ENTREVERANDO COMPLICACIONES, FALSEDADES Y DESINFORMACIONES…
Respecto de los monopolios de desinformación y su posibilidad de alcanzar un buen número de oyentes, lectores, televidentes, aquellos tienen una incomparable ventaja en relación a alternativas comunicacionales de menor envergadura.
Pero no bastan sólo las posibilidades de llegada a las personas. Tienen que contar con otros factores que posibiliten afianzar las estrategias y ahondar mucho más en los objetivos.
Cuando hace varias décadas atrás comenzaron, tibiamente, a aparecer en escena los denominados medios alternativos de comunicación, contaban con escasos recursos, tanto económicos como logísticos y de herramientas apropiadas, pero se compensaba con la voluntad y los esfuerzos que sus actores ponían para concretar cada una de sus convicciones e ideales.
La comunicación era “el tema”. El llegar con lo que se ocultaba, con la protesta que se pretendía silenciar, con el reclamo por las faltas de aplicación de justicia o el avasallamiento de ella en detrimento de los postergados, los siempre desposeídos. La comunicación era “el tema”. Y aún hoy lo es, ya con enormes diferencias estructurales, técnicas, operacionales, etc.
En varias oportunidades hacíamos referencia a la vertiginosidad con que se comunica; la información parece, como si fuese un espejismo, toma una velocidad casi inusitada. Avalanchas informacionales se suceden segundo a segundo y su tratamiento, en muchos casos, sufre desde la especulación y las hipótesis, la persecución de certezas, a una ya poco disimulada contienda entre diferentes veredas de las verdades.
Verdades a medias, parciales, cómplices, distractivas, amplios abanicos de posibles verdades que se suceden generando, tal vez, una especie de mareo intelectual, un delicado desbalance del posible razonamiento.
No es algo casual que ello suceda de esa manera. Integra uno de los mecanismos para poder controlar y direccionar razón y acción. La supuesta diversidad de verdades, sostenidas con las más variadas teorías y materiales de prueba, no es otra cosa más que aumentar las posibilidades de dominar a través de la desorientación y la confrontación.
Así, sobre un hecho determinado aparecen como mínimo dos posturas u opiniones diferentes. A ellas se suman las “interpretaciones” que cada cual va realizando y compartiendo en las redes sociales, entrecruzando hipótesis, supuestos, conjeturas de las más variadas índoles que, en definitiva, contribuyen a una mayor alienación respecto del hecho concreto.
La explotación del mensaje para lograr una pre-determinada respuesta, es de vieja práctica en nuestras sociedades. Y esa práctica ha tenido sus variantes, en tanto los avances tecnológicos posibilitaron una mayor cantidad de destinatarios.
En épocas remotas se pretendía, al menos, lograr una masa crítica que posibilitase un objetivo concreto para conducir al resto a la meta establecida. Si se pretendía someter a la sociedad al arbitrio de determinado personaje, de éste se difundía a un reducido número de personas, sus supuestos valores y características, al fin de conseguir aprobación. Luego a través de la comunicación interpersonal se ampliaba el espectro social al que se pretendía llegar.
Comunicación celular e internet se impusieron para profundizar la colonización mental de las personas. Las redes sociales se han constituido en la herramienta indispensable para ejercer mayor control y así poder direccionar tanto opiniones como acciones.
Pero, según podemos comprobar a diario, la cosa se ha desmadrado tanto para quienes lo pergeñaron, como para todos los que internauticamente deambulan.
Y comienzan a aparecer nuevos actores, nuevas maneras. La proliferación inusitada de información aumenta los alcances de ese abanico de posibles verdades.
Cada quién esgrime su verdad u opinión casi sin determinar a ciencia cierta las consecuencias o resultados de ello, y ya conocemos el dicho: “a río revuelto…”
La descomunal velocidad que toma la comunicación, en tanto hechos se van sucediendo, nos sumerge en una realidad con variables diversas, dependiendo de quién y cómo las transmite. Hay una multiversalidad que vamos descubriendo a medida que más nos internamos en la andanada comunicacional.
¿De qué nos está sirviendo todo esto? ¿En qué nos beneficia y en qué nos perjudica?
Recordando un viejo trabajo de José Saramago que nos hablaba sobre la falacia de aceptar eso de que “el mundo está comunicado”, cuando era imposible que todo el mundo tuviese acceso a un celular, una computadora, etc. Saramago aseguraba que esa mentira era otra de las estrategias para someter a las masas.
La brecha entre quienes están comunicados y los que no se ha achicado, pero aún persisten, convenientemente para quienes ejercen el poder, los que desconocen, ignoran o no tienen acceso a medios de comunicación global.
La libertad de expresión, beneficio/derecho del que gozamos en varias partes del planeta, a veces padece la pretensión de imponer una idea, un pensamiento. Es allí donde la libertad de expresión pisa la línea que divide entre lo moral y lo inmoral, lo cierto y lo falso, etc.
Y la multiplicidad de interpretaciones de todo ello, genera mayor diversidad interpretativa y, en muchos casos una descomunal confusión de la que se hace urgente desprenderse para continuar en el cosmos internáutico.
Existe una tarea que debemos asumir con total y absoluta responsabilidad quienes, por nuestras actividades fundamentalmente y por quienes lo han constituido en un pasatiempo, nos movemos en ese multiverso paralelo de la web. La tarea de lograr desentrañar con todas las formas y herramientas posibles el sendero que nos conduzca a una posible realidad de un hecho determinado debería ser nuestra meta.
La proliferación de hipótesis y supuestos no hacen más que aumentar la confusión y alcanzar los objetivos que pretenden los amos del planeta.
Hace poco tiempo se sostenía una opinión a nivel social, porque un determinado medio de prensa la había instalado. En estos tiempos ello se han incrementado con la descuidada y, en muchos casos no intencional colaboración, por parte de quienes se han constituido en comunicadores virtuales.
No intentamos descalificar la actividad, por los motivos que sean, de aquellos que pretenden colaborar y/o participar en la construcción de la información, lo que sostenemos radica en el celo que se debería tener a la hora de difundir.
Tal vez no alcanzamos a comprender la enorme responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos, y es hora de asumir una actitud diferente, superadora, creativa.
Aquí, y para clarificar un poco sobre lo que pretendemos discutir y reflexionar, podríamos citar el cuento del genial Gabriel García Márquez “Algo Muy Grave Va a Suceder En Este Pueblo” (1)
Se instala la idea de que algo grave va a suceder y todo el pueblo, de a poco, no sólo se va haciendo eco de esa idea, sino que además la toman como cierta y comienzan a sucederse hechos provocados por el mismo pueblo que conducen a eso grave que surgió de una idea, de un infundado presentimiento.
Procuremos, con nuestras intervenciones, nuestras interpretaciones en redes y medios, que nada grave suceda en nuestros pueblos por causa de una actitud desaprensiva e irresponsable. Estamos construyendo comunicación colectiva a cada instante y debemos asumir una actitud mucho más reflexiva, consciente de la responsabilidad que nos compete, para no entreverar complicaciones, falsedades y desinformaciones.
Que así sea.
NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
http://elclubdelapluma.bligoo.com.ar
DOMINGOS DESDE LAS 10 HS.
POR FM 103.9 RADIO INÉDITA
Notas, referencias y material consultado
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/ggm/algo_muy_grave_va_a_suceder.htm