Después de casi tres horas de viaje desde del asentamiento urbano de Oshakati llegamos al pueblo de Opuwo, capital de la región de kunene.
Una nube blanca de polvo envuelve al asentamiento provocado por fuertes vientos que levanta el volátil suelo arenoso.
Entre la bruma aparecen sus insólitos personajes que parecen convivir con tranquilidad con su agreste naturaleza.
Una elegante mujer de ojos inteligentes nos recibe en sus oficinas provisionales del Consejo Regional, en unas pocas semanas algunos colegas de labor estarán en tierras africanas para asesorar a las autoridades locales en un ambicioso programa de vivienda.
La conversación discurre en término técnico y de logística, aunque es inevitable que la exuberante naturaleza del sitio y sus llamativos ciudadanos motiven mi interés, que ella parece entender muy bien.
Su nombre, Ludmilla motiva mi curiosidad sobre el posible origen ruso de su nombre, abriendo un paréntesis en que ella solícita confirma y nos narra las motivaciones particulares de su progenitor.
Veo en cierne una posible invitación a sitio de interés, que un calendario de recorrido por todo el país, frustran, sólo queda en el aire un próximo encuentro para profundizar en las raíces de este pueblo.
Así que cada minuto cuenta, estoy consciente del valor de la visita en términos laborales, en una de las pocas regiones del país donde no hay especialistas cubanos.
El breve espacio de tiempo disponible restante es para apretar el obturador de la cámara buscando dejar plasmado imágenes que nos hablan de parte de la historias de este país hermano, incesantes preguntas a asombrados pobladores locales y una breve búsqueda en las páginas de Internet me permite obtener parte de la materia prima informativa que deseo compartir con ustedes de unos de los lugares más atractivo de Namibia.
Esta tierra fue conocida en el pasado como el bantustan de Kaokoland, es una de las 14 regiones de Namibia, y hogar del grupo étnico Himba, que está estrechamente ligado con Los Hereros, con quienes comparten sus orígenes; así como el idioma, Otjiherero.
Ubicada en su porción noroeste, colindante con la República de Angola, el océano Atlántico y otras cinco regiones de la nación.
Kunene es unas de los territorios menos desarrollados de este país, pero es a su vez uno de los lugares más atractivo que cualquier viajante puede encontrar, su topografía ondulada y la aridez marcada de su suelo, hace inviable el desarrollo de cultivo agrícola y sólo la ganadería parece prosperar en el lugar.
Al avanzar hacia el norte el paisaje agreste empieza a cambiar y la naturaleza muestra ya su vigor cercano en la frontera entre Angola y Namibia donde se localiza el río Cunene con su catarata de Epupa, que en idioma Herero significa ¨aguas que caen¨.
El contacto con su realidad me hace pensar en un hipotético viaje al pasado al ver como se conservan vivas las tradiciones ancestrales de su pueblo.
Las vestimentas típicas de las mujeres de la etnia Herero y Himba parecen predominar en el paisaje urbano de una forma natural, como parte de la cotidianidad de su población femenina. No es la primera vez que las observo su forma de vestir, incluso en su capital, Windhoek.
La diferencia es que en otros lugares es un simple traje de ocasión, en el caso de las primeras y en las segundas están insertadas en los mercados de ventas de artesanías, como un elemento propio del folclor, o como parte de las actividades culturales que reciben los jóvenes en sus escuelas.
Migraciones de la etnia Himba lo llevaron a su actual lugar de asentamiento, siendo en la actualidad seminómado, su actividad principal es la ganadería. Ellos son el único grupo nativo que aún conserva el original estilo de vida que tenía desde siglos. |
El jefe de la tribu es el líder espiritual; se permite la poligamia, debido a las duras condiciones del lugar y el relativo aislamiento del exterior, no ha sido todavía muy influenciado por elementos culturales importados, aunque políticas de desarrollo local y los flujos de turistas están cambiando esta realidad.
Una de las peculiaridades que impactan al visitante es apreciar el inusual aspecto exterior de las mujeres que para protegerse del intenso sol, se untan su cuerpo y el pelo con una sustancia hecha a base de cenizas, manteca vegetal, y el polvo de una piedra rojiza que está en abundancia en la zona.
Las Himba llevan poca ropa, pero usan una gran cantidad de ornamentos al estilo de collares y brazaletes que le dan un semblante peculiar.
Con esta breve a historias de estos pueblos originarios nos despedimos con la esperanza que nos sigan por el vasto lugar de la geografía namibiana en nuestra próxima travesía a la región de Erongo. (texto e imagen gráfica José Alberto Zayas Pérez)
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