El suceso aconteció hace ya varios años, pero recién ahora es que se reconoce en modo encubierto. A través de figuras del gobierno, que demandan mantener su anonimato, se expresa que EEUU e Israel desarrollaron y usaron “Stuxnet” y “Flame”, dos ciberarmas dirigidas para atacar y dañar sistemas informáticos y tecnológicos de un país que les resulta “enemigo”, Irán. Es decir, a partir de ahora ya no se puede decir que el “malware” que reciben nuestras computadoras personales, o el de las empresas u organizaciones donde trabajamos, ni la de los gobiernos del mundo, es producto de la mente de algunos “jóvenes desadaptados”, ni del trasnocho de algún estudiante de informática. Tampoco podremos asegurar de inmediato que lo creó un anarquista o un terrorista solitario en algún sótano abandonado de una ciudad. Habrá que añadirle a todas esas hipótesis, que nuestro perjuicio podría ser el producto de un esfuerzo deliberado de algún gobierno del planeta, que aún conociendo que su ciberarma se le sale de control, autoriza seguir con la operación de infectar y dañar a muchos, con tal de que caiga también su enemigo. Habrá que pensar que tal vez, el gusano que nos obliga a formatear e instalar de nuevo, nuestro computador portátil o teléfono inteligente, viene de un proyecto financiado con nuestros propios impuestos. Que no tenemos a quien quejarnos, ya que las ciberarmas no están aún reguladas. Que si ni un estado puede acudir a la ONU diciendo que ha sido un ataque a su soberanía, ya que tal materia no es considerada aún como un acto de guerra, menos podremos nosotros acudir a que nos defiendan. Alberto Salazar
la caja de Pandora de la ciberguerra
7 de Junho de 2012, 21:00 - sem comentários ainda | No one following this article yet.
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