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¿Hacia dónde conducen las falencias en el aprendizaje del marxismo revolucionario y el pensamiento social crítico? Por Orlando Cruz Capote

julio 10, 2018 17:34 , por La pupila insomne - | No one following this article yet.
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Las propuestas conceptuales y prácticas que provienen desde disímiles contextos históricos, sociales y políticos, hasta geográficos; diferentes procesos civilizatorios; distintos desarrollos económicos, sociopolíticos y culturales; significados ideológicos, políticos y culturales discordantes no pueden obnubilarnos la visión sentipensante de admitir acríticamente algunos de los cuerpos conceptuales llamativos, incluso rigurosos, para una realidad desemejante a la nuestra, porque no están contextualizados, adaptados, asimilados y sintetizados de manera creadora, por lo que pueden ser instrumentados miméticamente, y cualquier copia mecánica conduce al fracaso. (1)

En primer lugar, no todo lo expuesto terminológicamente constituyen tesis, menos definiciones y principios, pero lo más significativo es, en segundo lugar, que el proceso a través del cual un sistema cultural, como el capitalista, subordina a otro alternativo al suyo, empieza con el acto de dar, o no dar -ya que la ambigüedad lingüística / semiótica puede desempeñar un efecto paralizante en el pensar y actuar-, nombres, denominaciones, etiquetas y adjetivos, lo que implica una esencialización, uniformización y, sin cortapisas, una imposición hegemónica del Otro, que se auto-ubica en un escalón ‘superior’, con la automirada arrogante de los centros de poder capitalistas eurocéntricos y norteamericanizadores hacia la periferia que consideran inferior e imperfecta. Lo que nadie parece cuestionar es que toda lectura verdadera implica reestructuración y reconstrucción, un proceder hermenéutico de valía universal y concreta.

Los thinks Tanks del capitalismo no cesan de inventar, innovar, crear y desarrollar sus propios pensares, criterios, argumentos y categorías, pero filtran, adocenan y matizan algunos descubrimientos teóricos e intelectuales del Sur geopolítico con el fin de apropiarse de estos y utilizarlos en sus des-propósitos de la más amplia y profunda dominación imperialista. (2)

Ese es el sentido de los diseñadores de la ‘aldea global’, en contraposición a la ‘aldea local’, que no es más que la “glocalización”, “indigenización” (3) y la real neo- globocolonización de quienes nos invitan a ‘pensar globalmente’ y ‘actuar localmente’, o a la inversa; los mismos que enrumban las ideas y prácticas hacia conceptualizaciones especulativas y empíricas, con falencias críticas teóricas indicadas, que revelan coyunturas paradójicas y controversiales, perplejidades, relativismos e incertidumbres insalvables, que, si bien son signos de la etapa histórica transicional y de reconfiguración estratégica geopolítica en que se debate hasta hoy la humanidad, en parte, por la mundialización capitalista alcanzada, están siendo aprovechadas y recrudecidas, oportunistamente, por las guerras culturales de ese sistema de explotación y opresión en la contemporaneidad, en contubernio con los grupos de la gran burguesía oligárquica y transnacionalizada interior. (4)

La retórica discursiva del capitalismo contemporáneo, con el arribo del postmodernismo de derecha que le sirve de soporte ideológico – cultural, ataca al metarrelato histórico, se propone el relajamiento y reduccionismo del Estado, asimismo, el discurso de la posthistoria abstracta, impuesto por los neoconservadores, los del pensamiento blando y reformistas de variado espectro pretenden determinar las barreras ‘absolutas’ entre lo público y lo privado, difuminando lo primero, puesto que sugiere que incuestionablemente el Estado nación ha agotado todas sus potencialidades como principal agente organizado y mediador del desarrollo económico – social, en que el mercado es uno de los referentes históricos, el otro sería la democracia occidental burguesa, legitimando la dominación transnacional neoliberal. (5) difuminar.

Igualmente, las soberanías limitadas sustituyen a las reales, se produce el envilecimiento de todo nacionalismo, en especial el patriótico-solidario, antimperialista y antirracista; se priorizan las privatizaciones y la imposición de la ley salvaje del mercado, la mercantilización de todo lo material y espiritual; se anuncia el dislocamiento y desvanecimiento del sujeto histórico-político colectivo (si es el del cambio pues mejor) y, con ello, la exaltación de la individualización; las disoluciones de las identidades en las múltiples diversidades, los multiculturalismos viciados, la atomización y fragmentación de las sociedades, además del aupamiento de los separatismos nacionales, étnicos, religiosos y raciales extremos.

A ello se une el esfuerzo uniformador y homogeneizante del discurso imperante acerca de cómo debía ser la “sociedad civil universal”, confrontando a los Estados-naciones, los gobiernos y los partidos políticos con el fin de ensanchar sus brechas; se escribe sobre la neutralidad académica, del nihilismo y el apoliticismo ramplón, del fin de las clases (6) y la lucha de clases; el imperialismo fue sustituido hábilmente por un imperio “ultraimperialista”, a lo kaustkiano, sin estar a la altura de este, (7) se llama al descomprometimiento de los intelectuales con lo popular y las ideas de izquierda, el abandono de la críticas de las armas y las armas de la crítica.

El pensamiento desmovilizador se tradujo a través del neolenguaje de lo “políticamente correcto” y el que no lo es -ahora con la novedosa terminología de las noticias falsas, fake news-, y se juzga con un doble rasero y arbitrariamente la legitimación no solo de los sistemas sociales, sino a los gobiernos, las clases, las creencias y se ambiciona el control y la determinación del asunto de la autoridad moral y, por tanto, del derecho y la razón ‘universalistas’ en todas las latitudes geográficas.

La derecha internacional desacredita la política, la deslegitima y le hace perder credibilidad ante los ojos de millones de ciudadanos, bajo el enfoque generalizado de la corrupción de los partidos políticos y los políticos, mientras las tradicionales y nuevas agrupaciones políticas se alternan el poder y los gobiernos. Se judializan los procesos progresistas y a los dirigentes de la izquierda acusándolos de malas prácticas, y los parlamentos burgueses, corruptos hasta la médula, provocan ‘impeachment’ contra estos, desalojándolos del gobierno con mentiras y falseamiento de pruebas, incluso convirtiéndolos en perseguidos y encarcelándolos. De esta forma se engaña a las masas populares.

Los conglomerados intelectuales de la derecha imperialista y capitalista fueron participes activos de los estudios poscoloniales, los raciales, los multiculturalismos, la poshistoria, la neohistoria y numerosos temas enunciados por intelectuales del denominado Sur geopolítico, desde la India y los latinoamericanos-caribeños progresistas, pero tamizaron los sentidos y símbolos, retorciendo las formas-contenidos y adocenaron las esencias hasta donde les fue posible. Elaboraron con una impresionante fuerza mediática una zaga de los conflictos de las civilizaciones y ‘culturalizaron los conflictos’, para alejar las sospechas acerca de la acción perversa de las ideologías y las políticas burguesas. (8) 

Cuba, que nunca ha estado a la retaguardia de los debates y embates enriquecedores y desafiantes de las diversas culturas a lo largo de más de cinco siglos, consecuencia de ser ‘el crucero del mundo’, dada su ubicación geográfica en la entrada del Golfo de México -la ‘Llave de las Islas Occidentales’, ‘Llave del Golfo’, ‘Llave del Caribe’, la ‘Perla del Caribe’, la ‘Isla de la Libertad’-, constituye per se el punto geopolítico nodal y estratégico de enlace entre las dos Américas: la anglosajona del norte y la del indo-latinoamericana del sur, también desempeña el rol de ser la mayor de las Antillas, por lo que está muy intervinculada con la diversidad de las innumerables islas caribeñas; así como entre América en su totalidad y el resto del mundo, continua en la actualidad siendo sometida a esos ‘tsunamis’ ideopolíticos y culturales.

Esa realidad contextual histórico-geográfica, le ha permitido ser un centro cosmopolita no ajeno a las heterogéneas ideas, pensamientos, ideologías, adelantos científicos y técnicos, como tampoco a la manera en que se asumen las denominaciones globales en su entorno interior, muy poroso a la asimilación, mezcla, yuxtaposición, adaptación y adecuación crítica, contando por suerte para ello con un electivismo-selectivo que le proviene del pensamiento filosófico y político, además de científico, del siglo XIX, (9) y con el de un instrumental  y  pensamiento  dialéctico-crítico que  permitió, y permite, lograr una síntesis crítica, creadora y original, que no escapa a que las influencias foráneas perduren por un tiempo antes de ser aprovechadas para el enriquecimiento de la identidad y cultura nacional.

Por lo que en los arribos constantes de una cultura regional e internacional se está produciendo un desaprendizaje y aprendizaje, deconstrucción y construcción de lo cubano, de los procesos del sincretismo religioso (10) y la transculturación (11) que han sido muy singulares para la conformación de la Patria, la nación, el cubano y la cubanía. Ese ‘pueblo nuevo y mestizo’, como lo denominó el sociólogo brasileño Darcy Ribeiro, (12) que se constituyó en un valladar para la salvaguardia nacional. Aunque no debemos olvidar la sentencia que plantea que, en países y pueblos nuevos, relativamente, todos padecemos de interrogantes vitales.

El apóstol de la independencia de Cuba, José Martí (1853-1895), se refirió a esta situación de la siguiente manera: “(…) En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder, -mero fortín de la Roma americana; -y si libres, -dignas de serlo por el orden de la libertad equitativa y trabajadora,- serían en el continente la garantía del equilibrio , la de la independencia de española y la del honor para la gran república del Norte, (…) Es un mundo el que estamos equilibrando: no son solo dos islas (Cuba y Puerto Rico) las que vamos a libertar. (…) Un error en Cuba es un error en América, es un error en la humanidad moderna. Quién se levanta hoy en Cuba se levanta para todos los tiempos”. (13)

II 

Las reflexiones del primer epígrafe provienen de cómo estamos adoptando consciente e ingenuamente el vocabulario, la terminología y hasta los conceptos foráneos -que no por ello deben ser excluidos- para reconstruir el socialismo en Cuba, en medio de las necesarias inserciones al mundo capitalista que nos rodea. Oportunidades y grandes desafíos, y quien no lo comprenda de esa forma puede deslizarse en el hondón peligroso del nunca volver a las raíces.

Es notable, a veces escandalosa, la presencia en nuestro ambiente de términos como: cuentapropistas, y emprendedores (ambos eufemismos, y el segundo una traspolación de empresarios que intenta eliminar las asimetrías entre los mismos); empleadores; clientes; negociaciones; flexibilidad laboral, en el trabajo y el empleo, que constituyen categorías diferentes, sin conocerse que la flexibilidad se usa en el capitalismo para maximizar ganancias del capital; capital humano en sus disímiles variantes; el marketing, el mercadeo y la promoción de los valores de consumo y consumismo masivo, con insuficiencias en el fomento de los sectores productivos; la mención única de la gestión sin advertir que existen nuevas formas de propiedad que todas tienen necesidad de articularse en una totalidad en el tránsito socialista y que, además, coexisten con la nuevas formas de cogestión y de autogestión con cierta autonomía de los trabajadores; el olvido de las alianzas entre los obreros y el campesinado con las clases subalternas, también los estudiantes, los trabajadores domésticos, los cooperativistas, etc.; la no diáfana concepción que las cooperativas agropecuarias e industriales son una forma organizativa, de producción y de reproducción de la vida bajo el socialismo, si no distorsionan sus principios organizativos y de a quienes sirven solidariamente.

Siguiendo con la exposición está, además, la sustitución del uso de la emulación por competitividad, dejando la primera a los centros y colectivos laborales que no poseen recursos -más si son presupuestados- para la estimulación a los trabajadores; el trabajo voluntario se realiza igualmente de acuerdo a las necesidades del lugar y su utilidad, perdiéndose su carácter formador de una consciencia socialista; el cuentapropismo (trabajo casi familiar y precario) se utiliza para no mencionar o esconder la pequeña y mediana propiedad privada (Pymes) que sí aparecen en los documentos del Partido; los espacios de disputa real que existen en los colectivos laborales y las secciones sindicales, que, hablando revolucionariamente, quedan anulados o muy restringidos por las prerrogativas de autoridad de los jefes en las instituciones tal como está descrito en el ‘Código de Trabajo’; se reitera una fórmula inexistente en el socialismo de que se paga al trabajador lo que él es capaz de producir -‘de cada cual según su trabajo a cada cual según su capacidad’-, desconociendo que la distribución no se puede aislar del modo de producción y del derecho burgués que subsiste en el tránsito, pero omitiendo que no es una fórmula realista, pues resulta necesario el plusvalor para beneficio de toda la sociedad, y menos en el socialismo subdesarrollado se podrá pagar según el trabajo realizado; sigue sin definirse si los dueños privados tienen que militar en el mismo sindicato que sus trabajadores, a los cuales explotan con intensidad -aunque son remunerados mejor que los trabajadores estatales- y sin cumplir, en muchos casos, lo establecido en las leyes en cuanto a descanso retribuido, vacaciones, licencia de maternidad y por enfermedad –no escribo por ahora si existe o no la discriminación por el color de la piel, etárea, estereotipo de lo que es bello-, sucediendo algo semejante con trabajadores que están contratados -subcontratados, pues una empresa nacional lo precontrata, nunca directamente el empresario extranjero- en las empresas de capital mixto y en mayor grado las del cien por ciento de capital foráneo, etc.

Sin embargo debo aclarar, que mis percepciones científicas y políticas no están prejuiciadas de antemano acerca que no debemos utilizar el instrumental conceptual y práctico del cual el capitalismo ha sido un abanderado en estos 500 años de despliegue de su sistema de dominación y hegemonía, aunque con grandes contratiempos: el inusitado desarrollo de las fuerzas productivas, dada su capacidad lógica de metabolizar, por necesidad, y apropiarse para sí mismo de los adelantos científicos técnicos con el fin de extraer la plusvalía, ese plusvalor que le permite la reproducción ampliada al sistema múltiple de dominación del capital.

Este modo de producción siempre se ha propuesto explotar y oprimir, directa e indirectamente, la mano de obra asalariada de los trabajadores y de los pueblos, enajenar a los hombres y mujeres, que no poseen los medios de producción, por lo que tienen que vender su fuerza de trabajo en un mercado de compra-venta, como una mercancía, que además está fetichizada y cosificada, no importando que sea más menos calificada (trabajo simple y complejo, manual e intelectual), en un mercado de valores, muchas veces de comportamiento ficticio, que, perpetuamente, les retribuirá por debajo de lo que sean capaces de rendir laboralmente, es decir no le darán un salario ni siquiera acorde al trabajo necesario que han invertido, y muchos menos al excedente que el capitalista les exige para reproducir originaria y, luego, ampliadamente el capital.

Es probable tomar y aceptar experiencias ajenas, siempre que sepamos realizar la aceptación y aprovechamiento crítico de los términos, lenguajes, definiciones y prácticas comprobadas o no, en una síntesis de rigurosas readecuaciones y sin olvidar que lo que queremos rehacer en esta reconstrucción y reaprendizaje constante es socialismo, sin convergencias entre el socialismo y el capitalismo, terceras vías y reformismos pasivos, menos centrismos que por su carácter dubitativo nos acercan más a un ‘capitalismo suave’, que por demás es inexistente.

Sólo entonces será provechoso conocer y comprender las teorías y prácticas más avanzadas en la organización y dirección de las economías nacionales y locales, sectoriales y ramales, en la macroeconomía y en la microeconomía de las sociedades, pero importando qué está predominando en las mismas como sistema socioeconómico, político, constitucional, jurídico, ideológico y cultural.

Tampoco podemos olvidar que el imaginario social construido por el capitalismo, durante tanto tiempo histórico, no nos permite omitir que mucho de esos adelantos los ha realizado bajo el manto del saqueo de las riquezas de nuestros pueblos desde la época de la conquista y colonización, poniéndolos al servicio del mal, para realizar graves daños al medio ambiente, la naturaleza y al propio ser humano, inducir guerras, incluso bombarderos atómicos, crear conflictos evitables e impedir la liberación, la fraternidad y la justicia social. El subdesarrollo, la dependencia, el colonialismo y neocolonialismo hoy presente en el mundo es consecuencia del capitalismo. No ha habido plena emancipación humana bajo las banderas del capitalismo, ni las habrá, es una tarea pendiente que comienza a tener ciertas soluciones en el tránsito socialista, pero que tendrá su máximo cumplimiento en el comunismo, que será otro punto de partida.

Por otra parte, muchos de los críticos, opositores o enemigos del sistema social capitalista dominante, también hegemónico, no percibieron que la historia del hombre y la mujer se había tornado distinta desde que las ciencias y las tecnologías más avanzadas descubrieron, trabajaron y lucharon -lucha de clases incluida- porque se establecieran los “sistemas de complejidad organizada”, incluso de dirección más sofisticada por su sistematicidad, es decir desde la transdisciplinaridad de las ciencias, estrechamente vinculadas al trabajo. No obstante, tuvieron razón en cuestionar el concepto del “todo organizado”, el de “las partes más significativas que se encuentran en estrecha relación”, y el de las “relaciones sociales” que se privilegian u ocultan, con exclusión de otras, necesarias, para comprender los límites e historicidad del sistema. No todo es visible, hay parte de esa realidad que se invisibiliza por si misma y otra que se oculta intencionadamente.

En ese terreno los distintos marxismos y las distintas corrientes del pensamiento social crítico tuvieron razón al replantear o exigir que se regresase al análisis del problema científico que señalaron Marx y Engels cuando colocaron la relación de explotación de unos hombres por otros y la evolución de la relación de explotación, en el centro de un sistema de dominación, apropiación, mediación y acumulación cuyas características principales se deben a los relacionamientos sociales del “modo de producción”, a las “relaciones y fuerzas productivas”, a la extracción de la plusvalía y al peso especial que las clases sociales, potencias geopolíticas y complejos dominantes tienen frente a las resistencias proactivas de los pueblos, los trabajadores, los ciudadanos y los marginados / excluidos. (14)

El poder, o las relaciones de poder, en la relación capital / trabajo, tiene múltiples causales y efectos, muy mediados, con respecto al poder del capital/capitalista, al poder del trabajo/trabajador, al poder del dinero y al poder de la máquina como parte de la fuerza productiva, aunque también como parte de la explotación intensiva y del aparato represivo. (15)

Al unísono, el poder vinculado al Estado como Poder del Estado, la toma del poder o conquista del poder y el cómo se realiza el ejercicio del poder, así como el poder asociado al individuo en su entramado de relaciones socioeconómicas, más allá de la formación capitalista -el poder del hombre/mujer y del individuo- siempre limitado por un formación económica social, un modo de producción, en que ambos poderes parecen diluirse a favor del poder del burgués sobre el trabajador individual y colectivo.

Habría que conceptualizar el poder tomando en consideración las características sociales concretas que adquiere la noción en la teoría sociológica de Marx, como son el carácter social del poder, el independiente y autónomo, y el carácter del poder externo que adquiere el poder en la sociedad capitalista en su forma dominante.  

Porque cuando se produce la apropiación de las riquezas y la maximización de las ganancias, el sistema reproduce de forma “natural” sus relaciones de poder político, ideológico y cultural, también civilizatorio, y el ser humano queda atrapado en una enmarañada situación, la trampa capitalista, que no le parece que existan alternativas.

Por tal motivo, el filósofo cubano Jorge Luis Acanda afirma: “…Si no se crean no ya otras estructuras, sino estructuras animadas de una lógica de funcionamiento radicalmente diferente, el objetivo emancipador no se alcanzará. Las estructuras de poder son constituyente del todo social, y marcan desde el inicio la matriz en la que se han de asentar y adquirir su especificidad funcional las redes de relaciones que condicionan las formas de socialización y reproducción de los individuos.” (16)

III 

Dos ejemplos de esta realidad nacional y de la confusión reinante, a veces pienso intencionada, otras veces, reflexiono, ingenua, las ofrezco a los lectores. La primera la ofreció una noticia breve del diario Granma, del 15 de mayo del 2018. Fue una panorámica aséptica de Singapur, que nos brindó una periodista nacional, Iramsy Peraza Forte.

Sin ni siquiera explicar a los lectores de que se trata de un país capitalista comienza su artículo, el cual lo expondré completo, de la siguiente manera: “…Más de 50 años después de su fundación, Singapur dejó de ser una pequeña villa de pescadores con pocos recursos naturales a superar a las grandes potencias mundiales en muchos de los índices de desarrollo. La nación es actualmente una de las economías más avanzadas del mundo e integra el selecto grupo de los llamados «Tigres Asiáticos», que lograron un despunte impresionante durante las últimas décadas, gracias a su apuesta por los avances tecnológicos, políticas sustitutivas de importación y el impulso de las exportaciones. El alto nivel de vida, el ambiente favorable para los negocios, los bajos índices de corrupción y los reconocimientos a su sistema educativo, encarnan la metamorfosis de esa ciudad Estado que al momento de fundarse carecía de recursos naturales propios, no disponía de suficientes reservas de agua potable, cargaba con una población mayormente pobre y sufría las desgracias de la corrupción. En 1963, Singapur dejó de ser una colonia británica y firmó un tratado de unión con Malasia, que dos años más tarde sería roto a causa de conflictos y tensiones raciales. Así en 1965, la nación que hoy es uno de los principales motores del actual crecimiento económico en la región, tuvo que comenzar a labrar sola su propio camino (…) Singapur pasó del tercer mundo al primero en dos generaciones. Al país le llevó solo 22 años duplicar su Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, aproximadamente la mitad que a otras economías desarrolladas. Su plan para alcanzar el éxito incluyó varios puntos y el primero fue abrir sus puertas a las compañías extranjeras, lo que en primer lugar apaciguó el grave problema del desempleo, pero también creó dependencia de los grandes monopolios (…) También tomaron medidas para reducir el efecto causado por la sobrepoblación, combatir el envejecimiento, desarrollar la asistencia médica, la energía, el transporte y apostaron por desarrollar el campo  de las nuevas tecnologías y  los dispositivos electrónicos, una estrategia que les ofreció grandes ventajas a inicios del siglo XXI (…) Ese pequeño país también se ha volcado hacia la innovación y los nuevos talentos. En los últimos 25 años, invirtió más de 22 000 millones de dólares en proyectos de científicos jóvenes para ayudarles a materializar sus ideas. Así, desde el 2011, las inversiones singapurenses supusieron una inyección económica para 400 empresas emergentes y contribuyeron a que se registraran 800 patentes en el territorio (…) Tras medio siglo de reformas, no caben dudas de que los singapurenses construyeron uno de los países más prósperos del mundo y según datos del Fondo Monetario Internacional, en el 2018 el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita alcanzará los 55 230 dólares. La buena salud de su economía se evidencia, no solo, en su capacidad para convertirse en una importante plaza financiera y HUB (polo de desarrollo) estratégicos del comercio global, también sus altas tasas de crecimiento y bajos índices de desempleo distan muchos de las cifras de otros estados. Ahora, Singapur va por retos mayores y aspira a convertirse en el primer país inteligente del mundo, para lo cual el Gobierno puso en marcha un ambicioso plan: convertir el país en «un laboratorio viviente; una especie de sala de pruebas de soluciones inteligentes para cuestiones urbanas que transformen, aún más, esta tierra de la innovación». (17)

Existen muchas incertidumbres de mi parte, como tantos asombros. Se trata de un artículo laudatorio in extremis, porque quizás se acerca la visita del primer ministro de ese país -no puede tener presidente, pues forma parte de las excolonias británicas, donde prima el parlamentarismo a la inglesa-, la llegada de un magnate corporativo que desea intercambiar ciencia, técnica y otros productos e inversión de capitales con Cuba -se sabe que la zona portuaria y de contenedores del Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), la gerencia una transnacional de Singapur, reconocida por su eficacia, eficiencia, competitividad y rentabilidad internacional-, o se está tratando de hacernos ver con una simplista lectura y, a través del método inductivo-deductivo, que en Cuba estamos con las mismas probabilidades de éxito si proseguimos ese camino. Aunque no hay insinuaciones, los aspectos análogos de estructura económica: pocos recursos naturales y minerales, envejecimiento poblacional, las reducciones de importaciones y aumento de exportaciones, pues dejan un gran margen para el titubeo. No hay una sola advertencia del régimen sociopolítico capitalista allí instalado, solo se refiere a la dependencia hacia los monopolios extranjeros, o sea al mundializado capital transnacional neoliberal, por lo que Singapur se convierte en un rayo de luz mágico, ‘un capitalismo bueno’, de ‘rostro humano’, en un ejemplo de lo que aspiramos, pero que constituye una ilusión.

Craso error, porque ya no se trata de copiar o mirar como referente el modelo chino o vietnamita, sino el de otro «Tigre Asiático» -que se expandieron bajo la huella del ejemplo capitalista japonés luego de la segunda conflagración mundial, este último ayudado por los planes estadounidenses de recuperación y porque no se implicó en una carrera armamentista la cual le fue prohibida en los acuerdos de fin de la guerra-, porque hay varios ‘felinos’ en juego, como Indonesia, Malasia, Tailandia, Corea del Sur, Taiwán, (antes estaba Hong Kong), etcétera, etcétera y etcétera., en esa región que no ha estado ajena a las crisis cíclicas del capitalismo global, y que han tenido las propias, como la asiática de julio de 1997. En esta crisis, aunque Singapur y Japón fueron los menos afectados, sin embargo, sufrieron una pérdida en sus exportaciones, la devaluación de la moneda, bajas tasas de crecimiento con relación a su posición anterior, reducción relativa del PIB, el tipo de cambio en las monedas se vio afectado en un 10 %, etc. (18)

Entonces, no importan los medios, el fin es lo que urge, sólo que el fin no será el socialismo próspero y sostenible, independiente, soberano y democrático, menos antimperialista, sino que lo es la restauración capitalista al estilo de un capitalismo asiático, que nunca fue y será dócil para un país tropical a 90 millas de los EE.UU. que no se propone un retorno al capitalismo.

¿No hubo grandes tropiezos en ese sendero de crecimiento y desarrollo de Singapur? ¿No es uno de los países más caros del mundo? ¿No estuvo sometiendo a su población a un gran desempleo, shock neoliberal de bajos salarios, puestos laborales precarios, explotación desmedida, a una polarización social entre ricos y pobres? ¿Cuál fue el impacto de la crisis asiática de 1997 en ese país, cuando un grupo importante de capitales depositados en los bancos de la región se marcharon y dejaron a esos países muy mal parados en el plano económico, comercial y financiero? ¿Cuál es el por ciento de dominio de los activos extranjeros en la economía interna y externa de ese país? ¿Qué repercusión tuvo la crisis mundial de 2007-2008 en ese país, la mayor después del crack de 1929, ambas con sus epicentros en los EE.UU.? ¿Quién encabeza la banca y bajo cuáles principios? ¿Marcha todo tan bien como para tenerlo en la mira económica como desarrollo autónomo alternativo? Porque lo cuestiono.

El otro ejemplo, es más llamativo en nuestro escenario nacional, porque se lo escuché decir a un grupo de estudiantes de economía de la Universidad de la Habana, de que en su Facultad no se imparte economía política del socialismo y sí se exponen un gran número de autores burgueses, de indiscutido valor, pero que existen serias carencias en los estudios marxistas y leninistas. Aunque ese grupo de estudiantes al que me refiero, realizaron intervenciones magistrales en el evento científico del Instituto de Investigación de la Cultura Cubana Juan Marinello, acerca de su conocimiento y comprensión del Marx que necesitamos actualmente, con sus vigencias y obsolescencias, de su brillante crítica a la economía política del capitalismo, y por la forma en que abordaron las problemáticas, acerca de la urgencia de la enseñanza del marxismo, el leninismo y la economía política del socialismo en la Cuba de hoy.

Este encuentro casual, coincidió con la lectura de un texto de dos reconocidos autores cubanos sobre temas económicos, los profesores, el Doctor Francisco Borrás Atiénzar y la Máster Frida Ruso Armada, con un título que llama la atención de inmediato, “Capital intelectual: visión crítica y propuestas para organizaciones cubanas”. (19) El interés de dichos creadores es brindar su experiencia en el campo investigativo para la preparación de los empresarios cubanos en el estudio del capital intelectual como instrumento de gestión empresarial, partiendo de análisis en las empresas hoteleras, las del campo de la medicina, de proyectos, los planes de estudios de las universidades nacionales, entre otros, en la que demuestran los impactos positivos y negativos de esas propuestas, no sólo de ellos sino de otros investigadores nacionales. O sean, parten de algunos resultados positivos teóricos y prácticos.

No obstante, los valores de esta investigación de inicio padecen de algunas explicaciones que nos ubique cómo podemos adaptarnos a ese mundo capitalista, insertarnos en él y cómo podemos alcanzar ventajas, que signifique desarrollo y no crecimiento. Porque, no podemos olvidar que «…La empresa estatal socialista es el socialismo (…) Su viabilidad es la viabilidad del socialismo», (20) como alertaba el investigador cubano Agustín Lage Dávila en el 2013, lo que hubiera hecho visible el manejo más correcto o acertado del capital intelectual a nuestras realidades -que tiene implicaciones no sólo semánticas, sino políticas e ideológicas, además de gnoseológicas para el socialismo- que no pueden obviarse, pero que en la literatura de las ciencias filosóficas, sociales y humanísticas tiene otros sinónimos que han sido utilizados por el Dr.C. Jorge Núñez Jover en sus investigaciones y publicaciones (21), y por economistas como el Dr. Luis Marcelo Yera, entre otros muchos. (22) Además, comprender que las ciencias sociales en su carácter inter o transdisciplinario no pueden ser la representación estatuaria que no emita sus criterios acerca de los intentos de proceder en procesos económicos aislados, más si son elaborados reduccionistamente. (23)

Porque, en definitiva, para cambiar la percepción de la introducción de los adelantos científicos-técnicos, la sociedad de la información y del conocimiento, urge que «…la política misma debe ser transformada de una actividad delegada en los expertos en una que coloque en el centro al ciudadano», (24) el cual deberá ser también transformado en una interacción con la política, los conocimientos y las experiencias prácticas, el estudio incesante pero sobre la base de pensar con cabeza propia, sin descartar lo que ya está introducido, pero con una mentalidad no instrumental, sino con una racionalidad moral emancipatoria.

Desde el punto de vista del capital intelectual, el conocimiento científico-técnico, los conocimientos todos como algo intangible, no poseen un valor en sí, es decir, no representan un(os) recurso(s) invaluable(s) por el significado emancipatorio que poseen al permitirle al hombre controlar y apropiarse adecuadamente de los procesos naturales, técnicos y sociales. En grado sumo, el capital constriñe la utilidad del conocimiento científico al disponer de él como mero recurso intelectual, capitalizado, en función de su valorización y la maximalización de la ganancia, la plusvalía, el plusvalor, este último con otra connotación pero que siempre significa el trabajo excedente del trabajador, aun en el socialismo.

Por esa vía, a los individuos y los colectivos, se le confina a un sinnúmero de especialidades técnico-profesionales perfiladas en función de la maximalización de las ganancias, el dinero y del gran capital financiero, con su ‘juegos de casino’, los ‘capitales golondrinas’, los ‘fondos buitres’, las hipotecas ‘subprime o basura’, los créditos y préstamos reales con grandes intereses que se vuelven impagables y las grandes ‘burbujas financieras’ que explotan sin precisarse cuando. Financiación e inversión de capitales que ahora no están ubicadas en sectores productivos sino en el terciario, en el servicio, la cultura, la información / comunicación, la banca, la bolsa de valores y la financiación, entre otros. Se ha impuesto la vieja fórmula de Marx: D + D = D; DINERO ahora multiplicado.

En este momento histórico, el capitalismo ha cambiado las reglas del juego, lo que eran deformaciones fragmentarias, penetraciones puntuales a través de lobbies, actos de corrupción y de «puertas giratorias» entre el sector público y el privado, pasó a cobrar un mayor volumen lo financiero y se convirtió, por ósmosis, en mayor poder político articulado claramente (antes se ocultaba) con las otras esferas de la vida social, dentro del cual el interés público es algo que aflora solo por momentos (privatizándolo en la primera oportunidad), y siempre a raíz de los las huelgas obreras, estudiantiles, los esfuerzos de las manifestaciones populares, los frágiles pero no desechables artículos en la prensa alternativa, y la acción de algún que otro político independiente, de tal forma el poder corporativo se sistematizó, capturó una a una las variadas dimensiones de la expresión y el ejercicio del poder, y esto dio lugar a una nueva dinámica o una nueva arquitectura del poder realmente existente. Y aunque necesita del apoyo del Estado-nación, las multinacionales al interior de estos, pesa mucho la transnacionalización de la financiación de la economía, lo social y la política, con un enorme impacto en lo cultural. (25)

Esta división del trabajo, simple y complejo, (manual e intelectual), suscita el fenómeno que Carlos Marx denomina “cretinismo profesional”, el cual constituye parte de la hegemonía del capital ejercido sobre las capacidades humanas que presupone la más brutal lucha por la supervivencia. Para llegar a ser reconocido socialmente, para acceder al dinero, el individuo asalariado está obligado a competir con el individuo. No hay manera de que el éxito de unos no se construya sobre del fracaso de otros. Esta realización socio-individual de tipo excluyente tendrá efectos deconstructivos incalculables. Mientras más desarrollada esté esta profesionalización científico-técnica utilitarista, y más funcional le sea al modo de reproducción mercantil: el mercado salvaje del neoliberalismo, más pernicioso y destructivo se tornarán los antagonismos sociales que desencadenan.

La lógica reproductiva del capital no consentirá otro paradigma científico-técnico, que no sea el de un conocimiento fraccionado y utilitarista, a tenor con la racionalidad instrumental que la gobierna. (26) Aun cuando la permanente estimulación a la innovación tecnológica desemboque en una nueva fase de la tercera y de la cuarta revolución científico-técnica, incluyendo sus fases, que ha convertido a la ciencia en la principal fuerza productiva, tratando de superar, sin lograrlo, las diferencias cualitativas entre la producción material y espiritual, los antagonismos sociales no desaparecerán, y, por el contrario, se agudizarán al máximo.

Porque Marx caracterizó al capitalismo no por la existencia de elementos de la economía mercantil, sino como un sistema de relaciones sociales, un modo específico de vinculación de lo económico con el resto de la realidad social, un tipo de organización social en la que el mercado ocupa el lugar central y determinante en la estructuración de las relaciones sociales, erigiéndose en el elemento mediador en toda relación intersubjetiva, es decir, de las personas entre sí, y objetual, el de las personas con los objetos de su actividad, sean estos materiales o espirituales, o ambos. Hay que leer, una y otra vez, a Fernando Martínez Heredia y Jorge Luis Acanda para percatarse de estas realidades.

La introducción del progreso científico- técnico contemporáneo en la actividad socio-económica, con un sentido utilitarista (instrumental), ha dado lugar al paradigma de la llamada “nueva economía”, cultivadora de un pensamiento estratégico mercantil en cuyo centro aparece el capital intelectual. La “nueva economía” responde a los imperativos de una época en que la optimización de las ganancias depende en grado considerable de la eficiente gestión del conocimiento, la innovación tecnológica, la informática y las telecomunicaciones. (27) El término eufemístico de “nueva economía” encubre el real estado agonizante de un capitalismo decadente que busca oxigenar su metabolismo disfuncional, con el auxilio del potencial científico técnico disponible. (28)

El marketing estratégico, (29) piedra filosofal de los apologetas del nuevo paradigma económico capitalista, acaricia el sueño de haber descubierto la fórmula de un mercado en expansión perpetua. La mercadotecnia por tanto siempre hallará lugar para colocar, al precio más competitivo, un producto más en un mercado abarrotado de mercancías, sembrando el mito de que la “nueva economía” capitalista se ha dotado del instrumento ideal que asegura su sistemática autoexpansión, pues como sugiere el marketing estratégico, no existe situación económica social, por peliaguda que sea, que se resista a una inteligente gestión. Aplicado en la economía, la política, la ideología, inclusive a la guerra, el marketing exacerba hasta lo irracional la naturaleza depredadora del capital. Como ideología de un capitalismo agonizante y parasitario, que delira con perpetuarse, el marketing induce a la esquizofrenia social.

Postula una filosofía irracional de vida: una desenfrenada innovación tecnológica y mental, como paliativo de supervivencia, en un mundo donde reina la más brutal competencia mercantil liderada por el gran capital financiero transnacional, arrastrando irresponsablemente a la humanidad al caos y la incertidumbre. El resultado paradójico será, una altísima “eficiencia económica” competitiva inseparable de la incosteable ineficiencia social y ecológica. Una economía irrentable socialmente y ecológicamente insostenible.

La crisis estructural que conmueve actualmente al sistema capitalista en su fase monopolista trasnacional, se ha encargado echar por tierra el ideologema de la autosustenibilidad estratégica del mercado capitalista. Este continúa siendo incontrolable por las ansias de lograr tasas medias de ganancias más altas -condición que desde los años 90 no se alcanza- para los burgueses transnacionales, en una sociedad y en un mercado que parecen saturados por sobreproducciones, sobreconsumos, y que, a la vez, padece del decrecimiento del ahorro, el subconsumo, el desempleo crónico, la precariedad laboral y de vivir, malvivir, en una realidad desconsolante.

El capitalismo senil queda atrapado en las paradojas que emergen de los antagonismos de su racionalidad instrumental. De tal suerte, en la llamada sociedad del conocimiento, en la que incluso el hombre se adentra en la conquista del mundo subatómico, la robotización y automatización de procesos productivos complejos, la nanotecnología, las impresoras 3D, la biotecnología, las células madres y la inmunología molecular, la inteligencia artificial, la computación, los microships, la transportación, las comunicaciones, la informatización, la industria aéreoespacial, etc., -claro que también el complejo militar industrial muy enlazado a las transnacionales civiles-, no obstante, el comportamiento y la actitud del individuo ante el cuidado y la preservación de la naturaleza no pueden ser más insensatos. Parece, a pesar de su capacidad de metabolizar y adaptarse, que ha llegado a su límite la inversión antitética de la relación del hombre con la naturaleza. Parece ser que los efectos de la era digital no serán directamente proporcionales a la productividad, sino que habrá una recaída en los salarios de los trabajadores, en la calidad del empleo, la (in)-sostenibilidad ecológica y porque han arribado en un momento en que la crisis del capitalismo es más estructural y sistémica que nunca antes. (30)

Ahora es el medio natural el que emite señales inconfundibles de impotencia ante las fuerzas sociales que lo explotan indiscriminadamente. La naturaleza no está en capacidad de restablecer el equilibrio del ecosistema a causa de la intromisión depredadora del capital en su ciclo reproductivo. El cambio climático, la desertificación, la degradación de los suelos, la contaminación medio-ambiental y de los recursos hídricos, las especies en peligro de extinción, el agotamiento acelerado de las fuentes no renovables de energía, entre otras afectaciones, de no adoptarse medidas urgentes y responsables, que cambie radicalmente la actitud hacia el ecosistema, los daños al mismo serían irreparables. De replicarse los patrones de consumo de las naciones desarrolladas en el resto de los países harían falta más de un planeta para satisfacerlos. Sólo para mantener en los próximos años los actuales niveles de consumo de esas mismas potencias desarrolladas ya no es suficiente el mundo que habitamos.

De regreso al texto de los autores Borrás y Frida Ruso, podemos apreciar las bondades del capital intelectual -potencial de conocimientos infinitos y limitados del ser humano- para la creación de valor y el éxito empresarial. Parten de algunas aportaciones de científicos y economistas como Drucker, Bueno, Machado, Rivero, Lage, Triana y Díaz -algunos le hemos agregado textos, a otros le hemos reducido-, que, a su vez, son deudores de otros autores cuya filiación al gran capital resulta indudable, con sus excepciones. (31) Algunas conclusiones primarias son válidas. Por lo menos lo considero así, que no soy un especialista en economía.

Por ejemplo: la necesidad de una empresa socialista -lo de socialista lo añado yo- de adaptarse al cambio, de forma anticipada para hacer frente al entorno externo que implicaría nuevas visiones a lo interno en cuanto a clientes, mercados, productos, y servicios, tecnologías, socios estratégicos, infraestructura y trabajadores; la urgencia de inversiones en conocimientos, lo que significa la aplicación de recursos humanos, materiales y financieros en la adquisición, creación, desarrollo y transmisión de conocimientos y saberes, con plena consciencia de que más que gastos esas inversiones, que ellos denominan intangibles como inductores de valor, que redundarán en el incremento del valor de la organización; habilidad para atraer y retener al personal idóneo, lo que hará viable el desarrollo sostenible de estas organizaciones, porque una óptima selección del personal, su superación, motivación y retención son básicas para el éxito; la ya conocida por todos nosotros innovación (la integración del enfoque Ciencia, Tecnología, Sociedad –investigación- más Innovación y Desarrollo (CTS + I + D + Comercialización que cierra el ciclo, según otros autores del patio, que los escritores del texto sólo dejan en la innovación, pero que en la industria médico-farmacéutica está presente), que facilita y dinamiza el cambio, pues actúa como transferencia del conocimiento que conlleva a una transformación tecnológica, de gestión y social; la gestión de calidad, imprescindible en su diseño para la mejora continua de su desempeño que abarca no sólo al ámbito de la producción y los servicios, sino a todo el mapa de procesos y actividades de la organización.

De la misma manera, la conformación de redes de conocimientos en una época de urgentes relacionamientos entre las diferentes áreas de la organización lo que permitirá su potenciación cuando entrelazan los equipos de trabajo (parece ser algo similar al toyotismo), aupando a que ese personal sea capaz de desplegar actividades y habilidades para relacionarse e intercambiar información y conocimientos, con ejes centrales como la confianza mutua, la solidaridad y el compromiso por alcanzar objetivos comunes; la gestión compartida que permitirá que entre los directivos y trabajadores se alcanza la comunidad de aspiraciones, la concentración de energías, las sinergias, las empatías (estas dos últimas añadidas por mi) para el desarrollo del aprendizaje; el pensamiento sistémico que inducirá a la comprensión de los procesos complejos, fenómenos complicados, que sean capaces de atisbar más allá de lo evidente -visión de futuro-, siendo una vía para apreciar y percibir los procesos en sus dinámicas, tensiones, en sus causas y efectos, en su indiscutida interrelación de unos hechos con otros, así como comprender que algunas decisiones no tienen un efecto inmediato o instantáneo.

Ligado a estos principios, los autores agregan las competencias y experiencias que posean las personas; los conocimientos y experiencias incorporados a la organización, las rutinas, sistemas, procesos, procedimientos, valores organizativos; los conocimientos incorporados a los procesos técnicos, tecnológicos y de gestión, y a los productos y servicios desarrollados, y, en último lugar según los autores, los conocimientos adquiridos por las relaciones con otros sujetos económicos y sociales del entorno en los que actúa e interactúa la organización. (32)

Como se puede apreciar, el marco del despliegue del capital del conocimiento es ideal, como para no ser cuestionado en la realidad, por lo menos debe estar funcionando en parte en muchos países desarrollados y en vía de desarrollo. Lo cual no es cierto.

Muy pocas contradicciones, debilidades no destacadas, riesgos que hay que enfrentar, pero que son disimiles y peligrosos, la presencia de una clase trabajadora que no toda es de alta calificación, que necesita recalificarse, pero que cuenta con organizaciones laborales y sindicales (33) que pueden apoyar, contraponer, ser contrapeso a las exigencias administrativas si estas pretendieran explotar intensivamente sus horarios y resultados, etc., las anemias en la enseñanza para que salgan técnicos e ingenieros, antropólogos, sociólogos, etnólogos, psicólogos sociales, filósofos, e historiadores, entre otros tantos cientistas sociales para que aporten desde diferentes ángulos y traten de abordar la sociedad como una totalidad son algunas de las problemáticas no abordadas. (34)

Sin embargo, la mayor debilidad del trabajo científico que tiene sus valores intrínsecos y válidos para la socialización, es cuando abordan a Carlos Marx y Federico Engels, y cuando omiten a Vladimir Ilich Lenin, Rosa Luxemburgo, Georg Lukács, Anton Pannekoek, Karl Korsh y Antonio Gramsci, por sólo citar algunos autores fundacionales, originales y creativos del marxismo revolucionario. Tampoco lo hacen con marxistas latinoamericanos como Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, José Carlos Mariátegui, Aníbal Ponce, Adolfo Sánchez Vázquez, Ernesto Che Guevara, Fidel Castro Ruz, Agustín Cueva, Theotonio Dos Santos, Vania Bambirra, Bolívar Echevarría, Ruy Mauro Marini, entre otros muchos.

Y lo hacen con Marx y Engels desde varias ausencias notables, porque omiten que estos habían considerado el punto de partida de la “producción capitalista” como el proceso histórico por el cual se produce la escisión entre el productor y los medios de producción, una dinámica resultante de la lucha de clases y de la intervención coercitiva del Estado en nombre de la clase expropiadora, todo con un alto sentido relacional. En este sentido, no pueden advertir que, la estructura misma del argumento indica que, para Marx, el secreto último de la producción capitalista es político. Justamente, su diferencia con la economía política clásica se ubica en el hecho de no provocar brechas insalvables entre los ámbitos político y económico, sino en tratarlos como un conjunto de relaciones sociales.

Aunque toman, quizás implícitamente, algunos aspectos importantes de la filosofía y teoría crítica de los clásicos de los marxismos y marxistas, en plural, sólo destacan algunos aspectos de sus descubrimientos filosóficos, históricos, políticos y vivencias prácticas, y de su crítica profunda a la economía política del capital, pues eso es lo que realizaron en realidad, dejando en ciernes una economía política del socialismo. Los autores Frida y Borrás, sólo se refieren, para ser más exactos, a Marx y Engels, y sólo desde el ángulo económico.

La mayor dificultad es cuando los autores tratan a Marx, en su obra cumbre, ‘El Capital’, como un economista o un economista político, sin resaltar que lo elaborado fue una crítica a la economía política capitalista, y que todas sus categorías tienen un carácter relacional profundo con la política, la ideología, la teoría del poder político y la revolución social. La temática que abordan queda en la teoría marxista del valor – trabajo, pero no van a las raíces de la problemática, a su presentación dinámica y tensional.

Si no se entiende que Marx caracterizó al capitalismo ‘no por la existencia de elementos de la economía mercantil, sino como un sistema de relaciones sociales, un modo específico de vinculación de lo económico con el resto de la realidad social, un tipo de organización social en la que el mercado ocupa el lugar central y determinante en la estructuración de las relaciones sociales, erigiéndose en el elemento mediador en toda relación intersubjetiva’ -es decir, de las personas entre sí- y objetual -de las personas con los objetos de su actividad, sean estos materiales o espirituales- pues se corre el riesgo en quedarse en la epidermis del asunto tratado. (35)

Sin saberse el por qué, los autores Borrás y Frida no abordan la existencia directa, que nos permite la certeza de afirmar que, la competencia capitalista determina que la reproducción simple, rasgo común a la economía mercantil simple que se da en las formaciones económicas sociales precapitalistas, desaparezca o quede mitigada en la actualidad, y que la reproducción ampliada se convierta en la ley de funcionamiento del sistema capitalista, mucho más ahora que ha alcanzado grandes cotas mundializadoras, dominadoras y hegemonizantes.

Y que el gran objetivo del proceso de producción de bienes materiales y espirituales ya no consiste en la producción de valor -donde los autores del estudio se quedan limitados-, sino en la producción de plusvalía, es decir, de una masa de valor siempre creciente. Y la plusvalía como Marx la apreció no es sólo de un contenido económico, sino social y político, cultural en su gran acepción. No se puede limitar el análisis al trabajo concreto y abstracto, el valor de uso y el valor de cambio, el trabajo simple y el complejo, la problemática de Marx y Engels es más dinámica, profunda no sólo en ‘El Capital’, sino en la lectura e interpretación de sus textos fundamentales.

Porque su extracción, de la plusvalía, es posible únicamente en la medida en que una dimensión siempre creciente de actividades y productos humanos se convierta en objetos destinados al mercado, para la obtención de la plusvalía. La mercantilización creciente de todas las actividades y los productos humanos es una característica esencial y específica del capitalismo. En un rejuego donde lo natural es anómalo, el capitalismo intenta presentarse como un sistema económico cuya racionalidad apunta a la producción maximizada de bienes.

Pero como entiende por “bienes” sólo aquello que existe como mercancía y puede expresarse en una dimensión cuantitativa monetaria, el capitalismo -en esencia- no es otra cosa que un sistema social de producción maximizada de dinero. Desde ese ángulo, desde lo complejo de la crítica de la economía política del capital es que podemos entender que ese es el espacio social por excelencia de producción y circulación de la subjetividad humana, de las necesidades, potencialidades, capacidades, etc., de los individuos, en donde la gran mayoría de ellos quedan frustrados, sesgados porque no tienen en sus manos los medios de producción y tienen que vender su obra de mano, con más o menos conocimientos, porque el individuo -y el colectivo- es expropiado de su subjetividad, que es deformada y constreñida para convertirla en garante de la creación exponencialmente ampliada de valor.

La explotación en el capitalismo no es un simple acto de expropiación del excedente económico, el cual no se menciona en el texto que analizamos, excedente que también existe y se necesita en el socialismo, el cual debe ser utilizado para la reproducción ampliada del sistema en transición y en beneficio de toda la sociedad, pero ese sistema de expropiación y ‘apropiación’ del excedente -atención con la palabra apropiación- y de la vida material y espiritual -no olvidar de donde proviene el socialismo, y que el derecho burgués está presente en la producción y distribución-, se constituye en un proceso constante de construcción de una subjetividad social enajenada y enajenante. Comprender eso en toda su significación es vital para forjar las líneas estratégicas de la lucha por la emancipación humana.

Los hombres se relacionan con la realidad en la medida en que la transforman y la producen. Y al producir su realidad se producen (reproducen) a sí mismos. Crean no sólo las condiciones materiales de su existencia, sino también su subjetividad. Las relaciones sociales (intersubjetivas y objetuales) son relaciones de producción y apropiación de la realidad. (36)

El pensamiento es una forma de apropiación espiritual de la realidad. Es preciso detenerse en el significado del concepto de apropiación. El filósofo de la liberación, Enrique Dussel llamó la atención a la necesidad de distinguir entre posesión, propiedad y apropiación. La «posesión» de un objeto es la relación efectiva de su uso. Es la relación efectivo-material con la cosa. La «propiedad» es el derecho o la capacidad subjetiva. La posesión es relación objetiva, la propiedad es relación subjetiva. En cambio, la «apropiación» es la síntesis objetivo-subjetiva. (37) Es a partir de Feuerbach que este concepto pierde su connotación estrictamente jurídica y pasa a ser utilizado como categoría filosófica para entender la relación de interacción de los hombres con la realidad.

Entender la apropiación de la realidad por los seres humanos solo como dominación es tener en cuenta exclusivamente un aspecto de esa relación, verlo como un proceso unidireccional: el de la objetivación. Los hombres interactúan con su entorno en la medida y a la vez que interactúan entre sí. E interactúan con ella en la medida en que la producen y, al producirla, se producen a sí mismos. Por lo tanto, el concepto apropiación apunta a este proceso complejo de producción de la subjetividad humana. Al producir la realidad, el hombre se apropia de ella porque la incorpora a su ser. Su objetivación es a la vez la creación de su subjetividad (potencialidades, capacidades, valores, ideas, metas, estados de ánimo, etc.). La apropiación de la realidad es tanto material como espiritual. Al definir al pensamiento como una forma de apropiación espiritual de la realidad, se está llamando la atención a la necesidad de reflexionar la interacción entre objetivación y subjetivación.

Hoy como ayer, el conservadurismo resignifica el deseo de preservar un modo históricamente determinado de existencia del poder y de apropiación de la realidad basado en la instrumentalización del individuo y en la asimetría de las relaciones interpersonales. Tampoco, por supuesto, todo deseo de cambio y renovación es negativo.

Por eso se tienden a equivocarse quienes intentan enfrentar la creciente enajenación capitalista atrincherándose en el fundamentalismo de formas de enajenación pre-modernas, ellas también opresivas y emasculadoras del florecimiento de la subjetividad. Como ha demostrado la historia más reciente, al totalitarismo del mercado no se le puede enfrentar con el totalitarismo del Estado, la nación o la religión. La comprensión de la revolución anti-capitalista no como simple sustitución de los agentes detentadores del poder, sino como una profunda y total subversión cultural. Las reflexiones sobre la necesidad de la transformación del modo de apropiación capitalista hacia formas de apropiación proletarias y socialistas es un gran problema pendiente.  

Se apropian de las mentes de los seres humanos, en especial del sentido común de la gente cotidiana. Para el marxista italiano Antonio Gramsci, el sentido común es el gran enemigo a derrotar. También llamó al cambio radical de la cultura popular, no viéndola como algo menor, sino como parte del trabajo filosófico del partido y los intelectuales orgánicos para que el pueblo no se dejara embaucar y manipular por los contenidos y formas burguesas de dominación.

Y el sentido común es el conjunto de ideas, percepciones, valores socialmente extendidos, socialmente aceptados que las personas aprenden no únicamente en la escuela, en los centros religiosos, las comunidades, etc. sino en su experiencia de vida.  Para él, el sentido común, al igual que cualquier otro fenómeno social, no es una producción espontánea, sino el resultado de las interacciones y relaciones de fuerza o relaciones de poder. (38)

Por lo que la clase hegemónica es hegemónica, entre otras cosas, porque logra que el sentido común -Gramsci le da otra connotación al ‘buen sentido’-, la conciencia cotidiana de una sociedad, exprese sus necesidades y naturaliza las relaciones de poder y de dominación que, al verse como naturales, se establecen en el marco de lo legítimo, lo válido, creíble y lo comprensible, en lugar de resultar absurdas.  Es allí donde se fortalece el sistema hegemónico capitalista.

A fin de cuentas “…Las transformaciones que produzcamos, si queremos que redunden en el beneficio de la mayoría y en la defensa de la integridad de la nación, han de colocarse en la dirección de facilitar una mayor socialización del poder y de la propiedad. Solo así podrá garantizarse la conjunción de los ideales contenidos en una concepción concreta de humanismo (basada ante todo en la eliminación de la explotación), junto con los de la democratización, conjunción que es para mí la esencia del concepto de socialismo.” (39)

IV

El socialismo, como etapa de tránsito, no puede decantar, como si no existieran, las múltiples contradicciones internas, también externas -estas tan influyentes en las primeras- en el caso de los países dependientes y subdesarrollados, porque una visión triunfalista y apologética que omita, subestime e ignore las discordancias, paradojas e incertidumbres existentes en estas infinitas etapas transitorias del socialismo hacia el comunismo, es consecuencia de la visión teleológica y escolástica que se impuso, perniciosa y duraderamente, en la manualística de vulgata que se hizo pasar por la ‘letra viva’ y la dialéctica compleja de las elaboraciones y las praxis marxistas, los marxismos y también de los socialismos, en especial aquellos del exclusivista “socialismo real”, que no fue más que una combinación de poscapitalismo y socialismo, porque padecieron de la tergiversación, manipulación y desviación teórica y práctica de los ideales del marxismo fundacional, original y creador, al igual que los socialismos, que sufrieron innumerables cargas semánticas, contaminaciones y una praxis distorsionada. Aunque no todo fue errático en esas construcciones. 

La idea de la construcción socialista en un solo país no se avenía con lo investigado y expuesto por Marx, Engels y después Lenin, quienes trazaron guías y brújulas imprescindibles para poder contar con una economía política del socialismo inacabada, una teoría política de la Revolución no finiquitada y los posibles desarrollos de la transición, casi siempre con pocas certezas.

Ello permitía, sin embargo, el desarrollo creativo del marxismo, sin barreras hacia las formas de pensarlo, menos de desplegarlos en la práctica. A despecho de Iósif Stalin, cuando la impuso como una verdad absoluta, sin asideros científicos demostrables, y la institucionalizó con su aprobación en la Constitución soviética de 1936, que enfocó el dilema con su supuesta consolidación de la primera etapa en que estaba resuelta la base técnica-material socialista, mirada caprichosa, diletante y de escasa visión estratégica y táctica.

Si bien ese triunfo sucedió en un país atrasado, Marx y Engels habían rectificado en parte, para 1887, sus ideas acerca del desarrollo desigual en los países de Europa Occidental, reanalizando el problema irlandés desde el ángulo nacional y social, comprendiendo el reformismo de los obreros ingleses, mucho más desde el ángulo positivo, aunque muy moderadamente, y el potencial de la comuna rusa, lo que les otorgó una visión distinta acerca de los países “atrasados”, los pueblos colonizados y oprimidos que habían denominado ‘sin historia’, pero sabiendo que la tenían. Al mismo tiempo trataron de corregir los juicios sobre el carácter progresista de la conquista de México por los EE.UU., la percepción negativa sobre el Libertador Simón Bolívar, al equipararlo con el bonapartismo francés, y la interpretación errada sobre el dominio colonial británico sobre la India como un avance significativo para ese país.

En especial, Marx remarcó en una respuesta al populista ruso, Vera Zásulich, crítico de su obra El Capital que, a “(…) todo trance quiere convertir mi esbozo histórico sobre los orígenes del capitalismo en Europa Occidental en una teoría filosófico-histórica sobre la trayectoria general a que se hallan sometidos fatalmente todos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias históricas que en ellos concurran (…) Esto es hacerme demasiado honor y, al mismo tiempo, demasiado escarnio”. (40) En la misma misiva, el Prometeo de Tréveris responde que la Rusia zarista, podría transitar hacia una sociedad moderna, sin capitalismo, teniendo a la comuna (rural) como punto de partida y regenerada, solo a condición que se realizara una Revolución rusa.

A pesar de ello, Marx aún mantuvo ciertas esperanzas respecto al triunfo socialista por parte del movimiento obrero y los partidos socialdemócratas revolucionarios (comunistas) organizados en aquellos países con cierto desarrollo de las fuerzas productivas, pero no descartó que, si se producía el éxito en un país de la periferia, pues las fuerzas productivas de los estos países complementarían ese triunfo con revoluciones subsiguientes, convirtiéndose en soportes materiales, entiéndase de fuerzas productivas aprovechables para las naciones que no poseían ese avance.

La historia desmintió en varias ocasiones esas expectativas. Lenin fue el dirigente comunista que percibió en su propio pensamiento y accionar, junto a la vanguardia bolchevique, que los laureles de la revolución había que fraguarlos y construirlos en su nación euroasiática, con una masa campesina enorme, un proletariado concentrado y organizado, pero mermado luego de la Primera Guerra Mundial, la guerra civil y la agresión de las potencias imperialistas, y porque la ilusión de una victoria europea se desvaneció rápidamente, comprendiendo que debía consolidar y estabilizar la conquista en la Rusia soviética, pero siempre esperando por un socialismo que sólo podría vencer a nivel regional y planetario.

Si Marx y Engels, en 1848, en el Manifiesto Comunista, (41) llamaron: ¡Proletarios de todos los países uníos! -y más adelante, como expusimos, reconocieron el rol de las masas populares en los países coloniales-, en menos de unos 70 años, V. I. Lenin, en el Segundo Congreso de la Internacional Comunista (1919-1943) y, posterior al mismo, agregaría dialécticamente, ¡Proletarios y pueblos oprimidos de todos los países del mundo, uníos!, (42)  El despertar del Oriente pudo sumar a esos pueblos, clases y grupos sociales en la red de alianzas, compromisos y abrir nuevos caminos de construcción socialista abandonándose viejas ideas, como aquella de la etapa democrática burguesa, que en el caso de la India, fue variada por la de una etapa democrática revolucionaria.

Lenin, sin lugar a dudas, improvisó en la marcha inédita, junto a otros bolcheviques, pero lo hizo siempre con la estrategia segura en el horizonte: el comunismo., porque se percató que el socialismo fue, y sigue siendo, un camino inexplorado, lleno de acertijos, enigmas y dudas que debe edificarse de acuerdo a las peculiaridades específicas de cada país, aunque utilice algunas leyes y regularidades trazadas de forma general.

Por eso, estaba firmemente convencido de que, si es posible que el capitalismo por su misma deriva termina autodestruyéndose, no lo es porque el mero desarrollo de las fuerzas productivas -en contradicción abstracta con las relaciones sociales de producción- que diera al traste con el modo de producción; tampoco que cualquier necesidad, simplemente economicista, condujera irremediablemente al socialismo. Ni que lo hiciera posible la sencilla toma del proletariado de los aparatos – ‘máquina’ le llamó Marx – represivos del Estado, sin destruirlos, sino que había que construirlos y reconstruirlos una y otra vez, para enrumbar hacia el comunismo, con la desaparición de las clases, sus luchas y la extinción del Estado.

Una tarea totalmente colosal, porque la lógica del capitalismo se reproduce metabólicamente dentro de otros modos de producción, incluso en el tránsito socialista. Para ello concibió la estrategia y la táctica, los métodos de lucha, específicos en cada instante histórico, sin descartar posible marchas y contramarchas, hacia delante y luego hacia atrás, con el fin de regresar a la avanzada de la historia del socialismo.

Como afirmó el marxista francés, Daniel Bensaid, Lenin supo percibir que las revoluciones tienen su propio ritmo, marcados por aceleraciones y desaceleraciones, estancamientos y retrocesos y que, igualmente, poseen su propia geometría o álgebra, donde la unidireccionalidad es interrumpida por bifurcaciones, giros bruscos y repentinos. (43)

Por eso, pudo desplegar un pensamiento y acción que captó la interacción de las continuidades, discontinuidades y las rupturas que se van sucediendo en los procesos sociales, mucho más en las revoluciones socialistas.

V 

Un problema histórico, teórico – filosófico y práctico: la continuidad y discontinuidad, ruptura y superación en el tránsito socialista. 

Las diferentes maneras de (re)-pensar los diagnósticos, proposiciones y posibles soluciones, las reiteradas formas y contenidos de cómo afrontar la realidad y como tratar de resolver los conflictos, debe partir de la premisa que ninguno cierra el desenlace del conflicto abordado. Para una correcta crítica de la totalidad, ejemplificada muy particularmente con la crítica a la historia positivista, la historia empírica y simplistamente cronológica, resulta necesario la mitigación de ese ángulo del análisis en la historia de los cuerpos societarios.

Para ello, es importante captar la historia no en la representación dominante hasta hoy, como una totalidad en la cual el sentido fluye en forma ininterrumpida y armónica, garantizando la familiaridad de todo pasado para el presente, que lo considera como momento de su origen y pasos iniciales, vista como proceso que conlleva siempre el progreso. De lo que se trata entonces es de ubicar en la discontinuidad el basamento de la genuina tradición historicista.

La continuidad / discontinuidad son en sí mismos conceptos y categorías con diversos niveles históricos, filosóficos y políticos relacionales que están implícitos, no tan explícitos, en la obra de los clásicos del marxismo, y su ‘separación’ artificial, metodológica y didáctica para ser quizás mejor indagados, puede sin embargo el riego de constituir un ejercicio metafísico, superfluo, y estéril, cuando se acometen las investigaciones sobre la sociedad o el cuerpo societario, ya que esta es un todo complejo y complicado.

Si bien los tiempos históricos de las estructuras, ritmos de los procesos económicos, sociales, políticos, culturales y de las mentalidades transcurren en tiempos / espacios diferentes -eso que Fernand Braudel trató de atrapar en su concepto de ‘larga duración’-, por lo menos, no coincidentes, sino asincrónicamente, en las distintas esferas de la vida social, no resta para abordarlos en su integralidad. (44) Tal sucede con el otro par: la ruptura y superación. Sin embargo, no son idénticos ni similares.

No es suficiente, como nos explicaban los simplistas y ramplones manuales, aquellos del diamat y el hismat, que en un par es factible que uno de ellos se convierta en el otro, lo que no determinaba apriori que sucediera, ni que el saldo fuera satisfactorio. No toda continuidad conlleva ruptura, tampoco sucesión, superación, y la discontinuidad si no es óptimamente aprovechada, lo que debe conllevar al esfuerzo y la conciencia de rectificar, renovar y proseguir su rumbo hacia la continuidad, el salto, la ruptura y superación -negación de la negación- del proceso social que se analiza, sin abandonar los contextos históricos concretos y todos los factores internos y externos que pueden incidir en su despliegue. (45) Ello es más necesario y sugerente en los procesos de Revolución auténtica, donde no se puede perder la dialéctica  de la continuidad y la discontinuidad, del cambio y la persistencia, mutación y permanencia, inercia y dinámica, ruptura y superación, evolución y revolución.

La discontinuidad nos impone el repensar, en el sentido de la necesidad, filosóficamente expresado, de regresar a la urgente reflexión de los ‘puntos de partida’ (genealogía) y los ‘desenvolvimientos interrumpidos’, los recorridos intermitentes, donde la quiebra / irrupción, a bases íntima, de los sistemas y procesos nos muestra, al mismo tiempo, la supervivencia de la historia material y espiritual, objetiva y subjetiva, porque las problemáticas pretéritas aparecen siempre otra vez -en una espiral, donde nadie se baña en el mismo río dos veces- en la medida en que nunca pueden ser totalmente resueltas, no se deslizándose de forma diáfana en una cadena coherente como si todo fuera una serie de sucesos totalmente ordenados, que tienden al ocultamiento sin que podamos percibirlos a través de una sola mirada.

Entonces, la discontinuidad comprende un ‘quebrantamiento’ con la mecánica e ininteligible percepción de la ‘ley de la acumulación de los cambios cuantitativos en cualitativos’, en que no se precisa el cuándo y el cómo tales acopios cuantitativos se transforman en saltos superiores de cualidad. Ello es más complejo cuando se abordan los procesos subjetivos e intersubjetivos tan multiplicados en la actualidad.

Tampoco consideramos, que se trata de una dicotomía entre lo falso y lo verdadero, menos se puede concebir la discontinuidad como una interrupción derrotista, catastrófica. La mirada crítica debe saber apreciar que algunas acciones políticas, por ejemplo, ocurrieron en coyunturas históricas específicas, cuyas respuestas fueron motivadas por el afán de solucionar problemáticas que, en muchos casos, no eran bien conocidas -los límites del conocimiento-, asimilándose acríticamente otras referencias históricas, y porque no fueron comprendidas en su magnitud pluricausal.

En ese proceso, el cambio de percepción hacia el pasado histórico requiere del aprendizaje, la rectificación crítica, la sistematización de las experiencias acumuladas, con creatividad, que propicien vías constructivas de la transformación revolucionaria. Hay que explicar y comprender un hecho histórico continuo -lógico – histórico y cronológico- a partir de todas las imbricaciones históricas que han hecho posible, escribámoslo una vez más, su desenvolvimiento discontinuo, no unidireccional, menos in crescendo o progresivamente.

De tal manera, la contradicción entre continuidad y discontinuidad se convierte en una hipótesis de solución nunca finiquitada, es decir, la continuidad no puede tornarse como un elemento central y neural, nodal, sino que debe pensarse tal como recurre, inevitablemente, en la también presente discontinuidad. Porque no existe una sola historia, sino múltiples aproximaciones a las historias que han existido y las presentes. Y la discontinuidad forma parte de ese entramado y se expresa cuando la sociedad reconfigura su discurso e interpretación a las nuevas circunstancias históricas. Desde los inicios de cualquier proceso histórico todo se transforma, pero nada se pierde, olvida, esfuma, sino retorna bajo otras circunstancias y coyunturas históricas. Son las huellas históricas las que no se borran.

El filósofo francés Michel Foucault, uno de los estudiosos más acuciosos de la discontinuidad junto a Carlos Marx, Emile Durkheim, Max Weber, Walter Benjamin, Michel Foucault y Louis Althusser, entre otros, (46) aclaraba en una entrevista con el sociólogo Raymond Aron que: “…La discontinuidad es, por supuesto, un problema muy grave (…) un problema que se les plantea a los historiadores. [Refiriéndose a la discursividad del saber, de la articulación e hibridación de diversas epistemes, pero también del poder y la moral, esta última idea aportada por Frederic Nietzsche (47)] (…) El problema de la periodización se plantea en la historia económica, en la historia social. No hay razón para que los historiadores de las ideas [la tercera etapa de la ‘Escuela de los Annales’ francesa, con Jackes Le Golf y Fernand Braudel, tan dispares y complementarios con la presencia de los marxismos que le antecedieron en esta escuela], (48) estén retrasados desde el punto de vista metodológico con respecto a los historiadores de la economía o de las sociedades. En el campo de las ideas se plantean problemas de periodizaciones y esta periodización es relativa al nivel en el que nos colocamos y al objeto que se elige…. Tengo la vanidad de haber establecido, creo que, por primera vez, la continuidad sincrónica, las relaciones de simultaneidad que había entre campos epistemológicos tan diferentes como el estudio del lenguaje, el estudio de la economía y el estudio de la biología. Compre una discontinuidad al precio de una continuidad o a la inversa, como usted prefiera”. (49)

Porque para él, un hecho o proceso continuo, narrado desde los diversos relacionamientos históricos, es resultado de su desenvolvimiento discontinuo, donde existen espacios, giros y rupturas carentes, supuestamente, de relaciones que están también en otras ciencias, por lo que se debe evitar el análisis lineal y sin vínculos de los saberes de distinta índole científica y de otra índole no científica, esa que radica en el sentido común de los ciudadanos en su vida cotidiana. En una entrevista de 1972, titulada “Los intelectuales y el poder”, Foucault, que a final de su vida interrumpida por el VIH-Sida reconoció la influencia del marxismo en su obra, expresó acerca de la discontinuidad: “…Es posible que ahora las luchas que se están llevando a cabo, y además estas teorías locales, regionales, discontinuas que se están elaborando en estas luchas y que hacen cuerpo con ellas, es posible que esto sea el comienzo de un descubrimiento de la manera en que el poder se ejerce”. (50)  

Se refería a los combates intergeneracionales, antibélicos, pacifistas, contra la guerra de Vietnam; contraculturales y antihegemónicos al capital; por los derechos civiles de los afronorteamericanos y contra la segregación racial; las luchas de género, orientación sexual, feministas, entre otros, que se desplegaban a nivel planetario, y que habían tenido su explosión en el ‘Mayo Francés de 1968’, la ‘Primavera de Praga’ (intervención militar soviética en Checoslovaquia, con parte de los miembros del Pacto de Varsovia en 1968), el ‘Tlatelolco’ mexicano y las grandes manifestaciones de protesta en las principales ciudades del mundo, en conjunto con las acciones de los líderes negros Malcolm X y Martin Luther King Jr. (asesinados en 1965 y 1967 respectivamente), Angela Davis (encarcelada y luego liberada), y otros dirigentes de los Panteras Negras, el Black Power, etcétera, etcétera y etcétera., que iban a poseer una larga secuela, tal correlatos, en los años venideros.

A su vez, para Walter Benjamin, que se había autoimpuesto su afán historicista para la elaboración de una continuidad, no se sustrajo de plantear, sin temores, acerca de una contradicción insoluble: “…el concepto de tiempo histórico está en oposición a la idea de un continuum temporal”. (51)

En este sentido, debe hablarse de una discontinuidad histórica que se opone claramente a la continuidad de la historia, así como de la imposibilidad de hablar de una homogénea historia universal, regional y nacional, como algo terminable, más bien acercarse a las pluralidades históricas, pero hallándole a esas relaciones, a veces oscuras o poco visibles al observador, sus puntos de contactos. Tal sucede en el ámbito gnoseológico, inteligible y comprensivo de la historia, a través de la lectura hermenéutica y heurística de los textos filosóficos. Más aún en el estudio histórico y filosófico de las subjetividades e intersubjetividades donde el marxismo puede chocar con lo irracional de esta área específica, sin embargo, a través de la transdiciplinaridad es posible que se una en esos esfuerzos con el sicoanálisis, la psicología social, la antropología, los estudios culturales, porque como afirmó Georg Lukács en fechas tan tempranas de inicio del siglo XX que, la tarea del pensamiento racional-totalizador consiste también en expresar lo irracional en conexión con lo racional. (52)

El énfasis puesto en la etapa que analiza el carácter “tendencial” de todo proceso, en contra de una lógica del cierre y/o hacia lo necesario y de concepciones sobre una progresión lineal, nos demuestra que toda tendencia se halla preparando una situación concreta junto a contratendencias o variantes, con lo cual el “caso” [como lo denomina el filósofo francés Louis Althusser, según Étienne Balibar, en un momento tardío de su obra de fundamentación estructuralista], nos indica que se marcha hacia una coyuntura específica, la que tiene que concebirse como un sistema contradictorio, surcado por fuerzas en pugna  -lucha de clases reconocida por él-, siempre abiertas a un devenir discontinuo, donde según el propio Althusser, en estos espacios «intersticiales» se podrían desempeñar los movimientos populares y las luchas subalternas, justamente al margen de los partidos políticos cimentados en estructuras jerárquicas, anquilosadas, ancladas en la retórica, el autoritarismo y la falsedad, en franca alusión al eurocomunismo, el socialismo de Estado soviético y preanunciando formas nuevas de confrontaciones sociales.

Y en el caso de Althusser, estamos en presencia de un filósofo que, sí conoció y estudió las obras de Carlos Marx de primera mano, y siendo de sus interpretadores más eficaces de ese momento histórico, aunque con un lenguaje hermético y complicado en sus formulaciones, al que posteriormente se le realizaron críticas justas e injustas. (53)

El hincapié que se hace en este V epígrafe sobre la problemática de lo continuo y lo discontinuo, está determinado hipotéticamente, por lo cual puede ser cuestionado, es que para este autor lo que signa histórica, política y filosóficamente este momento histórico concreto nacional, que muta incesantemente, en que se acomete la Actualización del Modelo Económico y Social, constituye una discontinuidad o disrupción en el proceso revolucionario y socialista nacional, que no sólo valora, en primer lugar, una revisión -sin el sentido peyorativo del término- hacia aquella ‘Ofensiva Revolucionaria’ de 1968, cuando se nacionalizó los últimos vestigios de la propiedad privada artesanal y manufacturera urbana, sino también, en segundo lugar, hacia la imperiosidad o exigencia del abandono crítico de una idea y práctica del socialismo en que la estatización ha predominado, como consecuencia de un referente histórico y teórico, por supuesto que práctico, que se impuso en el país, en el que no se aceptaban otras formas de propiedad y gestión, a no ser aquellas que existieron en las zonas rurales, específicamente entre los campesinos y las cooperativas, aunque estas últimas sufrieron de vaivenes, porque en algunos casos pasaron a ser ‘Granjas del Pueblo’ con dirección y organización estatal, y en otros, porque la centralización extrema les restó capacidad de iniciativa y maniobra autónoma con el fin de alcanzar producciones elevadas, variadas y alcanzar más eficacia y eficiencia.

A lo que habría que añadir que, desde 1966 cuando comenzó a ser abandonada la política de la cooperativización, se inició un proceso de compra estatal de las fincas de los campesinos -ya fuera en la adquisición definitiva o en arriendo-, que también abarcó la estatización de las cooperativas, y con esas tierras fueron creados los planes integrados, especializados que se dedicaron a la caña de azúcar, la ganadería, los cultivos varios y la agricultura tabacalera. Aunque este se realizó por el campesinado privado y cooperativo voluntariamente, sin embargo, en algunos lugares se sintió una cierta presión política.

Es conocido que los procesos de intervenciones, estatizaciones y nacionalizaciones comenzaron antes y después de la Primera y Segunda Ley de Reforma Agraria, en 1959 y 1963 respetivamente; asimismo, habría que recordar que las primeras intervenciones estatales se realizaron bajo control y regulación obrera, aunque luego fueron asumidas por el entonces Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados, el Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA), entre otras instituciones revolucionarias creadas en los años 1959 y 1960; así como que, las desafiantes nacionalizaciones y estatizaciones de las grandes y medianas propiedades del capital foráneo (principalmente estadounidense, aunque también español, holandés, británico, etc.), y las de la oligarquía azucarera, burgués-terrateniente, exportadora e importadora, casatenientes y la burguesía interior se llevaron a cabo entre 1960 y 1962, que incluyó la Reforma Urbana y la Nacionalización de la Enseñanza en el último año.

Sin embargo, las nacionalizaciones de la pequeña y mediana propiedad privada restantes fueron acometidas durante la ‘Ofensiva Revolucionaria’ de 1968 (13 de marzo de 1968). Estas, especialmente, brindan un buen ejemplo de discontinuidad con lo que está proponiendo y llevando a vías de efecto la actualización del socialismo cubano hoy, aunque en contextos históricos internos y externos no similares.

No se puede desconocer, que desde el 4 de diciembre de 1962, se habían culminado las nacionalizaciones de un conjunto importante de esas propiedades, como las peleterías, tiendas de ropa y ferreterías, por lo que, con el proceso de la ‘Ofensiva Revolucionaría’ se abarcó sólo -aunque bastante- a un total de 55 636 mini-empresas artesanales y manufactureras, de servicios, bares, [chinchales] y timbiriches, realizadas bajo la justificación económica e ideológica, de que algunos de estos propietarios les estaban haciendo el juego a la contrarrevolución ejerciendo el agio, la malversación de los bienes del Estado, el acaparamiento y especulación de productos y precios de mercancías de primera necesidad. (54) No se puede olvidar que en la mercancía se reifica (del latin res = cosa) y se expresa todo el sistema de relaciones de los individuos con los objetos y de los individuos entre sí.  

Ese proceso estatalizador apresurado, más que todo desde el ángulo ideológico, provocó el desastabecimiento en la población, aunque presionado por las amenazas del imperialismo estadounidense, pero incitado a lo interno por la carencia de mano de obra para la siembra, limpia el corte de la caña -se preparaba la Zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar en 1970-, la escasez de productos, inflación, el descontrol económico y las indisciplinas del sistema empresarial estatal, entre otras debilidades económicas, sociales y políticas, (55) lo cual provocó el desastabecimiento en la población -ya estaba implementada la libreta de abastecimiento o racionamiento para que todos los ciudadanos pudieran tener una canasta básica de productos alimentarios e industriales de forma extremadamente igualitaria- y ayudó, paradójicamente, a fomentar un ‘mercado informal’ que fue, y es, contraproducente al socialismo cubano en la proyección de su política de igualdad (no igualitarismo) y equidad social.  (56)

Después de estas nacionalizaciones y estatizaciones, sin llegar a la socialización necesaria de ese poder, el Estado -que en Cuba tiene la caracterísitca de ser ampliado- no pudo suplir, ni siquiera con producciones mínimas y subsidios, muchas de las manufacturas y servicios que prestaban estos propietarios, demostrándose que la pequeña y mediana propiedad privada podía subsistir en el socialismo -que, como ya advertimos, supone la coexistencia con las viejas relaciones sociales capitalistas que pugnan con las que nacen-, pero cuidando que no estén en las esferas estratégicas de la economía nacional, tampoco en aquellas con un impacto social y cultural esencial, y que tal sistema de propiedades debía estar debidamente articulado al plan -entiéndase la planificación central y flexible- y no funcionar sin integralidad y enfoque de totalidad. (57)

Fue una visión estratégica, pero idealista, de construir simultáneamente el socialismo y el comunismo. Lo que no conlleva al extremo instrumentalista de abandonar el horizonte comunista.

Algunos colegas, en los actuales debates, han expresado que, “…La idea de la construcción paralela, ya ha sido superada (…) en realidad, faltan algunos ajustes de instalación del modelo, para concretar este como parte de un proceso de transición al socialismo. La marcha hacia el socialismo debe servir como marco general de la transición hacia el nuevo modelo económico. Se habla mucho de la instalación del modelo y de socialismo, pero debe quedar claramente establecida la imbricación entre ambos procesos,” (58) mientras otro autor, se afirma que, “…El socialismo no es la supresión del mercado ni siquiera la supresión de la propiedad privada, el socialismo es la supresión de le hegemonía del capital.” (59)

Ideas polémicas para discutir. Lo que sí queda claro es la idea seminal de Ariel Dacal: la transición socialista que no plantee sus bases anticapitalistas solo alcanzará la cuadratura del círculo. (60) Todo lo demás será consustancial pero no sustancia o esencia fundamental.

Notas y Bibliografía citada.

(1) Spurr, David (1999): The Rethoric of Empire. Colonial Discourse in Journalism, Travel Writting and Imperial Admnistration. Durham/London: Duke University Press.

(2) Appadurai, Arjun (1990): Disjuncture and Difference in the Global Cultural Economy, Public Culture, 2(2), USA; Guha, Ramachandra (1997): The Environmentalism of the Poor, en Between Resistance and Revolution, R. Fox y O. Starn (editores), Rutgers University Press, New Brunswick; Guha, Ranajit (1998): A subaltern Studies Reader. 1986-1995, University of Minessota Press, Minneapolis; Mandami, Mahmood (1996): Citizen and Subject. Contemporary Africa and the legacy of Colonialism, Princeton University Press, Princeton; Dussel, Enrique (2005): “Europa, modernidad y eurocentrismo”, en La colonialidad del saber. Eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, (Compilado por Edgardo Lander). La Habana, Ciencias Sociales, pp. 41-56; Castro Gómez, Santiago (2005): “Ciencias sociales, violencia epistémica y el problema de la “invención del otro”, Idem., pp. 153-172; Mignolo, Walter (2007): La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial, Editorial Gedisa, S. A., Barcelona.

(3) Clark, Leslie (2003): The Transnational Capitalist Class, Blackwill, Oxford, USA, p. 256.

(4) El eminente intelectual palestino, Edward W. Said, la entiende o interpreta en el sentido de que esos hombres que llevan a cabo el proceso independentista, anticolonialista o de descolonización, lo desarrollan, antes y después, bajo la formación cultural de la colonia, sometida a la metrópolis, y al mismo tiempo, que luchan por sus comunidades nacionales, tratan de encontrar también un lugar en el esquema cultural que comparten de forma contradictoria y hasta antagónica, en un plano de colaboración, consciente e inconsciente, con el Occidente burgués capitalista. Lo cual provoca que se reproduzcan a corto o mediano plazo -y como quiera que sea, admite Said- la ideología nacionalista burguesa, bajo la imitación, el clientelismo y el lacayismo servil o como un sacudimiento y una negociación voluntariamente horizontal, que capitalizó en la mayoría de los lugares del planeta luego de los procesos de descolonización, o sea el neocolonialismo. Said, Edward W. (1996): Cultura e imperialismo,  Edit. Anagrama, Barcelona.

(5) Se les orienta y obliga, desde las metrópolis capitalistas, el Fondo Monetario Mundial (FMI), el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BIRD), la Organización Mundial del Comercio, al que se le suman el Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) y de Patentes Intelectuales, la Organización de Países de Desarrollo Económico (OCDE), las  empresas  transnacionales de rating (Moody’s, adscrita a la Securities and Exchange Comisión, Standard and Poor’s; Fitch Investors Services, Duff and Phelps, Thomas Bank Watch y la IBCA), etc., a que se reduzcan a cumplir funciones policiales, de seguridad, para controlar a las masas populares y también a los desempleados y discriminados, marginales y excluidos; suprimir sus prerrogativas para decidir la planificación, regulación y control de las economías; invalidar y/o violar las leyes estatales, federales y autonómicas (las provinciales, municipales, distritales y locales); eliminar sus derechos para determinar los emplazamientos -cuáles y dónde- de nuevas industrias y servicios (incluidos los bancarios, culturales e informáticos). Asimismo, se les indica la ubicación, con la cantidad incluida, de las inversiones de capital transnacional – casi siempre hacia la propiedad privada -, de las nuevas tecnologías, sobre el mercado destinatario, su comercio, que están privilegiando al sector privado de la oligarquía local; así como eludir las normas ecológicas o de protección medio ambiental, entre otras restricciones. Otros, como el filósofo Jürgen Habermas, reduce la existencia de una nación y una nacionalidad a un ‘patriotismo de la Constitución’. Habermas, Jürgen (2001): Más allá del Estado nacional, Editorial Trotta, Madrid; Santos, Boaventura de Sousa (2005): Reinventar la democracia. Reinventar el Estado, Editorial José Martí, La Habana.

(6) Jeremy Rifkin, escribió que el trabajo se encaminaba hacia su final, consecuencia de la globalización y de los Tics, aumentando la productividad aceleradamente, junto a un alto desempleo estructural que exigiría medidas extras y diferentes a la tradicional flexibilidad laboral, como la reducción de la jornada de trabajo, la potenciación de la economía social o tercer sector, diferente del Estado y del mercado, que generen nuevos empleos y, por ende, una nueva economía que ponga en marcha la renta básica universal. Jeremy Rifkin (1995): El fin del trabajo (The End of Work: The Decline of the Global Labor Force and the Dawn of the Post-Market Era), Putnam Publishing Group, USA, ISBN 0-87477-779-8; Raventós, Daniel (2017): El interés creciente y los debates actuales sobre la Renta Básica Renta básica incondicional, Sin Permiso, 16 de abril, www.sinpermiso.info; (2017): Del neoliberalismo despiadado a la renta básica paliativa. La gobernanza de la pobreza, Rebelión, 02-05, https://trampantojosyembelecos.wordpress.com/2017/04/17/la-teologia-economica-iii/; (2018): Renta básica incondicional una propuesta racional y justa: algunas razones, Rebelión, 30 de marzo, http://www.unitedexplanations.org/2018/03/27/renta-basica-incondicional-; Apilánez, Alfredo; Gorz, André (1991): Metamorfosis del Trabajo. Búsqueda de sentido. Crítica de la razón económica, Fundación Sistema & Iniciativas Editorial Sistema, S. A., Madrid; Antunes, Ricardo (2006): ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre las metamorfosis y la centralidad del mundo del trabajo, Biblioteca Latinoamericana de Servicio Social, Cortez Editora, Sao Paulo, Brasil;  (2008): Nueva morfología del trabajo: Entrevista con Ricardo Antunes, La Haine, http://www.lahaine.org/nueva_morfologia_del_trabajo_entrevista_, en revista PAMPA, año II / n. 3, diciembre / 2007, Buenos Aires, Argentina.

(7) Negri, Antonio y Hardt, Michael (2001): Imperio, Editorial Record, Río de Janeiro-Sao Paulo, Brasil; Boron, Atilio (2002): Imperio e Imperialismo: una lectura crítica de Michael Hardt y Antonio Negri, CLACSO, Buenos Aires.

(8) Huntington, Samuel (1997): El Choque de las Civilizaciones y la reconfiguración de un nuevo orden mundial, Ediciones Paídós, Ibérica, S.A., Barcelona; Hopenhayn, Martin (2005): ¿Integrarse o subordinarse? Nuevos cruces entre política y cultura, en Cultura, política y sociedad. Perspectivas latinoamericanas, Daniel Mato Compilador, CLACSO, Buenos Aires.

(9) Desde los primeros hechos y procesos del ‘reformismo ilustrado’ cuyas figuras descollantes fueron los pensadores filósofos José Agustín Caballero, Félix Varela y José de la Luz y Caballero que enarbolaron la necesidad de la autonomía, luego la independencia, de la isla de Cuba de la metrópolis colonial España, se fue enraizando un pensamiento antimedieval, aniescolástico, antirreligioso tradicionalista, prolaico, jurídica y políticamente muy avanzado que desataron una polémica filosófica que trascendía los marcos teóricos, para ir a la necesidad de la práctica científica,  social y Cultural, con vista que Cuba tuviera un pensamiento y accionar de avanzada en el campo de la experimentación científica, la renovación del pensar político, con un electivismo-selectivo que no se limitada a una escuela y método, sino a todos los aportes válidos para transformar la sociedad cubana. Vitier, Medardo (1970): Las ideas y la filosofía en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana; Ternevoi, O. (1981): La filosofía en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana; Monal, Isabel (1968): Breve bosquejo de la filosofía en Cuba hasta el advenimiento de la República, en Lecturas de Filosofía, en dos tomos, T. I., Editorial Estudios, La Habana; Miranda, Olivia (1984): Félix Varela, su pensamiento político y su época, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana; Guadarrama González, Pablo y Rojas Gómez, Miguel (1998): El pensamiento filosófico en Cuba en el siglo XX: 1900-1960, Editorial Félix Varela, La Habana; Torres-Cueva, Eduardo (2006): En Busca de la Cubanidad, en dos tomos, T. I., pp. 239-337, y T. II., pp. 3-238, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.

(10) Al prohibirle a los esclavos africanos, en la ignominiosa Trata Negrera, traer sus dioses originales, estos comienzan a utilizar las imágenes e iconos de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, transformándolos en sus deidades. En este proceso de sincretismo religioso en Cuba se va dar una mezcla con las variadas religiones africanas según las características étnicas religiosas de, por lo menos, quince naciones del África actual, que extraídos a la fuerza para ser utilizados como mano de obra esclava-, la de los pueblos originarios d la Isla, la católica, las protestantes, la religión vudú que arriba a la Isla desde Haití (1804) y otras formas (santeros, paleros, espiritistas, etc.), que mezclan, en muchos casos, las costumbres, los ritos, creencias, mitos y leyendas. Es muy difícil encontrar la pureza total de una religión en Cuba y tampoco creyentes o feligreses que respondan a una sola religión. Aunque fue y sigue siendo la católica la más importante e influyente en la Isla por su estructura, organicidad teológica, coherencia, organización y funciones. Céspedes, Carlos Manuel de (1995): ¿Puede afirmarse que el pueblo cubano es católico o no?, Temas, No. 4, La Habana.

(11) “…Entendemos que el vocablo transculturación expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en adquirir una distinta cultura, que es lo que en rigor indica la voz inglesa aculturación, sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una desculturación y, además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse neoculturación. Al fin, como bien sostiene la escuela de Malinowski, en todo abrazo de culturas sucede lo que en la cópula genética de los individuos: la criatura siempre tiene algo de ambos progenitores, pero también es distinta de cada uno de los dos. En conjunto, el proceso es una transculturación y este vocablo comprende todas las fases de su parábola.” Ortiz, Fernando (1963): Contrapunteo cubano del azúcar y el tabaco, Universidad Central de Las Villas, Santa Clara, Cuba, pp. 136.  

(12) Ribeiro, Darcy (1992): El proceso civilizatorio, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.

(13) “(…) En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder, -mero fortín de la Roma americana; -y si libres, -dignas de serlo por el orden de la libertad equitativa y trabajadora,- serían en el continente la garantía del equilibrio , la de la independencia de española y la del honor para la gran república del Norte, (…) Es un mundo el que estamos equilibrando: no son solo dos islas (Cuba y Puerto Rico) las que vamos a libertar. (…) Un error en Cuba es un error en América, es un error en la humanidad moderna. Quién se levanta hoy en Cuba se levanta para todos los tiempos”. Martí, José (1992): “El Tercer Año del Partido Revolucionario Cubano”, Obras Escogidas, en Tres tomos, T. II., Colección de Textos Martianos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, pp.362-363.

(14) González Casanova, Pablo (2017): Las Nuevas Ciencias y las Humanidades. De la Academia a la Política, Colección Clásicos Recuperados, Archivo Digital: online ISBN 978-987-722-265-4, CLACSO, (Editorial Anthropos, Barcelona, 2004), Buenos Aires.

(15) Althusser, Louis (2011): La revolución teórica de Marx, Siglo XXI editores, México; (2010): Para leer El capital, Siglo XXI Editores, México; (1997): Ideología y aparatos ideológicos del Estado, (Notas para una investigación)”, en La filosofía como arma de la revolución, México, Siglo XXI editores, [Edición original en francés 1969]; (1998): Althusser, Louis y Balibar, Étienne, (2000): Para leer el capital, , Siglo XXI Editores, México, [Edición original en francés 1965]; (2002): Para un materialismo aleatorio, Editorial Arena, Madrid; (2003): Marx dentro de sus límites, Editorial Akal, Barcelona; Foulcault, Michael (1979): Historia de la locura en la época clásica, Fondo de Cultura Económica, México; (1972): Arqueología del Saber, Siglo XXI ED. México; (1980): Microfísica del poder, Editorial La Piqueta, Madrid; El orden del discurso, Tusquets, Barcelona; (1985): Diálogos sobre el poder, Alianza Ed. Madrid; Poulantzas, Nicos (2005): Estado, poder y socialismo, 9na edición, siglo XXI editores, s.a., Buenos Aires; De Sousa Santos, Boaventura (2009): Pensar el Estado y la sociedad: desafíos actuales, Editorial CLACSO y Waldhuter Editores, Buenos Aires; Mészáros, Istvàn (2005): La Teoría de la Enajenación en Marx, Editorial Ciencias Sociales, la Habana; (2005): Socialismo o barbarie. La alternativa al orden social del capital, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana; (2015): La montaña que debemos conquistar: reflexiones acerca del Estado, entrevista a Leonardo Cazes para el periódico O Globo, en colarebointernacional, 12 de octubre, Caracas, Venezuela; (2017): Reflexiones sobre la Nueva Internacional, Metrópolis, digital, 03-10, Caracas, Venezuela.

(16) Acanda, Jorge Luis (2000): De Marx a Foucault: poder y revolución, en Inicios de Partida. Coloquio sobre la obra de M. Foucault, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, p. 73-119.

(17) Peraza Forte, Iramsy (2018): Singapur del tercer mundo al primero: la fórmula del éxito de un tigre asiático, Granma, La Habana, 15 de mayo, internet@granma.cu.

(18) Arce, Rafael de, Mahía, Ramón, Pérez, Julian, Vicéns, José (1998): Informe sobre los efectos de la crisis asiática en las economías occidentales, Instituto L. R. Klein, Universidad Católica de Chile, febrero.

(19) Borrás Atiénzar, Francisco y Ruso Armada, Frida (2015): Capital intelectual: visión crítica y propuestas para organizaciones cubanas, Editorial Universidad de la Habana (UH), La Habana.

(20) Lage Dávila, A. (2013): La Economía del conocimiento y el socialismo, Editorial Academia, La Habana, p. 245.

(21) Núñez Jover, J. (1999): De la ciencia a la tecnociencia: pongamos los conceptos en orden, en La ciencia y la tecnología como procesos sociales. Lo que la educación científica no debería olvidar, Edit. Félix Varela, La Habana; Núñez Jover, J. y otros (2013): La función social de la ciencia: el papel de la Universidad, en revista Universidad de La Habana, Nº 276, julio-diciembre, Editorial Universidad de La Habana, pp. 8-14.

(22) Marcelo Yera, Luis (2016): Ciencia y Tecnología en el rediseño socialista del sistema empresarial estatal cubano, en revista Cuba: Investigación Económica, INIE, No. 2, julio-diciembre, La Habana, 2015; reproducido en El ideal socialista en la sociedad cubana de hoy: ayer y hoy, compiladores Jorge Luis Santana Pérez y Concepción Nieves Ayús, Sello Editorial filosofi@.cu, 2016, Instituto de Filosofía, La Habana, pp. 96-113.

(23) Avendaño, B. (2008): Ciencias Sociales. No son un adorno intelectual. Entrevista a Juan Luis Martín, Boletín CIPS, No. 11, Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), La Habana.

(24) Delgado Díaz, C. J. (2013): Ciencia, tecnología y ciudadanía: cambios fundamentales y desafíos éticos, Revista Universidad de La Habana, Editorial Universidad de La Habana, Nº 276, julio-diciembre, pp. 34-47.

(25) Con un sistema financiero globalizado, la apropiación de la plusvalía obedece a mecanismos centrados en la especulación con derivados (más de 600 billones de dólares de outstanding derivatives, cerca de ocho veces el PIB mundial), con deuda pública (52 billones de dólares para el conjunto de los países endeudados), con impuestos que recaen sobre personas físicas y jurídicas, y con incontables tasas sobre tarjetas de crédito, seguros y otros productos cada vez más complejos que drenan las economías mundiales. En esta era de financiarización global, la plusvalía financiera se ha convertido en la forma dominante de apropiación de la renta y la riqueza. Joseph Stiglitz lo resume así: «Mientras que antes las finanzas constituían un mecanismo para inyectar dinero a las empresas, hoy sirven para extraer dinero de ellas».

(26) Hinkelammert, Franz, J. (1999): Ensayos, Editorial Caminos, La Habana, p. 285.

(27) Castro Díaz Balart, Fidel (2001): Ciencia, Innovación y Futuro, Instituto Cubano del Libro, La Habana.

(28) Sánchez Noda, Ramón (2008): La nueva economía del conocimiento: entre el mito y la realidad, Editorial Félix Varela. La Habana. 

(29) “…Como Filosofía, no deja de ser una actitud o una postura mental, que se adopta a la hora de llevar a cabo una relación de intercambio con el fin de satisfacer necesidades. Como concepto, es un proceso social y de gestión a través del cual los distintos grupos e individuos obtienen lo que necesitan y desean, creando, ofreciendo e intercambiando productos con valor para otros. Como función, es una más a desarrollar por empresas y organizaciones, equiparables a la de producción, financiera, recursos humanos, etc., que está constituida por un conjunto de actividades de Investigación, Planificación, Comunicación, Distribución y Organización de las Ventas dirigidas hacia el cliente mediante política, normas, procedimientos para todos los departamentos de la entidad analizados estratégicamente”. Marketing y Dirección Comercial (2005): Centro de Estudios Contables, Financieros y de Seguro. La Habana.

(30) A pesar de existir un fuerte debate sobre los efectos del proceso de digitalización de la economía, que ya fomenta la ‘interconectividad’ de las actividades de producción y distribución consecuencia del abaratamiento de las tecnologías que obtienen y procesan la información, la comunicación, que pueden ir sustituyendo, paulatinamente, al ser humano en la dirección directa de los procesos productivos, además de la promoción a gran escala de los productos materiales y espirituales, pues no está definido si este impacto tendrán un efecto específico e importante en la aceleración de la productividad. Las TICs, bien empleadas, pueden ser capaces de ir moviéndose hacia otros sectores y ramas que anteriormente utilizaban fuerza de trabajo humana extensiva e intensivamente, crear desbordamientos, nuevos productos y mercados, etc. Sin embargo, no está claro debido a la “paradoja Solow”, que cuestiona que estos adelantos no podrán competir con las anteriores revoluciones científico-técnicas–aún no se aprecian resultados directos-, pues está basado más en la innovación del producto, más que en el proceso de fabricación del mismo. Existiendo el temor al “efecto Baumol”, que percibe que habrá una destrucción del empleo, al precarizarse el trabajo y sustituirlo por la automatización y robotización, lo que bajará el consumo porque la demanda de ese producto tecnológico será insuficiente, aunque haya el cambio tecnológico, también mayor destrucción del medio ambiente, más las demoras estructurales y organizativas ante tales cambios, lo que ralentizará tales consecuencias científicas técnicas a gran escala.

(31) Drucker, P. (1993): Administración y futuro, Editorial Sudamericana, Buenos Aires; Bueno, E. (2003): El reto de emprender en la sociedad del conocimiento el capital de emprendimiento como dinamizador del capital intelectual, en Genescá, E. et al. (coords.), Creación de empresas, Entrenpreneurship / Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona; (2004): Dirección del conocimiento en las organizaciones, Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas (AECA), Madrid; (2013): El capital intelectual como sistema generador de emprendimiento e innovación, revista Economía Industrial,  No. 328, Barcelona, pp. 12-18; Machado, R. (2008): Hacia un modelo de gestión del capital humano en las empresas turísticas cubanas. Clave del desarrollo de la competitividad, Ediciones Balcón /CIDTRU /EAEHT, La Habana; Lage Dávila, Agustín (2013): La economía del conocimiento y el socialismo, Editorial Academia, La Habana; (2015): Ciencia y Tecnología, internet@granma.cu,  13 de marzo, La Habana; (2017): Burocracia: paradigmas y realidades, Granma, 13 de mayo, http://www.granma.cu/cuba/2017-05-09/burocracia-paradigmas-y-realidades-09-05-2017-17-05-01; Castro Díaz-Balart, Fidel (2017): Rediseñar el sistema de ciencia e innovación, Cubadebate, 07-09, La Habana; Machado, Ricardo J. (2017): Relaciones disfuncionales y asimetrías en la actividad científica cubana, Segunda Cita, 21 de septiembre; Triana, J. (2010): La economía del conocimiento en Cuba: retos desde la perspectiva del desarrollo, conferencia, Ibercegyt, noviembre, La Habana; (2016): 2016: un año tenso para la economía de Cuba, On Cuba, 05-01, La Habana; (2017): De empresas y empresarios, I y II, OnCuba, 26 de abril, La Habana; (2017): La hoja de ruta de la economía cubana, OnCuba, 24 de mayo, http://oncubamagazine.com/columnas/la-hoja-de-ruta-de-la-economia-cubana/; (2017): Mucho más que crecer, OnCuba, 27-12, La Habana; (2018): Lo público lo privado y el bienestar, OnCuba, 15-05, La Habana; (2018): Acopio, comercio y planificación, OnCuba, 04-04, http://oncubamagazine.com/columnas/acopio-comercio-planificacion/; (2018): CUP-CU: convertidores y moneda total, OnCuba, 23-01, La Habana, etc.

(32) Borrás Atiénzar, Francisco y Ruso Armada, Frida (2015): Capital intelectual: visión crítica y propuestas para organizaciones cubanas… Ob. Cit., pp. 26-27.

(33) Ídem., p. 27.

(34) Martínez Heredia, Fernando (2008): Abrir paso a las iniciativas, la participación y la libertad comprometida con el socialismo, Entrevista con Fernando Martínez Heredia realizada por Ortega González, Diosnara, Temas digital, en ocasión de la presentación de su libro El ejercicio de pensar; (2015): Estudiar la historia del pensamiento revolucionario latinoamericano y del marxismo fue y es una necesidad de la proyección internacionalista de la Revolución Cubana, en ebook de: Suárez Salazar, Luis y Kruij, Dirk La Revolución Cubana en Nuestra América: El internacionalismo anónimo, RUTH Casa Editorial, Buenos Aires; (2015): El reto de las ciencias sociales en la Cuba de hoy, Intervención en el espacio Dialogar, dialogar, de la Asociación Hermanos Saiz,. Pabellón Cuba, 30 de septiembre, La Habana.

(35) Alhama Belamaric, Rafael y García Brigos; Jesús Pastor (2016): Colectivos laborales. ¿Dónde están?, © Editorial Filosofí@.cu, Instituto de Filosofía, Primera Edición Digital, ISBN: 978-959-7197-19-5, La Habana; Pérez Cruz, Felipe de J. (2017): La enseñanza de la Historia: Inventario preliminar, Rebelión, 01-09; Cruz Capote, Orlando (2017): El replanteamiento del rol de los sindicatos en el proceso de actualización del modelo económico y social socialista cubano, La pupila insomne, https://lapupilainsomne.wordpress.com/, 27 diciembre; Gómez Velázquez, Natasha (2017): El marxismo en Cuba hoy, Dialogar, dialogar, La Habana, 30-03, http://dialogardialogar.wordpress.com/2017/03/27/el-marxismo-en-cuba-hoy/; Hernández, Rafael (2018): Por un socialismo sin miedo, entre partes, El viejo topo, entrevista  de Christine Arnaud con Rafael Hernández, director de la revista cubana Temas, Topo Express, http://www.elviejotopo.com/topoexpress/cuba-socialismo-sin-miedo-i/; Hayes Martínez, Miguel Alejandro (2018): La enseñanza del marxismo en Cuba. El milagro que debe realizarse, Rebelión, 05-02.

(36) Acanda, Jorge Luis (2018): Marx y el secreto de la explotación capitalista, Ruta Crítica, mayo, Quito, Ecuador.

(37) Acanda, Jorge Luis (2002): ¿Qué significa ser progresista en materia de pensamiento?El Catoblepas, revista crítica del presente, número 10,  diciembre, La Habana, p. 5.

(38) Acanda, Jorge Luis (2017): Hace falta una lectura de Marx que hunda raíces en las fuentes originarias del pensamiento de Marx, en entrevista de Tomás Quevedo a Jorge Luis Acanda, sociólogo y profesor de la Universidad Central del Ecuador, La Línea de Fuego, 26 de septiembre, Quito, Ecuador, http://lalineadefuego.info/2017/09/20/hace-falta-una-lectura-de-marx-que-hunda-raices-en-las-fuentes-originarias-del-pensamiento-de-marx-entrevista-a-jorge-luis-acanda/.

(39) Dussel, Enrique (1985): La producción teórica de Marx, Siglo XXI editores, México, p. 227.

(40) Acanda, Jorge Luis (2013): Dossier. Dialogar sobre la marcha del proceso de reformas y los vínculos entre intelectualidad, debate público y servicio a la nación, con el escritor y guionista Arturo Arango, el antropólogo y activista social Dmitri Prieto, el filósofo Jorge Luis Acanda, el investigador y politólogo Hiram Hernández y el Premio Nacional de Literatura Leonardo Padura, Espacio Laical, febrero, La Habana.

(41) Marx, Carlos y Engels, Federico (s/f): El Manifiesto Comunista (1848), T. I., Obras Escogidas, en un tomo, Editorial Progreso, Moscú, pp.27-60.

(42) Tras culminar las sesiones del II Congreso de la Internacional Comunista (del 19 de julio al 20 de agosto de 1920), se celebró en Bakú, Azerbaiyán, el I Congreso de los pueblos de Oriente, con la participación de más de dos mil delegados, en el que se aprobó y proclamó, de acuerdo al espíritu del II Congreso de la Comintern, la consigna de “¡Proletarios de todos los países y pueblos oprimidos del mundo, uníos!”. Insituto de Marxismo-Leninismo (s/f): La Internacional Comunista. Ensayo histórico sucinto, Editorial Progreso, Moscú, p. 91.

(43) Bensaïd, Daniel (2002): Lenin: ¡Saltos! ¡Saltos! ¡Saltos! (Leaps! Leaps! Leaps! Lenin and Politics”, en International Socialism, no. 95, USA, julio. Ver: Marxists Internet Archive, mayo de 2010.

(44) Vovelle, Michel (1996): La Historia y la larga duración, en La Historia y el oficio de historiador, Editorial de Ciencias Sociales, Imagen Contemporánea, La Habana, pp.23-52; Braudel, Fernand (1970): La historia y las ciencias sociales, Alianza Editorial, Madrid.

(45)      Alonso González, Georgina (2016): Al socialismo le falta mucho de ternura, entrevista a Georgina Alfonso, directora del Instituto de Filosofía y premio Temas de ensayo con “Los valores y el sentido de la vida. El debate filosófico de una época. 1940-1960”, Fernando Luis Rojas y Carolina García Salas, Temas, 16-12; http://temas.cult.cu/al-socialismo-le-falta-mucho-de-ternura/.

(46)      Carlos Marx, Emile Durkheim y Max Weber desde diferentes enfoques y posicionamientos políticos e ideológicos, concurren la conformación de una ciencia social unificada. En el caso de Durkheim y Weber, la sociología, en tanto ciencia de la realidad social, es una “ciencia empírica”. Para Marx, adquiere un fundamento teórico y científico indudable, que se refuerza con la actividad práctica de los sujetos del cambio.

(47)      Nietzsche, F. (2005): La genealogía de la moral, Editorial Alianza Madrid, p. 25.

(48) Aguirre Rojas, Carlos Antonio (1999): Itinerarios de la historiografía del siglo XX. De los diferentes marxismos a los varios Annales, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana.

(49)      Aron, Raymond, Foucault, Michel (2008): Diálogo: Raymond Aron y Michel Foucault, Editorial Nueva Visión, Buenos Aires, p. 22.

(50)      Foucault, M. (1990): Los intelectuales y el poder, en Microfísica del poder, La Piqueta. (Ed. y Trad. de J. Varela y F. Álvarez Uría), Barcelona, p. 85.

(51)      Benjamín, Walter (2005): Tesis sobre la historia y otros fragmentos, Contrahistoria Editorial, México, p. 55.

(52)      Althusser, Louis, (2002): Para un materialismo aleatorio, Editorial Arena, Madrid.

(53) Lukács, Georg (1970): Historia y conciencia de clases, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.

(54) Figueroa Albelo, Víctor (2009): Economía Política de la transformación al socialismo. Experiencia cubana, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, pp. 294-299.

(55)      Fornet, Jorge (2013): El 71. Anatomía de una crisis, Editorial Letras Cubanas, La Habana.

(56)      Cruz Capote, Orlando (2017): La trascendencia del ‘intelectual orgánico’ en la Revolución Cubana y el ‘enigma’ de su omisión en el tránsito socialista. Inédito.

(57) Lange, Oskar y otros (1966): Problemas de la economía política del socialismo, Edit. Publicaciones Económicas, La Habana; Pollitt, Brian (1967): Estudios acerca del nivel de vida rural en la Cuba revolucionaria, en revista Teoría y Práctica, Nos. 42-43, La Habana; (1971): Problemas de empleo y desarrollo económico de Cuba, revista Comercio Exterior, No. 5, México; Aranda, Sergio (1968): La revolución agraria en Cuba, Editorial siglo XXI, México; Kycsynsky, J. (1968): El camino cubano de la construcción del socialismo, en Ensayos Económicos, Instituto Cubano del Libro, La Habana; Preobrajensky, E. (1969): La nueva economía, Instituto Cubano del Libro, La Habana; Huberman, Leo y Sweezy, Paul M. (1969): El socialismo en Cuba, Instituto Cubano del Libro, La Habana; Dorticos Torrado, Osvaldo (1972): La teoría, instrumento indispensable de la práctica revolucionaria, Discurso en el Activo de Educación Interna (noviembre 1971), en Economía y Desarrollo, No. 11., La Habana; Sánchez Linares, Felipe (1989): Algunas reflexiones sobre el período de tránsito del capitalismo al comunismo, Cuba Socialista, No. 40., La Habana; Figueras Albelo, Víctor (1995): El sector mixto en la reforma económica cubana, Editorial Félix Varela, La Habana; González, Alfredo (1997): La economía política de una economía mixta es un capítulo inédito de la teoría marxista, revista Temas, No. 11, La Habana; Rodríguez, José Luis (1990): Estrategia del desarrollo económico en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana; (2011): Notas sobre economía cubana, Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello y Ruth Casa Editorial, La Habana.

(58) El economista político y experto en las relaciones Cuba-EE.UU., además de ser un acucioso investigador de la temática racial en la Isla, el Dr. Esteban Morales ha planteado: “…Luego, construir el socialismo, huyendo del capitalismo, no será sino cubrir ese periodo de transición, en que la sociedad está comenzando a ser socialista, sin dejar aun de ser capitalista, pero, además, sin que el capitalismo logre ser restaurado (…) Esa es y no otra, la encrucijada en que Cuba se encuentra actualmente (…) Pero no se trata solo de una cuestión teórica, sino sobre todo práctica (…) 1-  Hay que lograr establecer el modelo económico propio, eficiente sostenible y sustentable, que termine de dar coherencia a la economía cubana; 2- Cuba está obligada cruzar de manera efectiva el periodo de cambio generacional del liderazgo político; 3-Superar el espacio de tiempo, en el que paralelamente está teniendo lugar una confrontación con Estados Unidos, que se propone dar marcha atrás a lo que se había avanzado en las relaciones entre 2009-2016; 4- Estamos en un contexto político dentro del cual, el interés de Estados Unidos por subvertir a Cuba, permanece, pues resulta ser un interés de Estado para la política norteamericana; 5- Cuba, al mismo tiempo, debe utilizar todo su prestigio acumulado, para nuclear  a su alrededor aquellas fuerzas políticas que puedan colaborar con sus intereses estratégicos. Domínguez Morales, Esteban (2018): ¿Huir del capitalismo?, I y II parte, UNEAC, viernes, 26 de enero de 2018 y martes, 20 de febrero, La Habana.

(59) “…a lo cual habría que añadir que supone el establecimiento de una estructura donde la propiedad social sea determinante y controle los medios fundamentales de manera que el interés privado esté subordinado al interés público y el mercado a la democracia. Donde la capacidad de resolver las necesidades materiales y espirituales de toda la sociedad sea sostenible y creciente (para lo cual es esencial una economía eficiente) y donde la conquista de nuevas libertades y mayores niveles de participación real sean una preocupación permanente de la política, sin concesiones de soberanía.” Carranza, Julio (2017): Sobre un debate reciente acerca de programas para la economía cubana, El Estado como tal (Blog), 09-12, http://elestadocomotal.com/2017/12/08/julio-carranza-sobre-un-debate-reciente/.

(60) Dacal, Ariel (2018): ¿Socialismo sin anticapitalismo? La cuadratura del círculo, Ponencia presentada por el autor en la Mesa de Debate: Marx y una economía política para la transición socialista, Instituto Cubano de Investigación Cultural “Juan Marinello”, 16 de mayo, 2018, La Tizza, La Habana, 2 de julio.

 


Origen: https://lapupilainsomne.wordpress.com/2018/07/10/hacia-donde-conducen-las-falencias-en-el-aprendizaje-del-marxismo-revolucionario-y-el-pensamiento-social-critico-por-orlando-cruz-capote/