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Deliciosa humanidad

21 de Setembro de 2017, 10:04 , por Cubahora | Ultimas Noticias - | No one following this article yet.
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A ser mujer se aprende, aunque las circunstancias rara vez faciliten ese proceso a quienes no siguen el trillo de los dictados patriarcales

Deliciosa humanidad “¿Te gusta más el sol o el mar? ¿Te atreverías a combinar ambos en una noche de piratas? " (Jorge Sánchez Armas / Cubahora)

La revoltosa novelista francesa Simone de Beauvoir hizo dos cosas especialmente increíbles en el París de hace seis décadas: vivir al lado y no a la sombra del filósofo Jean Paul Sartre, y gritarle al mundo que a ser mujer SE APRENDE, aunque las circunstancias rara vez faciliten ese proceso a quienes no siguen el trillo de los dictados patriarcales, particularmente su modelo prohibitivo de sexualidad.

Desde que nacemos —si no antes— se nos construye un personaje signado por los anhelos, creencias y estilo de vida de la familia en la que estamos emergiendo. Hay varios caminos para la felicidad, pero casi todos los socialmente reconocidos implican renunciar a muchas de tus fantasías para cumplir sólo lo culturalmente depositado en ti.

Conozco una médica que encarnó el sueño de su papá y mientras llena la historia clínica no le quita el ojo a la ropa de su paciente, porque a ella lo que le late es ser diseñadora, y una economista que quería inscribirse en un curso para manejar grúas en el puerto: el día que lo insinuó, casi le da un ataque cardíaco a la mitad de sus familiares.

Ambas son buenas en lo que finalmente “eligieron”, pero no se sienten realizadas de verdad… Además, el trabajo es un compromiso a tiempo parcial (o debería) mientras que el sexo nos constituye como seres humanos y las decisiones en ese sentido atraviesan todas las dimensiones vitales.

Y ya llego al punto: De quien nace mar, la gente espera que le guste el sol, pero si tienes un astro bajo la falda, casi nadie perdona que disfrutes similar compañía, como si en esas igualdades colapsaran todas las galaxias.

La homosexualidad femenina es bastante ignorada en las sociedades modernas, o por lo menos sigue bien tapada bajo la sombrilla de la sororidad*, como dice la Doctora Isabel Moya, gurú en afanes feministas dentro de los medios cubanos. La bisexualidad es menos comprendida aún, o más negada, que es casi lo mismo. Incluso muchas chicas “les” cuestionan a las que no dudan en darse un chapuzón ocasional en la otra orilla.

Le pregunto a una amiga de este foro para entender mejor el asunto: “¿Te gusta más el sol o el mar? ¿Te atreverías a combinar ambos en una noche de piratas? ¿Qué extrañas de un bando cuando te enfocas en el otro?”.

Ella ríe: “¡Ay, periodista, y yo que creí que tú no tenías prejuicios!” Mi rubor la divierte. En franco gesto de seducción pasa una mano por su pelo, de color tan bivalente como su erotismo, y ya en plan de fuente seria me responde: “Hasta hace poco, como dice la canción, estuve amando a una mujer. Ese romance dejó de funcionar y me duele, pero no me deprime. Mientras no llegue el amor me atrevo con quien se gane mi admiración y despierte la chispa de mi deseo.

“Sé que un día aparecerá quien llene todas mis expectativas. Me da lo mismo hombre o mujer, de cerca o lejos, más joven o mayor: mientras sea un delicioso ser humano, me arriesgaré de nuevo. Esa es la gracia del amor, ¿verdad?”.

*El vocablo deriva de soeur, hermana en francés, como contraparte de fraternidad, originado en el vocablo freur, hermano. 


Fonte: /blogs/intimidades/deliciosa-humanidad

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