“Yo lo que pido es que se haga justicia, y que las denuncias sirvan para que ayuden a esos pobres muchachos. En la cárcel los están dejando morir, todos están contaminados y no hay una atención médica para ellos” Nayibe Galvis.
Carolina Tejada
Juan Camilo Becerra Galvis había llegado hace 33 meses a la cárcel La Picota de Bogotá a pagar una condena por porte ilegal de arma. A los 26 años de edad, a Juan Camilo no le habían reportado ninguna enfermedad grave. Pero hace un año, y ya estando en la cárcel, empezó a mostrar dolencias en su estómago. Eran los mismos síntomas que muchos presos mantenían.
Los presos sufren el abandono del Inpec
En algunas ocasiones, cuando su dolor era muy fuerte, lo enviaban a la enfermería, y el tratamiento que le daban era a base de dipirona y acetaminofén. A medida que pasaba el tiempo los dolores del joven eran más fuertes, al punto que sus compañeros de celda, al ver su estado, alcanzaron a hacer huelgas para que el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) le brindara un tratamiento médico. Mientras tanto su madre también hacia lo posible por presionar y buscar ayuda. A Camilo le crecía la barriga, vomitaba lo que comía, y la respuesta que les daban en la cárcel, ante la exigencia de un tratamiento, era que “él no tenía nada, que su estómago crecía porque era muy tragón”.
Para los presos no hay tratamientos médicos
Hace cuatro meses la salud de Camilo empeoró. En medio de ruegos y desesperación fue trasladado hace un mes al Hospital de La Victoria, donde le aseguraron que lo iban a intervenir, que le harían unos exámenes, pero que había que esperar. El joven no solo mostraba señales de un cáncer en el estómago, sino que además estaba contagiado de tuberculosis. Juan Camilo murió en la madrugada del sábado, sin que su familia conociera a ciencia cierta los resultados de los exámenes.
VOZ dialogó con Nayibe Galvis, la madre de Camilo. En medio de su angustia la señora comenta que su hijo murió por negligencia, tanto del hospital como del Inpec. “A los ocho días de haber llegado al hospital, a mi hijo no le habían hecho exámenes. Supuestamente le iban a hacer un examen para mirar lo de los dolores, pero que no se lo podían hacer porque la radióloga estaba embarazada y no se podía exponer. Supuestamente mi hijo tenía tuberculosis. Yo les decía en ese momento: ¿cómo es que la radióloga no se podía exponer, pero mi hijo sí se podía morir por falta de atención médica?”, asegura la madre.
Igualmente comenta que, además de la ausencia de un tratamiento a tiempo, también recibieron malos tratos por parte de los médicos: le negaban la información sobre los supuestos exámenes y le impedían las visitas. “Yo corría detrás de las enfermeras o el médico para que me dieran la información. A los quince días le adelantaron unos exámenes pero que tenían que esperar a que la Secretaría de Salud respondiera para adelantar un tratamiento”.
Ninguna institución escuchó los reclamos
Durante este tiempo la familia buscó ayuda en la Defensoría del Pueblo y en Procuraduría. Sin embargo, lo único que supieron era que habían llamado por teléfono a preguntar al hospital por el estado y la atención médica que estaba recibiendo, y nunca más volvieron a tener información o ayuda por parte de estas entidades.
El sábado 6 de agosto, Nayibe se dirigió en las horas de la mañana al Inpec con el ánimo de pedir un permiso para que le dejaran ver a su hijo, pues durante todo el tiempo que estaba en el hospital, solo tenía autorización para visitarlo el fin de semana. Ese día el Inpec le concedió cinco días de visita. “Yo dije: Virgen Santa, gracias que me dieron esos días para visitar a mi bebé. Pero no: me habían dado los cinco días porque ya sabían que mi hijo había muerto”. Ella comenta que sin saber sobre la suerte de su hijo se dirigió al hospital, pero al llegar nadie le daba razón de Juan Camilo.
La celadora le decía que lo habían cambiado de cama, y las enfermeras le repetían que solo el médico podía dar razón de él. “Yo me ilusioné, pensé que lo habían operado. Yo dije: gracias a Dios me lo sacaron de ese cuarto aislado. Seguí rogando que me dieran información sobre él. Las enfermeras se miraban entre ellas hasta que una de ellas me dijo: “la verdad es que su hijo murió esta madrugada”. Yo les dije: ¿por que son tan inhumanos, por qué no me llamaron, por qué no me decían nada?”.
La búsqueda de justicia, para que no vuelva a pasar
“Yo lo que pido es que se haga justicia, y que las denuncias sirvan para que ayuden a esos pobres muchachos. En la cárcel los están dejando morir, todos están contaminados y no hay una atención médica, los tienen abandonados en medio del mugre y sin una alimentación sana”, afirma Nayibe.