RESISTENCIA Y CONTRAATAQUE ES LA CONSIGNA…
Se está escribiendo y publicando en redes sociales y medios alternativos de comunicación sobre todo lo que está aconteciendo en Latinoamérica y fundamentalmente en los países que tuvieron la oportunidad de virar su rumbo hacia un estado de mejores oportunidades para los pueblos.
No obstante, no es suficiente para lograr la mayor concientización que permita asumir un posicionamiento claro en relación a las consecuencias de medidas y acciones que van en contra de nuestro futuro.
Las calles siempre han sido y son las que pueden visibilizar mejor las realidades. Las manifestaciones, con todas las contradicciones propias de quienes están detrás de sus armados, llevan consigo la impronta de la protesta, el reclamo y la exigencia de que se respeten tanto leyes como garantías y derechos.
Ante una cierta posibilidad de hacer oír el clamor, la maquinaria de dominación recurre a una mayor violación de derechos, inventando artificiosamente instrumentos de dudosa y cuestionable legalidad que les “facilite” reprimir, perseguir, hostigar, encarcelar.
Si sólo fuese eso lo que en realidad nos pueda preocupar, tendríamos algo de chance para dar vuelta tamaña artera arbitrariedad. Pero no es sólo eso.
Hay en medio otras situaciones, para nada desvinculadas, que agregan mayor presión. Los atentados contra militantes y espacios políticos van en aumento.
La persecución contra los que se manifiestan por una reversión de medidas anti populares, se van instalando como algo casi cotidiano.
Destruir el asombro para que lo fatal se convierta en un eco de insensibilidad es parte de una de las tareas por desarmar a los pueblos.
Intentemos clarificar. Por un lado está el supuesto Estado que arremete contra derechos y garantías; por el otro, ese invisible enemigo que atenta desde el anonimato, pero con el amparo del poder instalado. Y como broche para un mejor resultado en sus propósitos, los monopolios de desinformación que, como pieza fundamental en esto de la alienación, desdibuja y tergiversa realidades, somete voluntades y destruye consciencias.
“…La indigencia teórica arrastra a los desastres estratégicos…” decía John William Cooke –en su Apunte Para La Militancia
Todo ello integra un amplio abanico artillado, bien aceitado, bien preparado para lograr re-encausar el rumbo de dominación que se hubo impuesto entre los sesenta, setenta, se intentó profundizar en los ochenta y fue concretado en los noventa con los resultados que hemos padecido hasta los primeros años del siglo XXI.
El neoliberalismo se resiste a toda costa a desaparecer. Y es imposible que desaparezca, es el instrumento del que se vale el sistema capitalista para profundizar su derrotero esclavista en el globo.
No existe, lamentablemente, pedazo de tierra en nuestro planeta que no esté contaminado por este, el más tremendo de los flagelos, el capitalismo.
Lo han desarrollado de tal manera que han impuesto en las consciencias que es imposible destruirle.
Lo han querido barnizar con esas contradicciones en sus términos como “capitalismo humanitario” o “economía verde”; pero sabemos, muchos, que por más que lo disfracen el capitalismo, el neoliberalismo son las máximas expresiones de la opresión, el esclavismo, la miseria y muerte de nuestros pueblos.
Cuando el golpe cívico-religioso-militar del 76, los secuestros, torturas y asesinatos vinieron acompañados de un plan económico de expoliación y dependencia. Si bien un falso nacionalismo impedía se profundizara ese plan, la maquinaria extorsiva contra nuestro pueblo había iniciado su avance contra nuestros bienes y riquezas.
En los ochenta y ya en los primero pasos democráticos desde las estructuras financieras mundiales (BM), se prosiguió con el intento de imponer un modelo de sometimiento. Recordemos sólo como para tener un ejemplo la pretensión por privatizar la vieja empresa de telefonía nacional ENTEL. Intento que fue frenado, entre otras cosas, por el accionar gremial del momento.
Por supuesto que cuando el neoliberalismo tiene un propósito, no importa cuándo, persigue y alcanza su objetivo. Cuando las “directivas” emanadas desde entes foráneos no fueron cumplidas, se recurrió a esta otra forma de golpe blando o no tan blando, generando una crisis económica tal, que el pueblo, para expresarlo de manera grosera y poco profunda, deja de ver lo necesario para caer en lo inmediato que, en esos tiempos era subsistir.
El neoliberalismo al final desembarcó con todo su arsenal destructivo en nuestras tierras, trayendo consigo el despojo y la destrucción de nuestras empresas, industrias, e impuso mayor dependencia “devolviendo” a los traidores de siempre su rol de proveedores de materias primas. Pero no quedó ahí la cosa, porque para crear mayor dependencia se tenía que someter al pueblo a esa arma de dominación y control tan efectiva en todos los tiempos: deuda.
Los dineros en préstamo tomados por los gobiernos dictatoriales, según jurisprudencia internacional, son deuda fraudulenta e ilegítima; pero la misma en lugar de ser cuestionada, investigada –no entremos en el frondoso detalle del juicio iniciado por el Dr. Alejandro Olmos- fue consuetudinariamente renegociada hasta fines de los noventa.
En medio hubo también la famosa estatización de deuda privada. Nuevamente el pueblo soportando los desfalcos de los poderosos.
El nuevo siglo trajo nuevas oportunidades, nuevos vientos nos acariciaron el alma y nos brindaron la maravillosa posibilidad de vislumbrar un presente y futuro mejor para nuestras naciones.
Y se comenzó a recuperar ese espíritu colectivo identitario. Y el favor ganó las calles, las plazas y nuevamente un sostenido crecimiento nos permitió posicionarnos de maneras ventajosas ante el resto del planeta.
Siempre hablando dentro de los parámetros que engloban el sistema capitalista… ¿Se entiende? No nos referimos a procesos revolucionarios. Pero en definitiva una variante mucho mejor.
Pero ese espíritu identitario no fue suficiente para ir por más. No se logró avanzar contra las estructuras reales de poder. No se avanzó contra los monopolios de desinformación, no se avanzó con la corporación/partido judicial, y ello dio como resultado el retorno de gerentes del neoliberalismo para volver a someter a nuestro pueblo en la dependencia y la desesperanza.
¿Tenemos alguna idea, alguna sospecha de cómo salir de este entuerto mundial? No creemos que la tengamos. Sí creemos que hay un importante número de seres que luchan a diario por encontrar el camino que conduzca hacia un estado alejado de ese engendro criminal. Son parte de la resistencia.
Una resistencia que se asume desde el mismo momento que la consciencia despierta y comprende el drama y dolor que se padece y se avecina. Es la resistencia que surge, no desde la desesperación, surge desde la comprensión y el análisis.
Pero también hay algo que va fermentando, que va recorriendo las fibras de los pueblos, cuando el hartazgo los aplastó suficiente como para encarar una reacción y comienza a tomar cuerpo la resistencia. Pero como lo expresáramos, rescatando las ideas de John William Cook, sostenemos que la resistencia sin un contraataque efectivo y certero no conduce a la victoria definitiva.
Carlos Balmaceda nos alienta diciendo: “…Que jamás pudieran votar era la idea.
Pero los tipos murieron, fueron presos y vivieron clandestinos por veinte años hasta lograr el voto universal.
Que jamás pudieran cambiar la universidad era la idea.
Pero los tipos se rebelaron, tomaron las facultades, hicieron un manifiesto y se lo gritaron al mundo.
Que jamás pudieran agremiarse era la idea.
Pero los tipos hicieron huelgas, sufrieron cárcel, tuvieron miles de muertos y le arrancaron a la patronal los derechos obreros.
Que jamás pudieran votar era la idea.
Pero las tipas se rebelaron y militaron y se opusieron al poder del macho hasta lograr el voto definitivamente universal.
Que jamás pudieran volver ni nombrarlos ni recuperar sus derechos.
Pero los tipos y las tipas pusieron caños y fueron presos y fueron tirados al río. Pero vencieron.
Para el poder, somos la historia de un equívoco: somos la historia del resistente, del fusilado, del expatriado, del rebelado, del perseguido.
Cuando te fallen las fuerzas, pensá en esto: somos la historia de lo que no debió ser, de lo que no debio existir, de lo que no debió tener cuerpo ni voz.
Cuando te gane el desaliento, pensá que somos la anomalía…”
Habrá que pensar, rápidamente, como llevar adelante ese contraataque certero y efectivo, porque necesitamos avanzar y vencer, para recuperar y ejercer nuestro derecho a ser un pueblo libre, soberano e independiente.
Que así sea.
NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
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