rubèn ramos
En reciente entrevista de RT a John M. Ackerman la presentadora dijo tratarse de “uno de los analistas en materia política más leídos de México, reconocido por la Universidad Autónoma de México como uno de los diez académicos de carrera más citados en revistas de investigación en el área de ciencias sociales”. Mi primera reacción al término de la entrevista fue que quien redactó la introducción que leyó la presentadora no era algún despistado. Y sobre lo que dijo Ackerman pensé: razón tienen en llamarlo “académico de carrera”. No diré nada sobre las razones de RT para dar cabida a este tipo de entrevistas.
¿Quién es John Ackerman?
Ackerman es un apellido de origen germano-holandés, muy extendido en la Alemania nazi-sionista y en Inglaterra. De cualquiera de estos lugares pasaría a Norteamérica con la invasión puritana, primero, y con la huída de los judíos asimilacionistas, durante y después de la II GM para usurpar el territorio que no les pertenece.
Lo que se sabe de este John Ackerman es que es hijo de Bruce Ackerman y Susan Rose, dos licenciados en Derecho cuya formación y desempeño profesional ha transcurrido en las universidades del más rancio ultraconservadurismo estadounidense, y tradicionales canteras de los republicanos del “tea party”, como Harvard, Columbia, Pennsylvania y Yale. Todas integrantes de la “red Ivy” y vinculadas al poder de la masonería y a sectas “iniciáticas” como “Calavera y Huesos” (Skull and Bones) de los Bush y de John Kerry, en la de Yale, por ejemplo.
El tal John Ackerman, vive y trabaja en México. No encontré información que precise dónde nació. Lo que importa es que ni su nombre ni apellidos tienen algo de mexicano. Pero “escribe” (mejor dicho, anecdotiza) sobre la realidad mexicana y pontifica sobre su futuro deseable. Lo que equivale a trivializar la historia haciéndola retórica propagandística.
La prensa mexicana, nada inocente, pero decadente y servil, lo pondera como gran estudioso y analista político. Nada sorprendería que, más temprano que tarde, lo catapulten como “la persona que el Estado mexicano merece”. Esto es, “la persona que deba su cargo no al dinero y el poder, sino a la ciudadanía movilizada”, como el propio Ackerman propone que debe ser quien sustituya a Nieto y al PRI. De lo contrario, dice, “los colectivos nacionales y los organismos internacionales jamás tendrán respuesta favorable a sus importantes exigencias en favor de la paz y el respeto a los derechos humanos en el país”. (La Jornada 12-10-15. Subrayado mío).
Satisfacer a los organismos internacionales
El énfasis que Ackerman pone en que el futuro presidente de México deberá satisfacer las exigencias de “los organismos internacionales” no es gratuita. Él sabe cómo hacerlo. Ha sido, o es, consultor senior del Banco Mundial, de la OCDE, del PNUD, de la USAID, de Integridad Global o Global Integrity que es una subsidiaria del BM y de USAID; de Open Society Foundations (OSF), la Fundación para las “sociedades abiertas” que anteriormente se llamó Open Society Institute. Este instituto, que data de 1993, fue fundado y es presidido por George Soros uno de los grandes jefes de la mafia financiarizadora y especulativa mundial. A punta de “donaciones” la ahora, “Fundación”, controla la educación, la salud pública, los medios de comunicación y los gobiernos no sólo de Europa (España, Grecia, por ejemplo) sino de América latina. La OSF tendría repartidos más de 12 mil millones de dólares en 37 países para asegurar sus actividades especulativas, a través de sus respectivos gobiernos. Juntos o por separado, Soros, el mexicano Carlos Salim segundo millonario más rico del mundo, Bill Gates, Paul Singer, Lloyd Blankfein, Sheldon Adelson y otros, se reparten el mundo con sus “ayudas financieras”.
Ackerman trabaja, también para el International Budget Partnership (IBP) una institución vinculada a la injerencia extranjera para asegurar que los presupuestos públicos impuestos por la dupla FMI-BM se estructuren para beneficio de los organismos internacionales y de sus “socios inversionistas”.
Razón no le falta para decir que el nuevo presidente de México debe ser una persona que asegure beneficios a la institucionalidad perversa de la ONU, del Departamento de Estado de EEUU y de las ONGs subsidiarias para la sedición y el terror; así como de las fundaciones e institutos que maneja la mafia de la especulación financiera en el mundo.
¿Será todo esto lo que acredita a John Ackerman como un “politólogo”? No es ciertamente, un caso único. Los hay también “economistas” como Bernardo Kliksberg, a quién aún invitan algunas universidades y leen algunos “ingenuos”.
En realidad, los hay muchos en América latina. Aquéllos que tras sus aportes “investigativos” a las instituciones de “la deuda”, la “cooperación” y la “ayuda humanitaria”, resultan “convencidos” de que ser los “elegidos” para dar “respuesta favorable a las importantes exigencias de la banca internacional y de los especuladores financieros en favor de la paz y el respeto a los derechos humanos”.