OPCIONES…
Nos vamos formando de recuerdos, de hechos que marcaron caminos y ejemplos; como así también de derrotas, frustraciones y amargos momentos. Y en eso de ir construyéndonos, las “opciones” sobre aquellas partes con las que pretendemos robustecer nuestro ser, no son tales, ya que cada partícula de experiencia, buena, mala, regular, forma parte de nosotros, y ello es inevitable.
Por supuesto que sí elegimos qué hacer prevalecer en nosotros.
Lo mismo ocurre en esto de la reconstrucción de la memoria, ya que no podemos desechar absolutamente nada. Todo lo ocurrido, lo que trasciende, las experiencias, todo conforma la memoria. Necesaria para comprender, dilucidar, analizar, intentar saber.
Quienes sí impusieron “sus” opciones para formatear nuestro conocimiento, para “modelar” nuestra identidad, nos privaron de toda aquella información que constituye ese ADN colectivo, social.
Abundar sobre responsabilidades al respecto, tal vez sea un reiterar fastidioso, quizá necesario, pero fastidioso.
Lo cierto es que venimos transitando un camino de recuperación de memoria, que nos presenta un panorama repleto de contradicciones y contrariedades. Se entrecruzan saberes innatos como empíricos y chocan todos ellos con aquellas imposiciones con las que pretendían determinar un único y manipulado saber.
Tal vez parezca algo tirado de los pelos, expresado de manera popular, pero este tema de las “opciones” en relación a la conformación de nuestra identidad, tanto en lo individual como en lo colectivo, nos ha llevado a rescatar la imagen, memoria, recuerdo de El Che.
Ello porque comenzaron a mezclarse varias imágenes relacionadas a este mítico personaje y lo que quedó después, ahora.
Conocemos esa emocionante como hermosa frase que las niñas y los niños cubanos aprenden y repiten desde temprana edad: “…Seremos Como El Che…”
Esa frase conlleva muchas características posibles de imitar y trascender porque quienes las enarbolan se desarrollan en esto de la Revolución. Un estadio excepcional a la hora de concebir un ideal. La prueba concreta de sus resultados es el impulso de más y mejor consciencia revolucionaria. Todo esto visto desde la distancia y reflexionado desde algunos desconocimientos, pero creemos no estar muy lejos de la realidad.
La Opción ha sido y es La Revolución…
Por otra parte y, por estos lares, paralelamente visibilizamos el enarbolar banderas con consignas e imágenes de El Che, portadas por militantes de diferentes corrientes sociales y políticas.
Y nos cuestionamos acerca de qué posibilidades tienen éstos de constituirse en emuladores del mítico revolucionario.
Las opciones, según nuestro punto de vista, son escasas.
Que sí puedan existir quienes posean algunas de las características y cualidades del Eterno Comandante, ello es indiscutible, pero difícil sería poder encontrar persona alguna que pudiese reunir en sí misma todas y cada una de esas características y cualidades.
La gran diferencia de formarse en revolución, convierte en casi un abismo esa posibilidad.
Probablemente tampoco sea necesario, como sí es necesario el “desremerizar” al Che. Y ello sí se constituye en opción.
Existen infinidad de trabajos realizados en torno a la historia de El Che, donde se analizan, se suponen, se “adivinan” su sentir y su pensar. Se opta por pretender trascender al ya trascendido. Por interpretar a quien ya ha interpretado su tiempo e historia. Y nos atrevemos a inmiscuirnos en sus sentires sin importarnos que esa intromisión, más allá de aquellas inmejorables como sinceras intenciones por perpetuar al Perpetuador de la Revolución, son sólo la pretensión de subirnos a un podio que no nos pertenece.
Y como nosotros que osamos rebautizarlo, inventando motes que representen sus cualidades. En fin, optamos y a veces optamos mal, porque en lugar de “repetir” pretendemos “interpretar”, cuando la cosa pasa por aventurarnos a ser como El Che.
Al menos, en algunos de sus rasgos más entrañables, imprescindibles.
Ser como El Che por ejemplo en el amor: “…Déjenme decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. (…) Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos. No puede descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita…”
Ser como El Che tal vez en su lucidez: “…El hombre debe transformarse al mismo tiempo que la producción progresa; no realizaríamos una tarea adecuada si fuéramos tan sólo productores de artículos, de materias primas y no fuéramos al mismo tiempo productores de hombres..”
Eso ya sería mucho. Tan sólo eso, tan complejo como eso, al menos para quienes estamos un tanto alejados de los escenarios en donde La Revolución es.
De opciones se trata; de elegir cómo desarrollarnos, trascender y trascendernos, crecer y amalgamarnos en una consciencia colectiva desabrojada de todo aquello que se nos ha impuesto para manipularnos y controlar nuestro accionar.
De optar se trata, de prevalecer en aquellos ejemplos e historias que vamos descubriendo en nuestro trayecto, para impulsarnos en constructores de realidades superadoras.
El Che, arriesgamos, no sopesó opciones, creemos no las había. O se intentaba el esfuerzo por y para la Revolución o nada.
En Nuestra América parece que hemos arribado a un brete parecido, por lo cual nos preguntamos ¿tendremos la fuerza y el valor para tomar la única opción?
Que así sea.
NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
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