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April 3, 2011 21:00 , by Unknown - | No one following this article yet.
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La respuesta de Cuba a Trump. Por Iroel Sánchez

March 20, 2017 7:56, by La pupila insomne

Cuando Donald Trump ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la maquinaria que busca la confrontación entre Washington y La Habana aprovechó el anuncio de unos ejercicios militares programados con años de antelación en Cuba para decir que de tal talante era la respuesta de la Isla al cambio de gobierno en su vecino del Norte. 

Pasados cuatro meses de la mañana en que nos despertamos con la noticia de que el Sr Trump ocuparía la Casa Blanca, lapso en el cual ha tenido acercamientos a los sectores que en Miami se empeñan en derrocar al gobierno cubano y varios de sus voceros han anunciado se someterá a revisión la nueva política hacia Cuba desarrollada por la administración de Barack Obama, las respuestas que ha venido dando el gobierno de La Habana son de un carácter muy diferente a las anunciadas por quienes intentaron convertir un ejercicio militar ordinario en un gesto más cercano a la “guerra preventiva” de George W. Bush que a la política exterior cubana. 

Desde entonces la participación del Presidente cubano, Raúl Castro, tanto en la cumbre de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (República Dominicana, 25 de enero) como del ALBA (Caracas, 5 de marzo) reiteró las posiciones históricas de Cuba en América Latina desde el triunfo de la Revolución en 1959, todas de carácter antiimperialista, al tiempo que en el primer evento, a la vez que expresó la “voluntad de Cuba de continuar negociando los asuntos bilaterales pendientes con Estados Unidos, sobre la base de la igualdad, la reciprocidad y el respeto a la soberanía y la independencia de nuestro país, y de proseguir el diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés común con el nuevo gobierno del presidente Donald Trump”. Sobre el contexto regional Raúl afirmó diplomáticamente en Dominicana que “sería deseable que el nuevo gobierno de Estados Unidos opte por el respeto a la región, aunque es preocupante que haya declarado intenciones que ponen en riesgo nuestros intereses en las esferas del comercio, el empleo, la migración y el medio ambiente, entre otras”.

En Caracas, ya después de los acercamientos de Trump a Miami, el discurso del presidente cubano expresó que:

“La nueva agenda del gobierno de los Estados Unidos amenaza con desatar un proteccionismo comercial extremo y egoísta que impactará la competitividad de nuestro comercio exterior; vulnerará acuerdos ambientales para favorecer los ingresos de las transnacionales; perseguirá y deportará migrantes generados por la desigual distribución de la riqueza y el crecimiento de la pobreza que provoca el orden internacional impuesto.”

Y sobre el muro que se ha vuelto el tema proa de Trump para América Latina añadió en una parte muy aplaudida de su intervención: 

“El muro que se pretende levantar en la frontera norte de México es una expresión de esa irracionalidad, no solo contra este hermano país, sino contra toda nuestra región. Expresamos la solidaridad de Cuba con el pueblo y gobierno mexicanos. La pobreza, las catástrofes, los migrantes no se contienen con muros ), sino con cooperación, entendimiento y paz.”

Cinco días después, en La Habana, sesionaba el Consejo de Ministros de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), donde Cuba lanzaba dos iniciativas  aclamadas por los países insulares de la región, relacionadas con la estrategia de respuesta al cambio climático y la articulación de la transportación de cargas y pasajeros entre esas pequeñas islas. Allí, en presencia del presidente Raíl Castro, el canciller  cubano Bruno Rodríguez afirmó: “Ante los muros que hoy pretenden levantarse, nuestra opción deberá seguir siendo la de la unidad, la solidaridad y la complementariedad, en aras de la defensa de los más legítimos intereses de nuestros pueblos”. 

El canciller del gobierno mexicano -que está muy lejos de ser de izquierda y coincidir ideológicamente con las posiciones cubanas- asistió a la reunión de la AEC y agradeció “el respaldo del pueblo hermano de Cuba”. 

Y cuando la reinserción de los ex guerrilleros de las FARC-EP como parte de los acuerdos de paz en Colombia es un problema pendiente, Cuba anunciaba el 10 de marzo el ofrecimiento de mil becas a miembros de las FARC y víctimas del conflicto armado más largo del continente y ayudaba así a otro gobierno en las antípodas ideológicas del cubano a enfrentar exitosamente un complejo camino aun plagado de dificultades. 

Paralelamente, en las últimas semanas, varios congresistas norteamericanos de ambos partidos y el Presidente de la Cámara de Comercio de EE.UU. han sido recibidos por autoridades cubanas y abogado públicamente por continuar avanzando en las relaciones bilaterales. Como ha explicado la académica británica Emily Morris, no son pocos los que en Estados Unidos piensan que si la administración Trump adopta una línea dura, perjudicará a los emprendedores emergentes más que al estado, al tiempo que se reforzarán los esfuerzos de Cuba para encontrar nuevos socios en otros lugares, perjudicando los intereses de las empresas norteamericanas. 

En resumen, las primeras acciones del nuevo gobierno estadounidense hacia América Latina han fortalecido las posiciones cubanas en la región y, sin descuidar su defensa, Cuba ha dado inteligentes respuestas que no han sido de orden militar sino políticas y diplomáticas y la han colocado una vez más a la cabeza de los más importantes procesos que interesan a los países latinoamericanos. 

(Al Mayadeen)

 

 

 

 

 




¿Nos percataremos nosotros? Por Iroel Sánchez

March 19, 2017 10:27, by La pupila insomne

Aun no había llegado el segundo capítulo de la serie televisiva cubana LCB: La otra guerra y ya el diario de Miami El Nuevo Herald se adelantaba en atacar un producto audiovisual que apenas iniciaba su difusión, de una manera en que no ha ocurrido con otras realizaciones cubanas, incluyendo aquellas relacionadas con el pasado reciente. 

¿Por qué un “premio” tan temprano cuando el serial dirigido por Alberto Luberta y con la participación de estelares actores como Osvaldo Doimeadiós y Fernando Echeverría apenas comienza a salir al aire?

LCB: La otra guerra aborda, desde la ficción, lo ocurrido en las montañas del centro de Cuba durante la primera mitad de la década del 60 del siglo XX, cuando bandas armadas por la CIA fueron enfrentadas por milicias de obreros y campesinos en un conflicto que es conocido com “Lucha contra bandidos” (LCB). Hechos como el asesinato del maestro voluntario Conrado Benítez, cuyo nombre llevaron luego las brigadas de alfabetizadores que en señaron a leer y escribir a un millón de cubanos fueron recreados en el primer capítulo de la serie.  

Después de mucho tiempo, tal vez demasiado, la televisión cubana parece entregar una realización que combina nivel artístico con intencionalidad ideológica y efectividad comunicacional. Tras marcar la década del ochenta con seriales como las dos partes de En silencio ha tenido que ser, Julito el pescador, Algo más que soñar, Los papaloteros, Pequeños fugitivos, entre otros, cerrando con Su propia guerra, en 1991, el imaginario épico de los cubanos ha vivido un apagón audiovisual que llega hasta nuestros días. La incapacidad para fijar personajes e historias, puede comprobarse fácilmente en la ausencia de nombres recordables y en la cantidad de producciones televisivas que, en épocas de escaseces, reclamaron importantes presupuestos sin lograr marcar la memoria de las audiencias. Tampoco la contemporaneidad, con excepción de dos series (Blanco y negro no, y Doble juego) ha sido abordada de modo movilizador y creativo. 

El desamparo en que tal situación ha dejado a varias generaciones de niños, adolescentes y jóvenes cubanos, justo cuando de modo creciente han recibido y reciben la influencia simbólica de la industria cultural hegemónica no es un secreto para nadie, mientras que el deporte, otra fuente de paradigmas, ha sufirido un deterioro notable y los nuevos cubanos solo quieren parecerse a las estrellas del Barça o el Madrid. 

Fabián Escalante, participante activo en la gestación y producción de la saga audiovisual que desató En silencio… alrededor del enfrentamiento entre la CIA y la Seguridad del Estado cubana, ha relatado cómo no fueron los recursos, sino la voluntad política y el involucramiento de importantes instituciones del país, con el trabajo comprometido de grandes artistas, lo que permitió en tiempo récord la concreción de las primeras de aquellas realizaciones que dejaron una huella que llega hasta la actualidad, surgidas de la necesidad de enfrentar una situación ideológica y social particularmente compleja, y cómo repercutieron luego en producciones musicales y editoriales. 

Paco Ignacio Taibo II ha explicado el papel de la cultura en el imaginario épico revolucionario: 

“hay una educación sentimental que es la de tus gustos a través de elementos básicamente culturales, la cual te da la gran columna vertebral del militante, del ciudadano universal con una reflexión política, una visión de la justicia social por delante y la justicia individual por detrás. Entonces, es la cultura la que te abastece de los materiales que van construyendo esta especie de columna vertebral de educación informal, de educación sentimental, que es esencial, porque cualquier adoctrinado podrá decir que el ser social prevalece sobre la conciencia, pero no entenderá lo que es hasta que no lea El Conde de Montecristo; cuando lo lea, ya sabrá de qué estamos hablando.”

Para Taibo II, la capacidad de contar historias a través del audiovisual, merecería que Hollywood fuera la única parte del territorio arrabatado por Estados Unidos a México devuelta a los latinoamericanos. Él afirma que con su trabajo para TeleSur en el serial Los nuestros ha descubierto “que la prolongación del ensayo político, periodístico, la narración, etc., puede ser el formato de la televisión y el documental, si se maneja con la suficiente flexibilidad y no se formaliza”

Pero nosotros, que lo descubrimos antes, parece lo olvidamos. Por eso es tan importante un esfuerzo, y por lo que ya se ha visto, un resultado como LCB: La otra guerra. Nuestros enemigos, a juzgar por su maquinaria de ataque y propaganda, ya se percataron, ¿nos percataremos nosotros? 

(CubAhora)

 

 

 

 

 

 

 




En #LaPupilaTv: Fidel, Allende y las lecciones de Chile (video)

March 18, 2017 8:21, by La pupila insomne

Un diálogo casi  desconocido entre Fidel y Allende, donde el Comandante impresionantemente  adelanta el golpe fascista que se cebará sobre Chile, cómo las becas de la Universidad de Chicago dieron el sustento ideológico al golpe de Pinochet y la música de Ana Tijoux en nuestro programa La pupila asombrada.




La imprescindible necesidad de ser. Por Javier Gómez Sánchez

March 17, 2017 11:15, by La pupila insomne

javiergosanchez09@gmail.com

En días recientes me ha causado satisfacción que el debate revolucionario en nuestra generación política ha superado el ¿Qué es ser revolucionario? Cuestión natural en toda revolución, que no dejó de ser utilizada recientemente por el bando contrario para inducir a confusiones entre nosotros, además de intentar adjudicarse el término.

Ha sido una acción de avance el haber pasado a cuestionarse lo que es ser un no revolucionario y qué actitud política asumir hacia esa posición.

Quisiera entonces humildemente sumarme a esa intención y aportar sobre lo que entiendo por un individuo no revolucionario en la Cuba de hoy:

La primera característica de un no revolucionario es no ser político. A la vez que se tiene una participación política se deja automáticamente de ser un no revolucionario.

Se puede entender que un auténtico no revolucionario es alguien a quien la política ni le va ni le viene, tanto la política contrarrevolucionaria, como muchísimo menos la política revolucionaria.

Aunque es practicada por la mayoría de las personas en todas las sociedades, es una actitud ante la vida y la existencia pública bastante frágil, ya que en un mundo cada vez más globalizado, económicamente vulnerable y por lo tanto políticamente sensible, es muy difícil vivir enajenado de la política.

Por muchas pulgadas que tenga su televisor, por muy alta que sea la reja de su jardín, por muchas plantas que siembre o planchas de zinc que le ponga, por mucho que no quiera abrirle a los fumigadores o envíe a su empleada doméstica, por mucho que tiempo que lleve sin ver la televisión nacional o leer el Granma, o sea, que por mucho que se esfuerce alguien por ser un perfecto no revolucionario y llevar una existencia apolítica, la vida con frecuencia lo pone alguna vez frente a circunstancias políticas.

Los grandes acontecimientos mundiales, como la propia Revolución Cubana, han ocurrido cuando el entendimiento y el interés en la política se trasladan de las minorías que la practican siempre, a una mayoría que periódicamente se siente afectada por esta.

En la Cuba que nos ha tocado vivir ahora, acompañándonos como generaciones biológicas o políticas, esa población de personas que por su forma de existencia es la que considero como no revolucionarias, va en aumento.

Pero reitero que a la vez que un no revolucionario asume una forma de participación política, automáticamente deja de serlo.

Sencillamente porque en la política solo existen dos posiciones, revolucionario o contrarrevolucionario.

La supuesta existencia de una tercera ha sido históricamente, en todas partes, una ilusión. Puede que bajo diversos nombres, pero la existencia y choque de ambos bandos ha ocurrido desde la propia existencia de la polis o sea de la civilización misma.

No debemos avergonzarnos de estar dialogando sobre las mismas cosas que ya han analizado generaciones anteriores, en siglos anteriores, porque cada una debe hacer este análisis ante sus propias circunstancias. Contando en cada caso con la base del pensamiento acumulado por las precedentes, en lo cual la nuestra es sin dudas nacional y universalmente, privilegiada.

Hoy se habla de periodismo y de comunicación como nunca antes, pues jamás habían sido estas herramientas tan poderosas, al llegar a tanta gente de manera tan inmediata.

Creo que en uno mis textos, Las páginas de la Revolución, planteaba yo que hacer periodismo en Cuba hoy es, más que nunca, hacer política. Que el ejercicio del periodismo y de la comunicación está vinculado hoy, por excelencia, al ejercicio de la política. Es por lo tanto asumir una posición política. Entonces es imposible considerar a quien los ejerce en Cuba hoy como un no revolucionario.

Más imposible entonces, es ver la organización de proyectos de comunicación, y la participación en ellos, como algo apolítico, y por lo tanto como no revolucionario.

Entonces llega el momento en este debate en que uno debe buscar eso que se siente cuando las ruedas de un avión tocan la pista.

Porque una parte fundamental del mecanismo de defensa de los individuos encargados de organizar esos proyectos ha sido instalar la idea de que no hay nada malo en ellos, precisamente que no son contrarrevolucionarios, sino pasar como no revolucionarios, y que como tales deben ser tratados, tolerados y hasta respetados.

Ciertamente son muchas las colaboraciones que instituciones y personas independientes practican en nuestro país con entidades extranjeras y organizaciones internacionales, que implican becas científicas, postgrados, doctorados, intercambios y financiamientos.

Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, y creo que capacidad nos debe sobrar para darnos cuenta.

Una buena parte de eso que existe en nuestro país y que con gran acierto se ha llamado ¨masa crítica¨, elevando y categorizando así el concepto de ¨sociedad civil¨, es capaz ya de verlo, mientras otros están poco a poco quitándose el velo que les cubría los ojos.

En un país donde se lleva una tradición de lucha y de conceptualización política como se ha hecho en este, no he visto yo mayor ofensa o intento de tomadura de pelo que cuando han ocurrido cosas como las que hemos presenciado en los últimos tiempos.

Por ejemplo cuando los señores de Cuba Posible intentaron convencer a la comunidad intelectual cubana, incluso a toda (aunque a este nivel no lo lograron) de que no existe nada malo en crear un proyecto de pensamiento político en Cuba con el apoyo de fundaciones como la Open Society de George Soros.

También cuando la Sra. Elaine Díaz pretendió convencernos de que no hay nada malo en recibir una beca en una de las más prestigiosas y costosas universidades de ese país, y luego que como parte de ella le sea entregada una considerable suma de dinero para regresar a Cuba a crear un medio de comunicación.

Y por supuesto cuando el Sr. Fernando Ravsberg, quién con gran dedicación publicitaba a la contrarrevolución tradicional de entonces, dejó de ejercer meramente como corresponsal de un medio extranjero. Convirtió su blog de corresponsal en el medio que lo empleaba hasta entonces, en una página dirigida hacia Cuba, o sea en un medio ¨nacional¨. Y si uno dice que no entiende cómo un corresponsal dirige su trabajo al mismo país desde el cual reporta, entonces el Sr. Ravsberg apela a su derecho a hacer periodismo como un cubano más, dirigiendo hacia nosotros el peor de los periodismos pero vendiéndose como paladín de la profesión. Y el problema se agudiza cuando se piensa, o se repite sin pensar, que el Sr. Ravsberg no es un contrarrevolucionario, sino un inocente no revolucionario.

¿Cuántos corresponsales para medios extranjeros existen en Cuba y son respetados como tales? Muchos. ¿Cuántos de ellos realizan una actividad de influencia política dirigida especialmente al público cubano? Muy pocos, si acaso no es el único.

Pero mejor preguntarse: ¿Cuántos periodistas cubanos, hoy por hoy, en la prensa estatal o independiente, en la impresa o digital, hacen un periodismo mucho mejor, más ético, mas seriamente crítico, mas analítico y más objetivo que el contenido propio que publica el Sr. Ravsberg? Muchos, muchísimos. Entonces basta ya de pedestales.

En esa misma prensa, a la que con razón tanto reprochamos, basta con abrir Granma, Cubadebate, Juventud Rebelde, Trabajadores, para encontrar sin mucho esfuerzo trabajos muy superiores en escritura, en investigación, en dominio del ámbito social, carácter crítico y proyección política que los de la autoría del Sr. Ravsberg.

Como he hablado de aterrizar las cosas, he puesto tres ejemplos concretos y representativos de la neo contrarrevolución, que no deben ser confundidos como no revolucionarios. A través de estos ejemplos se pueden encontrar herramientas que permiten reconocer otros casos similares tanto hoy como en el futuro.

Solo discrepo cuando pienso que el primer deber de un revolucionario no es el de convidar evangélicamente, sino enfrentar a la contrarrevolución y a su patrocinador, el imperialismo, aun cuando sea el de nuevo tipo creado y dejado por la política de Obama. Ya hemos aprendido algunas lecciones de lo que ocurre cuando el discurso cultivado de la ¨no confrontación¨ nos adormece en la corriente.

Uno de los objetivos más perseguidos por la neo contrarrevolución es la de evadir la confrontación de los revolucionarios contra ella. En vez de eso, poner a confrontarse a los revolucionarios entre sí.

El sector artístico e intelectual cubano, desarrollado por las propias políticas culturales de la Revolución, y posibilitado por la existencia del socialismo, es por tradición y por vocación un defensor de la libertad, de la justicia y con una oposición decidida ante la censura. Eso el enemigo ha aprendido a aprovecharlo a su favor, fabricando falsos mártires, cuando realmente estamos muy lejos ya de las prácticas ocurridas en la vida cultural cubana durante el llamado Quinquenio Gris, aunque no ha escatimado esfuerzos repetitivos de crear la idea conveniente de que vivimos en una especie de Eternidad Gris. Como ya he dicho, en las vidrieras de la contrarrevolución se intentan poner productos para todos los gustos, tratándose de fantasmas no dudarán en revivir, sin ninguna buena intención, al sectarismo y a la ¨microfaccion¨.

Un objetivo actual de los grupos políticos contrarios a la Revolución apoyados por los Estados Unidos es, a través de un trabajo sobre el sector intelectual cubano, intentando mantenerlo convencido de su ¨inocencia¨ y explotando su sensibilidad, hacerse de un espacio (como el Sr. Ravsberg); posicionarse dentro del debate político cubano, incluso en las zonas más revolucionarias de este (como la Sra. Elaine Díaz) y cuando no puedan o no les resulta conveniente penetrar en ellas, entonces desacreditarlas, como intentó Cuba Posible en su campaña contra el debate la Conceptualización del socialismo cubano.

Saben perfectamente que siempre existirá un grupo al que no podrán manipular, entonces trabajan desde el espacio obtenido, sobre otras zonas del sector intelectual y revolucionario al que sí logran, al menos durante un tiempo, convencer.

Durante la cobertura y soporte que les brinda ese tiempo, aprovechan para hacer la mayor emisión de comunicación política contrarrevolucionaria posible.

La evolución reciente les ha confirmado que cada vez más rápidamente, amplias zonas a las que habían logrado convencer van dándose cuenta, y primero dejan de defenderlos, luego pasan a cuestionarlos, y finalmente terminan rechazándolos.

Negarle la posibilidad de ¨participación¨ a esos que pretenden participar políticamente contra la Revolución y el verdadero ideal de un mejor socialismo (y reitero lo de ¨verdadero¨ y no el ¨alternativo¨ con el que nos pretenden pasar gato por liebre), es precisamente impedir que la contrarrevolución, en un trabajo e inversión de más de 10 años desde la desprestigiada disidencia tradicional hasta hoy, logre sus objetivos actuales: Instalarse como una voz de Pepe Grillo en nuestras conciencias.

Es cierto que nadie sabe cómo construir el socialismo, y el propio Fidel Castro mencionó una vez en un momento el pretender saberlo como un error, no tanto respecto a nosotros como a la Unión Soviética y sus manuales. Pero no lo repitió constantemente, y si lo repetimos nosotros, en un estribillo que tal vez la contra nos esté componiendo, llegaría a parecer que como nadie, absolutamente nadie, sabe cómo lograr hacer el socialismo, y mucho menos el ideal, entonces es algo irrealizable, y por lo tanto no debemos perder nuestro tiempo dedicándonos a eso. Sería lo que nos ocurriría si quienes dicen tener la verdad sobre el socialismo son los no socialistas. Entonces pasaríamos de seguir manuales soviéticos de cómo hacer el socialismo a leer manuales capitalistas de cómo destruirlo.

Siempre he sido tan inconforme como el que más con los que ponen más fervor en defender la causa palestina o la independencia de Puerto Rico, que el que le ponen a mejorar el socialismo en Cuba, cuando se debe hacer por igual. O los que en una visión extrañamente global, confunden la independencia cómo nación con el ejercicio de nuestra la libertad como nacionales. Así recuerdo haberle escrito una vez a un compañero: ¨Ningún país puede considerarse libre, si sus ciudadanos no se sienten libres¨

Nos ha tocado vivir en este siglo XXI cubano la búsqueda de nuevos derechos y libertades sin perder los que logramos con el socialismo del siglo XX.

No sé cuánto aportará cada revolucionario para eso, pues depende de cada cual. Dudo que a los no revolucionarios les interese aportar algo. Pero sí estoy seguro de que los que no aportarán nada, los que harán por el contrario todo lo que puedan por frustrárnoslo a nosotros y a nuestros hijos, serán los contrarrevolucionarios, esa minoría que desde sus distintos proyectos recibe el apoyo financiero y la difusión del imperialismo y sus aliados.

Reconocer a cada uno de ellos demuestra que en una revolución esa es siempre la cuestión.

De todas, la imprescindible.




¿Le legaremos algo a Fidel? Por Josué Veloz Serrade

March 17, 2017 8:14, by La pupila insomne

El anuncio de la eliminación de la posición común de la Unión Europea, la llegada del primer vuelo de American Airlines, la visita del Rey Emérito Juan Carlos y la de Peña Nieto en medio de los acontecimientos recientes posteriores al fallecimiento de Fidel; no son regalos inocentes ni casuales.

Fidel es un territorio en disputa, habrá muchos Fidel. La reacción tendrá el suyo, la burocracia también. Cada cual se aferrará al Fidel que le sea necesario en el presente que vive. Fidel tendrá que defenderse de Fidel. Su fuerza mística, si no es acompañada en los próximos tiempos de un examen minucioso de su práctica revolucionaria, se volverá inservible para la Revolución y podría servir lo mismo a la socialdemocracia que a una zona de nuestra sociedad que apuesta por un capitalismo a la cubana con una democracia formal vacía. Pero no al proyecto socialista de la revolución cubana como fue el servicio de toda su vida.

Es lógico que nos indignemos por las reacciones irracionales de un grupo de personas, que cuestionan a Fidel a partir de sus historias personales o por el resultado de los momentos más intensos de la lucha de clases. Pero no olvidemos que si una revolución es verdadera, tendrá que enfrentar la complejidad de ambas cosas. Para dar propiedades hay que expropiar, para responder a la guerra, hay que ir a la guerra. Fidel y su generación no filosofaron la Revolución: la hicieron. Cada cual escoge los muertos que le asaltarán en medio de la noche. No creamos que alguien que vive en Noruega, o cerca de la Calle 8 durmiendo con tranquilidad, no haya escogido previamente quién va a morir, de qué muertes se hará responsables y a qué horrores dará la espalda para poder vivir. Mientras no llegue la sociedad futura todos somos cómplices, cada cual decide donde vive su redención o su ilusión de neutralidad.

¿A qué Fidel debiéramos aferrarnos? ¿Cuáles son las lecciones de su conducta? ¿Qué le dicen esas lecciones de su práctica revolucionaria a la Cuba de hoy?

Uno de los aspectos más importantes de su conducta fue la apuesta toda la vida por un proyecto socialista, que pusiera el cambio cultural de las personas en el centro de la práctica revolucionaria. La aparición de los excedentes económicos no eran seguidos de procesos de acumulación capitalista, sino que estos regresaban a la sociedad en forma de programas no solo para la distribución de ingresos, también para operar cambios en las vidas y subjetividades de las personas.

Que algunos de esos programas no se hayan traducido en los rendimientos esperados por cierta visión clásica de la economía puede haber favorecido la idea de que lo más adecuado sería poner en manos del Capital lo que el Socialismo no ha podido ejecutar con eficiencia. El Socialismo no está reñido con la eficiencia, pero esta debe estar subordinada a la justicia social y no al revés.

Las nuevas formas de propiedad que comenzaron a implementarse en los noventa no tienen un valor abstracto, sino que recomponen y configuran una nueva estructura clasista. Es erróneo suponer que se desarrollan las distintas formas de propiedad de manera armónica, porque las relaciones entre clases antagónicas nunca se desarrollan de ese modo. Una cosa es considerar que no queda más remedio que hacer uso de mecanismos del Capitalismo para el desarrollo; otra cosa muy diferente es suponer que el Socialismo se mantendrá intocable en medio de ese escenario. Hay procesos de naturalización que se irán dando sin que ni siquiera se decida que ocurran.

Al mismo tiempo que se asumen otras formas de propiedad, se debe buscar el modo de que aquellas de contenido socialista estén cada vez más en posibilidad de disputar la hegemonía. A su vez, ello implica cuestionar el supuesto de que la propiedad estatal es por su esencia socialista, cuando lo que define la intensidad de lo socialista es la dimensión de la relación humana que el sujeto produce en el trabajo y, en igual sentido, el lugar que ocupan sus decisiones en la producción.

Él entendió y practicó un poder revolucionario fuerte. Este incluye crear una fuerza material lo suficientemente contundente como para garantizar la defensa de lo conquistado. Un proyecto revolucionario que deje intactas las fuerzas materiales que acompañan al Capital, está condenado a verse limitado en el mejor de los casos. En el peor, con el tiempo desaparece o es reducido a sangre y fuego con regímenes de seguridad nacional o de otro tipo. Al mismo tiempo que se crea esta fuerza material en forma de ejército popular,el poder revolucionario tiene que asumir la creación de un poder paralelo o endógeno que despliegue la sociedad de nuevo tipo. Para ello hay que desatar la mayor cuota de creatividad posible.

Él y su generación se dieron cuenta que solo la austeridad personal y la entrega desinteresada unidas a la creación y profundización de una conciencia revolucionaria, pueden garantizar la mayor cuota de consenso. Al interés por las aspiraciones populares hay que unir la integridad a toda prueba unida a la aparición de una subjetividad de nuevo tipo. La corrupción que combatieron, proveniente de la república burguesa, la entendieron como un resultado de las exigencias del sistema de dominación capitalista y no solo por una cuestión de honestidad. La lucha contra la corrupción es un componente esencial del cuestionamiento a la sociedad anterior. En los momentos más difíciles solo se puede mantener el consenso de millones de personas a través de la consagración a principios esenciales.

Por otro lado, para él se hacía esencial la unidad en el campo revolucionario. Esa unidad se teje minuciosamente, combinando flexibilidad con diseños de consenso que incluyan la mayor discusión posible, el ejercicio de un poder subordinado a la revolución misma y no al revés. Lo cual hace que no sea una nomenclatura, o un individuo, quien defina al enemigo, sino que esa definición es un resultado de la lucha política.

La práctica internacionalista en él, es una escuela para los revolucionarios, el modo en que cada sujeto puede participar de la lucha mundial frente a la explotación despiadada del Capital. Este internacionalismo tiene que hacerse, además, primando el sacrificio personal y no los beneficios que de él se deriven a nivel material. Solo así, en la persona que lo practica, se producen los cambios donde renuncia a su cuota de narcisismo nacional.

Mostró que la paz no es una abstracción. Vale la paz que se acompaña de justicia social y de independencia. La verdadera paz, sin entrar a analizar el método específico por el que se le obtiene, solo puede ser a través de la lucha. La paz que ofrece la dominación es una escena ilusoria, donde queda la mesa servida para que el estado siga asesinando en la sombra mientras combina esto con camisas de blanco y discursos patrioteros.

En su práctica, ninguna problemática de la dominación actúa por aislado; todas las dominaciones específicas son formas de expresión del dominio del Capital. Pudo haber dominación de la mujer antes del capitalismo, pero aquella asume contenidos específicos en la hegemonía del Capital. Incluso cuando aparentemente se le libera.

La lucha contra el imperialismo, en su prédica, es una lucha frente a los Estados Unidos pero le trasciende: es esencialmente una lucha contra el sistema de dominación imperial. El antiimperialismo es una necesidad de todo proyecto socialista; y a su vez solo la lucha por el socialismo le otorga un contenido particular que no estaba dado en otras formas de antiimperialismo. Podríamos decir que el socialismo es la fase superior del antiimperialismo, pues trasciende la dominación de un país en específico sobre otro y llega hasta la dominación que se ejerce por los poderes financieros internacionales, a través del Banco Mundial, el FMI y de otros mecanismos menos visibles. El sistema de dominación imperial incluye hasta a los países de los llamados “estados de bienestar”. Por ello es una ilusión pensar que a Cuba le pueda corresponder una especie de “socialismo nórdico” o de “estado de bienestar” pues está en la órbita de los países subdesarrollados.

Ahí es donde aparece otro elemento fundamental en su pensamiento: el subdesarrollo no es una fase del desarrollo de un país sino que es una de las funciones del desarrollo. No puede existir la tranquilidad económica de las economías del primer mundo sin la opresión y subdesarrollo de la mayoría del mundo. Incluso, si Cuba se desarrollara en el modo de los estados de bienestar general sería solo si entra dentro del sistema de la normalidad capitalista que le rodea.

En sus críticas contra la democracia formal declarativa y en abstracto, esta es una farsa utilizada por la dominación mientras el Capital tiene la vía libre para actuar. Cualquier democracia real, cualquier cuota de justicia ganada, solo es posible a través de la lucha, no las produce un republicanismo leguleyo. Sola, la revolución cubana pudo trascender los límites de la democracia que venía como tradición. Cualquier forma de democracia política en profundidad que se realice en Cuba, debe tomar la tradición de la revolución cubana para trascenderla y dotarla de nuevos contenidos; pero esto debe hacerse al mismo tiempo por oposición a las formas democráticas al uso en el mundo.

Se dio cuenta, y lo llevó a la práctica, que las revoluciones se ven obligadas a crear instituciones de nuevo tipo con contenidos específicos e identidades propias, subordinadas al proyecto socialista. Estas instituciones, a la vez que garantizan la defensa frente a las adversidades, tienen que generar relaciones de nuevo tipo. Tienen que ser cuestionadas de manera permanente si quieren conservar su hegemonía, o crearla ahí donde hubiera retrocesos. El liderazgo en este contexto funciona como una especie de poder paralelo, que interpela constantemente a la institucionalidad cuando esta pierde vínculo con los sectores populares.

Para él se disputa el socialismo en todos los espacios de la sociedad, no en una parte o en alguno de ellos en específico. Eso no quiere decir que se haga en todos los órdenes del mismo modo. Pero no es como si se pudiera pretender que se defiende una parte conquistada y se entrega otra. No podemos amurallarnos en las “conquistas históricas”; tenemos que intentar profundizarlas, llevarlas más allá, por oposición a reformarlas o hacerlas más viables desde el punto de vista puramente económico, y realizar otras que no estaban anteriormente. Si la revolución no va más allá de sus límites, si no se plantea impugnar los moldes establecidos y no lo realiza en la práctica, no podrá defender ni lo conquistado.

Si convertimos a Fidel en algo tan suave, tan humano, tan cálido, sin hacer énfasis en su personalidad de revolucionario capaz de subvertir los moldes establecidos, lo podremos volver inservible. Él asumió el destino agónico de los verdaderos revolucionarios, y como tal tenía que fabricarse adversarios. No nos conviene que se quede sin adversarios. Ojalá en los próximos años no lo castiguen con un Premio Nobel del la Paz. El entendió que la “guerra era la paz del futuro”. Siempre entendió que la lucha tenía que estar asociada a la movilización de masas, la guerrilla era la vía para desatar las fuerzas del pueblo en el momento indicado. Cuando dijo, en medio de una nueva coyuntura, que ningún problema podía resolverse por la vía de las armas dijo al mismo tiempo que el método de luchas tenía que ser fundamentalmente la movilización de masas. Nos dijo no usar las armas en un cambio de coyuntura, no que dejáramos de luchar. ¿Quiere la paz? luche por ella, eso fue lo que dijo al mundo de los oprimidos.

Hay que analizar cada elemento de su pensamiento y de su práctica, las circunstancias que le rodearon y los límites de esa propia práctica. Si uno analiza en profundidad la cantidad de factores en juego durante todos estos años y las decisiones en medio de los distintos escenarios, se da cuenta que la única manera de aprender tenía que ser equivocándose. Ahora, idealizarlo sería invalidarlo y no respetar su voluntad de no querer estatuas.

La relación pueblo-líder-partido tiene peculiares características en su ejecutoria, pero tiene también su límite. Se hace necesario generar estructuras nuevas, o que se reinventen las ya existentes cuando sea posible. En el imaginario colectivo circulaba la idea: “si Fidel se entera”, “si Raúl se entera”: una forma de escape subjetivo donde la gente se refugiaba ante la ausencia de un proceder democrático. Por esta vía se personaliza el control popular de una manera condenada a fracasar. Debe buscarse la manera en que todo sea sometido al control popular socialista más profundo, mientras que al mismo tiempo se garantiza el poder conquistado. Y tienen que ser las dos cosas a la vez.

Cuando Fidel y sus compañeros llegaron al poder, se vieron obligados a inventar, a crear. Ni cuando durmieron ellos más cerca de los manuales, pudieron dejar de ser subversivos. Claro que se equivocaron en algunas cosas; no nos preocupemos: ya tendremos nosotros nuestras propias equivocaciones si no las tuvimos ya.

Pero ahora tenemos un acumulado cultural, que no existía cuando recorría todo el país la Caravana de la Victoria. Se crearon instrumentos para subvertir la práctica que no existían previamente. Él y sus compañeros de lucha no se tomaron un cafecito mientras depuraban su estilo a lo Mañach1, sino que se impusieron la agonía de la travesía sin ninguna certeza.

No tuvieron tiempo ni siquiera para analizar la distancia entre su tiempo y el nuestro, para ellos el tiempo fue siempre de la misma violenta intensidad. No pudieron sobrevivir como el abate Sieyes2 en los márgenes de una Revolución enorme. Enfrentaron la agonía de su época y tuvieron que pelear y unir a la gente al mismo tiempo.

Es cierto que Fidel nos legó mucho. Nosotros, los que queremos defender y profundizar el proyecto socialista de la revolución abrazados a Calibán y frente a Próspero y Ariel,3 ¿le legaremos algo a Fidel?

Notas

1. Participante en la Protesta de los Trece. Fue, además, miembro importante del grupo Minorista; pero la radicalización del movimiento de jóvenes encabezados por Villena y bajo el influjo de la labor revolucionaria de Mella, hace que sus caminos se vuelvan cada vez más opuestos a los de Jorge Mañach. La revolución cubana del 30 hará ya irreconciliables al núcleo de Roa, Pablo de la Torriente Brau, y el mismo Villena, con la figura de Mañach. Terminará incluyéndose en el campo de la reacción y oponiéndose, después de 1959, a los presupuestos de la revolución cubana. Ver en: http://www.ecured.cu/Jorge_Mañach

2. Fue una figura importante dentro de la Revolución Francesa de 1789. Su obra intelectual condenaba los privilegios del antiguo régimen y tuvo una participación importante en la redacción de los Derechos del Hombre y el Ciudadano. La radicalización de la Revolución lo llevó a defender posturas más moderadas, desde el liberalismo. Hizo una contribución importante para la llegada de Napoleón Bonaparte al poder y terminó integrándose a las estructuras creadas por este. Ver: “El Abate Sieyes”. En: http://www.bdigital.unal.edu.co/42037/1/12066-30510-1-PB.pdf

3. Personajes presentes de La tempestad, pieza teatral escrita por William Shakespeare. Calibán representa junto a Próspero el par dominado- dominador. Próspero representa en esta lectura la modernidad capitalista, que puede estar contenida en las contradicciones culturales propias de la transición socialista. Ariel es la representación de la sabiduría y de la inteligencia, su romanticismo y representación de la razón pueden ser asociados al lugar que ostenta dentro de una sociedad el trabajo intelectual. Ver: Roberto Fernández Retamar: “Calibán: Apuntes sobre la Cultura Nacional”: http://www.literatura.us/roberto/caliban3.html

Josué Veloz Serrade es Ms. C Psicología Clínica, Profesor del Programa FLACSO-Cuba y de la Facultad de Psicología en la Universidad de la Habana. Es colaborador de la Cátedra Gramsci del Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello.

Fuente: http://www.caimanbarbudo.cu/articulos/2016/12/le-legaremos-algo-a-fidel/




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