Corrupción vs Proyecto social. Por Víctor Angel Fernández
14 de Dezembro de 2016, 11:37En los enfrentamientos deportivos, los resultados se conocen al concluir las competencias, pero con respecto al título, para dejar clara mi posición desde un inicio, sólo me queda apostar por el único ganador posible: nuestro proyecto social.
En 1953, comenzó una batalla que muchos daban por perdida. Era imposible, al decir de la época, iniciar cualquier cambio sin tener a favor el ejército constitucional. La prisión fecunda, el Granma, la Sierra, la invasión a occidente y luego el triunfo del Primero de Enero, demostraron lo contrario. Incluso en aquel momento, fuerzas muy poderosas, trataron de escamotearnos la victoria y una vez más la unidad del pueblo, convocada por Fidel, puso las cosas en su lugar.
La historia de estos casi 60 años, todos la conocen, aunque algunos se hagan los ingenuos para querer solaparla. Hemos triunfado, sin olvidar derrotas intermedias y el enemigo, al menos en la teoría, siempre se ha presentado miles de veces más fuerte, lo cual nos llena todavía de más satisfacción.
Ahora sucede que producto de limitaciones y también de algunas malas decisiones, han surgido con fuerte ímpetu, un grupo, de tamaño y composición nada despreciable, que cree tener tomada la sartén por el mango.
Sólo utilizar como botón de muestra, informaciones de pocas semanas atrás, relacionadas con la disponibilidad de materiales de la construcción.
Frente a esos lugares de venta existe una mafia organizada. ¿Quién lo duda? El que piense lo contrario, querrá tapar el sol con un dedo. Las denuncias son numerosas, pero olvidémonos de lo que dicen las personas. Salgamos de detrás de nuestros escritorios y vayamos a cualquiera de esos lugares. Pública y abiertamente se puede comprobar lo que ha sido denunciado.
Pero nadie hace nada. O, si se quiere, se hace “algo”, pero no se resuelve nada y al final es lo mismo. Alguno de los entrevistados aseguraba que en septiembre se tomaron algunas medidas, pero meses después, siguen los problemas exactamente igual o peores. No hay que ser demasiado agudo en el análisis, para llegar a la conclusión de que hasta ahora, cuando todavía queda mucho tiempo por jugar, ese partido sigue con estos resultados: Corrupción, MUCHA – Administración, NADA.
He estado en otros lugares del país donde también sucede lo mismo, pero caminemos por algunas de las arterias principales de la capital. Neptuno, Galiano, Reina, Obispo o Monte. Allí le venden hasta un elefante blanco envuelto en papel de regalo. Ah. Siempre a mayor precio del que usted pueda encontrar dentro de los comercios. Pañales, toallitas húmedas, ropa interior, papel higiénico, chancletas de goma y hasta etcétera. Todo se compra a un por mayor “administrado” dentro de zonas no lo suficientemente claras, muchas veces en contubernio con los mismos trabajadores y directivos de los comercios, para después, revenderlo al precio que decida su particular bolsa de valores.
Ahora, además, existe una nueva modalidad. Las cosas no aparecen en los estantes y sólo si usted es un buen lector de señas, podrá comprender que en algunos recovecos y bajo los mostradores, “casualmente” todavía queda algo del producto que se busca. Obviamente. A precio más alto. Mire con cuidado y hábleles bajito a los dependientes. Ellos son parte de la lucha diaria.
Algunos al llegar leyendo hasta aquí pensarán, este que escribe es un desilusionado del proyecto y para él todo está perdido. Error craso para quien así piense.
Precisamente por estar convencido que al igual que en 1953, 1956, 1958 y después de 1959, ganamos las batallas, mil veces más complejas que esta, hoy las volveremos a ganar. Eso sí, los directivos que tienen en sus manos directamente la toma de esas decisiones, tienen que estar al frente de esa guerra. Releamos el discurso de Fidel en la Universidad de La Habana en noviembre de 2005 y así obtendremos las imprescindibles enseñanzas.
Yo espero el día en que, ante una denuncia, alguno de esos funcionarios cuestionados y los representantes del partido y del gobierno, en esa instancia, pues aquí el problema es de todos, responda simple llanamente, sin la más mínima de las justificaciones: estoy de acuerdo con su reclamación, pero mañana, llegue a ese lugar que YO, al frente de mi equipo (y aquí vale el cambio de la redacción gramatical) vamos a estar allí y ese día no existirá corrupción, porque la calle TIENE que seguir siendo del pueblo.
Y nadie se llame a engaño. Cuando todos veamos que esas personas están allí en la candela, como se dice popularmente, ese mismo pueblo no los va a dejar solos, como no lo han estado en ningún momento nuestros líderes, cuando con su ejemplo, han sido los primeros en participar del combate. Sin darle vueltas al asunto: el que tenga miedo, que se compre un perro. O, por qué no, que entregue el cargo, pues al menos, él o ella, no lo sabe desempeñar
Para terminar. En este campeonato, no hay próxima temporada. El enfrentamiento que se plantea en el título, seguro que lo va a ganar nuestro proyecto social, porque en ello, nos va la vida y resolverlo, es una deuda permanente que tenemos con el Comandante en Jefe.
Política deportiva: Para entender el centrismo. Por Javier Gómez Sánchez
13 de Dezembro de 2016, 9:28El deporte y la política siempre se parecen. En la Cuba de hoy se puede ver una notable similitud entre la situación que vive la afición deportiva y las pugnas entre pensamientos políticos divergentes.
La derecha y la izquierda cubanas viven exactamente un momento como el del fútbol y el béisbol.
Siempre que uso el concepto geométrico de ¨izquierda y derecha¨ no dejo de recordar que en Cuba tenemos un concepto superior de carácter histórico: ¨revolución y contrarrevolución¨. Aun así pienso que la geometría de izquierda y derecha nos sigue siendo de cierta utilidad a los cubanos. Más si hablamos de ¨centro¨
Para nadie es un secreto que el béisbol está experimentado una campaña de exterminio como deporte nacional y por lo tanto como expresión cultural frente al fútbol. Cada día la televisión cubana trasmite varios partidos futbolísticos de cualquier liga europea, que llegan a ser hasta 3 diarios. Algunos incluso en vivo. En cambio apenas se emiten juegos de béisbol internacional a la semana. Nunca en vivo, siempre diferido, no siempre el mejor ni el más atractivo.
En medio de esto se trasmiten una cantidad de juegos de baloncesto. A uno puede parecerle que el pobre béisbol además de lidiar con la excesiva trasmisión de fútbol, también debe hacerlo con la de básquet. Pero no es así.
Para una situación tan agresiva como la que vive la pelota ante el auge futbolero, que se dedique tiempo de trasmisión al baloncesto equivale a una ayuda mediática. Cualquier tiempo en pantalla quitado al fútbol, favorece al béisbol. El básquet no es una amenaza cultural para la pelota, el fútbol sí.
Entonces si no se logra que los cubanos no se fanaticen con el fútbol y disfruten el béisbol, al menos se les puede distanciar del primero divulgando otro deporte.
Si no puedes sumar a tu causa a los seguidores de tu enemigo, intenta al menos que este los pierda por una tercera opción. Siempre que esta no afecte la tuya.
La derecha cubana, patrocinada por el gobierno norteamericano, nunca ha soñado que masivamente haya un traslado de simpatías de la izquierda hacia ella.
Es cierto que siempre hay desencantados, decepcionados, frustrados, pero esos en realidad eran revolucionarios por equivocación, que son más dañinos que los revolucionarios equivocados, así que su salida hacia el bando contrario significa un sano aumento cualitativo.
Generar por uno mismo un pensamiento de izquierda o de derecha no se trata de simpatías y convencimientos, si no de valores inculcados y adquiridos. Por lo tanto es muy difícil que un derechista se pase a la izquierda. Pero es difícil también que alguien con pensamiento de izquierda de pronto se pase con total desparpajo a la derecha.
¿Entonces que hace la derecha? Transmitir básquet.
Si no puede hacer que la gente de izquierda se pase a la derecha, cultivan un centro y atraen hacia ahí a la mayor cantidad de gente posible.
Tratan de aprovechar y corromper el pensamiento crítico de la intelectualidad que tradicionalmente ha apoyado al socialismo en Cuba. Divulgando lo más sesgadamente posible las insatisfacciones con la construcción y el funcionamiento del sistema. Metiendo los dedos en las viejas llagas de la política cultural y la homofobia de épocas pasadas. Convirtiéndolo todo en capital político.
Cultivar en la nueva generación, interesada en posicionarse políticamente con visión propia, el pensamiento de que no es ¨cool¨ apoyar a las autoridades, ni declararse ¨revolucionario¨ y ni tan siquiera simpatizar con la idea del socialismo.
Aumentar todo tipo de anticomunismo y antisovietismo. Pintar a todos los Partidos Comunistas como lo peor en la historia. A todas las sociedades donde se intentó el socialismo como fracasadas.
Entonces una izquierda intelectual que por naturaleza rechaza el autoritarismo y critica la burocracia, cae fácilmente en esa trampa. Porque además los espacios de centro están maquillados de un intelectualismo, de una ¨apertura de mente¨, de un distanciamiento de lo ¨oficial¨, de una visión ¨nueva¨ de las cosas, de un ¨milankunderismo¨, de un ¨sajarosismo¨, de un ¨solstenizismo¨ (ya esto es impronunciable), en fin, de todos los ingredientes posibles para parecer atractivos.
Por el otro lado el discurso movilizador hacia el socialismo de las organizaciones encargadas de movilizar se ha desgastado. No es que haya sordos, es que hay tartamudos.
En ese centro fabricado caen muchos que son verdaderamente de izquierda, socialistas y revolucionarios cubanos, sin percatarse del daño que les hacen a esas causas, que no son perfectas, pero son mejorables y no deben ser abandonadas.
Los que advirtieron de esto antes, estuvieron muy solos. En torno a ellos se creó un valladar de aversión.
Es lamentable, porque tenían razón.
Solo que a veces es más importante caer simpático, que tener la razón.
javiergosanchez09@gmail.com
Un tatuaje. Por Víctor Angel Fernández
12 de Dezembro de 2016, 13:02Hace unos años, el caricaturista Tomy, nos legó una de sus magníficas creaciones.
Les recuerdo el hecho. Se habían puesto de moda las impresiones gráficas en las piezas de vestir, ya fuera con variantes de nuestros símbolos nacionales o con las caras de varios de nuestros más preciados líderes.
La obra que Tomy dejara para la posteridad, nos mostraba a un joven quitándose la camisa con la obra serigráfica, mientras que en el centro del pecho, se descubría, ya no la impresión en tinta para una prenda de ropa, sino el tatuaje de la imagen del Che sobre la piel juvenil.
Hoy, luego de la dolorosa partida de Fidel, hemos visto imágenes de todo tipo, ya fueran impresas o las muestras humanas de rostros de mujeres y hombres, no sólo en Cuba, sino en todo el mundo, expresando su profundo sentir por la irreparable pérdida.
Pasarán los días, poco a poco iremos volviendo a una “normalidad” que entrecomillo, pues nadie la hubiera querido y que creo, ya nunca será normal. Ni siquiera el tiempo, el implacable, el que pasó, como ha dicho el poeta, será capaz de extender su velo sobre el recuerdo.
Entonces, con inmenso respeto, pido pasar esos recuerdos y todas esas expresiones, no sólo a formar parte de imágenes móviles o estáticas, sino a dejárnoslas grabadas muy dentro del cuerpo, en el corazón de los románticos o en el cerebro de los más materialistas. Creo que ese es el homenaje que le debemos al hombre que ha partido.
Aprendiendo de pluralismo en un “debate” sobre Cuba y Fidel. Por José Manzaneda
12 de Dezembro de 2016, 10:21“Yo estoy hablando de la libertad de las personas, a decir, a pensar. (…) Aquí tenemos un ejemplo, en este debate que hemos tenido hace un momento: personas que opinan -todo el mundo- completamente diferente y no pasa nada”. Eran las palabras de Elena Larrinaga, presidenta del “Observatorio Cubano de Derechos Humanos”, en el programa “El debate de la 1”, sobre la figura de Fidel Castro (1). Su mensaje: España es el ejemplo para Cuba en materia de libertad de expresión.
Pero, ¿es cierto que allí hubo un “debate” entre personas que opinaban “completamente diferente”? Vamos a comprobarlo: “Fidel Castro ha sido un dictador, de eso no cabe la menor duda” (Rubén Moreno, Partido Popular). “Se convirtió en un dictador” (Javier Lasarte, PSOE). “Ha sido un dictador que durante 60 años ha gobernado con mano férrea” (Saúl Ramírez, Ciudadanos). “Se convirtió en un tirano al frente de una dictadura” (Francisco Rosell, periodista de El Mundo). “Un régimen de falta de libertades que yo conozco bien porque he ido muchas veces allí” (Fernando Jáuregui, analista político).
A este coro se unía, de manera sorprendente, el representante de Unidos Podemos Segundo González, para decir, más o menos, lo mismo: “(Fidel fue) el líder de una dictadura y de un régimen que en materia de democracia es cuestionable”.
Es decir, que el “debate” en el que “todo el mundo” pensaba “completamente diferente” en realidad, fue un diálogo reafirmativo entre 10 personas que expresaban lo mismo: que Cuba es una dictadura. Cuatro políticos, dos periodistas, la representante de un grupo “disidente” y el presentador del programa, con el apoyo de dos corresponsales en La Habana y Miami.
El programa, eso sí, tuvo la gentileza de invitar a un defensor de la Revolución: el cubano Lázaro Oramas, miembro de Cubainformación y de la asociación Euskadi-Cuba (2). “Fidel (…) ha sido un hombre que ha trabajado incansablemente por los derechos humanos no solo para el pueblo cubano sino para los pueblos del mundo, para los pueblos desposeídos, esquilmados, explotados.”
El presentador –y director del programa- Julio Somoano adoptó el papel de fiscal en un juicio político tanto a Fidel Castro como al propio invitado: “Yo sé que los cubanos votan –se dirigía a Lázaro Oramas-, pero en la dictadura de Francisco Franco también votaban los españoles. (…) Podemos comparar la figura de los dos dictadores”.
Trató, eso sí, de vender la idea de que aquello era un verdadero “debate” y ejemplo del que Cuba puede aprender: “Se trata en este debate de que entre todos aportemos desapasionadamente datos para que los telespectadores lleguen a sus conclusiones. (…) Como director de este debate, le digo que el truco es que las personas piensen diferente para que haya debate. Nos vamos a Miami”.
Allí se escucharon los habituales tópicos sobre Cuba. Por ejemplo, sobre su emigración. “Si ese supuesto paraíso fuera así, la gente no querría salir de ese país, querría mantenerse allí”, decía el periodista de El Mundo. “No me puede decir que (Cuba) es una sociedad utópica cuando cientos de miles de compatriotas suyos, que también son cubanos, se han exiliado, se han tenido que exiliar”, se dirigía a Oramas el político de Ciudadanos. Tres falsedades en una: primero, en ningún momento Lázaro Oramas había descrito a su país como un “paraíso” o una “utopía”. Segundo, la emigración cubana actual es económica, idéntica a la del resto de la región, pero la única que es denominada “exilio” gracias a la propaganda (3). Y tercero, las cifras de emigración cubana están en la media de la región, a pesar de los privilegios de la Ley de Ajuste Cubano de EEUU: El Salvador, por ejemplo, tiene -en relación a su censo- más del doble de población en EEUU que Cuba (4).
Pero aún hay más. El periodista del diario “El Mundo” se atrevía a ensalzar los supuestos “logros económicos” de la dictadura de Batista: “La Cuba previa a Castro era una Cuba que tenía más renta per cápita que la propia España” (5). Cierto o falso este dato macroeconómico, poco refleja sobre las gigantescas bolsas de miseria del país, con un 35% de la población activa con empleo solo la mitad del año, o sobre la terrible situación del campesinado: el 43 % era analfabeto, el 60% vivía en barracones sin agua corriente, el 90% sin electricidad, y solo el 8% recibía atención médica pública (6) (7).
Pero que el único defensor de la Revolución cubana en el plató se tuviera que enfrentar, entre constantes interrupciones, a diez contrincantes, no impidió las constantes lecciones a Cuba sobre libertad de prensa: “¿Este debate se podría hacer ahora mismo en Cuba, le pregunto yo?”, increpó al invitado.
Evidentemente, en la Televisión Cubana no sería posible un debate así. En primer lugar, porque ningún país sometido al bloqueo económico y a la injerencia permanente de una superpotencia le daría voz a quien apoya este bloqueo y es financiado por dicha superpotencia, tal como trató de explicar, entre interrupciones, Lázaro Oramas. “Vd. dirige el Observatorio Cubano de Derechos Humanos –se dirige a Elena Larrinaga- y Vd. no desvela sus fuentes de financiación. La financiación viene del Gobierno de EEUU a través de la NED (National Endowment for Democracy), que es una tapadera de la CIA” (8) (9). “Esto es un debate de ideas –se lanzó el presentador a defender a Larrinaga-. Yo a Vd. no le digo de dónde vienen sus fondos, yo no le digo si alguien le paga. Lo importante es que aquí muestre sus ideas”.
En segundo lugar, porque ningún país que defienda su soberanía daría el menor espacio televisivo a mensajes neocolonialistas, impropios de este siglo, cargados de prepotencia, paternalismo y descarada injerencia: “¿Cuál debe ser por tanto el papel de Europa y el de España en el futuro de Cuba?”, introducía el presentador. “España tiene que jugar un papel fundamental en esta transición que se tiene que producir en la Isla”, sentenciaba el portavoz de Ciudadanos. “España tiene que liderar, liderar, fíjese lo que le digo, la ayuda al proceso de democratización de Cuba”, subrayaba Fernando Jauregui. “Lo que tiene que intentar (España) es facilitar esa transición”, repetía el representante del PP.
Ante esta descarada demostración de neocolonialismo, la justificación de Elena Larrinaga no tiene desperdicio. “Cuando ellos hablan de ayudar, no están hablando de tutelar. Cuando un maestro, en el colegio, enseña a un niño, le enseña su experiencia y la información que ha adquirido. Y luego el niño decide”. “Pero nosotros no somos niños, no somos menores de edad”, le respondía Oramas. “En cuestiones de democracia sí”, sentenciaba Larrinaga.
Lázaro Oramas dejó claro entonces cuál es el sentimiento de cualquier cubano o cubana que valore el precio de su soberanía. “Lo que están hablando y comentando aquí, con todos mis respetos, está en las antípodas del sentimiento del pueblo cubano. Total. En primer lugar no aceptamos ningún tutelaje: ni de España, ni de La Unión Europea, ni de EEUU, en los asuntos internos de Cuba. (…) Cuba es un país libre, soberano e independiente y el pueblo lo es. (…) No queremos la democracia burguesa occidental, no la queremos. Queremos la democracia que tenemos, que la construye la mayoría del pueblo cubano. (…) Además, no vamos a dejar morir jamás las ideas de (Carlos Manuel de) Céspedes, de (Ignacio) Agramonte, de (José) Martí, de Mariana (Grajales), de (Julio Antonio) Mella, de Fidel (Castro), del Che (Guevara). Ese es nuestro camino. Y no hay más”.
Poco más que añadir. Salvo que –visto lo visto- la espada de Antonio Maceo con la que combatió al Ejército español debe seguir… bien afilada.
(1) (Desde min. 00:49 aprox.) http://www.rtve.es/television/20161129/negociacion-presupuestos-futuro-cuba/1448080.shtml
(4) http://especiales.publico.es/hemeroteca/550976/el-trafico-de-cubanos-a-los-eeuu
(5) https://jovencuba.com/2014/09/22/por-que-la-revolucion-2/
Siete afirmaciones equivocadas sobre Cuba y Fidel. Por Tatiana Coll
11 de Dezembro de 2016, 12:47En días pasados los medios, sobre todo la televisión y la radio comerciales, desplegaron una intensa campaña de mentiras y denostaciones sobre la revolución cubana y Fidel Castro, que reflejaron puntualmente el pensamiento del sector más conservador de los grupos de Miami y Estados Unidos. Su matraqueo descalificador se hacía más desesperado en la medida en que sus corresponsales mostraban un pueblo entero abierto a opiniones diferentes que emitieron, unido, movilizado, consciente y estrechamente vinculado al legado de Fidel.
Frecuentemente los medios, los analistas especializados, los think tanks, junto con la reciclada ex izquierda convocada a esos debates, se equivocan en sus afirmaciones. Sus inflexibles prejuicios los cercan inevitablemente y no alcanzan a ver la realidad.
1.- Desde 1991, con la desaparición de la URSS, todos han vaticinado la caída del régimen castrista, un mero satélite soviético. Todos apostaron irresponsablemente al doble bloqueo, sin importarles los costos humanos y sociales que implicaba. Los economistas sentenciaron: es culpa de los cubanos, que dependen 85 por ciento del comercio con el campo socialista (¿dirán lo mismo hoy de México y Estados Unidos?). Pues el régimen no cayó. Demostró en medio de la mayor arbitrariedad (la aplicación de leyes extraterritoriales) y brutalidad que no sólo no era satélite, sino en plena crisis mantuvo la educación, la salud, el empleo y la integridad de sus instituciones, como el Poder Popular, a diferencia de los gobiernos capitalistas.
2.- Es una dictadura. En México se ha afianzado entre investigadores-opinadores que Benito Juárez fue un dictador, mientras Porfirio Díaz el motor del desarrollo contemporáneo. Con estas concepciones miran también a Cuba. Soslayan las guerras sucias de ayer y de hoy, los desaparecidos de ayer y de hoy, perfectamente documentados en el mundo. No hay democracia, dicen. No se toman la molestia de investigar el sistema electoral, que descansa en candidaturas ciudadanas, nominadas directamente por los cubanos en cada cuadra. Una doble vuelta electoral para que los representantes del Poder Popular sean elegidos con mayoría de votos. Una Asamblea Nacional que designa al Consejo de Estado, no sólo al primer ministro, como en Europa. Representantes que tienen la obligación de rendir cuentas y pueden ser destituidos. Sin partidos corruptos que saquean el presupuesto, tampoco hay un movimiento Black Lives Matter ni grupos de madres buscando a sus hijos.
3.- No hay libertad de expresión. Cualquiera que viaje a Cuba verá que el cubano critica todo en todas partes, debate en la guagua, opina en las esquinas. Seguramente por eso mismo la inteligencia estadunidense pensó que podría instigar una disidencia activa, pero fracasó. Los cubanos critican, pero al mismo tiempo se movilizan masivamente en defensa de la revolución, que les garantiza sus derechos. Paradoja: dicen que no hay libertad de prensa, y no hay pueblo latinoamericano tan informado y documentado.
4.- Castro impulsó solamente las guerrillas y la acción armada. En 1963, Fidel apoyó a Cheddi Jagan, electo primer ministro en Guyana y sometido a un violento proceso de desestabilización. Lo mismo con Juan Bosch, derrocado mediante una intervención norteamericana; Michael Manley, en Jamaica; Arosamena Monroy, en Ecuador; Joao Goulart, en Brasil. Por supuesto, Salvador Allende y los gobiernos progresistas, antineoliberales contemporáneos. Sólo los que piensan como Reagan pueden sostener que es un Estado terrorista.
5.- La revolución fracasó. Sólo hay jineteras y traficantes, repitieron en la prensa. Prostitución hay en las lujosas vitrinas de Ámsterdam, en Washington, etcétera. Nuestras sexoservidoras se organizan desesperadas demandando acceso a la salud. En Cuba también hay, pero lo que sí no hay es trata de mujeres y niños, miles de feminicidios impunes, fosas comunes por todos lados, picaderos de drogas, corrupción sin límites, como en nuestro capitalismo pujante. Lo que sí hay es una mortalidad infantil cuatro veces menor que en México, el primer lugar en la prueba LLCE para Latinoamérica de la Unesco para estudiantes de educación básica, el reconocimiento de la OMS al país que mayor apoyo envió (760 médicos) contra el ébola. Hay 40 mil investigadores y medicamentos nuevos, como el Eberprot; vacuna contra el cáncer de pulmón, sobresalientes deportistas, y la Escuela Latinoamericana de Medicina, que ha graduado a cerca de 30 mil estudiantes.
6.- No ha habido ningún cambio. Gabriel García Márquez afirmó que el mayor crítico de la revolución era el propio Fidel. En el discurso del 26 de julio de 1970 están las críticas más incisivas y reales. A partir de esos y muchos otros planteamientos se han producido en Cuba sustanciales cambios. Los más conocidos son: en 1963, introducción del sistema de financiamiento presupuestario del Ché; en 70-75, el cálculo económico y el poder Popular; en 1985, proceso de rectificación; de 91 a 2000, el periodo especial introdujo cambios sustanciales; en 2000 se inició la batalla de las ideas y rediseño de las políticas económicas; en 2011 se aprobaron los nuevos lineamientos para el desarrollo. La definición anti-esquemática de revolución, acuñada por Fidel en 2000, señala precisamente que revolución es cambiar todo lo que hay que cambiar.
7.- Con Fidel se acaba el siglo XX, el de las revoluciones, dijo Hobsbawm. Un intento desesperado más por reeditar el fin de la historia fukuyamesco, el fin de la lucha de clases, el fin de la lucha anticapitalista. La mayor equivocación es creer que el legado de Fidel muere con él.
or se hacía más desesperado en la medida en que sus corresponsales mostraban un pueblo entero abierto a opiniones diferentes que emitieron, unido, movilizado, consciente y estrechamente vinculado al legado de Fidel.
Frecuentemente los medios, los analistas especializados, los think tanks, junto con la reciclada ex izquierda convocada a esos debates, se equivocan en sus afirmaciones. Sus inflexibles prejuicios los cercan inevitablemente y no alcanzan a ver la realidad.
1.- Desde 1991, con la desaparición de la URSS, todos han vaticinado la caída del régimen castrista, un mero satélite soviético. Todos apostaron irresponsablemente al doble bloqueo, sin importarles los costos humanos y sociales que implicaba. Los economistas sentenciaron: es culpa de los cubanos, que dependen 85 por ciento del comercio con el campo socialista (¿dirán lo mismo hoy de México y Estados Unidos?). Pues el régimen no cayó. Demostró en medio de la mayor arbitrariedad (la aplicación de leyes extraterritoriales) y brutalidad que no sólo no era satélite, sino en plena crisis mantuvo la educación, la salud, el empleo y la integridad de sus instituciones, como el Poder Popular, a diferencia de los gobiernos capitalistas.
2.- Es una dictadura. En México se ha afianzado entre investigadores-opinadores que Benito Juárez fue un dictador, mientras Porfirio Díaz el motor del desarrollo contemporáneo. Con estas concepciones miran también a Cuba. Soslayan las guerras sucias de ayer y de hoy, los desaparecidos de ayer y de hoy, perfectamente documentados en el mundo. No hay democracia, dicen. No se toman la molestia de investigar el sistema electoral, que descansa en candidaturas ciudadanas, nominadas directamente por los cubanos en cada cuadra. Una doble vuelta electoral para que los representantes del Poder Popular sean elegidos con mayoría de votos. Una Asamblea Nacional que designa al Consejo de Estado, no sólo al primer ministro, como en Europa. Representantes que tienen la obligación de rendir cuentas y pueden ser destituidos. Sin partidos corruptos que saquean el presupuesto, tampoco hay un movimiento Black Lives Matter ni grupos de madres buscando a sus hijos.
3.- No hay libertad de expresión. Cualquiera que viaje a Cuba verá que el cubano critica todo en todas partes, debate en la guagua, opina en las esquinas. Seguramente por eso mismo la inteligencia estadunidense pensó que podría instigar una disidencia activa, pero fracasó. Los cubanos critican, pero al mismo tiempo se movilizan masivamente en defensa de la revolución, que les garantiza sus derechos. Paradoja: dicen que no hay libertad de prensa, y no hay pueblo latinoamericano tan informado y documentado.
4.- Castro impulsó solamente las guerrillas y la acción armada. En 1963, Fidel apoyó a Cheddi Jagan, electo primer ministro en Guyana y sometido a un violento proceso de desestabilización. Lo mismo con Juan Bosch, derrocado mediante una intervención norteamericana; Michael Manley, en Jamaica; Arosamena Monroy, en Ecuador; Joao Goulart, en Brasil. Por supuesto, Salvador Allende y los gobiernos progresistas, antineoliberales contemporáneos. Sólo los que piensan como Reagan pueden sostener que es un Estado terrorista.
5.- La revolución fracasó. Sólo hay jineteras y traficantes, repitieron en la prensa. Prostitución hay en las lujosas vitrinas de Ámsterdam, en Washington, etcétera. Nuestras sexoservidoras se organizan desesperadas demandando acceso a la salud. En Cuba también hay, pero lo que sí no hay es trata de mujeres y niños, miles de feminicidios impunes, fosas comunes por todos lados, picaderos de drogas, corrupción sin límites, como en nuestro capitalismo pujante. Lo que sí hay es una mortalidad infantil cuatro veces menor que en México, el primer lugar en la prueba LLCE para Latinoamérica de la Unesco para estudiantes de educación básica, el reconocimiento de la OMS al país que mayor apoyo envió (760 médicos) contra el ébola. Hay 40 mil investigadores y medicamentos nuevos, como el Eberprot; vacuna contra el cáncer de pulmón, sobresalientes deportistas, y la Escuela Latinoamericana de Medicina, que ha graduado a cerca de 30 mil estudiantes.
6.- No ha habido ningún cambio. Gabriel García Márquez afirmó que el mayor crítico de la revolución era el propio Fidel. En el discurso del 26 de julio de 1970 están las críticas más incisivas y reales. A partir de esos y muchos otros planteamientos se han producido en Cuba sustanciales cambios. Los más conocidos son: en 1963, introducción del sistema de financiamiento presupuestario del Ché; en 70-75, el cálculo económico y el poder Popular; en 1985, proceso de rectificación; de 91 a 2000, el periodo especial introdujo cambios sustanciales; en 2000 se inició la batalla de las ideas y rediseño de las políticas económicas; en 2011 se aprobaron los nuevos lineamientos para el desarrollo. La definición anti-esquemática de revolución, acuñada por Fidel en 2000, señala precisamente que revolución es cambiar todo lo que hay que cambiar.
7.- Con Fidel se acaba el siglo XX, el de las revoluciones, dijo Hobsbawm. Un intento desesperado más por reeditar el fin de la historia fukuyamesco, el fin de la lucha de clases, el fin de la lucha anticapitalista. La mayor equivocación es creer que el legado de Fidel muere con él. (La Jornada)