Go to the content

La pupila insomne

Full screen Suggest an article

La pupila insomne

Aprile 3, 2011 21:00 , by Unknown - | No one following this article yet.
Licensed under CC (by)

La obsesión yanqui por matar a Fidel. Por Fabián Escalante Font

Dicembre 27, 2016 16:07, by La pupila insomne

En estos días, uno de los temas noticiosos más connotados –-a propósito de su desaparición física– ha sido la personalidad, impronta y legado de Fidel Castro, la huella dejada en sus contemporáneos, el ejemplo de tenacidad, disciplina, valentía, solidaridad, optimismo, su visión de futuro; a la par que muchos han recordado los numerosos planes, complots y conspiraciones que Estados Unidos urdió durante más de medio siglo para asesinarlo.

Las investigaciones realizadas al respecto demostraron que en 41 años los organismos de seguridad cubanos conocieron y desmantelaron 634 complots homicidas contra su persona, en diferentes estadios de elaboración, de ellos 60 dirigidos ejecutivamente por la CIA, en 10 de los cuales participó la Mafia de ese país, un triste record que ningún otro líder mundial alcanzó en la historia de la Humanidad y ello sin contar los no descubiertos.

La información antes expuesta -rigurosamente verídica- fue obtenida en los archivos de la Seguridad del Estado, los procesos penales incoados a los autores y juzgados por los Tribunales, y documentos desclasificados en Estados Unidos.

Venenos sofisticados, dardos mortales, fusiles para cazar elefantes, armas modernísimas, y otros artilugios fueron diseñados, preparados, o utilizados para concretar tales macabros planes.

Pero, no sólo trataron de asesinar físicamente al hombre sino también moral e intelectualmente, afectar su imagen y desacreditar sus ideas: polvos con drogas que afectaran sus sentidos, campañas mediáticas para denigrar su pensamiento y ejecutoria, en fin toda la creatividad y el poderío tecnológico y científico de la mayor superpotencia mundial puesto a disposición de ese objetivo.

Películas, documentales, comic, conferencias en Universidades de todas las latitudes, campañas radiales y televisivas, en fin, lo posible e imposible fue realizado, con abultados presupuestos, pero una y otra vez, fracasaron; la imagen y el pensamiento del líder cubano se fortalecía y proyectaba su luz hacia nuestros pueblos hermanos.

En el Mundo, muchas personas se han preguntado el porqué de esta obsesión criminal de un poderoso gobierno – la superpotencia mundial- por eliminar, asesinar y sepultar las ideas de un hombre, que al frente de un pequeño país, nunca los agredió y luchó por la independencia y la soberanía de su pueblo, por alcanzar niveles de vida superiores para sus compatriotas, por practicar el internacionalismo de manera militante y desinteresada y dar un ejemplo de conducta revolucionaria.

Pienso que las razones de este odio visceral habría que buscarlas en la ejecutoria misma de la Revolución cubana, realizada a solo 90 millas de Estados Unidos.

El “establisment” norteamericano no estaba preparado para un desafío de tal naturaleza, pues América Latina era su patio trasero. La Habana era casi una ciudad más del Imperio, donde sus nacionales venían de vacaciones, a jugar y a consumir drogas, con gobiernos lacayunos que satisfacían aquí sus deseos y necesidades.

Más de 1,000 millones de dólares alcanzaban las inversiones norteamericanas en Cuba antes de la Revolución, los mejores centrales azucareros, las empresas de servicios públicos, las principales inmobiliarias, las grandes industrias, clubes, campos de golf, hoteles, las refinadoras de petróleo, en fin todo lo que valía, era propiedad norteamericana, incluidos los inversionistas de la Mafia que ya se habían asentado en el país, para hacer del mismo un burdel internacional.

Gobiernos corruptos como los de Ramón Grau, Carlos Prio y Fulgencio Batista les aseguraban aquel paraíso para sus inversiones y ocio, que según los planes de entonces, devendría en “las Vegas del Caribe”.

El primer día de enero de 1959 se encontraron que en aquella apacible y hasta entonces bucólica Isla del Caribe, se había desencadenado, tras más de 25 meses de lucha armada en las sierras y llanos, una verdadera Revolución, que muy pronto transformaría el “status quo” existente, llevando a cabo un programa de transformaciones sociales, políticas y económicas sin precedentes en el continente americano, que afectó directamente los cimientos mismos del Imperio norteamericano.

Las reformas agraria y urbana, la rebaja de las tarifas de electricidad y telefónicas, la construcción de escuelas, el destierro del juego y la corrupción, la derrota de los mercenarios por ellos apadrinados en Girón, el éxito de la gran campaña de Alfabetización que eliminó el analfabetismo, y la nacionalización de las principales propiedades norteamericanas en Cuba, por su saboteo y oposición a las medidas sociales implementadas, fue el aldabonazo que estremeció al poderoso “vecino del norte”, colocándolo en evidencia ante la opinión pública mundial.

Y todo realizado a plena luz, transmitido en vivo y en directo por las emisoras de radio y la recién estrenada televisión, diseñada para el dominio de la conciencia de las grandes masas poblacionales. Nunca antes, ésta se había utilizado de manera tan ingeniosa y el pueblo cubano, al igual que otros pueblos del Mundo, conocía, día a día, hasta los más mínimos detalles de aquel extraordinario proceso que se realizaba en Cuba y que revolucionaba la forma de hacer una Revolución.

El 6 de agosto de 1960 en el estadio de pelota del Cerro capitalino, abarrotado por el pueblo y transmitido por la TV, Fidel y los líderes revolucionarios proclamaron al Mundo, la nacionalización de todas las empresas norteamericanas y la finalización de sus operaciones en Cuba. Algo inaudito para el Imperio y que colmaría su copa.

Pocas semanas más tarde, en septiembre de ese año, aprovechando una visita de Fidel a la ONU en la ciudad de Nueva York, la CIA contrató a la Mafia para asesinarlo. Algo totalmente probado por sus desclasificados documentos. A partir de entonces, comenzó la cacería que se prolongaría por más de cincuenta años, de manera infructuosa. La Revolución continuaría su proceso de profundización y meses después proclamaría su carácter Socialista.

En estos años de luchas y victorias, Fidel con su talento y ética forjó un nuevo concepto de “hacer política”, que años después, al inicio del presente siglo definiría como el concepto de Revolución.

La política hasta entonces, desprestigiada y prostituida, enlodada por siglos de corrupción, conspiraciones, luchas intestinas por el poder, etc, emergió de su pensamiento como algo novedoso, diferente, que se relacionaba con la mejor manera de servir a los intereses de la Patria y de la humanidad, y en nuestro caso, de construir una sociedad “con todos y para el bien de todos”, algo que conmovió el concepto de la denominada “democracia representativa” auspiciada y promovida por el Imperio como el nivel más elevado de la democracia.

Desde entonces hay dos tipos de democracia, la de ellos, denominada “representativa”, todavía no sé por qué, prostituida y corrupta como las recientes elecciones en aquel país han demostrado, y la socialista cubana consagrada en la existencia de nuestros poderes populares, en la concepción misma de la estructuración y formación de la sociedad civil y la defensa de los derechos humanos fundamentales, aunque aún sea necesario perfeccionar nuestro sistema democrático.

Es la política que Cuba ha desarrollado consecuentemente en este último medio siglo y no solo para beneficio de los intereses de un país, sino de la Humanidad toda, ya sea apoyando a todos aquellos que luchaban por su independencia y liberación; enfrentando y venciendo a los ejércitos del Apartheid, liberando en una campaña militar sin precedentes históricos, a pueblos en África; llevando la enseñanza y la medicina a los “más oscuros rincones del Mundo”; o alertando sobre la hecatombe ambiental que se nos avecina.

Nunca se conoció en nuestro Planeta un líder interesado y ocupado en la resolución de tan disímiles problemas, una epopeya de tal naturaleza, que precisamente dirigió y comandó Fidel Castro y…. por esos “pecados” Estados Unidos lo condenó a muerte.

Sin embargo, fracasaron, una y otra vez, sus complots criminales contra su vida y para derrocar la Revolución, como fracasarán nuevamente las amenazas imperiales que se avizoran en el horizonte, después de las elecciones norteamericanas. Cuba es un bastión de las ideas de Fidel, de la solidaridad, de los derechos humanos, del socialismo.

No pudieron eliminarlo físicamente, murió cuando y como él quiso, después de una larga y provechosa vida al servicio de su pueblo y de la Humanidad. Fidel estará por siempre en nuestro corazón y más, en nuestro pensamiento y actuar.




Un comandante del Oriente Medio. Por Iroel Sánchez

Dicembre 27, 2016 9:41, by La pupila insomne

Los gobiernos de Irán y Qatar son adversarios en los extendidos conflictos de Oriente Medio. Sin embargo, altos representantes de esos estados -el Vicepresidente iraní y el Emir padre de Qatar- estuvieron presentes, y hablaron, en el homenaje póstumo a Fidel Castro en la Plaza de la Revolución de La Habana, donde el Vicepresidente de Argelia, otra nación de enorme mayoría musulmana pero, a diferencia de Irán y Qatar, mucho más secularizada, también intervino, resaltando las virtudes del líder de la Revolución cubana.

Entre tanto escrito sobre Fidel en los grandes medios, desde finales de noviembre, a pocos ha llamado la atención que en una región tan distinta culturalmente de Cuba y donde está presente la influencia estadounidense de manera relevante en las últimas décadas, el líder cubano alcance la admiración desde escenarios muchas veces contrapuestos, donde probablemente la relación de respeto con Cuba sea de las pocas coincidencias.

El Emir padre de Qatar daba en sus palabras una causa, con matices, también común a todos esos países: el histórico apoyo de la Revolución cubana a las reivindicaciones del pueblo palestino para construir su propio Estado dentro de las fronteras anteriores a 1967 con capital en Jerusalén oriental. Esa postura no ha variado luego del proceso abierto el 17 de diciembre de 2014, lo que ha sucedido es que lejos de hacer concesiones para congraciarse con Estados Unidos y su principal aliado en Oriente medio, Israel, Cuba ha reiterado en todos los foros internacionales la lealtad fundada por Fidel en relación con este tema.

Palestinian leader Yasser Arafat, left, with Fidel Castro.

Muchos son, además, los palestinos que han recibido formación profesional en Cuba, como también sucede con otros jóvenes procedentes de países árabes, en especial los de la República Árabe Saharaui Democrática, hecho que ha dado lugar a un nuvo gentilicio: cubarahui.

saharauisEn los campamentos de refugiados saharauis siempre han contado con médicos cubanos. Una colaboración presente en otros territorios de la región, como antes se hizo enviando médicos a Argelia para iniciar la hoy legendaria ayuda de la medicibna cubana a países del Tercer Mundo. Cuando la mitad de los profesionales de la salud existentes en Cuba habían emigrado al triunfo de la Revolución, alentados por Estados Unidos, desde La Habana llegaron a Argel los médicos cubanos para ocuparse del pueblo argelino cuya atención sanitaria había sido abandonada por los derrotados colonialistas franceses.

Pero hay más razones. Cuando estalló el conflicto entre Irán e Iraq, en que Estados Unidos atizó el fuego con el animó de derrocar la Revolución islámica que sacó del poder a su amigo el Sha en Teherán, Fidel se involucró todo el tiempo en la búsqueda de una salida pacífica. Igualmente, lo prestigió cuando en 1991 Cuba condenó en la ONU la invasión y la anexión de Kuwait por Irak y también el bloqueo y la intervención militar liderados por Estados Unidos que tomaron como pretexto la irresponsable acción iraquí. 

Ante los atentados del 11 de septiembre de 2001, que terminarían, en nombre de la  llamada “guerra contra el terror”, transfomando el Oriente Medio y el Norte de África en un infierno de violencia y caos humanitario, Fidel alertó que la guerra no era la respuesta. En la tarde de ese fatídico día,  afirmó:

“Creo que este hecho tan insólito debiera servir para crear la lucha internacional contra el terrorismo; pero la lucha internacional contra el terrorismo no se resuelve eliminando a un terrorista por aquí y otro por allá; matando aquí y allá, usando métodos similares y sacrificando vidas inocentes. Se resuelve poniendo fin, entre otras cosas, al terrorismo de Estado y otras formas repulsivas de matar”

Muchas muertes se hubieran evitado de hacerle caso a tan visionaria recomendación pero más pudieron las ambiciones norteamericanas por controlar las fuentes energéticas estratégicas situadas en Oriente Medio.

Lo cierto es que en una zona tan compleja, diversa y convulsa, pocas figuras han gozado y gozan del consenso de Fidel Castro y es precisamente porque lo ha unido a sus pueblos aquella universalidad del José Martí que fue su maestro y lo enseñó a sentir como propia cualquier causa justa por distante que estuviera de la geografía cubana:

“Escasos, como los montes, son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entrañas de nación, o de humanidad.”

 (Al Mayadeen)

 




La guerra cultural: ¿Acaso una elucubración? Por Elier Ramíerez Cañedo

Dicembre 26, 2016 15:53, by La pupila insomne

Estados Unidos tiene una vasta experiencia en la práctica de la guerra cultural contra todo proyecto alternativo a su hegemonía en el escenario internacional. La CIA y la guerra fría cultural, de Frances Stonor Saunders, constituye un libro imprescindible –la investigación más completa sobre el tema- para comprender esta realidad.[i] Este libro demuestra cómo, en los años de la Guerra Fría, el programa de guerra psicológica y cultural de la CIA contra el campo socialista, fue su joya más preciada.

Un rasgo importante –señala Stonor- de las acciones emprendidas por la Agencia para movilizar la cultura como arma de la guerra fría era la sistemática organización de una red de “grupos” privados y “amigos”, dentro de un oficioso consorcio. Se trataba de una coalición de tipo empresarial de fundaciones filantrópicas, empresas y otras instituciones e individuos que trabajaban codo a codo con la CIA, como tapadera y como vía de financiación de sus programas secretos en Europa occidental”.[ii]

En 1967 las revelaciones periodísticas que destaparon la financiación encubierta de la CIA al Congreso por la Libertad de la Cultura[iii] dieron lugar a un airado escándalo y supusieron un grave revés para la reputación de la maquinaria persuasiva estadounidense, que se encubría bajo el término de “Public Diplomacy”.

La guerra cultural es aquella que promueve el imperialismo cultural, en especial Estados Unidos como potencia líder del sistema capitalista, por el dominio humano en el terreno afectivo y cognitivo, con la intención de imponer sus valores a determinados grupos y naciones. Es un concepto que, entendido como sistema, integra o se relaciona con elementos de otros términos que han sido de mayor uso como el de guerra política, guerra psicológica, guerra de cuarta generación, smart power, golpe blando, guerra no convencional y subversión política ideológica.

No es el arte y la literatura –aunque el arte y la literatura se usen como instrumentos o como blancos de la guerra cultural- el objetivo principal de la estrategia de guerra cultural del imperialismo contra un país en particular. El terreno en que se desarrolla la guerra cultural es sobre todo el de los modos de vida, las conductas, las percepciones sobre la realidad, los sueños, las expectativas, los gustos, las maneras de entender la felicidad, las costumbres y todo aquello que tiene una expresión en la vida cotidiana de las personas. Lograr una homogeneización al estilo estadounidense en este campo, siempre ha estado dentro de las máximas aspiraciones de la clase dominante en los Estados Unidos, en especial, desde que su élite comprendió la diferencia entre dominación y hegemonía, y que esta última no podía garantizarse sólo a través de instrumentos coercitivos, sino que era imprescindible la manufactura del consenso.

La guerra cultural desarrollada históricamente hasta nuestros días por Washington, no es una vana elucubración, sino que se sustenta en hechos concretos y comprobados, operaciones abiertas y encubiertas de las agencias del gobierno de los Estados Unidos, declaraciones de los líderes de esa nación y documentos rectores de su política exterior, tanto en el plano diplomático como militar.

Zbigniew Brzezinski, uno de los principales ideólogos imperiales, quien fuera asesor para Asuntos de Seguridad Nacional del expresidente Carter, en su obra, El Gran Tablero Mundial, expresaba:

“La dominación cultural ha sido una faceta infravalorada del poder global estadounidense. Piénsese lo que se piense acerca de sus valores estéticos, la cultura de masas estadounidense ejerce un atractivo magnético, especialmente sobre la juventud del planeta. Puede que esa atracción se derive de la cualidad hedonista del estilo de vida que proyecta, pero su atractivo global es innegable. Los programas de televisión y las películas estadounidenses representan alrededor de las tres cuartas partes del mercado global. La música popular estadounidense es igualmente dominante, en tanto las novedades, los hábitos alimenticios e incluso las vestimentas estadounidenses son cada vez más imitados en todo el mundo. La lengua de Internet es el inglés, y una abrumadora proporción de las conversaciones globales a través de ordenador se originan también en los Estados Unidos, lo que influencia los contenidos de la conversación global. Por último, los Estados Unidos se han convertido en una meca para quienes buscan una educación avanzada.”[iv] 

Este es el mismo Brzezinski que en 1979, en un memorándum enviado a Carter, recomendaba el siguiente curso de política a seguir hacia la Mayor de las Antillas: “El Director de la Agencia Internacional de Comunicaciones, en coordinación con el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional, deben incrementar la influencia de la cultura estadounidense sobre el pueblo cubano mediante la promoción de viajes culturales y permitiendo la realización de coordinaciones para la distribución de filmes estadounidenses en la Isla”.[v]

Varios documentos de los conocidos como Programas de Santa Fe, elaborados por diversos tanques pensantes en la década de los 80 para que sirvieran de base al diseño de la política exterior de los Estados Unidos son muy enfáticos en cuanto a la guerra cultural contra el campo socialista. En el programa de Santa Fe II se proclamaba: “La USIA es nuestra agencia para llevar a cabo la guerra cultural”,[vi] mientras que en el de Santa Fe IV se concluía: “Lo más importante es la destrucción cultural, según prescribe Antonio Gramsci. Al cambiar la cultura, el cambio político y económico está virtualmente asegurado”.[vii]

Recientemente se dio a conocer un documento de extraordinaria importancia para comprender las estrategias actuales del gobierno de los Estados Unidos en el campo de la guerra cultural. Se trata del Libro Blanco del comando de operaciones especiales del Ejército de Estados Unidos de marzo de 2015 bajo el título: Apoyo de las Fuerzas de Operaciones Especiales a la Guerra Política.[viii]

Lo que plantea en esencia este Libro Blanco es que los Estados Unidos deben retomar la idea de George F. Kennan -antiguo experto estadounidense en el tema soviético y arquitecto de la política de “contención frente al comunismo” en el Departamento de Estado-, acerca de la necesidad de superar la limitante del concepto que establece una diferencia básica entre guerra y paz, en un escenario internacional donde existe un “perpetuo ritmo de lucha dentro y fuera de la guerra”. Es decir, que la guerra es permanente, aunque adopta múltiples facetas y no puede limitarse al uso de los tradicionales recursos militares. De hecho, el documento expresa que existen modos de hacer la guerra mucho más efectivos. Que se puede hacer la guerra sin haberla declarado, e incluso hacer la guerra al tiempo que se declara la paz.

La guerra política es una estrategia apropiada para lograr los objetivos nacionales estadounidenses mediante la reducción de la visibilidad en el ambiente geopolítico internacional y sin comprometer una gran cantidad de fuerzas militares”, destaca el documento desde sus primeras páginas. “El objetivo final de la Guerra Política –continúa más adelante- es ganar la “Guerra de Ideas, que no está asociada con las hostilidades”. La Guerra Política requiere de la cooperación de los servicios armados, diplomacia agresiva, guerra económica y las agencias subversivas en el terreno, en la promoción de tales políticas, medidas o acciones necesarias para irrumpir o fabricar moral”.[ix]

En otro de sus análisis, este Libro Blanco sostiene que con el fin de la Guerra Fría Estados Unidos abandonó el hábito de realizar la Guerra Política y que “ya ha llegado el momento de que la Guerra Política recupere su posición predominante en la ejecución y la política de seguridad nacional estadounidense”.

Este Libro Blanco es solo uno entre muchos estudios y recomendaciones de doctrinas y estrategias militares elaboradas en Washington, que cada día asignan un rol más protagónico a los componentes culturales e ideológicos en sus estrategias hegemónicas.

La guerra cultural contra Cuba

La guerra cultural contra Cuba no comenzó el 17 de diciembre de 2014, aunque es obvio que a partir de esa fecha se ha intensificado. Desde el propio triunfo revolucionario en 1959 Cuba ha enfrentado tanto los impactos de la oleada colonizadora de la industria hegemónica global -lo que Frei Betto denomina globocolonización- como proyectos específicos de guerra cultural diseñados, financiados e implementados por el imperialismo estadounidense, sus agencias y aliados internacionales, con el objetivo de subvertir el socialismo cubano.

Al respecto señaló Ricardo Alarcón:

La agresión cultural contra Cuba empezó en 1959 y no terminó con el fin de la “guerra fría”. No solo existe todavía sino que no cesa de aumentar. Conserva una dimensión encubierta, clandestina, dirigida por la CIA, pero, además, desde comienzos de la última década del pasado siglo tiene otra dimensión pública, descaradamente abierta. El caso cubano es, por estas razones, absolutamente único, excepcional.

Lo es también porque lo que se nos hace en el terreno cultural ha sido siempre parte integrante de un esquema agresivo más amplio, que ha incluido una cruel y permanente guerra económica, y la agresión militar, el terrorismo y otros actos criminales, cuyo propósito, explícitamente detallado en una infame ley yanqui, es poner fin a nuestra independencia”.[x]

Un componente fundamental de la guerra cultural de los distintos gobiernos de los Estados Unidos contra la Revolución Cubana, ha sido la guerra psicológica y mediática. El libro Psywar on Cuba. The Declassified History of US Anti Castro Propaganda, de Jon Eliston, publicado en 1999,[xi] revela como Washington practicó contra Cuba durante décadas la agresión psicológica y propagandística y que ella incluía libros, periódicos, historietas, películas, panfletos y programas de radio y televisión.

Otro de los campos predilectos de la guerra cultural de los Estados Unidos contra Cuba, ha sido el de la historia. Se manipula y tergiversa nuestro pasado, se atacan sus bases más sensibles y simbólicas, precisamente porque se pretende barrer con el ejemplo de la Revolución Cubana desde su propia raíz. El actual presidente del Instituto de Historia de Cuba, René González Barrios ha investigado y disertado durante varios años sobre este tema. En su conferencia, El desmontaje de la Historia expone algunas de las líneas principales en las cuales se observa la intencionalidad del enemigo:

  • Exaltación de la década del 50 y la figura de Fulgencio Batista.
  • Idealización del pasado capitalista, sobre todo en las esferas económicas y culturales y contraposición con los éxitos alcanzados por la revolución en estas esferas.
  • Reescritura de nuestras guerras de independencia y revaloración de la burguesía nacional que emergió con la neocolonia.
  • Sobrevaloración de los artistas e intelectuales cubanos que marcharon al exilio tras el triunfo de la revolución.
  • Satanización del proceso revolucionario, sus líderes, artistas, e intelectuales comprometidos con él.
  • Creación de sitios en Internet diseñados para fomentar la nostalgia por el pasado.
  • Promoción de actitudes desmovilizativas, apolíticas y desideologizadas, entre artistas e intelectuales, fundamentadas en la historia.
  • Hacer ver la revolución como un proceso de privaciones, agonías y sufrimientos. Eliminar la alegría de la épica revolucionaria y sus triunfos.
  • La organización de eventos internacionales para analizar la historia de Cuba desde la perspectiva imperial, así como la edición de obras de traidores o enemigos de la Revolución.[xii]

En Miami existe hoy un denominado Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo” que se dedica a la producción de libros, ensayos y documentales, así como a la celebración de talleres y conferencias sobre el período de la Revolución Cubana en el poder. Y por supuesto, toda la “producción cultural” de este instituto está dirigida a la construcción de una historia de Cuba plagada de mentiras y tergiversaciones. La misma labor realiza la llamada Academia de la Historia de Cuba en el exilio ¿De dónde salen los fondos para tales instituciones? ¿Será solamente de fundaciones y organizaciones filantrópicas e independientes?

Es innegable que la administración Obama concentró sus mayores esfuerzos en ir convirtiendo la guerra cultural e ideológica contra Cuba, en el núcleo duro de la política hacia la Mayor de las Antillas e ir eliminando paulatinamente el enfoque de política anterior –considerado fallido- que buscaba el cambio de régimen fundamentalmente a través del colapso económico. No ha habido expresión más clara sobre esta intención, que las propias palabras del presidente estadounidense, dos días después del anuncio del 17 de diciembre de 2014: “Pero como va a cambiar la sociedad –se refiere a Cuba-, el país específicamente, su cultura específicamente, pudiera suceder rápido o pudiera suceder más lento de lo que me gustaría, pero va a suceder y pienso que este cambio de política va a promover eso”.[xiii]

Quizás hacia ningún otro país como Cuba, Obama ha implementado con tanto esmero el llamado soft power–poder blando-, una de las caras de la doctrina del smart power –poder inteligente-, concepto manejado por Joseph Nye.[xiv] En el 2004, Nye explicaba el concepto de poder blando, de la siguiente manera:

“¿Qué es el poder blando? Es la habilidad de obtener lo que quieres a través de la atracción antes que a través de la coerción o de las recompensas. Surge del atractivo de la cultura de un país, de sus ideales políticos y de sus políticas. Cuando nuestras políticas son vistas como legítimas a ojos de los demás, nuestro poder blando se realza. América ha tenido durante mucho tiempo poder blando. Piense en el impacto de las Cuatro Libertades de Franklin Delano Roosevelt en Europa a finales de la II Guerra Mundial; en gente joven tras el Telón de Acero escuchando música americana y noticias de Radio Europa Libre; en los estudiantes chinos simbolizando sus protestas en la plaza de Tiananmen con una réplica de la Estatua de la Libertad; en los recientemente liberados afganos pidiendo en 2001 una copia de la Carta de Derechos; en los jóvenes iraníes de hoy viendo subrepticiamente videos americanos prohibidos y programas de la televisión por satélite en la intimidad de sus casas. Todos estos son ejemplos de poder blando. Cuando puedes conseguir que otros admiren tus ideales y que quieran lo que tú quieres, no tienes que gastar mucho en palos y zanahorias para moverlos en tu dirección”.[xv]

Hace unos meses las organizaciones juveniles de la Isla hicieron la denuncia de un nuevo plan subversivo cuya diana fundamental era la juventud cubana. En una clara actitud injerencista e irrespetuosa hacia la institucionalidad cubana –que no se corresponde con el nuevo contexto de las relaciones-, de manera encubierta la organización Word Lerning desarrolló entre el 2015 y el 2016 un plan de becas de verano para adolescentes y jóvenes cubanos, contando con el apoyo de la USAID, el Departamento de Estado de los Estados Unidos y las embajadas de Washington en La Habana y Panamá.

Casi paralelamente a esta denuncia, en el sitio Along Malecón, del periodista Tracey Eaton, se revelaron los fondos destinados por la NED para la subversión en Cuba en el año 2015. Es conocido el largo historial injerencista y subversivo de la NED desde su creación en 1983 durante el gobierno de Ronald Reagan. Hasta la actualidad la NED ha dependido del respaldo y financiamiento del gobierno de los Estados Unidos a través del Congreso. The New York Times, en artículo publicado por John M. Broder el 31 de marzo de 1997, la definió de este modo:

La National Endowment for Democracy, fue creada hace 15 años para llevar a cabo públicamente lo que hizo subrepticiamente la Agencia Central de Inteligencia durante décadas, gasta 30 millones de dólares al año para apoyar partidos políticos, sindicatos, movimientos disidentes y medios noticiosos en docenas de países…”.[xvi]

Cuando se analizan el destino de la mayor parte del dinero de la NED para la subversión en Cuba en el 2015, es evidente que la guerra cultural del gobierno de los Estados Unidos contra la Revolución Cubana, se ha ampliado y adoptado métodos mucho más sutiles. La mayores sumas de dinero están dirigidas hacia el área de la comunicación, en especial esos “medios de comunicación” que se encargan de construir la mentira, de sembrar determinadas matrices de opinión contra el sistema socialista cubano por medio de campañas mediáticas, que tergiversan la historia, exacerban los valores del capitalismo y practican una continua guerra psicológica contra el pueblo cubano. Este campo recibió un beneficio de 2 098 312 dólares. Diario de Cuba encabeza la lista de los medios contrarrevolucionarios que recibieron las partidas más jugosas, 283 869 dólares, seguido por Cubanet con 224 562.[xvii] Es interesante este dato, pues precisamente como advirtiera en uno de sus textos Julio García Luis: la comunicación social fue “el punto neurálgico más débil por donde se abrió paso la estrategia de desmontaje político y moral de la sociedad soviética…”.[xviii]

Pero, al mismo tiempo, pudiéramos preguntarnos: ¿qué son Radio y Tv Martí, sino estructuras creadas para la guerra cultural en su sentido más amplio contra el proyecto revolucionario cubano?

Tampoco puede olvidarse la manipulación política y subversiva de la emigración cubana hacia los Estados Unidos durante décadas, con la pérfida intención de mostrar ante los ojos de los cubanos y la opinión pública internacional, el supuesto fracaso del modelo cubano y el éxito de los emigrados cubanos en los Estados Unidos.

Existe una gran diferencia entre la diplomacia pública que desarrollan muchos países en la arena internacional y las acciones que lleva adelante el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba para provocar el “cambio de régimen”. Detrás de este vocablo “inofensivo”, se esconde toda una maquinaria de difusión de valores políticos y culturales de los Estados Unidos, que para nada toma en consideración el respeto a la soberanía de las naciones. No se trata solo de influencia, sino de injerencia abierta y encubierta en los asuntos internos de otros estados, en violación flagrante de lo que establece el derecho internacional, en especial la carta de Naciones Unidas.

A la hora de valorar los retos que enfrentamos, en ocasiones se adoptan posiciones triunfalistas, desde una visión reduccionista de la cultura, entendida estrictamente como arte y literatura. Claro que entre Cuba y los Estados Unidos han existido influencias y confluencias culturales durante más de dos siglos, gracias a las cuales ambos pueblos nos hemos enriquecido espiritualmente, pero como señalara Aurelio Alonso:

“Las relaciones culturales, más allá de que juguemos pelota juntos, de bailar aquí y allá con orquestas parecidas, de disfrutar canciones de las dos orillas y de que se compartan o no los gustos culinarios, incluyen hábitos sociales adquiridos con arraigo, una cultura política y un estilo de vida, lo que siente y hace la comunidad y la familia, y en ese terreno estarán, en el fondo, los desafíos que comienzan a levantarse”. [xix]

Ante tales desafíos no hay mejor antídoto que el patriotismo, la cubanía –no cubanidad castrada-, el antiimperialismo, el anticolonialismo y que, junto al fomento de referentes culturales sólidos, logremos un sujeto crítico de profunda formación humanista, capaz de discernir por sí mismo entre la avalancha de productos culturales con los que interactúa, dónde está lo realmente valioso, y dónde lo despreciable para nuestra condición humana. Ese sujeto crítico solo es posible forjarlo desde las edades más tempranas a través del entrenamiento en el debate y la confrontación de ideas, con la participación activa de la familia, la comunidad, la escuela, los medios de comunicación y las organizaciones políticas y de masas. Por supuesto, todas las acciones que desarrollamos en el campo cultural deben acompañarse de hechos y realizaciones concretas, de hacer las cosas bien en todas las esferas, y que los resultados de ese trabajo se manifiesten en la vida cotidiana de nuestro heroico pueblo. “El pueblo es la meta principal. En el pueblo hay que pensar primero que en nosotros mismos. Y esa es la única actitud que puede definirse como una actitud verdaderamente revolucionaria”, decía Fidel hace 55 años en sus históricas Palabras a los Intelectuales”.[xx]

Notas

[i] Frances Stonor Saunders, La CIA y la Guerra Fría Cultural, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2003.

[ii] Ibídem, p.185.

[iii] Institución anticomunista organizada por el Imperio yanqui durante la Guerra Frí­a, fundada en Berlí­n en 1950, con sede en Parí­s y delegaciones en una treintena de naciones. En los años sesenta se fue desvelando que los Estados Unidos mantení­an discretamente esta organización a través de instituciones como la CIA, la Fundación Farfield o la Fundación Ford. Es curioso advertir cómo algunos periodistas e intelectuales burgueses occidentales se fueron sorprendiendo, y aún escandalizando, a medida que se enteraban, demostrando la ingenuidad infantil en la que se mantení­an, quizá adormecidos por el mito de la cultura y el de la libertad. Desde 1967 se sirvió del nombre Asociación Internacional por la Libertad de la Cultura, hasta su disolución formal en 1979.

[iv]Citado por René González Barrios, “El desmontaje de la historia y como enfrentarlo”, en: Cubadebate”, 5 de mayo de 2014.http://www.cubadebate.cu/especiales/2014/05/05/el-desmontaje-de-la-historia-y-como-enfrentarlo/#.WDYRqbmubIU

[v] Véase anexo 57 en: Elier Ramírez Cañedo y Esteban Morales Domínguez, De la confrontación a los intentos de normalización. La política de los Estados Unidos hacia Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014.

[vi] Véase en:http://www.desaparecidos.org/nuncamas/web/document/docstfe2_01.htm

[vii] Véase en:http://www.eumed.net/libros-gratis/2007a/256/51.htm

[viii]Véase en:https://dl.dropboxusercontent.com/u/6891151/Support%20to%20Political%20Warfare%20White%20Paper%20v2.3-RMT%20%2810MAR2015%29%20%20%20.pdf

[ix] Ibídem.

[x] Ricardo Alarcón, La inocencia perdida, prólogo al libro de Frances Stonor……, pp.1-2.

[xi] Jon Ellinston, Psy war on Cuba. The declassified history of U.S. anti Castro propaganda, Ocean Press, Melbourne-New York, 1999.

[xii]René González Barrios, “El desmontaje de la historia y como enfrentarlo, en: Cubadebate”, 5 de mayo de 2014,http://www.cubadebate.cu/especiales/2014/05/05/el-desmontaje-de-la-historia-y-como-enfrentarlo/#.WDYRqbmubIU

[xiii] Conferencia de prensa ofrecida por el Presidente Obama el 19 de diciembre de 2014. Consultado enwww.whitehouse.gov/the-press-office/ 2014/12/19/remarks-president-year-end-conference.

[xiv] Graduado en la Universidad de Princenton y doctor por Harvard, experto en relaciones internacionales. En varias de sus obras ha introducido y analizado el concepto Smart Power el cual ha tenido amplia repercusión en el discurso político estadounidense y la política exterior de ese país. En la actualidad es profesor de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard.

[xv]Véase en:https://www.google.com/search?q=joseph+nye%2C+cap%C3%ADtulo+5%2C+prefacio+%2C+pdf&ie=utf-8&oe=utf-8&client=firefox-b

[xvi] Véase en:http://www.nytimes.com/1997/03/31/us/political-meddling-by-outsiders-not-new-for-us.html

[xvii] “Revelan proyectos financiados por la NED en el 2015 para la subversión en Cuba”, Cubadebate, 29 de septiembre de 2016.

[xviii]Citado por Abel Prieto en: “Internet debe ayudar a hacer nuestra sociedad más dinámica, eficiente, participativa y justa”, Cubadebate, 7 de junio de 2015,http://www.cubadebate.cu/opinion/2015/06/07/internet-debe-ayudar-a-hacer-nuestra-sociedad-mas-dinamica-eficiente-participativa-y-justa/#.WDYCQrmubIU

[xix] Aurelio Alonso, Reconstruyendo las relaciones: La Capilaridad Cultural, en: América Latina en Movimiento, 15 de marzo de 2016,http://www.alainet.org/es/articulo/176072

[xx]Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, el 30 de junio de 1961, véase en:http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1961/esp/f300661e.html




¿Sigue la Guerra Fría cultural? (video)

Dicembre 26, 2016 12:56, by La pupila insomne

El jueves 22 de diciembre en nuestro programa de televisión La pupila asombrada el tema fue  “Guerra fría, tibia y caliente“. Durante la Guerra Fría, la CIA tejió una tupida red de fundaciones, revistas, editoriales y productoras que poco a poco han ido revelándose en su verdadera misión y en algunos casos hasta han resurgido bajo nuevos ropajes….




El “sueño americano” en sus realidades. Por Abel González Santamaría

Dicembre 25, 2016 11:35, by La pupila insomne

Solo quedan unos días para finalizar el 2016. Estados Uni­dos festejó este año el aniversario 240 de su independencia del imperio británico. El documento conocido como la «De­claración de Independencia», promulgado el 4 de julio de 1776, estableció algunos de los principios fundamentales de la nación: «todos los hombres son creados iguales; son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad».

Sin embargo, la joven nación no pudo lograr la igualdad proclamada entre sus ciudadanos y tuvo que esperar casi un siglo para declarar la abolición de la esclavitud. El uso indiscriminado de la fuerza caracterizó a casi la totalidad de los go­biernos norteamericanos. De la matanza de la población originaria en las tierras conquistadas para conformar la Unión y la usurpación de territorios hacia el sur, a las guerras impe­riales de los siglos XX y XXI, se ha entronizado la cultura de la violencia. Las posiciones extremas, el odio y el empleo de las armas de fuego se convirtieron en los principales postulados ideológicos de determinados grupos sociales.

La discriminación en Estados Unidos perdura en el tiem­po. Aún persisten tendencias que defienden el «ideal norteamericano» de clase media y alta, conocidos como los «wasp» (acrónimo en inglés de «blanco, anglosajón y protestante»). Generalmente es asociado a los estadounidenses blancos que defienden los valores tradicionales y rechazan la influencia de cualquier etnia, nacionalidad o cultura ajena a la suya.

Pero la realidad es que la sociedad norteamericana es ca­da vez más heterogénea, polarizada políticamente y con una mar­cada desigualdad social. La nación se fue conformando por constantes flujos y oleadas inmigratorias. Constituyen el área más importante de inmigración en el mundo actual. La mayoría abandona sus países natales para cumplir el deno­minado «sueño americano»: igualdad de oportunidades y libertad que permite que todos sus habitantes logren sus ob­jetivos en la vida únicamente con el esfuerzo y la determi­nación, en­contrar un trabajo digno con perspectivas de futu­ro o para mon­tar su propio negocio, adquirir una casa, un au­tomóvil, en fin cualquier bien material que satisfaga sus aspiraciones. En resumen: naces pobre, trabajas duro y te haces rico.

Se debe reconocer que Estados Unidos a primera vista deslumbra a cualquier viajero que visite su territorio. Posee abundantes recursos naturales, una infraestructura desarrollada y una alta productividad. Es líder a nivel mundial en la investigación científica e innovación tecnológica y tiene un elevado desarrollo cultural en el cine, la música, el teatro, el baile, la arquitectura, la literatura y el deporte. Al propio José Martí desde su arribo a Nueva York en 1880, le impactó la nueva etapa de modernidad que experimentaba la nación norteña: «Todo empuja, precipita, exaspera, exacerba, arrastra. Se tiene miedo de quedarse atrás […] Todo es ferrocarril, teléfono, te­légrafo».

Pero Martí también pudo apreciar la desigualdad social entre sus habitantes, la que se fue incrementando con el tiempo. Lo que había proyectado el presidente Lincoln en 1863 de un «gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo», realmente se ha convertido en un sistema del «1 %, por el 1 % y para el 1 %». Según el estadounidense Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía, el «sueño americano» es un mito: el 1 % de la población disfruta de las mejores viviendas, la mejor educación, los mejores médicos y el mejor nivel de vida. Los mercados por sí solos no son eficientes ni estables y tienden a acumular la riqueza en las manos de unos pocos, mientras los Estados y gobiernos que siguen los dictados neoliberales dan ventaja solo a los más ricos.

El candidato presidencial demócrata Bernie Sanders publicó en junio del 2016 un artículo en The New York Times, que ilustra la compleja situación social que atraviesa su país:

Casi 47 millones de estadounidenses viven en la pobre­za. Se estima que 28 millones no tienen seguro médico, mientras que muchos otros no poseen seguro suficiente. Millones de personas están luchando con niveles escandalosos de deuda estudiantil. Tal vez por primera vez en la historia moderna, nuestra generación más joven probablemente tendrá un nivel de vida menor que el de sus padres. Es alarmante que mi­llo­nes de estadounidenses pobremente educados tendrán una expectativa de vida menor que la de la generación anterior, a me­dida que sucumben a la desesperación, las drogas y el alcohol.

Diversas leyes y prácticas estadounidenses, sobre todo en materia de justicia penal y de menores, inmigración y segu­ridad nacional, violan derechos humanos reconocidos inter­nacionalmente. Las personas que tienen menos posibilidades de defender sus derechos ante los tribunales o a través del proceso político ―como miembros de minorías raciales y étnicas, inmigrantes, menores, personas de bajos recursos y reclusos― son las más expuestas a sufrir abusos. En Estados Unidos 2,37 millones de personas están encarceladas, lo que representa la mayor población penitenciaria del mundo. Alrededor de 12 millones de personas pasan por cárceles de condado cada año.

Según la Oficina del Censo de Estados Unidos, en el 2014 vi­vían en la pobreza 46,7 millones de personas (14,8 % de la población). Los blancos representaban aproximadamente el 77 % de la sociedad, los afrodescendientes el 13 % y los hispanos el 17 %. Sin embargo, solo el 12,7 % de los blancos eran pobres, en contraste con el 26,2 % de los afrodescendientes y el 23,6 % de los hispanos.

También la situación de las mujeres estadounidenses se está deteriorando y los niños viven en un ambiente preocupante. Por cada dólar de salario que reciben los hombres, las mujeres de Estados Unidos reciben 79 céntimos. El porcen­taje de mujeres en situación de pobreza se ha incrementado a lo largo de la pasada década, al pasar del 12,1 % al 14,5 %. La Organización Internacional de Trabajo de las Naciones Uni­das indicó que Estados Unidos es el único país industrializado que no cuenta con una ley general para las prestaciones mo­netarias que se les dan a las mujeres durante la baja por maternidad.

Las minorías en la nación norteamericana también estuvieron en una grave situación en cuanto a la desocupación laboral. Según los datos de la Oficina de Estadísticas Labora­les del Departamento de Trabajo de Estados Unidos, las tasas de desempleo en junio del 2016 fueron de 4,4 % para blancos, 8,6 % para negros y 5,6 % para hispanos. En los jóvenes entre 16 y 19 años, la situación empeoró. El 14,1% de los blancos de este rango de edad está desempleado; así como el 31,2 % de los negros y el 17,1% de los hispanos.

Existe un gran descenso del nivel de vida de la clase trabajadora en Estados Unidos, que ha experimentado una baja del 10 % en los salarios en los últimos 15 años. El descenso de los in­gresos a los trabajadores, ha creado la percepción que existe en la nación norteamericana de que «los hijos vivirán peor que sus padres».

Otro de los males que amenaza la sociedad norteameri­cana es el incremento del consumo de droga desde el 2007, como la heroína. Un informe publicado en el 2016 por la Ad­mi­nis­tración para el Control de Drogas de Estados Unidos, reveló que la heroína está disponible en grandes cantidades, es usada por un mayor número de personas y causa un nú­mero creciente de muertes por sobredosis. En el 2014 murieron 10 574 estadounidenses por sobredosis de heroína, más del triple de lo registrado en el 2010.

En un informe reciente de la agencia federal para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, en el 2015 las muertes por heroína (12 989) superaron a los homicidios con armas de fuego (12 979) por primera vez en la historia del país. En el 2007 los homicidios con armas de fuego causaban aun cinco veces más muertes que la heroína, lo que da una idea de la magnitud de la epidemia en los últimos años de esta sustancia, que sumada a otros opiáceos naturales y sintéticos (drogas ilegales y abuso de medicamentos) provocaron más de 30 000 muertos en el 2015 y se pronostican cifras peores al concluir el 2016.

También la esperanza de vida en Estados Unidos descendió por primera vez desde hace más de dos décadas. El au­mento de las muertes por enfermedades cardiovasculares, dia­betes, sobredosis de drogas y accidentes contribuyó a que en el 2015 empeoraron las expectativas como no lo habían hecho desde la epidemia de Sida de los años 90. En el 2015 se registraron un total de 2,7 millones de muertes, 86 000 más que en el año anterior. La tasa de mortalidad para el total de la población creció un 1,2 % de un año para otro, algo que no ocurría desde 1999.

La compleja situación social provocó que se incrementaran los niveles de inseguridad en todo el país. Jardines de niños, escuelas, universidades, iglesias, centros comerciales, oficinas y lugares recreativos han sido escenarios de sangrientos sucesos. Durante el 2015 se produjeron 372 tiroteos masivos y 367 muertos. Pero no solo hay más asesinatos múltiples que días. También hay más armas de fuego que personas en toda la Unión. Cada 28 horas como promedio muere un afroamericano o un latino en Estados Unidos a manos de la policía o las fuerzas de seguridad.

El número de muertes causadas por el uso abusivo de ar­mas por parte de la Policía estadounidense es cada vez más preocupante. En el 2015, 965 personas murieron disparadas por la Policía y tuvieron lugar 51 675 incidentes con armas de fuego que dejaron 13 136 muertos y 26 493 heridos. También la vida y la seguridad de las propiedades de los ciudadanos se vieron amenazadas por los delitos violentos. De acuerdo con el informe El crimen en Estados Unidos publicado por el FBI en el 2015, se estima que ocurrieron 1 165 383 crímenes violen­tos en todo el país en el 2014, de los cuales 14 249 fueron asesinatos; 84 041 fueron violaciones; 325 802, robos; y 741 291, asaltos a mano armada.

La realidad es que el «sueño americano» se ha convertido en una terrible pesadilla para los estadounidenses y principalmente para los que emigran hacia «la tierra de las oportunidades». En reiteradas ocasiones la comunidad in­ter­nacional, principalmente ante las Naciones Unidas, ha presentado sus preocupaciones por las violaciones de los derechos humanos en Es­tados Unidos; país que solo ha suscrito 18 ins­trumentos internacionales de los 61 existentes relativos a esta materia.

El previsible panorama mundial para los próximos 15 años también es bastante crítico. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) alertó en su informe El Estado Mun­dial de la Infancia 2016, del «panorama desolador» que se prevé para el 2030. Se calcula que 69 millones de niños mo­ri­rán debido a causas evitables, 167 millones de infantes vivirán en la pobreza, 750 millones de mujeres se habrán ca­sado siendo aún menores y 60 millones de niños en edad de asistir a la escuela primaria seguirán sin escolarizar.

Paradójicamente, los principales responsables de esta com­pleja situación, continúan politizando el tema de los derechos humanos. Por cierto, Cuba se ha adherido a 44 ins­trumentos internacionales vinculados al tema y es ejemplo de su cum­plimiento en un mundo cada vez más desigual y violento. Gra­cias a las políticas sociales y económicas de la Revo­lución, creadas por Fidel, seguiremos haciendo realidad, con la guía de Raúl, nuestros sueños de justicia e igualdad social pa­ra to­dos los cubanos. (Granma)




tags