Los dos Estados Unidos.
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Desde las primeras décadas del siglo XX, Lenin, con su formación marxista, había apreciado que la intervención norteamericana enCuba significaba la aparición en el plano internacional delimperialismo de Estados Unidos. Hoy, la crisis mundial del imperialismo hegemónico es bien evidente y uno de sus signos más relevantes se observa precisamente en lo referido a Cuba, América Latina y el Caribe.
Se hace evidente que Estados Unidos ya no puede ejercer su dominio imperial en el mundo de la forma en que venía haciéndolo, y mucho menos en América Latina y el Caribe.
Se complica la situación que hoy tiene lugar en el propio Imperio con los movimientos sociales, así como otros procesos de rebeldía y protestas de todo tipo en ese país. Por ello, aconsejo a los revolucionarios de América Latina y el Caribe tener muy en cuenta que hay dos Estados Unidos y que debemos unir fuerzas con aquellos que en su seno luchan por un mundo de paz, por cambiar el orden impuesto por el poder financiero y la maquinaria de guerra que controlan el Gobierno. Así lo apreció Martí con su visión latinoamericana, caribeña y universal. El Apóstol afirmó: “Amamos a la Patria de Lincoln, tanto como tememos a la patria de Cutting”. Aludía a un oscuro aventurero que intentó ocupar una parte del territorio de México.
Para los hombres y mujeres de mi generación, llegar a la conclusión de que ya el Gobierno de los Estados Unidos no puede mandar en el Caribe ni en América Latina en la forma que antes lo hacía, y que están en marcha en la región importantes procesos integracionistas, es un acontecimiento que marca una nueva época de la historia.
Es por eso que, a más de cinco décadas del triunfo de la Revolución, siento que nuestra generación, la del centenario del natalicio de José Martí, está ganando su batalla histórica contra el imperialismo, y esta victoria se obtiene también para América y el mundo. Porque ya hoy nuestras verdades están insertadas en la historia universal, y cada vez se hace más evidente que el Gobierno norteamericano no puede intentar aplastarnos sin afectar profundamente los propios intereses de su sistema social.
El diferendo no es sólo contra un Gobierno o un Estado; el diferendo es contra una nación en la que ha cristalizado una cultura que hizo síntesis lo más avanzado del movimiento intelectual y espiritual de Occidente en los últimos siglos.
En enero de 1959, cuando Fidel llegó al antiguo campamento militar de Columbia, advirtió que se había conquistado la victoria en la guerra de liberación, pero que comenzaban otros tipos de desafíos y dificultades más importantes aún que las que se tenían antes del triunfo de la Revolución. Hoy, cuando se advierte que la política norteamericana contra Cuba esta herida de muerte, se gesta una etapa de mayor sutileza y rigor en el combate que nuestro pueblo tiene que dar y dará por la plena integridad de la nación.
El imperio yanqui seguirá cambiando sus maneras de intentar subordinar a sus designios a la nación cubana pero, en esencia, mantendrá el mismo propósito. Las nuevas formas revolucionarias de luchar en defensa de Cuba tomarán nuevos alcances y sutilezas, estarán cargadas de peligros, pero estos riesgos no son solo para Cuba, sino también para el mundo.
Hay que tener muy en cuenta que el momento es radicalmente diferente al de décadas anteriores. Nunca la cultura y la unidad han sido más necesarias para enfrentar exitosamente las tareas de la Revolución. Cuba tiene una cultura con enorme potencialidad para continuar su camino a favor del ideal de redención universal del hombre y de la justicia para todos, lo que nos representamos en el socialismo. La historia cultural cubana expresa la esencia de lo que somos, y de lo que debemos ser, y constituye nuestra mejor carta de presentación ante el mundo para asumir los desafíos del siglo XXI.
En estos tiempos de graves convulsiones financieras, de terrorismo, del crecimiento de los negocios de la droga, del desorden generalizado, etc., ¿cómo hacemos los cubanos para estar a la altura de nuestras responsabilidades históricas?
Exaltando los valores éticos y culturales presentes en nuestra historia de más de dos siglos y llevándolos a la educación, a la política y a todos los planos de la vida nacional; consolidando la cultura jurídica y el cumplimiento estricto de la ley. Esto sólo se puede materializar superando definitivamente el viejo postulado reaccionario de “divide y vencerás” y situando para siempre en nuestros corazones el principio de unir para vencer.
HONDA MARTIANA.
Por ARMANDO HART DÁVALOS.
http://www.bohemia.cu/2014/07/17/opinion/honda-martiana.html
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