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ENTRE LA VIOLENCIA Y LA COBARDÍA…¿DÓNDE ESTÁ LA CUESTIÓN???

1 de Outubro de 2016, 20:33 , por EL CLUB DE LA PLUMA - | No one following this article yet.
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ENTRE LA VIOLENCIA Y LA COBARDÍA…¿DÓNDE ESTÁ LA CUESTIÓN???

 

 

[audio src="http://ar.ivoox.com/es/editorial-entre-violencia-cobardia-donde-esta_md_13144317_wp_1.mp3"] Ir a descargar

 

No es lo mismo un chorro que un gran profesor…no, hay veces en que un profesor no se parece a un chorro, se parece más a un asesino. Podríamos vincular esta lamentable frase a realidades que nos salpicaron y nos salpican, aunque no queramos ver las salpicaduras.

Y las sociedades se debaten constantemente entre dilemas y situaciones que nos hacen tambalear las supuestas afirmaciones, los posicionamientos sostenidos como inconmovibles.

No es lo mismo un chorro que un gran profesor, como tampoco es lo mismo un juez que un presidente o un carnicero, pero en el mismo lodo se confunden, se mezclan, se retuercen y, hay quienes salen indemnes, dejando detrás los cadáveres que crea el sistema alienante y discriminador.

 

Nuestras sociedades son pasibles de ser consideradas psicópatas e hipócritas, en un alto porcentaje, ya que, por ejemplo, ante la falaz idea que instalan los medios monopólicos respecto de una supuesta sensación de inseguridad, surgen los reclamos por parte de ese grupo social, aparentemente afectado, y actúa desde la irracionalidad contra quienes suponen sus enemigos.

¿Cómo actúa? Criminalizando, condenando y ejecutando acciones que son también claras muestras de criminalidad que nadie juzga, nadie condena; al contrario, se las vitorea como hechos heroicos ante la no respuesta por parte de quienes deben preservar la seguridad. Justicia por mano propia que le dicen, eufemismo si los hay, clara demostración del grado de hipocresía social.

 

Y si bien son condenables las nefastas influencias que los medios ejercen en gran parte de la sociedad, con las que conducen a que se comentan actos aberrantes disfrazados de justicia popular, son más condenables cuando desde uno de los poderes del Estado se naturaliza y justifica un crimen; es ahí cuando el Estado pierde sentido, pierde razón, pierde respeto. Es ahí cuando el Estado pasa por engrosar la larga cadena de complicidades en relación a las violaciones a los Derechos Humanos.

 

Existen múltiples formas de violencia que el Estado ejerce contra ciertos sectores sociales, desde las persecuciones por cuestiones ideológicas, las discriminaciones que promueven odios y enfrentamientos, la manipulación de la voluntad ejercida a través de los medios de comunicación, el condicionamiento a los pronunciamientos de jueces y tribunales, la proliferación de desempleo y cierre de industrias y empresas.

Están también las ya conocidas muestras de violencia a las que estamos tristemente acostumbrados, como las que ejercen las “fuerzas de seguridad” contra la población a la que se presupone o prejuzga delincuente.

 

Pero entre tanta violencia se mezcla la cobardía con diversas caras, con diversos disfraces. Podríamos citar que cobardía es la obsecuencia de un juez a la intromisión de otro poder del Estado con una palabra u opinión. ¿Hace falta destacar la violación a los dictados constitucionales en cuanto a las atribuciones y obligaciones de cada uno de los poderes?...

Cobardía es el no sostenimiento de convicciones, si alguna vez las tuvieron, de aquellos funcionarios, legisladores que por un emparedado o por varios miles han cambiado posiciones y fidelidades.

Y así podríamos seguir con una larga como lamentable lista de actitudes o situaciones cobardes y violentas; los invitamos a que sumen ustedes sus aportes a estas pocas que hemos detallado.

 

No es lo mismo un chorro que un gran profesor, como no es lo mismo la biblia y el calefón; no es lo mismo un corrupto y delincuente, devenido en presidente, que un motochorro o un ladrón de gallinas. No es lo mismo un supuesto funcionario de medioambiente que desconoce sus funciones y obligaciones, que un militante popular que defiende nuestra tierra contra las explotaciones mineras contaminantes.

 

Ante la gravedad que se manifiesta cada día en la pérdida del poder adquisitivo en la sociedad, ante la expulsión de trabajadores hacia la exclusión y el desamparo, están quienes en lugar de “pensar” y “actuar” en el hoy, van diseñando una campaña electoral para el próximo año; mientras en el camino va quedando varada la gente, víctima de discursos y palabras bonitas.

Y a ello podríamos sumar la lista vergonzosa de sindicalistas que sólo representan sus mezquinos intereses, despreciando y ofendiendo a la clase trabajadora. Pero la culpa no es del chancho, solamente, hay responsabilidades compartidas. Si en realidad los empresarios sindicales fuesen repudiados como corresponde, la clase trabajadora debería haberlos corrido a patadas en donde mejor prefieran, para dejar esos espacios a reales y auténticos representantes de la clase obrera; aquellos que dignifiquen al motor de las naciones.

 

Entre la cobardía y la violencia van discurriendo las jornadas en nuestra tierra, y el velo de la desmemoria y la desinformación, los fanatismos y las obsecuencias van minando las posibilidades de reconstruir una realidad diferente.

Y con la vertiginosidad con que se generan situaciones y se informan, dependiendo del ángulo y la intencionalidad, el grueso de la sociedad oscila entre un lado y el otro, entre la violencia y la cobardía, muy lejos de la serenidad y el heroísmo.

 

Que siempre ha habido chorros, no es novedad, como tampoco que siempre hubo desigualdad y marginación, empobrecimiento y exclusión. Y ante ello, como “verdades indiscutibles”, hubo y hay quienes sostienen que nada se puede hacer para revertir realidades adversas; dicen los que creen saber que el mundo es así y la cabeza del vulgo se inclina asintiendo obedientemente la sentencia. Y cuando surge la rebeldía desde el hartazgo, se señala, enjuicia y condena.

Ante ello se “explota” la cobardía y la violencia para recuperar el escaso control que se le había arrebatado al sistema. Es casi como una interminable y terrorífica pesadilla en la humanidad, de la que nos hacen creer que es imposible salir…

 

¿Cómo revertir, diferenciarse, transformar para cambiar la historia, esa que nos inocularon como verdades indiscutibles? Alguien expresa que, …si el pueblo no muestra los dientes, se lo van a llevan puesto…” (MK) Pero podríamos imaginar que ese mostrar los dientes podría resultar un fuerte posicionamiento frente a quienes engañosamente ejercen un poder criminal. Podríamos militar, bien desde las bases, desde el barro mismo, la necesaria concientización para sumir en una actitud desafiante y contestataria ante las tremendas arbitrariedades.

Podríamos recurrir a aquellas viejas prácticas de llegar a cada barrio, cada villa, cada asentamiento, cada fábrica (de las que vayan quedando…), en todos los espacios en donde está “el pueblo”, el real, el tangible, el necesario, para sugerir armar entre todos estrategias y alternativas que posibiliten derrumbar la “dictocracia” en la que estamos sumidos.

 

Son algunas tenues ideas, sencillas sugerencias para aportar ante la dramática situación que atravesamos y, si nada hacemos, los oscuros tiempos por venir.

Por supuesto que habrá sectores que deberán, necesariamente, revisar y reflexionar con una genuina y sincera actitud autocrítica para intentar comprender qué fue en lo que se falló para llegar a esta situación, pero no desde esa vulgaridad de señalar con el dedo hacia alguien o algo. No, no sirve, no construye. Esa reflexión debe contemplar y despejar cómo se ha construido el sentido y razón de la “política” y si fueron errados los mecanismos y sus actores.

Mientras tanto, mientras esos sectores revisan, reformulan, se autocritican, el resto debemos tomar las riendas de la heroicidad para ejercer nuestro derecho a la defensa. Nada de slogans baratos, que a la larga nos cuestan muy caros; nada de profundizar la mezquindad que muchos han ejercido en la práctica política; ante ello, nuestra actitud deberá ser claramente superadora.

 

Nuestros pueblos tienen el poder a su alcance, está en ellos mismos la fuerza y el necesario dinamismo para transformar.

Se hablaba de resistencia. Ya no es válida: hay que pasar al contraataque certero y efectivo contra ese enemigo que tanto daño nos ha infligido. Pero un contraataque con construcción de sentido y pertenencia, de razón y valor.

Surge otro interrogante que nos debemos hacer antes de asumir tamaña responsabilidad: ¿estaremos a la altura de los momentos históricos que nos toca vivir?

 

A pesar de lo padecido, de esas realidades que nos lastiman a diario, donde parte del pueblo se aglutina detrás del odio y la venganza, promoviendo violencia y cobardía en sus acciones; a pesar de ello, hay quienes aún creemos en las masas, en el pueblo, en la vitalidad de las ideas, de las convicciones; aún creemos que es posible revertir la historia y cambiar el lamentable destino que estamos transitando; de nosotros depende, convencernos de que podremos lograrlo, a pesar de dictadores y traidores, de genuflexos y vendepatrias. Nos aguarda el desafío ineludible de reconstruir una Patria Libre, Soberana e Independiente, para nosotros y el futuro que habrá de continuar.

 

Que así sea.

 

 

 

NORBERTO GANCI –DIRECTOR-

El Club de la Pluma

elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com

http://.elclubdelapluma.wordpress.com

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