Hoy quiero llamar la atención con respecto a la permanente violencia de género en nuestra sociedad, y como es evidenciada en cuatro casos aparentemente aislados.
II
III
Colas en Venezuela
IV
Desabastecimiento de tollas sanitarias, absorbentes internos y anticonceptivos en Venezuela
En el primero de ellos una mujer es “neutralizada” por un policía que vio en ella un peligro inminente por conducir en estado de ebriedad.
El segundo la policía migratoria de España, aísla a una madre joven y su hijo en el aeropuerto de Barajas por no cumplir los requisitos de ingreso a este país.
En el tercer caso, que es una vivencia personal, una joven mujer entra a una farmacia venezolana a comprar un anticonceptivo que no hay.
Igualmente, un poco más tarde, observo una cola infinita de mujeres haciendo cola para adquirir papel sanitario.
En los cuatro casos subyace aquello de lo que hablaba Michele Mattelart, donde no solo los medios de comunicación de masa sino el propio sistema capitalista como tal, ve en la mujer su medio de regulación económica, la que consume y puede en los casos como el venezolano y el chileno, presionar a aquellos gobiernos que se proponen como anticapitalistas.
En el caso de la violencia policial en Estados Unidos es simplemente la manifestación pura y rasa de que el capitalismo, hoy en su máxima expresión y representado por los Estados Unidos, es violento.
En el caso de la violencia contra la joven mujer madre brasileña en el aeropuerto de Barajas, se observa como la mayoría de los países europeos ven en la mujer joven con su hijo, una sospechosa posible migrante, un problema meramente de índole económico. Tenemos que hablar más de la tragedia del Mediterráneo ni las diarias y silenciadas muertes en las fronteras de Ceuta y Melilla.
Por su parte, la escasez en Venezuela, como ya lo fue en Chile, tiene como punta de lanza aquello que en la intimidad femenina se tiene como básico y primordial. Ya la mujeres del siglo XXI no podemos concebir una vida sin nuestra opción por un método de anticoncepción inmediato, a la mano, bajo nuestro control. De seguro la angustia de la joven que no encontró el anticonceptivo oral de su preferencia, supone un tipo de violencia, y esta angustia no es la misma angustia que podría sentir un joven hombre de no encontrar su preservativo favorito.
No hablemos ya, de la falta de toallas sanitarias, papel higiénico, etc. De ese tipo de violencia sabe mejor que nadie el pinochetismo.
Ahh! Olvidaba decirlo, en la Venezuela de hoy seguimos hablando de capitalismo, porque más de 80% de los centros de distribución de alimentos y demás productos básicos, y la producción manufacturada (o mejor dicho importación) está en manos de un empresariado privado subsidiario del rentismo petrolero.