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La pupila insomne

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La pupila insomne

April 3, 2011 21:00 , par Inconnu - | No one following this article yet.
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Responden a Trump: En Cuba los Derechos humanos son base de la sociedad

December 10, 2016 10:00, par La pupila insomne
 Cuba: Donde los Derechos Humanos son la Base de la Sociedad
Declaración de la Red Nacional de Solidaridad con Cuba en EE.UU.
El mundo entero reaccionó ante la muerte del líder histórico de Cuba Fidel Castro. En la  mayoría de nosotros hubo tristeza y un gran respeto por una vida bien vivida. El proceso revolucionario que él inició creó mejoras cuantificables en las vidas de ciudadanos de todos los continentes.

 
Pero hubo también otro tipo de reacción. El recientemente electo Presidente de EE.UU. Donald Trump declaró que quería un “mejor trato” con Cuba, exigiendo que la isla libere a los presos políticos, los cuales realmente no existen, y lanzó palabras difamatorias tales como “dictador” y “tirano”. En poco más de un mes, el Presidente electo dirigirá un país donde la policía mata a Negros y Latinos–hombres, mujeres, niños, trans – con total impunidad.  Sin embargo Trump  fue citado recientemente en el Washington Post diciendo que el legado de Fidel era la negación de los derechos humanos.

Ante otro aniversario del Día Internacional de los Derechos Humanos, la Red Nacional de Solidaridad con Cuba en EE.UU. (NNOC) no puede dejar sin respuesta estas calumnias. Sin entrar en detalle sobre los 30 artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos adoptada en la Organización de Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, la primera frase del preámbulo dice que el reconocimiento de “la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana es el fundamento de la libertad, la justicia y la paz en el mundo.”

A medida que se aproxima el invierno en el Hemisferio Norte, más de 500.000 personas dormirán en las calles o bajo puentes en Estados Unidos; familias enteras con sus niños vivirán en automóviles. No en Cuba donde un mural lo ejemplifica: “300 millones de niños esta noche van a dormir en la calle, ninguno de ellos es cubano”.
 
En 2016, el promedio de la deuda de un graduado universitario en EE.UU. es de $37.172. No en Cuba.
 
Según una encuesta de la Fundación de la Familia Kaiser en el 2016, el promedio de la prima del seguro médico para una familia estadounidense es de $18.412 al año.  Este año  el 83% de los trabajadores tiene deducibles en sus seguros médicos- la cantidad que se paga para recibir atención médica antes de que el seguro lo cubra-de un promedio de $1.478. Por primera vez desde 1999, más de la mitad de los trabajadores deben pagar más de $1000 en gastos médicos antes de que comience la cobertura del seguro. No en Cuba.
 
Según el Departamento de Educación, en un estudio del Instituto Nacional de Alfabetización en abril de 2016, el 14% o 32 millones de adultos en EE.UU. no saben leer. No en Cuba.
 
Trump abiertamente aboga por simulacros de ahogamiento y otras formas de tortura. De las más de 800 instalaciones militares de Estados Unidos en el mundo cientos de personas han sido ilegalmente enviadas a sitios, sabiendo con antelación que serán torturadas. Desde 2002, existe la tortura en Cuba, PERO SÓLO en la prisión estadounidense de Guantánamo, que se encuentra en el territorio ilegalmente ocupado por la base militar de EEUU.    
 
Afirmamos que la Revolución Cubana es hoy un excelente ejemplo de la aplicación de la Declaración Universal de Derechos Humanos.  Cuba es una pequeña isla, con una historia de siglos de colonialismo y esclavitud, y a pesar de soportar hasta estos días un cruel bloqueo económico, financiero y comercial por mas de 56 años –diseñado para imponer hambre y privaciones al pueblo cubano, la isla continua siendo un brillante ejemplo de humanidad para el mundo.  Todos los recursos de Cuba se utilizan para desarrollar a cada individuo cubano a su máximo potencial. El derecho universal a la salud y a la educación gratuita hasta el nivel universitario, el derecho al empleo, a la vivienda– a la dignidad no sólo es garantizada sino implementado. 
 
Este año se perdieron más de $ 4 mil millones en la campaña presidencial en Estados Unidos. Imaginemos por un instante cuantas personas en EE.UU. podrían haberse beneficiado con esa cifra en término de mejoras sociales. Mientras tanto, el pueblo cubano disfruta de elecciones libres y justas, libre de influencia financiera. Todos los cubanos se registran para votar cuando cumplen 16 años. Cada voto es contado por los ojos honestos y atentos de los niños cubanos. Además de la representación, el pueblo cubano es consultado directamente sobre la dirección de la sociedad a través de la comunidad, sindicatos, organizaciones de mujeres, de agricultores, de jóvenes, y otras organizaciones de masa. Sus opiniones son escuchadas. Individuos transgénero han sido elegidos para representar sus localidades.
 
Así es que cuando escuchamos hablar sobre los Derechos Humanos este sábado 10 de diciembre, recordemos los derechos humanos fundamentales en Cuba donde la Revolución de 1959 convirtió cuarteles militares en escuelas. Una de ellas es la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) donde jóvenes de comunidades marginadas de todas partes del mundo, incluyendo algunos de los Estados Unidos, aprenden a ser médicos sin costo alguno y regresan a sus comunidades para servir a su gente.
 
Sí, estos son los verdaderos derechos humanos. 
 
Co-Directores de la Red Nacional de Solidaridad con Cuba en EEUU (NNOC)
Alicia Jrapko
Banbose Shango
Cheryl LaBash
Greg Klave
Nalda Vigezzi



Yo soy Fidel es unidad y también compromiso. Por Carlos Luque Zayas Bazán

December 9, 2016 16:29, par La pupila insomne

Me motiva el respetuoso criterio de un forista de este blog, José Luis León Pérez, a compartir un comentario.

Cito como introito, un reciente criterio del trovador Silvio Rodríguez, expuesto en su blog, Segunda Cita:

“Las ideas humanistas y revolucionarias (evolutivas) que se enfrentan al poder hegemónico imperial están y estarán en condiciones guerrilleras todavía durante mucho. No hay que dejarse confundir por los que nos comparan a los que dominan por el hecho de defendernos. Tenemos el derecho y el deber de defendernos. Los que no nos lo reconocen es porque desean que desaparezcamos.”

8 de diciembre de 2016, 11:47

El escenario de la libertad de prensa cubana: no a la impunidad  de la agresión.

Existen en Cuba muchos foros donde la gente dice lo que piensa, sin consecuencia posterior alguna, y sobre todo de lo que está, o se considera que está mal, en Cuba, y sobre cualquier tema o aspecto de la realidad. Podría citar varios testimonios de carácter personal, pero por brevedad expongo solo uno: a raíz del examen y discusión de los Lineamientos se discutieron en la empresa donde entonces yo trabajaba, todos los temas, incluso algunos que no estaban en el documento, y se hicieron las críticas más directas y crudas, sin cortapisas ni temor alguno. El Partido sólo moderó, no se interrumpió  a nadie ni se limitó de tiempo a ninguna intervención. Ese es, digamos, un foro empresarial, colectivo, y así ocurrió en todo el país. 

Existen foros públicos y de la prensa, al que tiene acceso cualquier ciudadano, como en el órgano del Partido Comunista, los viernes, donde se publican todas las críticas, sugerencias o quejas sobre cualquier tema que llegan al director, y la gente lo firma con sus nombres y apellidos. Son publicadas, y atendidas incluso aquellas que no se dan a conocer por limitación del espacio. En ocasiones algunos directivos de algunas empresas o entidades aludidas, no responden, pero ese es otro tema. 

Organizan con regularidad foros y debates los intelectuales, investigadores, artistas, y las distintas profesiones y organizaciones sociales, donde se discute habitualmente. En especial por su calidad,  la Revista Temas y su foro conocido como Ultimo Jueves, donde cualquier tema es discutido con gran altura por especialistas y público asistente. Publican en libros y CD sus resultados, además de la revista. Los escritores  tienen el suyo en distrintos espacios de la UNEAC, y así en otros casos, los periodistas en la UPEC, los jóvenes creadores en la AHS… Y sobre todo, allí se expone y discute, para usar  el término, lo que está mal, lo que se opina hay que cambiar, o lo que hay que mejorar. Creo, además, debe combatirse frontalmente cualquier tendencia triunfalista en nuestra prensa y el criterio de que abordar abiertamente nuestros problemas es darle armas al enemigo.

Ahora, hay que tener en cuenta un aspecto muy importante al que  no le prestan atención suficiente algunas personas que dicen optar por el proyecto socialista cubano, lo apoyan o se dicen socialistas, o de izquierda: y es la intencionalidad del discurso, y cómo se manipulan los conceptos de derechos humanos y de libertad de prensa, cómo verdaderamente se ejercen o no en el mundo de hoy, y la valoración de los intereses que financian el llamado 4to poder, la (des)información y la guerra mediática y cultural.

En los foros cubanos que he mencionado, y en muchos informales o callejeros, se observa una intencionalidad mayoritaria, precisamente dirigida a expresar y fundamentar mediante la crítica la necesidad siempre creciente de cambios, de transformaciones o la continua revolución, es decir, cambiar lo que deba ser cambiado, pero no con el objetivo de  desmontar las esencias de la Revolución Cubana.

Es vital definir si se comprende y acepta, o no, un criterio que le dijera Fidel a una periodista, y que en estos días volví a escuchar: nuestro concepto de la libertad de prensa no es esa falsa mercancía que venden e imponen, pero que no practican, sus promotores. Es una entelequia  el abstracto, intemporal y apolítico concepto de libertad, y en todo caso, no es libertad lo que se disfruta en las sociedades que se dicen democráticas porque se pueda ofender a un presidente. En estos días Ramonet ilustra muy bien cómo funciona esa “libertad”.

Cuando el poder decisorio real radica en los férreos  lazos del poder económico de las oligarquías, la supuesta libertad de prensa, tanto como la política, supuestamente conquistada en la pluralidad de partidos, resulta funcional para ocultar tras las apariencias de legitimidad, la ilegitimidad de los poderes de facto. Fernando Martínez Heredia declaraba que en la Cuba anterior al 59 existía esa ilusa libertad, pero nada de lo que debía ser cambiado, se cambiaba. Una sociedad que efectivamente revoluciona, como la cubana pese a todas los eventuales errores internos, está ejerciendo una concreta libertad política y un goce de reales derechos. Así ha ocurrido en la Revolución Cubana.

Para hacer lo más breve posible este comentario, no puedo argumentar largamente. Los datos, análisis y argumentos, expuestos por varios honestos y brillantes estudiosos del tema, son apabullantes. Citemos a Ignacio Ramonet, o a Pascual Serrano, sólo dos ejemplos, que estudian profundamente el asunto, y varios otros, y varias plataformas alternativas con análisis muy esclarecedores al respecto.

Ahora, cuál es la pregunta: ¿si el enemigo del socialismo no practica, como exige, la libertad de prensa, de expresión, (si reduce los derechos humanos sólo a los llamados civiles y políticos, apabullando en gran parte de la humanidad todo el resto de los derechos que condicionan el ejercicio real de las libertades), entonces, bajo ese pretexto debe el proyecto cubano, que es por esencia diametralmente opuesto, actuar de igual manera? Por supuesto que no se trata de esgrimir una burda justificación. La respuesta es no.

Se trata precisamente de que son dos prácticas distintas que emanan de dos concepciones diferentes: una que ha demostrado su carácter espurio porque la  libertad verdadera yace en la arquitectura del poder del dinero y las élites, y otra que puja en la historia por crear algo nuevo, con los inmensos obstáculos que le impone aquella. Y sobre todo se  trata de lo siguiente: que en el ámbito comunicacional el inmenso poder con que se ejerce  la guerra psicológica y cultural y la desinformación, funciona como apoyo de  los elementos internos de las naciones que se proponen cambios (y no sólo en Cuba) y que en ese campo de enfrentamiento adversan al socialismo y, ya, a cualquier intento de favorecer a las amplias masas de cualquier país. Sobran los ejemplos históricos y los actuales.

Son a esas instituciones, personas, proyectos, entidades, iniciativas de periodismos “independientes” que sin embargo aceptan apoyo financiero y publicitario de la maquinaria totalitaria que niega esos derechos a la mayor parte de la humanidad a los que no se les debe reconocer el derecho a realizar su tarea interna, porque no ejercerían una libertad de expresión u opinión, sino una libertad de agresión. Hoy no hay diferencia entre la letalidad de una guerra caliente y la fría guerra mediática. Como hemos visto en Libia, Siria esta prepara a aquella. ¿Acaso los intereses de las grandes corporaciones de la información, que están indisolublemente unidas a los grandes intereses económicos corporativos, cuando estos últimos no son los propietarios de aquellos, se dejan no sólo agredir, sino simplemente cuestionar?

Solo un ejemplo. Léase lo que informa Carlos Fernández Liria sobre la realidad periodística española. Allí ya casi no se expulsan periodistas de esos medios, es que ya no tienen a quién expulsar, están sin trabajo todos aquellos incómodos al sistema. Y así en otros lugares, donde no los expulsan de la vida, simplemente los asesinan… ¿Por qué, entonces, países más débiles en todo sentido, y además agredidos en todos los frentes, tendrían que aceptar que se incorpore, y despliegue como un frente interno, esa fuerza más? Quizás esla no comprensión de este vital tema por donde el enemigo quiere ahondar una grieta, proviene de no tener clara conciencia de que se trata de una guerra, una guerra incruenta, donde en principio y al principio no hay sangre real derramada, pero que en muchas ocasiones prepara y propicia las guerras reales donde sí mueren miles de personas o dónde se destruyen naciones enteras. Y en la guerra uno no entrega posiciones.

La otra cuestión a tener en cuenta es que al menos en la política de esta civilización no hay terceras posiciones políticas, ni posiciones verdaderamente neutras. Las tibiezas conducen a reforzar las posiciones de los más fuertes y los centrismos siempre sufren un indetenible desplazamiento hacia las derechas o acaban rindiendo  sus buenas intenciones, precisamente porque el diálogo conciliador que no se ajuste a principios entre el fuerte y el débil, es el monólogo final de aquel débil que sostiene precariamente un poder a contracorriente de lo que dicta la economía global. 

¿Aceptamos que realizar la utopía socialista es en todo orden una meta superior,  necesaria y de urgente realización para la humanidad? Sí es así, entonces hay otro componente para deslindar los dos escenarios de actuación con toda claridad: la libertad de prensa para ahogar y destruir las aspiraciones socialistas, la libertad para acusar a las revoluciones de todas las insuficiencias, tareas de ardua transformación realizadas o intentadas en medio de una guerra incesante que no ha conocido nunca la verdadera paz, no son ni incluso éticamente legítimas, para no decir que políticamente sería un suicidio otorgarles espacio de acción.

Es un terreno bien deslindado en la Revolución Cubana ya desde temprana fecha: “Dentro de la revolución, todo; contra la revolución, nada.” Los que hoy tratan de desvirtuar ese principio de manera directa o indirecta, quieren o contribuyen a  demoler, no ejercen el criterio constructivo aunque lo aparenten parapetados en bellos conceptos que concitan la simpatía universal. Los que hoy piden democracia en Cuba y no reconocen la propia, repiten los deseos de aquellos que no dan muestras de implementarlas y respetarlas en otros lares. Se nota hasta en el lenguaje. Nunca aceptan que el rumbo es la actualización del socialismo. Dan muestra de falsa herejía y un afán bien pagado,  insistiendo en el vocabulario que gusta  a los nortes del planeta: tenemos embargos y reformas, inmovilismo y dogmas.

Hagamos una pregunta, miremos un poco afuera: ¿por qué la persona y la obra política de Noam Chomsky es condenada a la invisibilidad y a un duro ostracismo intelectual en su país?¿Por qué lo es el pensamiento y la obra de Ignacio Ramonet? El medianamente informado sabe la razón: el prestigioso académico Chomsky  no es sólo autor de una importante contribución a la  lingüística moderna, lo es también de un pensamiento muy crítico y peligroso para el sistema político y económico imperial.

Pero además, ambos crean y difunden un pensamiento funcional a los intereses de los pueblos que ven con toda razón en el imperialismo o sus apéndices locales a sus enemigos orgánicos, y que mediante ese conocimiento pueden armarse de razones y argumentos. ¿Cuál es la razón profunda de ese silenciamiento si, como dicen con cierta candidez algunos entusiastas, ahora todo está disponible y “democratizado” en internet? La publicación de los escritos de estos dos autores en los grandes medios de muy amplia circulación les otorgaría un aval que hay que negarles, e influiría poderosamente en las concepciones de millones de personas que están sometidas al bombardeo mediático que ellos denuncian y develan. ¿O por qué los medios monopólicos actúan como una afinada orquesta global, difundiendo ciertos temas, noticias, enfoques y mentiras, y silenciando otros? ¿Por qué cuando la derecha toma el poder se apresura a silenciar los medios alternativos, como TeleSur?

Hay que pedir disculpas por tener que repetir estas verdades que ya son perogrulladas casi del sentido común, pero me temo que no la tienen presentes quienes adoptan esas bellas posturas defensivas de la “libertad de prensa”, como si existiera la libertad  en un limbo abstracto apolítico y desideologizado,  desasido de las luchas geopolíticas, del abismal desequilibrio de las fuerzas mundiales que se oponen a las revoluciones en su infatigable injerencia y su infame agresión, y sobre todo, de qué lado están los genuinos derechos a defenderse de los pueblos sometidos, agredidos o impedidos de intentar sus experiencias transformadoras con tranquilidad.

Breve consideración sobre algunos de los recursos, las ideas y el lenguaje del periodismo “independiente” que exige libertad de prensa.

El lenguaje, por otra parte, nunca es neutral ni inocente. El signo no es sólo el vehículo del contenido semántico del significado: la forma misma trasmite contenido por sus connotaciones en el tejido de la comunicación política. Y los que simulan posturas de defensa del interés nacional cubano, o incluso intentan mimetizarse ahora dentro del apoyo prácticamente unánime al proyecto revolucionario citando convenientemente a Fidel o a Raúl, no lo olvidan por ignorancia: o escogen un discurso específico por conveniencia, o su universo de vocablos proclama una cosmovisión y una intencionalidad política.

El lenguaje compartido, pero en la riqueza de sus opciones, crea y contribuye a la unidad, forja un espíritu de solidaridad e identidad, sin excluir o negar la crítica y la diversidad, la unidad se forja en una cultura compartida. Como lo anterior está bien estudiado en los centros académicos que se dedican y asesoran y pagan en la materia, no es casual que determinadas plataformas de comunicación reciban con los brazos bien abiertos, – y con ese salario bien munido que no pueden recibir los escritores o periodistas que se niegan a mercadear su pluma-, a los “independientes”, o a los campeones del pensamiento que se dice libre. Comentemos sólo un ejemplo. Como últimamente la discusión y examen de las ideas se trata de desvalorizar bajo la especie de ser ataques personales, sólo interesa aquí destacar contenidos, aunque sea inevitable ejemplificarlos.

En los últimos días han aparecido artículos que no podían permanecer ajenos a la resonancia mundial y nacional por el deceso de Fidel. Por la línea editorial anterior de donde se publican algunos de esos textos, es visible el esforzado giro y el intento por  utilizar  y aprovechar con notorio oportunismo el alto consenso nacional que existe alrededor de la vida y obra de Fidel. Plataformas que nunca hablaron de realizar el legado vivo de Fidel, ahora hasta advierten y aconsejan sobre cómo  realizarlo. Esa intención la revelan no sólo las ideas, sino hasta el plumaje del estilo, las valoraciones, propuestas y solapadas sugerencias de rebeldías.

Veamos un ejemplo de esa peculiar selección de signos, elocuentes por sus connotaciones comunicacionales, por lo que escoge y lo que desecha. Un intento por replantear agendas ya conocidas al calor de los acontecimientos, con una cuidadosa selección de los términos, allí donde se sabe bien que no es bienvenido utilizar otros, o que al menos, esos serán los bien acogidos. Un universo de signos de una galaxia denotativa que procura erosionar los imaginarios conceptuales de la Revolución, algo bien conocido ya por su origen. Un estilo en que el desapego  desamorado procura inútilmente aparentar objetividad y neutralidad, pero que no es sólo distanciamiento emocional, sino también muy racional por los objetivos que persigue. El interés de este comentario es subrayar un aspecto del tema central de estas notas: la libertad de prensa por la que abogan con tanta pretendida pureza a favor de los objetivos de la Revolución, está traicionada por el lenguaje y las concepciones  que seleccionan, y cómo adversan con sutileza el legado del líder a quien dicen a última hora admirar luego de años desacreditando su obra y culpándolo de todo lo que hay que cambiar. Con ello niegan la sinceridad política de las preocupaciones que expresan por el destino de Cuba y tratan de ampliar su recepción en una audiencia cada vez más fidelista. 

Las opciones del vocabulario tienen una sutilísima influencia afectiva e inciden en los procesos racionales. Ese es uno de los objetivos de autores “independientes” y un denominador común de ciertas publicaciones. La picaresca moderna de las misiones mediáticas bien pagadas, tiene olfato fino para adoptar un tono, una terminología, un giro, y hasta una respiración del texto, que es bienvenido. Así, consciente de que la  palabra bloqueo incomoda a los mecenas de los medios “independientes”,  a cuanto más se aventuran ahora es a forzar una risible dualidad y escriben embargo/bloqueo, como si unos y otros procederes tuvieran la razón histórica y el golfillo del idioma se atrinchera en una zona de confort que no compromete.

A través de ese estilo se expresan generalizaciones temerarias y sin fundamento para sostenerlas. Presunciones no probadas, dichas a la ligera mediante mensajes cortos e insustanciales, para impactar con la brevedad, para influir y posicionar criterios. Uno de ellos es afirmar, que “de alguna forma muchos jóvenes (cubanos, se entiende) sienten que el país no les pertenece”. “Alguna forma”, expresión que no se precisa en su ambigüedad, y adverbio de cantidad que se escoge alegremente. No son “quizás algunos”, creo que algunos, supongo que ocurre, sino muchos. Es una matriz de opinión abonada por la irresponsabilidad en el ejercicio del criterio,  y común a plataformas y autores “independientes” y los engendros de la hora como El Estornudo. Tratar el tema de la emigración con tanta superficialidad sin una mención siquiera de su complejidad multifactorial, de sus raíces y evolución, es un recurso tendencioso y muy socorrido por la efectividad con que opera el olvido y la descontextualización. Cargar sólo en la cuenta del proyecto cubano las causas profundas del fenómeno migratorio o las dificultades económicas, otro recurso falaz. Es el corte ideotemático, semántico y estilístico premiado con difusión, becas, asesorías y finanzas.

Hay otras muy curiosas e inquietantes observaciones en algunos textos de estos días que revelan una clara hipocresía y oportunismo políticos. Tras negar, no de “alguna forma”, sino claramente,  que la juventud cubana participe de la construcción del país-, sea la material o la espiritual y simbólica, y como hacen cubanos jóvenes y otros no tanto, incluso desde el exterior del país,  están llamando, no tan sutilmente, a la rebelión juvenil, aunque ahora adornado con la exhortación de que hagan  honor a la profesión de fe (Yo soy Fidel)  que acaba de hacer la mayoría ciudadana en estos duros días de luto.

Un escenario de alteración de la paz política desean, mientras llaman a realizar el Yo soy Fidel mediante fórmulas y procesos ajenos a la realidad revolucionaria. Dan por sentado que en la Revolución no participan los jóvenes a partir de las excepciones eventuales. Por eso personalizan el poder político, y hablan de relevo generacional, desconocen el papel del Partido, proclaman fines de ciclo o de eras, anuncian la división de poderes, cuando hasta se discute hoy en el mundo del pensamiento esos conceptos. Y parecen olvidar que incluso con Fidel en funciones gubernamentales, aunque él acepto la fuerza natural de su influencia, el poder político siempre fue colegiado en Cuba, y emanado y legitimado por la forma de democracia que ha querido y ha podido darse el país.

Podrían citar también, pero naturalmente no lo hacen, la otra parte del testamento político de Fidel: unidad y compromiso, de un hombre que en su última intervención pública dijo “me hice socialista, pero más claramente, comunista”. Y ya por allí hay ardientes defensores de Cuba que están proponiendo que no hablemos de comunismo, sino de socialismo, aireando nuevamente el fantasma célebre que no acaba de recorrer el mundo.

Y eso significa el Yo soy Fidel, la crítica que le seguirá labrando el cauce histórico a la esperanza de que la Revolución se haga con una sola mente y un solo corazón, que es un legado de la sabiduría política de Martí que Fidel resumió en aquellas dos palabras cuando nos despedía, unidad, compromiso, para que cambiar lo que deba ser cambiado se realice sin perder de vista las poderosas fuerzas enemigas externas e internas, y para que se siga intentando con las propias energías y las concepciones soberanas de la nación. Es inolvidable lo que se le ha hecho a la humanidad en nombre de la libertad, o allí donde determinada concepción de las libertades han sido impuestas o por la falsa razón, o por la fuerza. Es la misión de las guerras mediáticas actuales. Fidel es reverenciado en el mundo entero por amigos y hermanos, y respetado por los enemigos decentes, o sabiamente diplomáticos. Cuba lo tiene de maestro. Algo – quizás todavía no lo suficiente, – aprendió por lo menos a distinguir entre los cantos de sirenas, una voz auténtica, la que sostuvo a la nación entre todas las terribles tempestades. Ello es resultado del instinto político bien visible, y este adverbio sí que es innegable, en muchos, en la mayoría, de los cubanos.




Para que la democracia sea democracia. Por Luis Toledo Sande

December 9, 2016 13:01, par La pupila insomne

Desde que se acuñó para nombrar una forma de funcionamiento social en la Grecia culta y fértil, pero esclavista, el término democracia —etimológicamente, poder del pueblo— ha venido cargando con realidades y embustes, logros y manquedades, en proporciones varias. Así y todo, constituye un desiderátum de la mayor importancia para la humanidad. Pero causa espanto el atolladero a que ha llegado su uso en las versiones privilegiadas en el mundo por los medios imperantes, instrumentos de los poderosos.

En medio de una realidad en que los intereses imperiales fomentan guerras, genocidios, actos terribles como los sufridos por las masas de emigrantes echados de sus tierras por los conflictos bélicos y la pobreza que estos agravan, cuando en muchas partes asoman las garras del fascismo, sobran ejemplos para ilustrar la falsedad de quienes medran falseando y haciendo fracasar la democracia. Dos casos palmarios son el de los Estados Unidos, autopromovido e incluso aceptado por muchos como supuesto paradigma de la democracia, y el de España, en pose de imitar el modelo estadounidense.

El primero de ellos sobresale como tutor mandón, OTAN mediante; el segundo, como engendro patético, como zarzuela mala. Ambos ignoran los derechos de los pueblos, incluidos los suyos, y en el europeo las fuerzas dominantes —o vicedominantes, porque se supeditan a las del Norte— imitan a la potencia que hoy las coyundea y en 1898 humilló a sus predecesoras. Para colmo, se ha implantado como supuesto recurso para garantizar la estabilidad —preparado por el cabecilla fascista que sumió al país en sangre y luto y urdió la transacción “democrática”— nada menos que una monarquía, forma de gobierno caduca raigalmente incompatible con la democracia verdadera.

Allí alternan en la casa de gobierno el partido cuya cúpula ha traicionado los rótulos socialista y obrero de su nombre, y el que, también usurpando una denominación que no le pertenece, popular, encarna la continuidad del llamado Bando Nacional, el que llevó al poder al caudillo asesino. Tal es el partido que recientemente ha logrado seguir habitando La Moncloa, tras episodios comparables en la imaginación cubana como un San Nicolás del Peladero carente de gracia, trágico.

En los Estados Unidos la más reciente campaña por el voto presidencial mostró una vez más, reforzada incluso, la realidad descrita por José Martí al hablar de política y elecciones en esa nación: “no se ha peleado a lo púgil, sino a lo serpiente”. En la pugna se enfrentaron otra vez los representantes del partido demócrata y el republicano, nombres tan intercambiables en esencia como las organizaciones políticas designadas con ellos.

En la continuidad del secular modo de hociquear en la contienda por ocupar la Casa Blanca se enfrentaron, de un lado, una intervencionista que envuelve en porte elegante su alma asesina y, del otro, un ser que, con su burda catadura neroniana, encarna la decadencia, peligrosa y en marcha, del imperio. Su desempeño, si no lo liquidan por el camino, llegará —al igual que llegaría el de su adversaria si ella hubiera ganado— hasta donde se lo permitan los dueños del negocio terrible que él representará como presidente.

Modelos tales encarnan miseria moral para los pueblos del mundo en cualquier época, y máxime cuando las reglas impuestas se emplean en función de estratagemas neoliberales como las que han primado en el Brasil de un turbio golpe de estado parlamentario. También en Argentina, donde la derecha capitalizó recursos en los cuales se incluyó una falaz maquinaria propagandística.

Así las fuerzas de la reacción consiguieron que el pueblo apareciera como protagonista de un hecho costoso para la inmensa mayoría: ponerse la soga en su pescuezo con la elección de un presidente que obedece al imperio y a la oligarquía intestina, de la que forma parte. Como la maniobra perpetrada en Brasil, la de Argentina corrobora cuán antidemocrática puede ser, capitalismo por medio, la llamada democracia.

Esos triunfos de la derecha —tras los cuales es fácil adivinar o ver el empuje de fuerzas que en el Norte son capaces de alternar, cuando les conviene, la zanahoria que manipulan y el garrote que las caracteriza— la han envalentonado todavía más en el afán de derrocar gobiernos que no le hacen el juego al imperio ni, por tanto, a ella. Ocurre en la Bolivia del Movimiento al Socialismo y en el Ecuador de la Revolución Ciudadana y, señaladamente, en la Venezuela del proyecto bolivariano.

Los dirigentes revolucionarios en ese país, ahora con Nicolás Maduro al frente y también apoyados por la mayoría de la población, han conseguido contener, con un denuedo que asombra y conmueve, la ofensiva contrarrevolucionaria y criminal apoyada por el imperio. Es una ofensiva comparable al menos con la que en Chile frustró por la fuerza el experimento pacífico del gobierno de la Unidad Popular, encabezado por Salvador Allende.

Hasta ahora la diferencia entre ambas realidades la va marcando el hecho de que en Venezuela no ha prosperado un golpe militar como el representado por Augusto Pinochet en Chile. Pero los intentos de acabar con el afán bolivariano se comprobaron fehacientemente incluso en vida de Hugo Chávez, contra quien se orquestó un golpe respaldado por fuerzas foráneas. En ellas descolló el Partido Popular español y, sobre todo, el imperio al que esa organización política sirve, como sirven los cabecillas de la contrarrevolución que actúa dentro de Venezuela.

Agredida, bloqueada, calumniada, asediada por ese mismo imperio, que viola los derechos humanos y la legalidad internacional, Cuba se ha mantenido firme, gracias a una Revolución a la que el pueblo le ha dado un apoyo ampliamente mayoritario, y no por casualidad ni como fruto de un supuesto milagro. Esa Revolución llegó al poder tras una lucha armada que le permitió desmantelar la maquinaria gubernamental impuesta por una burguesía que calculó mal al irse para los Estados Unidos, suponiendo que pronto volvería para recuperar su posición. El pueblo, por su parte, vio en la obra revolucionaria un rumbo verdaderamente democrático.

El 16 de abril de 1961, en el entierro de los mártires de los bombardeos con que en la víspera la CIA intentó destruir parte importante de las fuerzas con que Cuba podría defenderse contra la invasión desatada el 17, el líder Fidel Castro Ruz declaró que la Cubana era ciertamente una Revolución de los humildes, con los humildes y para los humildes: es decir, encarnaba en los hechos el poder del pueblo, esencia de la democracia.

Desde el alba de 1959 el pueblo cubano tenía evidencias de que se estaba cumpliendo el Programa del Moncada. Lo mostraba cuanto se hacía en el terreno de la educación y la salud, en el laboral y en el de la dignidad basada en la conquista de la soberanía que el imperio le había arrebatado al país en 1898, con la oportunista intervención que impidió que Cuba alcanzara la victoria que merecía contra el colonialismo español.

Para defender a su patria contra la invasión mercenaria, preparada y financiada por la CIA, y que fue aplastada en menos de setenta y dos horas, lucharon en Playa Girón soldados y milicianos —pueblo uniformado— que sabían necesario salvar y cuidar logros como la Campaña de Alfabetización en marcha, gracias a la cual el año 1961 finalizó con la proclamación de Cuba como país libre de analfabetismo. Ese fue el bautizo grandioso de una obra educacional en ascenso, que prepararía al pueblo para defender sus derechos contra todas las fuerzas que quisieran arrebatárselos.

Hace unos años, en medio de las calumnias contra Cuba, profesionales de diferentes países dialogaban en un debate, y uno de ellos —digamos que equivocado, víctima de la campaña mediática que la nación caribeña ha tenido que enfrentar sin descanso durante más de medio siglo— tildó de dictatorial al gobierno cubano. Entonces una colega española, haciendo acopio de claridad y de fina ironía, le respondió: “Pues se le debe impartir un curso al gobierno de Cuba para que aprenda a ser una dictadura, porque mal va el dictador que lo primero que hace es buscar y conseguir que su pueblo se instruya”.

La obra de educación, cultura y ciencia desarrollada por la Revolución Cubana con un denuedo superior a sus recursos materiales, no solamente le ha dado al país una fuerza laboral altamente capacitada. También lo ha dotado de un ejército —el pueblo— preparado para enfrentar con armas y pensamiento, en trincheras de piedra y de ideas, las campañas enemigas, y para hacerlo con la claridad de quien sabe dónde está lo que debe defender. Una Revolución que rinde culto filial a José Martí sabe, como dijo él, que “ser culto es el único modo de ser libre”.

Algunos habrán creído, o posado como que lo creían, y hasta intentado propalarlo como cierto, que la fuerza de esa Revolución había desaparecido o se difuminaba en medio de carencias internas provocadas por un criminal bloqueo que perdura. Pero no les habrá quedado más remedio que ver la reacción de la inmensa mayoría de este pueblo ante la muerte de su Comandante, las claras, resueltas expresiones de la voluntad de mantener vivo su legado y continuar una obra revolucionaria irreductible a los designios del mercado y al sometimiento en que los imperialistas quisieran y en vano han intentado sumir a Cuba. Habrán podido ver también la solidaridad de los pueblos del mundo con ella.

Tanto como la Revolución Cubana tiene el derecho y el deber de defenderse, y hacerlo con la mayor lucidez posible, asume igualmente la misión de salvar la cultura de la nación, que en ella tiene —así la definió el Comandante— su mayor escudo. Esa cultura no se agota en la riqueza artística y literaria cosechada: abarca un patrimonio más amplio, en el que están inscritos los valores éticos que han sido y han de seguir siendo el pilar de la obra revolucionaria y del acervo cultural de la nación en su conjunto.

No es fortuito, sino orgánico, el llamamiento de la propia dirección de la Revolución al pueblo para que fortalezca su participación activa y consciente en el ejercicio de la democracia. Sin él, la Revolución sería un logro bamboleante, fácilmente derribable con sacudidas mucho menores que las propulsadas contra ella por las fuerzas imperiales. De ahí la necesidad de fortalecer el funcionamiento democrático, participativo, con que el pueblo la lleva a cabo, y no contentarse con saber que ante la grandeza y la índole popular de su obra deberían al menos guardar silencio, si tuvieran pudor, los voceros de la falaz democracia burguesa que intentan desacreditarla.

Los lemas “¡Yo soy Fidel” y “¡Somos Fidel!” expresan apoyo, voluntad de participación en el cuidado cotidiano de las conquistas y los requerimientos de la Revolución. Significan que, lejos de menguar, esa voluntad crece ante la ausencia física del dirigente en quien el pueblo intuía que podía delegar en gran medida, con plena confianza, la responsabilidad de mantener bien orientada la Revolución. A partir de ahora no debe quedar resquicio al que no llegue el sentido colectivo, a fondo, de la democracia plena que se necesita para que el legado revolucionario perdure en marcha hacia un futuro que debe y merece ser victorioso.

No se sirve en Cuba, ni se ha de servir, a rejuegos para que accedan al poder millonarios o aspirantes a millonarios que representan a los opresores y ellos mismos lo son. La cultura revolucionaria de la nación garantiza que aquí no haya magnates que encuentren espaldas de pobres sobre las cuales sentarse. Eso, cualesquiera que sean los ropajes con que el opresivo sistema se vista, ocurre diariamente en los países que, dominados por el capitalismo, presiden a escala planetaria la violación de los derechos humanos.

Esa realidad es medularmente ajena a un pueblo como el de Cuba, preparado para saber cuáles son sus derechos, y defenderlos. Se trata de un pueblo instruido, formado —como debe serlo crecientemente— en el conocimiento de su historia, y de la historia de sometimiento en que lo quisieran hundir otra vez y para siempre los mismos que lo sumieron en ella desde 1898 hasta el 1 de enero de 1959, y ahora lo invitan a olvidarla.

No olvidará su historia la Revolución que ha abierto caminos necesarios para que ciertamente democracia signifique democracia, no campañas de serpientes al servicio de la opresión nacional e internacional.

http://www.cubarte.cult.cu/es/article/47512




Ponemos a disposición de la comunidad educativa toda nuestra práctica y aprendizajes. Por Iván Barreto

December 9, 2016 12:53, par La pupila insomne

Intervención en el taller sobre los Objetivos de Desarrollo  del Milenio en el Foro Global de Internet 2016. 

Todos los que han intervenido de una forma u otra se han referido a la necesidad de la formación y la educación de los ciudadanos para implementar  cualquiera de  los ODH 2030.  El objetivo N0. 4  “Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje para todos” es base para comprometernos globalmente con el resto de los ODH para el 2030.

Por ello todos los aquí representados: gobiernos, sociedad civil, organizaciones internacionales, sector privado, empresas de las telecomunicaciones y las tecnologías en general debemos comprometernos en mirar hacia la educación, invertir en la educación, priorizar la educación y  atender la ya mencionada Brecha digital como otra cara de otras muchas brechas que aún perduran en nuestro mundo. Internet no resolverá los problemas de muchos ciudadanos sin acceso a la salud, la educación, agua potable, entre otros. El compromiso deber ser desde la raíz de estos problemas,  desde su esencia.

La Asociación de Pedagogos de Cuba, a la cual represento en este evento, participa con voz y voto como sociedad civil, en las decisiones del Gobierno cubano en materia de educación y de introducción de las tecnologías de información y de la conectividad en el  sistema educativo cubano. Por ello la experiencia y proyecto que presento en este panel abarca a casi 2 millones de estudiantes, más de 12 mil centros escolares y 250 mil educadores, porque en Cuba estos proyectos se desarrollan para todos. Por ello pudimos cumplir las metas “Educación Para Todos ” iniciativa de las UNESCO para el 2015, con algunos años antes.

Hemos dotado a todos los centros escolares con el  equipamiento mínimo necesario  y la conectividad posible pues el vigente bloqueo de los EEUU no nos ha permitido avanzar con el ímpetu y la velocidad que hemos querido. No obstante nos hemos enfrascado en formar los docentes necesarios  para la enseñanza de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) como objeto de estudio para todos los maestros del resto de las áreas del conocimiento para que utilicen estas herramientas en función lograr una educación de calidad y más inclusiva. Hemos apostado a una producción sostenida  y de calidad  de los recursos para el aprendizaje hecha por docentes identificados con buenas prácticas áulicas que se recalificaron hacia las TIC y que dirigen equipos multidisciplinarios que desarrollan estos productos y se distribuyen a todos los centros escolares, además   desarrollamos investigaciones educativas que acompañan estos procesos. 

Ponemos a disposición de la comunidad educativa toda nuestra práctica y aprendizajes en estos años de  trabajo.

Los educadores cubanos nos comprometemos con los Objetivos de Desarrollo 2030 porque es una voluntad política del gobierno y del pueblo cubano con que otro mundo es posible, si de verdad hay educación de calidad para todos y,  si estamos conectados,  mejor.

Muchas gracias.




Crónica sobre/para las amistades pablianas. Por Víctor Casaus

December 8, 2016 21:49, par La pupila insomne

Una de las alegrías mayores a lo largo de estos 20 años que el Centro Pablo ha venido celebrando durante este 2016 ha sido constatar, a veces de las maneras más imprevistas, cómo la amistad ha aparecido, ha crecido, se ha mantenido al calor de la imagen y la memoria de Pablo.

Por Pablo, por su historia, su vida, su carisma, sus letras, la gente del Centro que lleva su nombre en la Habana hemos encontrado admiradores de su obra que no pocas veces devinieron cómplices entusiastas de las labores que realizamos desde la casa de Muralla, en la Habana Vieja.

Puertorriqueños, europeos, gentes de América Latina en general, norteamericanos fieles a los valores de aquel país han sido y son nuestra gente amiga, nuestros cómplices declarados o encubiertos.

Así ha sucedido en estos días de la partida física de Fidel cuando nos ha llegado tanto mensaje solidario y fraterno, tanta frase de justo homenaje y recordación sentida.

También los escenarios por donde Pablo desarrolló su vertiginosa y formidable trayectoria vital –literaria, política, humana– han sido puntos de encuentro y de contacto. Entre ellos, de manera especial, la Guerra Civil Española, a donde Pablo llegó en septiembre de 1936 a ofrecer “el concurso de sus modesto esfuerzos”, como periodista, como comisario de la República agredida…

retrato-ptbA propósito de esas amistades pablianas que tanto hemos agradecido en estos años, quiero compartir, como final de esta crónica urgente, el mensaje que recibí hoy de Vicente Alberto Serrano, desde Madrid.

En nuestro sitio digital Centropablonoticias (www.centropablonoticias.cult.cu), y en otros muchos rincones de las redes sociales difundimos hace apenas dos días el artículo de Vicente titulado “Miguel Hernández y Pablo de la Torriente Brau en Alcalá, 1936”, que une en sus páginas los nombres, las vidas y los sueños de esos dos hermanos queridos.

El mensaje de Vicente que nos acaba de llegar, trae saludos pablianos y recuerdos memorables para el que redacta esta crónica urgente y para mucha de la gente que ha acompañado al Centro Pablo en estos años azarosos e irrepetibles.

Querido Pablo:

Acabo de leer tu correo.

He estado fuera estos días.

Gracias por reciclar mi artículo para los lectores cubanos.

Ha sido todo un honor. Tenía una deuda pendiente con Pablo desde hace tiempo. Un alcalaíno me habló de él hace más de 40 años.

Incluso al documentarme sobre el asunto descubrí tu foto en un número de la revista “

Triunfo del año 1977. Esa revista está digitalizada al completo y J. A. Hormigón os dedicaba un artículo con foto incluida en la Plaza de Cervantes de Alcalá de Henares.

También he visto los videos de tus entrevistas, aparte de que tengo un gratísimo recuerdo de la Nova Trova Cubana.

En fín toda una sorpresa.

A pesar de que me dedico al diseño gráfico, libros, carteles, programas de teatro, etc… te confesaré que no tengo ni Wassapp ni facebook, ni móvil ni ninguna historia de esas, pero sí este correo electrónico y las páginas digitales de La Luna de Alcalá donde me dejan un hueco cada quince días. Antes escribía en el Diario de Alcalá que sucumbió hace unos meses. Gente de la Universidad de Alcalá me habían hablado muy gratamente de ti.

Aquí me tienes (me tenéis) siempre a vuestra disposición.

Un fuerte abrazo,

Vicente
Vicente Alberto Serrano

Bretón de los Herreros, 45-6ºd
28003 Madrid
91 442 81 56

vaserrano.c@gmail.com 

http://lalunadealcala.com/tag/vicente-alberto-serrano/


En un segundo mensaje, enviado minutos después, Vicente se disculpaba innecesariamente cuando escribía: “Víctor: Perdón, en el correo anterior, en el recuerdo a Pablo, te he llamado Pablo en vez de Víctor. Perdón. Vicente.

Por todas esas cosas, por el perdón innecesario, pero sobre todo por la pasión pabliana que ya nos une –a Vicente, a la gente del Centro Pablo, a este fiel escriba que ya termina su crónica urgente– envío estas líneas a los caminos interminables y complejos de las redes de nuestros días, en homenaje, claro está, a Pablo de la Torriente Brau y a su memoria fraterna, vigente y combativa.