Blog de la Associación Nacional de Cubanos Residentes en Brasil - José Martí - Blogoosfero
¿Quién gobierna en Cuba?
2 de Setembro de 2015, 22:07Escrito por Giusette León García/CubaSí
CubaSí conversó con algunos de los delegados de circunscripción de la ciudad de Matanzas, territorio por donde comenzó la experiencia del Poder Popular hace décadas
Hay mucha gente preocupada por la democracia en Cuba, casi todos viven fuera de la isla, sean o no naturales de ella. Con mejores o peores intenciones, pero es, indiscutiblemente, un tema con mucho “swing” y mucho “misterio”, basta googlear “democracia cubana” y se encuentra toda clase de opiniones, oficiales y divergentes.
La muy socorrida Wikipedia, por ejemplo, recoge: “El sistema político de Cuba ha sido, desde el triunfo de la Revolución Cubana (1959), el de una democracia popular…”, no sin antes aclarar que “existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de este artículo o sección”.
La democracia, poder del pueblo por su origen etimológico, se ha convertido en el pollo del arroz con pollo de importantes debates sobre la actualidad de la mayor de Las Antillas, sin embargo, casi nadie se fija en la coincidencia entre los vocablos griegos y los castizos términos con que se denomina el sistema de gobierno en Cuba: Poder Popular.
El gobierno en Cuba se organiza desde los barrios, escalonadamente, en circunscripciones, consejos populares, consejos de la administración municipales, provinciales, hasta conformar las instancias nacionales. CubaSí conversó con algunos de los delegados de circunscripción de la ciudad de Matanzas, territorio por donde comenzó la experiencia del Poder Popular hace décadas, para saber quiénes son, por qué y cómo ejercen su mandato.
Mari: “Acepté ser delegada para ver si existen cambios”
Mari es educadora de círculo infantil, a los 44 años vive con sus hijos, un joven y una pequeña que cursa el segundo grado, pero se atrevió a asumir el cargo de delegada de circunscripción con mucha voluntad. ¿Por qué?
“Para ver si existen cambios, ya que en estos años atrás no hemos visto ningún cambio ni ninguna transformación, hemos estado estancados en lo mismo y la gente que estaba en el mandato anterior no ha sabido dar el paso al frente como debe ser, hacía falta más atención a los electores, que eso había decaído, y resolver los problemas hasta el final, no hablar por hablar, sino resolverlo todo y dar una respuesta que convenza a los electores. Y eso es posible lograrlo si uno se lo propone, por ejemplo, yo logré que abriera la casilla de Velarde y Dos de Mayo, que hace años estábamos en eso y no se resolvía, era falta de gestión.
A veces los mismos delegados tienen falta de interés, falta de comunicación. Debes saber que si aceptas, tienes que dedicarle tiempo hasta que llegues a una solución, porque no es ir por ir, es ir y resolver; por ejemplo, estoy ahora con el agua y voy a insistir hasta que me den una respuesta”.
¿Cuáles son los principales obstáculos que encuentra un delegado?
Realmente yo no he tenido problemas, porque me liberan del trabajo el tiempo que sea necesario. Resolver los problemas de los electores es complicado a veces, hay cosas que no están en las manos de uno, por ejemplo, la vivienda, pero uno hace las gestiones, y hasta ahora en todas las empresas o instituciones donde he ido me han atendido y me han dado respuesta.
¿Y las mayores satisfacciones?
Que el pueblo se sienta complacido con la ayuda que yo le pueda prestar, ya que es un trabajo de mucha responsabilidad. Yo me he propuesto levantar la imagen del delegado, que ha decaído de tiempos atrás; lo que quiero es dejar un trabajo encaminado…
Maykel: “A veces encuentras mucha burocracia, pero al final te tienen que atender”
Con 38 años, Maykel es cuentapropista; lo puedes encontrar por las calles de su barrio vendiendo dulces o conversando con algún elector. Él no tiene jefe que le justifique las ausencias, ni compañero que se las cubra; tiene que hacer malabares para atender el negocio y el cargo. ¿Por qué aceptó meterse en este “rollo”?
“Acepté porque el pueblo me eligió y eso implica un reto y mucha responsabilidad, a los cuales no estaba adaptado, pero di el paso al frente porque me siento comprometido con el pueblo que me eligió”.
¿Y los obstáculos? ¿Tu condición de cuentapropista y el hecho de que no seas militante del PCC te han afectado?
El peloteo es el mayor obstáculo. Al final tú eres el delegado y te tienen que atender y darte una respuesta, pero a veces cuesta mucho, porque te pelotean demasiado, a veces encuentras mucha burocracia, llegas a una empresa y el director está reunido, no te puede atender, tienes que ir en otra ocasión, pero bueno, al final hasta ahora siempre he logrado que se me dé una respuesta al problema o la propuesta que llevo.
En cuanto a lo otro, fui elegido por el pueblo; que no soy militante del PCC y que soy cuentapropista no tuvo nada que ver en ningún momento, ni en mi relación con las instituciones. Yo soy un representante electo por el pueblo, y como tal se me respeta.
¿Satisfacciones?
Son muchas, porque me queda el orgullo y el consuelo de que pude resolver algunos problemas, no todos, pero algunos, de mis electores, y sintiéndose contentos ellos.
Marta: “Los delegados somos la cara visible de la democracia”
Marta es funcionaria de una empresa estatal, con poco más de 50 años aceptó el reto. ¿Por qué?
“Primeramente porque fue el pueblo el que decidió que yo fuera delegada, así que es un mandato del pueblo, ellos consideraron que yo tenía condiciones para ejercer este cargo y yo no podía defraudar a esa gente que confió en mí”.
¿Cuánto le ha revolucionado la vida?
“Mucho, aparte de que no tengo un horario habitual de ocho a cinco, a cualquier hora tengo que trabajar, están la casa, mis hijos, mi esposo y, por supuesto, esto es una tarea extra, pero tengo que cumplir con los electores, yo soy el vínculo entre ellos y los organismos sobre los que ellos tienen inquietudes, solicitudes que hacer, y me toca ser el puente, la cara del pueblo ante esos organismos y esas instituciones”.
¿Qué me dice sobre los obstáculos?
“Fundamentalmente está en las respuestas que los organismos puedan dar al reclamo de la población, por múltiples razones, desde problemas objetivos, carencias, cosas que no hay y no se puede dar una respuesta positiva, hasta problemas subjetivos que frenan este trabajo que tienen que hacer los delegados. A mí no me ha tocado eso hasta ahora, pero sé que pasa, porque yo era parte de la democracia en Cuba antes de ser delegada, aquí todos lo somos, pues desde que llegas a la mayoría de edad estás en un listado electoral y se te reconoce de oficio tu derecho a ejercer esa democracia.
“Otro tema es la participación del pueblo, de los electores, en la solución de los problemas, porque no es solo pedir, pedir, pedir, sino hay que dar también, la necesaria motivación que tiene que tener el pueblo para participar en las soluciones de los problemas. En la medida que se involucra el pueblo, todo sale más pronto, porque somos más pensando y trabajando, y también hay un sentido de pertenencia y todo avanza mejor. La búsqueda de soluciones a los problemas tiene que ser conjunta, porque el delegado solo no es mago. Pienso que ese sentido sí hay que rescatarlo, porque es la única forma en que podemos seguir avanzando”.
¿Y qué satisfacciones recibe?
La primera es lograr en un momento dado poder dar una respuesta positiva a ese reclamo del elector, sea con la solución que él espera, o por lo menos después de buscar, orientar, dar una respuesta satisfactoria que la persona pueda entender. Lo que no puede existir es la ausencia de información, o no hacer llegar una respuesta negativa de la mejor forma, y la satisfacción mayor es que la gente reconozca ese trabajo que tú estás haciendo y al que tú estás poniéndole todo el empeño. Nosotros somos la cara visible de la democracia; en la medida en que trabajemos bien o mal, haremos visible y viable esa democracia que sí existe en Cuba.
Relaciones Cuba-EE.UU.: ¿El cuartico está igualito?
27 de Agosto de 2015, 22:08Escrito por Yuris Nórido/CubaSí
Fachada de la embajada de Estados Unidos en Cuba
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los EE.UU. marca un hito en la política hemisférica. Pero, ¿qué cambia para los ciudadanos «comunes y corrientes» de este país?
En la flamante Embajada de los Estados Unidos de América en La Habana ondea hace varios días la bandera de las barras y las estrellas. La noticia recorrió el mundo. Las grandes televisoras internacionales, los medios impresos y digitales le dedicaron grandilocuentes titulares.
No era para menos. El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos (no puede hablarse todavía de «normalización») marcó un hito en la política del hemisferio.
Después de más de medio siglo de distancia y encontronazos, el gobierno de la mayor potencia del mundo asumió que la confrontación directa no era el camino más adecuado, que no servía a sus intereses nacionales ni —reconocieron— a los del pueblo cubano.
Los «intereses nacionales» del gobierno de los Estados Unidos no coinciden necesariamente con los intereses del pueblo y el gobierno de Cuba. Pero ese no es el tema de este comentario. Convengamos en que la decisión es positiva, pragmática, histórica. Y como afirma el mismísimo Secretario de Estado norteamericano, no es un favor que nos hacen o que hacemos.
Está claro que el acontecimiento constituye un «antes y un después» en las relaciones regionales, en el juego diplomático de este lado del mundo. Algunos periódicos y analistas llegaron a afirmar que había terminado la Guerra Fría en América.
El hecho de que representantes de los dos países se sienten en la misma mesa a discutir diferencias y a buscar soluciones ya es un gran paso de avance, incluso en el caso de que las soluciones tarden.
Hay muchos ámbitos en que los dos países pueden colaborar más efectivamente usando el marco recién estrenado: lucha antidrogas, ayudas a terceros países, protección del medio ambiente y sus recursos, prevención de desastres naturales…
Pero, para la gente «común y corriente», ¿qué ha cambiado después de las ceremonias de izado de las banderas en las respectivas capitales?
En los alrededores de la embajada en La Habana, Marta es tajante: «Muy poco, casi nada». Ella tiene cita en la sede diplomática para gestionar un viaje a los Estados Unidos que le han negado tres veces. «Confío tener suerte ahora. Antes nunca les he parecido idónea, creen que soy una posible emigrante».
—¿Cree que el nuevo contexto le sea propicio?
—Yo no pierdo la esperanza, pero creo que el cuartico está igualito. La misma cola, los mismos trámites, el mismo trabajo para llegar aquí y que te traten con tan poca consideración. Yo me he sentido muy humillada en estas oficinas, pero insisto porque quiero ir a visitar a mi sobrina, a quien crié desde que era una niña. Ojalá que Obama se dé cuenta y cambie las cosas de verdad.
A su lado, Reinaldo, de 40 años, es menos optimista: «Puede que Obama venga a La Habana, pero los modos de ellos no van a cambiar. Estados Unidos tiene relaciones con todos los países de América Latina y en todas las embajadas tratan a los que quieren viajar allá igualito. Para ellos todo el mundo es un posible emigrante».
Marta y Reinaldo parecen conscientes de una circunstancia que al parecer no cambiará a corto o mediano plazo: la política migratoria de los Estados Unidos, en su relación con Cuba, está intacta. Ni siquiera está en la mesa de negociaciones.
Un obstáculo sigue en pie: el bloqueo económico y financiero (el embargo, según el gobierno de los Estados Unidos). El presidente Obama puede modificar algunos aspectos de su aplicación, pero solo el Congreso tiene la autoridad para abolirlo. Y ese, a todas luces, no es un tema prioritario en la agenda del Congreso, ni están creadas ahora mismo las condiciones para tramitar el desmantelamiento de esa política.
En la clausura del más reciente Festival Nacional Aquelarre, un popular humorista bromeaba con la posibilidad de que se pudieran vender McDonald´s en La Habana. Y el reconocido cantautor Virulo vislumbraba en su más reciente disco una venta de Coca Cola «por la libreta».
Son chistes, obviamente, ligados a esa inocente y tan extendida idea de que los estadounidenses pueden resolver de un día para otro los problemas de abastecimiento en la isla. Lo que está claro es que con el bloqueo en pie no habrá McDonald´s en Cuba, y no habrá créditos para importar más productos de los Estados Unidos que no puedan ser comprados en efectivo. Tal y como eran las cosas antes del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países. Como dice Marta: el cuartico está igualito.
Todavía los ciudadanos norteamericanos no pueden viajar libremente a Cuba, así que el tan anunciado boom del turismo no tiene fecha ni concreción inmediata. Una avalancha de turistas estadounidenses sí podría influir —para bien o para mal— en las rutinas de muchos cubanos. Pero el aumento de las visitas todavía no es lo suficientemente impactante. Tiempo al tiempo.
Semanas después de la apertura de embajadas, la cotidianidad de los cubanos no ha experimentado cambios relevantes. Parece, sencillamente, otro collar para el mismo perro.
No se puede minimizar el alcance de las negociaciones por venir, ni subestimar la capacidad ejecutiva de Obama (tampoco se puede asumir que el proceso por la normalización es irreversible), pero no estaría de más reducir expectativas.
De las potencialidades y los retos de estos nuevos nexos todavía hay que escribir. Y ver para escribir.
No era para menos. El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos (no puede hablarse todavía de «normalización») marcó un hito en la política del hemisferio.
Después de más de medio siglo de distancia y encontronazos, el gobierno de la mayor potencia del mundo asumió que la confrontación directa no era el camino más adecuado, que no servía a sus intereses nacionales ni —reconocieron— a los del pueblo cubano.
Los «intereses nacionales» del gobierno de los Estados Unidos no coinciden necesariamente con los intereses del pueblo y el gobierno de Cuba. Pero ese no es el tema de este comentario. Convengamos en que la decisión es positiva, pragmática, histórica. Y como afirma el mismísimo Secretario de Estado norteamericano, no es un favor que nos hacen o que hacemos.
Está claro que el acontecimiento constituye un «antes y un después» en las relaciones regionales, en el juego diplomático de este lado del mundo. Algunos periódicos y analistas llegaron a afirmar que había terminado la Guerra Fría en América.
El hecho de que representantes de los dos países se sienten en la misma mesa a discutir diferencias y a buscar soluciones ya es un gran paso de avance, incluso en el caso de que las soluciones tarden.
Hay muchos ámbitos en que los dos países pueden colaborar más efectivamente usando el marco recién estrenado: lucha antidrogas, ayudas a terceros países, protección del medio ambiente y sus recursos, prevención de desastres naturales…
Pero, para la gente «común y corriente», ¿qué ha cambiado después de las ceremonias de izado de las banderas en las respectivas capitales?
En los alrededores de la embajada en La Habana, Marta es tajante: «Muy poco, casi nada». Ella tiene cita en la sede diplomática para gestionar un viaje a los Estados Unidos que le han negado tres veces. «Confío tener suerte ahora. Antes nunca les he parecido idónea, creen que soy una posible emigrante».
—¿Cree que el nuevo contexto le sea propicio?
—Yo no pierdo la esperanza, pero creo que el cuartico está igualito. La misma cola, los mismos trámites, el mismo trabajo para llegar aquí y que te traten con tan poca consideración. Yo me he sentido muy humillada en estas oficinas, pero insisto porque quiero ir a visitar a mi sobrina, a quien crié desde que era una niña. Ojalá que Obama se dé cuenta y cambie las cosas de verdad.
A su lado, Reinaldo, de 40 años, es menos optimista: «Puede que Obama venga a La Habana, pero los modos de ellos no van a cambiar. Estados Unidos tiene relaciones con todos los países de América Latina y en todas las embajadas tratan a los que quieren viajar allá igualito. Para ellos todo el mundo es un posible emigrante».
Marta y Reinaldo parecen conscientes de una circunstancia que al parecer no cambiará a corto o mediano plazo: la política migratoria de los Estados Unidos, en su relación con Cuba, está intacta. Ni siquiera está en la mesa de negociaciones.
Un obstáculo sigue en pie: el bloqueo económico y financiero (el embargo, según el gobierno de los Estados Unidos). El presidente Obama puede modificar algunos aspectos de su aplicación, pero solo el Congreso tiene la autoridad para abolirlo. Y ese, a todas luces, no es un tema prioritario en la agenda del Congreso, ni están creadas ahora mismo las condiciones para tramitar el desmantelamiento de esa política.
En la clausura del más reciente Festival Nacional Aquelarre, un popular humorista bromeaba con la posibilidad de que se pudieran vender McDonald´s en La Habana. Y el reconocido cantautor Virulo vislumbraba en su más reciente disco una venta de Coca Cola «por la libreta».
Son chistes, obviamente, ligados a esa inocente y tan extendida idea de que los estadounidenses pueden resolver de un día para otro los problemas de abastecimiento en la isla. Lo que está claro es que con el bloqueo en pie no habrá McDonald´s en Cuba, y no habrá créditos para importar más productos de los Estados Unidos que no puedan ser comprados en efectivo. Tal y como eran las cosas antes del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países. Como dice Marta: el cuartico está igualito.
Todavía los ciudadanos norteamericanos no pueden viajar libremente a Cuba, así que el tan anunciado boom del turismo no tiene fecha ni concreción inmediata. Una avalancha de turistas estadounidenses sí podría influir —para bien o para mal— en las rutinas de muchos cubanos. Pero el aumento de las visitas todavía no es lo suficientemente impactante. Tiempo al tiempo.
Semanas después de la apertura de embajadas, la cotidianidad de los cubanos no ha experimentado cambios relevantes. Parece, sencillamente, otro collar para el mismo perro.
No se puede minimizar el alcance de las negociaciones por venir, ni subestimar la capacidad ejecutiva de Obama (tampoco se puede asumir que el proceso por la normalización es irreversible), pero no estaría de más reducir expectativas.
De las potencialidades y los retos de estos nuevos nexos todavía hay que escribir. Y ver para escribir.
La Revolución dignificó a la mujer cubana
23 de Agosto de 2015, 22:25Sentada en el portal de su casa, Cresencia Bejerano Sánchez saluda a cuanto transeúnte se encuentra con ella a su paso por el consejo popular El Cuajaní, en el municipio de Viñales, rodeado de mogotes y cultivos.
De apariencia humilde y rostro con arrugas -cual testigos del tiempo-, esta mujer de 94 años de edad no repara en acoger en su nueva vivienda a quienes llegan.
Y es que hoy disfruta de las comodidades de un hogar construido por el Estado cubano tras el derrumbe total de su morada anterior, como consecuencia de los azotes del huracán Gustav en 2008 por esa zona de la geografía pinareña, donde no le quedaron “ni los taburetes”.
Panel solar para las labores domésticas, cuartos amplios y baño y cocinas confortables, se suman a la garantía de contar con un consultorio del médico de la familia en las cercanías, así como los servicios de comercio.
Cresencia no pierde la oportunidad de recordar los horrores vividos antes de 1959, periodo en el cual tuvo que trabajar muy duro para ayudar a su madre al sostén de la familia, y la pobreza y el hambre eran huéspedes constantes en su entorno.
Explicó que cuando niña su padre enfermó y permaneció siete años encamado, por eso ella y sus hermanos se incorporaron a las labores agrícolas desde jóvenes o ayudaban a su progenitora en la escogida de tabaco.
Con la voz entrecortada y visiblemente emocionada, aseveró que muchas veces también pidieron limosnas para comer, pero sus tres hijos disfrutaron de una vida diferente con las bondades de la Revolución cubana, que ofreció escuelas y salud gratuitas.
“La Revolución nos dio alegría de vivir y zapatos; cuando me puse los míos, no me los quité más- acotó-; pero también dignificó a la mujer cubana, que cada año celebra con regocijo un nuevo aniversario de su organización: La Federación de Mujeres Cubanas.
A pesar del deterioro de su salud, Cresencia conserva su espíritu jovial y la lucidez de sus pensamientos; y con la misma cordialidad con que acoge a los visitantes, los despide cada día, sin faltar las bendiciones y la invitación a un próximo encuentro en su vivienda de El Cuajaní.
Tomado de AIN
Ileana Ros-Lehtinen: ¿Conspirando hacia Venezuela?
20 de Agosto de 2015, 22:57por Nicanor León Cotayo
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, reveló que, junto a su carnal Marco Rubio, estuvo mezclada en actos vandálicos sucedidos allí durante 2014.
“Lo dicho por Maduro es otro intento de distracción para llevar la atención lejos de la crisis que vive el país” afirmó la congresista.
Ros-Lehtinen trató así de restar fuerza a la acusación del mandatario que la desenmascaró vinculada al suministro de fondos para la ultraderecha nativa.
Según ella, “los venezolanos” saben que sus dificultades económicas internas son ajenas a un complot fraguado en el exterior.
Además atacó al presidente Obama por no hacerse eco de sus campañas respecto a supuestos atropellos que se efectúan en el país suramericano.
"Es desgarrador que no haya añadido más nombres (de funcionarios chavistas) a la lista de infractores, para que se les niegue la entrada a los Estados Unidos”, puntualizó.
Sin embargo, por lo general la vida de Ileana Ros-Lehtinen corrobora su pública adhesión a jugarretas y a su generosa relación con terroristas.
Baste mencionar algunos ejemplos, entre muchos, para garantizarlo.
El casi increíble espectáculo de su vehemente defensa al terrorista Orlando Bosch Avila cuando a finales de la década del 80 del siglo pasado Washington trató de expulsarlo de Estados Unidos por sus reiterados actos terroristas.
El seis de octubre de 1976, Bosch, junto a Luis Posada Carriles, destruyeron en pleno vuelo un avión civil cubano donde viajaban 73 personas.
Pero además, la señora Lehtinen ha fungido sin el menor recato como “madrina” de otros malhechores al servicio de la política contra La Habana, al estilo de Rodolfo Frómeta Caballero, jefe de la pandilla Comando F-4.
Asimismo de otro de similar pinta, Eduardo Arocena Pérez, aún cuando ella ha formado parte del Congreso de los Estados Unidos.
Su hoja de servicios incluye además la complicidad exhibida en el secuestro del niño cubano Elián González, hecho que repudiaron millones de estadounidenses.
Mención aparte alcanza uno de los responsables del golpe de Estado en Honduras, el dictador Roberto Micheletti, a quien, cuando había sido aislado en casi todo el planeta, ella visitó, le llamó “presidente” y justificó la asonada.
No puede faltar, a la hora de caracterizar a Ileana, la escenificación que montó en el Capitolio de Washington para acusar sin pruebas a cubanos “enviados por el régimen de Castro” de haber torturado en Vietnam a 19 pilotos estadounidenses.
Correspondió al entonces presidente William Clinton, a través de una simple y no muy difundida nota de prensa, deshacer el embuste.
Su permanente enlace con quienes financian y dirigen a titulados “disidentes” que alquilan en Cuba es muestra inequívoca de una causa vacía y frustrada.
La actual normalización de lazos diplomáticos entre La Habana y Washington les propina un golpe que los mantiene hondamente anonadados.
Con esa apretadísima y generosa muestra de antecedentes, ¿puede alguien dudar que doña Ileana forma parte del actual complot hacia Venezuela?
De existir quedan gruesos archivos, desde su infancia cuando familiarmente le decían Lily, hasta el presente, capaces de revelar asuntos muy interesantes.
(Tomado de CubaSí)
Editado por Maria Calvo/RHC
Inauguran exposición de plástica cubana en Brasil
20 de Agosto de 2015, 22:57Muestra en Brasil de artistas cubanos, exposición Miradas
La inauguración de una Exposición de artistas cubanos en la Cámara de Diputados de Brasil contribuye a intensificar los nexos entre los dos pueblos, afirmó la embajadora de Cuba, Marielena Ruiz Capote, al dejar abierta esta muestra.
Se trata de un hecho inédito e importante en la aproximación entre ambas naciones, resaltó Ruiz Capote en la ceremonia de inauguración de esta exhibición, denominada Miradas y que cuenta con 33 obras de 14 creadores.
“Nos sentimos honrados de compartir este espacio, el cual brinda oportunidades para dar a conocer los logros de la cultura cubana”, aseveró al rememorar que una muestra de artistas brasileños fue exhibida durante la 12 Bienal de La Habana.
La Exposición, que permanecerá abierta hasta el 17 de septiembre próximo y es el fruto de un proyecto conjunto entre la Cámara de Diputados, la Embajada de Cuba en Brasil y el Fondo Cubano de Bienes Culturales de nuestro país.
Obras de Manuel López Oliva, Flora Fong, Moisés Finalé y Luis E. Camejo, iconos de la plástica cubana, y de jóvenes como Eduardo Rubén García, José Omar Torres, Rigoberto Mena, Harold López, Andy Rivero, Lisandra García, David Velázquez, Niels Reyes, Gabriel Sánchez Toledo, Luis Antonio Espinoza y The Merger integran la muestra.
La actividad contó con la presencia de diputados, senadores, de miembros del Cuerpo Diplomático, de integrantes de la Asociación de Cubanos Residentes en Brasil, intelectuales, académicos y artistas brasileños.
Tomado de Cubarte