¿Será que se ha convertido la palabra unidad en una envoltura carente de significado, y por ello es tan fácil usarla, pero no aplicarla y ejercerla?
En las trincheras de las batallas cotidianas, y en cualquier otra que deba asumir, no preguntaré qué calle recorres, bajo qué árbol te cobijas o cuál es el color de tu pañuelo, pero tendré presente quién lo hace, porque ese o esos crearán distancias entre un pecho y otro: espacios por donde entra el egoísmo y el individualismo; peligros de los egos que destruyen las obras colectivas.
En la luz y en la oscuridad yo elijo el optimismo, el trabajo, el hacer bien, la mano que ofrece y la que necesita recibir. Es mi credo.
Creo en las palabras, pero mucho más en los actos. Bienvenido a la trinchera.