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José Alberto

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3 de Abril de 2011, 21:00 , por Desconhecido - | No one following this article yet.

Las pequeñas cosas

27 de Setembro de 2014, 3:03, por José Alberto Zayas Pérez - 0sem comentários ainda

 

“Disfrute de las pequeñas cosas . Un día usted mirará hacia atrás y se dará cuenta de que era las grandes cosas”.

Un llamativo cartel en uno de los lugares más pintoresco de Windhoek, la capital de Namibia, me hizo reflexionar, recordándome la pronta partida de un grupo de profesionales vinculado al sector de la construcción y el planeamiento físico que laboramos durante casi cuatro años  en este país hermano.

 

Cuando se acerca  el momento de la despedida cada uno de nosotros tiene cosas para guardar y llevar consigo, las motivaciones son diferentes y el cargamento material y espiritual también.

En mi caso, recuerdo un comentario que me hizo el embajador de Cuba en Namibia, Carlos Manuel Rojas Lago, a la salida de una reunión de trabajo “...has vivido una experiencia que nunca soñaste que te pudiera acontecer” y por supuesto él tiene toda la razón.

Lo más impactante y que deja profunda huellas en los recuerdos, son las personas, las que nos acompañan en el trabajo diario y las que conocemos por azar de la vida.

El contacto diario con los colegas de labor en los momentos de alegría y cuando es necesario encarar los inevitables conflictos en personas que laboran en un contante estrés por la ausencia de sus seres queridos. 

Los duros momentos vividos cuando un amigo nos dice adiós de forma repentina y hay que encarar esa triste realidad.

Los retos son alto, la añoranza por la separación también, cada cual busca su propia receta para estos males y a veces descubrimos con asombro cuanta potencialidad dormida se esconde en cada uno de nosotros. 

Más allá de la satisfacción por haber cumplido exitosamente con nuestra labor, están las impresiones que vamos recibiendo y de alguna manera parecen tener vida propia y se va transformado en el breve espacio temporal en que discurre la vida en esta tierra.

En mi caso mi la llegada a suelo africano, me produjo asombro y frustración. Asombro ante la belleza del paisaje natural y antropizado, al poder ponerme en contacto con los valores culturas de este pueblo.

Frustración al descubrir el pobre trabajo de los medios masivo de comunicación al trasmitir una imagen  parcializada del continente Negro que me hizo escribir un artículo de desagravio que intitule, “Asumir África con otra Mirada”.

 

 

 

Reconocer las huellas de una historia de saqueo y genocidio contra los pueblos originarios y contactar en el tiempo la persistencia de los grandes contrastes  que hoy divide a la sociedad y que requerirá mucho esfuerzo y trabajo su eliminación.

Mirar a África en toda su riqueza perceptiva que va más allá de la imagen negativa  que nos vendieron, asumiendo sus valores culturales y sus habilidades en muchos campos del saber humano.

Despojarnos de prejuicio en la lectura de su realidad y abandonar el intento de asumirla en un simplificado “blanco y negro”. 

Tomar conciencia del proceso de transculturación que ha venido ocurriendo y los  gestos de reafirmación, de parte su población,  hacia la única patria que conocen, el lugar donde nacieron y donde descansan muchos de sus ancestros.

En el plano personal es muy difícil llevarse objetos que simbolicen la etapa vivida y que el inclemente tiempo no convierta, más temprano que tarde, en cosas inservibles.  

Si de objetos materiales se trata, algunos de ellos ni siguiera esperaron por mi regreso para abandonarme.

Lo que es motivo de chanza  de mis siempre ocurrentes compatriotas que preguntan  si los compré en la “prestigiosa” cadenas de tiendas, Foschini, en burlona alusión a la popular y asequible,  ChinaTown.

Sin negar la posibilidad de cubrir necesidades materiales más perentorias, prefiero apropiarme de símbolos más duraderos.

Algunos son objetos inanimados que rodean nuestro entorno visual  y pasan inadvertidos para nuestras ocupadas mentes.

Otros son rostros humanos que toleran comprensivos mi tardía afición por la fotografía y mi  necesidad de socializarlos con la secreta esperanza de que ellos también tengan su espacio por derecho propio, más allá de este texto.  

Todos ellos  son parte del alma de la ciudad de Windhoek y ¿por qué no? de Namibia, de alguna manera permanecerán en los recuerdos y estoy seguro que sobreviran, a pesar de todo, a la prueba del tiempo. (Texto e imagen gráfica José Alberto Zayas Pérez. Pintura de la argentina Paloma Penna)

 

 



Namibia, Lugar Vasto

17 de Setembro de 2014, 4:50, por José Alberto Zayas Pérez - 0sem comentários ainda

Después de más de tres años de estancia en esta tierra siempre existe la duda si ya pasó ¨la fase de los descubrimientos personales¨ y perdemos la capacidad de ¨ver¨, absorto en la cotidianidad  del paisaje y el trabajo diario, o tal vez no, bajo el impacto de la leyenda africana, lo cual me hace  recordar un comentario escrito por una lectora amiga a propósito del artículo publicado en el Blog, ¨Crónicas de Namibia: Viaje al Sur¨ donde

expresó ¨…más en el fondo precipicio  esta la mirada pícara de un niño latinoamericano que oyó hablar de  África y ya la adivinaba exuberante y ahora, ante su realidad, se rinde a su magia¨.

El asombro de los primeros días ante el sortilegio de su vigorosa naturaleza y la riqueza cultural de su pueblo vuelve a renacer al realizar un nuevo viaje de trabajo.

El nombre del país se deriva del desierto de Namib, considerado el desierto más antiguo del mundo. El término de namibia de origen khoekhoe que significa ¨lugar vasto¨.

Las primeras ocupaciones humanas registradas se deben a los namas más tarde numerosos grupos del norte de África se establecieron. Los europeos llegaron en número considerables a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

Las costas de Namibia fueron exploradas por el portugués Bartolomeu Dias en 1486, pero la aridez del territorio no estimulo su colonización.

Sucesivas ocupaciones de neerlandeses, alemanes, sudafricanos, dejaron su impronta en la vida económica social del territorio acompañado  con su carga de injusticia y de saqueo de sus recursos.

Los sudafricanos impusieron un régimen segregación racial. Grandes granjas fueron asignadas a granjeros de origen europeos y la población nativa fue confinada a los sitios más pobres.

En respuesta a este cuadro de injusticia la contesta del pueblo no se hizo esperar contra el régimen  del Apartheid,  que después de años luchas, donde jugaron un papel importante la solidaridad de combatientes cubanos, que junto con  su brazo armado, SWAPO, luchadores africanos y la comunidad internacional, hizo posible la independencia de Namibia con  la proclamación de su primer Presidente y líder histórico de la nación, Sam Nujoma.

La batalla aún no termina, la deuda histórica impone sus retos y otra vez miles de especialistas cubanos ¨invaden¨ a África, decenas de ellos trabajan en Namibia en diversas profesiones.

Mi grupo de trabajo son profesionales de la construcción y el planeamiento físico, arquitectos, ingenieros y geógrafos, que asesoran a las autoridades locales. En  las próximas semanas deben incrementar sus fuerzas para cubrir todas las regiones del país, para contribuir en la materialización de un ambicioso programa masivo de viviendas.

Coordinar con la Contraparte namibiana todas las acciones técnicas y administrativas necesarias es una  de las razones principales de mi viaje. Lo cual agradezco consciente de su importancia.

En el plano personal es la posibilidad de explorar gran parte de su vasta geografía y quién sabe si pueda complacer a una lectora escéptica  que ante la belleza de unas fotos que envié sobre sobre la  capital del país, Windhoek y publicada por el periódico digital  cubano, Cubadebate, me exhortó a salir de su conglomerado urbano principal y conocer a la ¨verdadera África¨.

Con su opinión coincido, con la salvedad que se debe conocer todas las aristas posibles de la información, como la base de un verdadero conocimiento y lamentablemente la mayoría de los medios masivos de comunicación sólo reflejan una parte, la más desfavorable, de la realidad del continente Negro, con lo que no puedo estar de acuerdo al producirse una verdadera caricatura de estos pueblos en la mente de muchos amigos y compatriotas.

Hecha esta salvedad, los invitamos a acompañarnos  por el camino de las reve

laciones en este viaje  por las regiones de Namibia. (Texto e imagen gráfica José Alberto Zayas Pérez. Páginas consultadas de Internet)

 


Kunene, Namibia

17 de Setembro de 2014, 4:43, por José Alberto Zayas Pérez - 0sem comentários ainda

Después de casi tres horas de viaje desde  del asentamiento urbano de Oshakati llegamos al pueblo de Opuwo, capital de la región de kunene.

Una nube blanca de polvo envuelve al asentamiento provocado por fuertes vientos que levanta el volátil suelo arenoso.

Entre la bruma aparecen sus insólitos personajes que parecen convivir con tranquilidad con su agreste  naturaleza.

Una elegante mujer de ojos inteligentes nos recibe en sus oficinas provisionales del Consejo Regional, en unas pocas semanas algunos colegas de labor estarán en tierras africanas para asesorar a las autoridades locales en un ambicioso programa de vivienda.

La conversación discurre en término técnico y de logística, aunque es inevitable que la exuberante naturaleza del sitio y sus llamativos ciudadanos motiven mi interés, que ella parece entender muy bien. 

Su nombre,  Ludmilla motiva mi curiosidad sobre el posible origen ruso de su nombre, abriendo un paréntesis en que ella solícita confirma y nos narra las motivaciones particulares de su progenitor.

Veo en cierne una posible invitación  a sitio de interés, que un calendario de recorrido por todo el país, frustran, sólo queda en el aire un próximo encuentro  para profundizar en las raíces de este pueblo.

Así que cada minuto cuenta, estoy consciente  del valor de la visita en términos laborales, en una de las pocas regiones  del país  donde no hay especialistas cubanos. 

El breve espacio de tiempo disponible restante es para apretar el obturador de la cámara buscando dejar plasmado imágenes que nos hablan de parte de la historias de este país hermano, incesantes preguntas  a asombrados pobladores locales y una breve búsqueda en las  páginas de Internet me permite obtener parte de la materia prima informativa que deseo  compartir con ustedes de unos de los lugares más atractivo de Namibia.

Esta tierra  fue  conocida en el pasado como el bantustan de  Kaokoland, es una de las 14 regiones de Namibia, y hogar del grupo étnico Himba, que está estrechamente ligado con Los Hereros, con quienes comparten sus orígenes; así como el idioma, Otjiherero.

Ubicada en su porción noroeste, colindante con la República de Angola, el océano Atlántico y otras cinco regiones de la nación.

Kunene es unas de los territorios menos desarrollados de este país, pero es a su vez uno de los lugares más atractivo que cualquier  viajante puede encontrar, su topografía ondulada y la aridez marcada de su suelo, hace inviable el desarrollo de cultivo agrícola y sólo la ganadería parece prosperar en el lugar.

Al avanzar hacia el norte el paisaje agreste empieza a cambiar y la naturaleza muestra ya su vigor cercano en la frontera entre Angola y Namibia donde se localiza el río Cunene con su catarata de Epupa, que en idioma Herero significa ¨aguas que caen¨. 

El contacto con su realidad me hace pensar en  un hipotético  viaje al pasado al ver  como se conservan vivas las tradiciones ancestrales de su pueblo.

Las vestimentas típicas de las mujeres de la etnia Herero y Himba parecen predominar en el paisaje urbano de una forma natural,  como parte de la cotidianidad de su población femenina. No es la primera vez que las observo su forma de vestir, incluso en su capital, Windhoek.

La diferencia es que en otros lugares es un simple traje de ocasión, en el caso de las primeras y en las segundas están insertadas en los mercados de ventas de artesanías,  como un elemento propio del folclor, o como parte de las actividades culturales que reciben los jóvenes en sus escuelas.  

 

 

Migraciones de la etnia Himba lo llevaron a su actual lugar de asentamiento, siendo en la actualidad seminómado, su actividad principal es la ganadería. Ellos son el único grupo nativo que aún conserva el original estilo de vida que tenía desde siglos.

El jefe de la tribu es el líder espiritual; se permite la poligamia, debido a las duras condiciones del lugar y el relativo aislamiento del exterior,  no ha sido todavía muy influenciado por elementos culturales importados, aunque políticas de desarrollo local y los flujos de turistas están cambiando esta realidad.

Una de las peculiaridades que impactan al visitante es apreciar el inusual aspecto exterior de las mujeres que para  protegerse del intenso sol, se untan su cuerpo y el pelo con una sustancia hecha a base de cenizas, manteca vegetal, y el polvo de una piedra rojiza que está en abundancia en la zona. 

Las Himba llevan poca ropa, pero usan una gran cantidad de ornamentos al estilo de collares y brazaletes que le dan un semblante peculiar.

Con esta breve a historias de estos pueblos originarios nos despedimos con la esperanza que nos sigan por el vasto lugar de la geografía namibiana en nuestra  próxima travesía a la región de  Erongo. (texto e imagen gráfica José Alberto Zayas Pérez)



Una paradoja en el desierto de Namib, Swakopmund

17 de Setembro de 2014, 4:33, por José Alberto Zayas Pérez - 0sem comentários ainda


La bruma

Tres semanas de recorrido por toda la geografía namibiana por motivos de trabajo es una buena oportunidad para ventilar asuntos laborales con colegas de profesión vinculados con las actividades constructivas que desarrollamos, pero es además un buen momento para  conocer a este país, que a mí se me antoja sorprendente, a pesar de una lacónica caracterización que  habla de un territorio limitado por dos desiertos, Kalahari y Namib y una Meseta Central.

Con lo cual podríamos suponer   un paraje poco atractivo y resulta todo lo contrario, donde a cada instante descubrimos atrayentes paisajes, no sólo en los vastos espacios, sino en sitios puntuales capaces de llenar las expectativas de los que se acercan a estos seductores escenarios.

Unos 360 kilómetros separan a Windhoek, capital de Namibia, del asentamiento urbano de Swakopmund,  perteneciente a la región de Erongo, un territorio con más de 60 000 kmque sobrepasa ampliamente los 100 000 habitantes.

El viaje, monótono para los que estamos habituados a estos parajes, grandes extensiones de terreno donde crece un pasto de color amarillo opaco golpeado por una persistente sequía, propia de esta época del año, sólo se ubican contados  asentamientos a lo largo de la vía, que se van haciendo cada  vez más escasos hasta desaparecer, enfrentándonos a  un brusco cambio del paisaje, que abre su perspectiva visual  para permitirnos  observar el  imponente desierto de Namib, el más antiguo del mundo, donde la única actividad humana que   se percibe, es el ligero  tránsito por la ruta de comunicación en la que viajamos y cercanas explotaciones mineras, donde se destaca, la mina de uranio a cielo abierto más grande del mundo.

Extensos espacios desprovistos de vegetación, son salpicados por formaciones de montañas, desde el horizonte parecen tomar coloración  azul  oscuro o  negra, matizado por grandes manchas blancas, estas últimas resultado de  los grandes depósitos de arenas que se acumulan en su base arrastradas por los vientos, dándole un inusual aspecto, adicionándole un valor agregado al ya inusitado panorama.

Sin  que nos percatemos, el clima cálido, dotado de   un cielo azul intenso, que  hace recordar al lejano trópico, empieza a ser cubierto por  la bruma que se aprecia más acentuada  en el horizonte, anunciando la proximidad de la costa Atlántica, donde se ubica el asentamiento urbano de Swakopmund, capital administrativa de la región de Erongo. 

La neblina parece cubrir amplias zonas costeras adentrándose varios kilómetros tierra adentro,  originada por la corriente de Benguela que es una corriente de aguas frías que se dirige al norte siguiendo la costa oeste de África y produce densas nieblas oceánicas la mayor parte del año; responsable en el pasado, junto con las fuertes marejadas y la existencia de peligrosos bancos de arenas, de un cementerio de barcos depositados en su costa en la zona conocida como “Costa de los Esqueletos”, en referencia a los pecios precipitados hacia su litoral y devorados lentamente por  la agreste naturaleza del lugar…


Swakopmund, un asentamiento “alemán”.

 

Sin tener información previa, en mi primera visita al sitio, del que sólo conocía el inexacto término de afortunados colegas que  lo describían, como un lugar bonito. Pobre calificativo para designar un espacio único, por no decir mágico.

Su mercado de artesanías se destaca por la diversidad de las piezas trabajadas en madera y piedras del lugar. Inseparable a esta actividad económica, las himbas, con sus hijos acuesta, formando parte del ambiente del emplazamiento, en un intento por buscar un sustento para su familia a expensas de los curiosos turísticas que visitan el sitio. 

El cielo añil  había cedido su lugar para transformarse en un encapotado color gris, acompañado de una percepción de fuerte humedad y una inesperada temperatura fría.

Vistosas señaléticas anuncian  nombres de calles y anuncios publicitarios en idioma alemán o  su pariente  cercano, el afrikáans,  el idioma de los colonizadores nativos.

El panorama visual parece estar impregnado de un carácter novelesco  con sus hermosas e impecables construcciones que adornaban el emplazamiento.

Reflejo de la arquitectura de estilo colonial alemán, que se nos muestra  en buena parte de su entramado urbano.

Yo me empeñaba en encontrar imperfecciones, propia de cualquier obra humana, para mi asombro, con resultado absolutamente negativo.

El espíritu germánico  ronda aún por estas tierras, para orgullo de los descendientes de los antiguos colonizadores, revelándonos un espacio propio  de vitrina urbana. 

En un vano  intento de hacernos olvidar su pasado colonial, teniendo el triste mérito de haber  albergado en su suelo  uno de los campos de exterminios creados en estas tierras, que segó la vida de una buena parte de las etnias, nama y herero, identificándose como los  precursores de los primeros intentos de genocidios del siglo XX. Historia antecesora de los campos de la muerte nazis   que se hicieron tristemente famosos a sitios como Auschwitz…


La arquitecta Hala

Toda esta mezcla de ingredientes, sociales, constructivos, idiomático, climático, históricos…  hacían pensar en una absurda paradoja  en que era posible viajar en el tiempo desde esta tierra africana a la Europa milenaria, en especialmente a Alemania,  lo que no deja de provocarme fuertes evocaciones aparentemente enterradas en una montaña de recuerdos de juventud.

Hala pasaba, junto con un grupo de estudiantes, de casi dos docenas de países, donde yo me incluía,  un curso de postgrado de varios meses de extensión, en temas urbanos. Una Universidad polaca realizaba el  entrenamiento auspiciado por una organización de las Naciones Unidas.

La primera vez que la vi me saludo con frialdad y mencionó su procedencia árabe, mi intento de saludarla con efusión,  como es habitual en mi país y en buena parte del mundo, la hizo dar  un gran salto hacia atrás para decirme  en un alterado Inglés “…Don't touch my body”.

Así la conocí, preguntándome, cómo podía ser árabe una mujer tan blanca, de llamativos ojos negros y por demás, de una belleza rara que se negaba a ser encasillada en patrones conocidos.

Mi abuelo siempre habla despectivamente de ¨los moros¨, para referirse a los árabes, supongo que como una prejuiciada  herencia legada por  su progenitor español, así que yo tenía una idea infantil, tal vez, y ahora me “justifico”,  porque el mundo antes parecía ser  más “grande y distante”  de lo que es hoy.

Supongo que era tan ignorante como algunos personajes de otros lares que suponen que un latinoamericano es físicamente igual, sea  peruano, argentino, brasileño o caribeño.

En los días de asueto el grupo  seleccionaba invariablemente como lugar de aventura  la capital alemana, dividida aún por el Muro de Berlín, que aún no sabíamos, pero  le quedan unos pocos meses de vida. La cercanía a la ciudad donde estudiamos, de sólo una hora de viaje en tren, la hacía sumamente atractiva y barata a nuestras limitadas economías.

Hala, era una mujer muy especial, amaba los monumentos y su  arquitectura y con frecuencia huía del  centro y me arrastraba a los barrios con la esperanza de encontrar las construcciones más autóctonas.

Me torturaba haciéndome recordar los principales estilos arquitectónicos y algunos de los principales arquitectos alemanes de la época que malamente yo trataba de encontrar en el saco de los recuerdos  de mi pasado estudiantil en  los cada vez más desvanecidos conocimientos recibidos en la asignatura sobre la  “Historia de la Arquitectura”, lo que la hacía enfadar si descubría un desliz, en un tema específico, porque ella tenía una buena base teórica sobre  sobre esos tópicos. 

Con ella aprendí que el traje social con que nos arropamos, no nos hace sustancialmente diferente. La última vez que la vi, corría, en el andén, detrás de un tren para expresar un último y tal vez definitivo adiós… Una guerra inventada, destruye ahora su país, intereses hegemónicos y la codicia de las riquezas de su suelo suelen ser los verdaderos culpables de este acto de barbarie. Nada sé de ella y su familia, ojala estén a salvo…    

La funcionaria namibiana, me  saca de mi sopor y pregunta donde localizar a mi colega de labor en el sitio urbano de Swakopmund…


La Esperanza

Una llamada telefónica nos pone en contacto, ahora el ingeniero cubano,  nos espera en el exterior de las oficinas del  Consejo Regional y sin tiempo para desempacar realizamos una visita de trabajo a una de las obras donde se ejecuta un ambicioso programa masivo de vivienda para personas de bajos ingresos, o sea una parte importante de su población originaria, es precisamente uno de los grandes retos que tiene el país, como forma de reparar una injusticia histórica que permita superar brutales contrastes, como este Swakopmund de ensueños.

En contraposición a la otra cruda realidad que vive una parte importante del pueblo asentado en barrios informales, que es la mejor manera que encuentro para designar sitios como éste que en otros países tienen infinitos nombres, favela, llega y pon, chabola, barrios marginales…

El especialista cubano esta imbricado en la materialización de este vasto programa. Hoy realiza una  certificación  de las acciones constructivas ejecutadas en las viviendas.

El proceso de inserción laboral es complejo, por las conocidas  restricciones de los colegios profesionales que es bastante frecuente en muchos  países, además de asimilar métodos de trabajo y regulaciones específicas que deben ser respetadas.

A pesar de los obstáculos se avanza teniendo en cuenta el objetivo común, ayudar a solventar uno de los dramas sociales más importante, contar con una vivienda decorosa para la familia namibiana, en esa meta trabaja un colectivo de profesionales cubanos en conjunto con muchos actores de la sociedad namibiana.

 

Cumplida la jornada laboral, me acojo a la hospitalidad de mi coterráneo, que no ignora la impaciencia que tengo por mirar algo de la belleza del lugar antes de la ya próxima caída de la noche.

Las fotos tomadas no le hacen justicia a la ciudad, la bruma y el atardecer conspiran con la calidad de las imágenes. Así que bien temprano en la mañana reto a la suerte, sólo dispongo de menos de una hora antes empezar un nuevo contacto de trabajo, es de hecho mi última oportunidad de llevarme unas imágenes del sitio.


Penélope

La niebla y una pertinaz llovizna parecen querer frustrar nuevamente mi empeño, pero es, ahora o nunca.

La visita obligada al muelle, las ciudades costeras suelen ser especialmente hermosas, como La Habana con su malecón.

Mientras me empeño en sacar las mejores vistas de su frente de agua, una señora pasa y sonríe.

Luego se detiene y me pregunta, ¿le gusta la ciudad? Le confieso que es una Venecia sin canales, sonríe y me dice enigmática, se ve que usted entiende.

Le pregunto curioso si está de paso, tal vez,  porque la observé haciendo unas fotos con su celular, me dice que no, que vive aquí hace muchos años, pero todos los días vuelve al espigón y toma nuevas instantáneas.

Se me escapa una interrogante desafortunada, ¿acaso no son las mismas imágenes? y me dice con énfasis, no, cada día encuentro sutiles detalles diferentes.

Sus ojos azules me miran con desilusión por unos segundos más, frunce el ceño, de un rostro que aún conserva resto de su pasado juvenil, da media  vuelta y se marcha sin despedirse.

Me pregunto qué sentimiento quedó inconcluso en esta mujer, que todos los días se repite a sí misma, cómo tratando de componer algo que se rompió… ¿Acaso será una nueva Penélope?


Un "Caballero de París" en Windhoek

 

Por analogía pienso en mi colega Baldomero, que con frecuencia, en viaje diario al trabajo, dirige su mirada para una esquina y me expresa”…te queda por hacer tu último trabajo antes de irte de Namibia”.

 

Se refiere a la posibilidad de realizar un reportaje sobre  un enigmático personaje que permanece estoicamente,  cada mañana, en una esquina de la principal arteria comercial de la capital, indiferente al cambiante clima del lugar, que me hace establecer una semejanza con  nuestro conocido “Caballero de París”, si no fuera por la forma pulcra de vestir y la percepción de que podría estar en pleno uso de sus facultades mentales.

No parece despertar  la curiosidad  de sus impasibles compatriotas y si las interrogantes de los nuestros, que  cuentan una dudosa versión de la razón que ha llevado a este señor,  de una forma compulsiva, a volver cada día al mismo sitio por más de una década.

Creo que será una tarea inconclusa, resulta difícil explorar sus razones y peor aún violar su privacidad. Sin duda, es un espinoso asunto adentrarse en las ignotas razones de los seres humanos…   


Un encuentro de trabajo

 

El especialista cubano me llama por teléfono y me recuerda que sólo quedan 15 minutos para las 8 de la mañana donde comienza mi primera actividad del día. 

Con pesar realizo las últimas fotos ya en movimiento camino a su hogar, donde aprecio las buenas condiciones de vida de que dispone el especialista para su estancia en este sitio. 

En el Consejo Regional nos esperan las autoridades locales para discutir diversos temas de interés, entre ellos la próxima llegada de un arquitecto que se sumará al programa de vivienda que actualmente se ejecuta.

Escucho con satisfacción la opinión positiva de los decisores sobre el trabajo del experto cubano y me despido con una breve visita a la oficina de mi colega ubicada en la propia  entidad.


 

   El desierto de Namib 

Ahora  se impone la despedida de este hermoso lugar, con la insatisfacción de conocer a penas una pequeña parte de sus atractivos urbanos y otros sitios paisajísticos de interés ubicados en las zonas colindantes, entre ellos el asentamiento Walvis Bay  que significa “Bahía de Ballenas”.

Leo con intereses, en una enciclopedia de Internet,   que”… la bahía ha sido un refugio para buques de mar debido a su puerto de profundidades naturales protegido por una lengua de arena de Punta Pelícano. Siendo rico en plancton y vida marítima, estas aguas acercaron grandes número de ballenas que atrajeron barcos balleneros y buques de pesca…”

Aun así no me resigno a perder la oportunidad de acercarme al “verdadero” desierto de Namib, donde están sus famosas dunas en que un grupo de colaboradores cubanos y amigos de Cuba, escalaron una de las  más altas del mundo, con sus 380 metros de altura, conocida como Duna 7,  próxima al asentamiento urbano Walvis Bay.

El propósito, apoyar una buena causa y el deseo expreso de un pronto regreso de sus hijos a la Patria. 

Satisfecho este deseo, como diríamos en Cuba, al menos “del lobo, un pelo”, nos despedimos de la región de Erongo, con la aspiración  de que nos acompañen en este recorrido virtual por la belleza de la tierra namibiana. (Texto e imagen gráfica José Alberto Zayas Pérez. Fuente bibliográfica tomada de Internet)

 



Incansables verdades...

16 de Setembro de 2014, 4:02, por José Alberto Zayas Pérez - 0sem comentários ainda

Recuerdo, que una vez, le preguntaron a un dirigente, apreciado por nuestro pueblo, porque era tan reiterativo en sus famosos discursos y su respuesta fue aleccionadora, la esencia de lo expresado se resumía en  que hay verdades que llevan más de dos mil años repitiéndose de forma sistemáticamente, sin cansarse en su discurso sus portadores.

Tal vez 16 años sea un tiempo breve en la historia de la humanidad, pero es un lapso de tiempo importante en la vida de un ser humano. Por eso nosotros no debemos cesar en reiterar nuestras verdades, ni abandonar la lucha.

Sabemos, que en este mensaje de paz, podemos contar con  el acompañamiento del  pueblo noble de los Estados Unidos y los amigos de todo el mundo.

Cinco jóvenes cubanos, fueron encausados en Miami a través de un juicio lleno de irregularidades y actualmente tres de ellos sufren prolongadas condenas, Antonio Guerrero Rodríguez, Ramón Labañino Salazar y Gerardo Hernádez Nordelo, sólo por dedicar lo mejor de sus vidas al noble propósito de proteger a su pueblo de acciones criminales y violentas contra nuestra nación y el propio pueblo norteamericano. 

La decisión es inaplazable presidente Barack Obama, repare la injusticia cometida, no ignoramos los obstáculos a vencer, pero sólo piense en estas palabras de José Martí,

 “…Aplazar no es nunca decidir”