienda, pero uno hace las gestiones, y hasta ahora en todas las empresas o instituciones donde he ido me han atendido y me han dado respuesta.
¿Y las mayores satisfacciones?
Que el pueblo se sienta complacido con la ayuda que yo le pueda prestar, ya que es un trabajo de mucha responsabilidad. Yo me he propuesto levantar la imagen del delegado, que ha decaído de tiempos atrás; lo que quiero es dejar un trabajo encaminado…
Maykel: “A veces encuentras mucha burocracia, pero al final te tienen que atender”
Con 38 años, Maykel es cuentapropista; lo puedes encontrar por las calles de su barrio vendiendo dulces o conversando con algún elector. Él no tiene jefe que le justifique las ausencias, ni compañero que se las cubra; tiene que hacer malabares para atender el negocio y el cargo. ¿Por qué aceptó meterse en este “rollo”?
“Acepté porque el pueblo me eligió y eso implica un reto y mucha responsabilidad, a los cuales no estaba adaptado, pero di el paso al frente porque me siento comprometido con el pueblo que me eligió”.
¿Y los obstáculos? ¿Tu condición de cuentapropista y el hecho de que no seas militante del PCC te han afectado?
El peloteo es el mayor obstáculo. Al final tú eres el delegado y te tienen que atender y darte una respuesta, pero a veces cuesta mucho, porque te pelotean demasiado, a veces encuentras mucha burocracia, llegas a una empresa y el director está reunido, no te puede atender, tienes que ir en otra ocasión, pero bueno, al final hasta ahora siempre he logrado que se me dé una respuesta al problema o la propuesta que llevo.
En cuanto a lo otro, fui elegido por el pueblo; que no soy militante del PCC y que soy cuentapropista no tuvo nada que ver en ningún momento, ni en mi relación con las instituciones. Yo soy un representante electo por el pueblo, y como tal se me respeta.
¿Satisfacciones?
Son muchas, porque me queda el orgullo y el consuelo de que pude resolver algunos problemas, no todos, pero algunos, de mis electores, y sintiéndose contentos ellos.
Marta: “Los delegados somos la cara visible de la democracia”
Marta es funcionaria de una empresa estatal, con poco más de 50 años aceptó el reto. ¿Por qué?
“Primeramente porque fue el pueblo el que decidió que yo fuera delegada, así que es un mandato del pueblo, ellos consideraron que yo tenía condiciones para ejercer este cargo y yo no podía defraudar a esa gente que confió en mí”.
¿Cuánto le ha revolucionado la vida?
“Mucho, aparte de que no tengo un horario habitual de ocho a cinco, a cualquier hora tengo que trabajar, están la casa, mis hijos, mi esposo y, por supuesto, esto es una tarea extra, pero tengo que cumplir con los electores, yo soy el vínculo entre ellos y los organismos sobre los que ellos tienen inquietudes, solicitudes que hacer, y me toca ser el puente, la cara del pueblo ante esos organismos y esas instituciones”.
¿Qué me dice sobre los obstáculos?
“Fundamentalmente está en las respuestas que los organismos puedan dar al reclamo de la población, por múltiples razones, desde problemas objetivos, carencias, cosas que no hay y no se puede dar una respuesta positiva, hasta problemas subjetivos que frenan este trabajo que tienen que hacer los delegados. A mí no me ha tocado eso hasta ahora, pero sé que pasa, porque yo era parte de la democracia en Cuba antes de ser delegada, aquí todos lo somos, pues desde que llegas a la mayoría de edad estás en un listado electoral y se te reconoce de oficio tu derecho a ejercer esa democracia.
“Otro tema es la participación del pueblo, de los electores, en la solución de los problemas, porque no es solo pedir, pedir, pedir, sino hay que dar también, la necesaria motivación que tiene que tener el pueblo para participar en las soluciones de los problemas. En la medida que se involucra el pueblo, todo sale más pronto, porque somos más pensando y trabajando, y también hay un sentido de pertenencia y todo avanza mejor. La búsqueda de soluciones a los problemas tiene que ser conjunta, porque el delegado solo no es mago. Pienso que ese sentido sí hay que rescatarlo, porque es la única forma en que podemos seguir avanzando”.
¿Y qué satisfacciones recibe?
La primera es lograr en un momento dado poder dar una respuesta positiva a ese reclamo del elector, sea con la solución que él espera, o por lo menos después de buscar, orientar, dar una respuesta satisfactoria que la persona pueda entender. Lo que no puede existir es la ausencia de información, o no hacer llegar una respuesta negativa de la mejor forma, y la satisfacción mayor es que la gente reconozca ese trabajo que tú estás haciendo y al que tú estás poniéndole todo el empeño. Nosotros somos la cara visible de la democracia; en la medida en que trabajemos bien o mal, haremos visible y viable esa democracia que sí existe en Cuba.