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Blog Eurococas/Eurococos

3 de Abril de 2011, 21:00 , por Desconhecido - | No one following this article yet.
Un clone de TIE-Iberico y algo más... :-)

Quem é mais forte e seguro?

20 de Janeiro de 2014, 8:27, por Desconhecido - 0sem comentários ainda

Muita gente acredita que os veículos mais antigos, "feitos de ferro mesmo", com seus enormes parachoques de aço cromado, suas amplas frentes de chapas estampadas com mais de 1mm de espessura são mais seguros que os veículos atuais com seus parachoques de plástico e chapas finas.

Veja o crashtest que simula uma batida entre um veículo produzido em 1959 e outro produzido em 2009.



Histórias do Povo Brasileiro mostra o otimismo com o Brasil!

18 de Janeiro de 2014, 8:00, por Desconhecido - 0sem comentários ainda

A mudança na vida de Jaime, e de 145 mil agricultores familiares espalhados pelo país, só se tornou realidade com o apoio de uma rede de cobertura que começou com o benefício do Bolsa Família.

Mas as conquistas sociais se seguiram com as políticas públicas de inclusão produtiva rural, que tem seu maior alcance na cobertura do Programa de Aquisição de Alimentos (PAA) e de toda rede de fomento à produção.

Sejamos honestos. Fundamental para erradicação da pobreza e melhoria da qualidade de vida d@s trabalhador@s brasileir@s, estes programas sociais são a inclusão dos beneficiados no sistema capitalista. Contudo, os feudais brasileiros, travestidos de tucanos e que tais, oriundos da CasaGrande, rascistas e preconceituosos em geral, vem nisso uma terrível conspiração do comunismo internacional implantada no Brasil pelo lulo-petismo e na América Latina pelo bolavarianismo socialista do século XXI.

É muito atraso a ser superado. Afinal os feudais controlam o Brasil há 513 anos. Só nos últimos 11 anos, representantes dos trabalhadores assumiram a gestão do negócio, mas ainda não são os donos do mesmo, que segue sendo propriedade dos herdeiros dos donos das capitanias hereditárias e seus sócios multinacionais.

Independentemente da vontade dos feudais, o povão acredita nas possibilidades que tem e investe no país que os ricaços insistem em entregar ao domínio estrangeiro.



Unas elecciones clave: europeas 2014

16 de Janeiro de 2014, 7:43, por Desconhecido - 0sem comentários ainda

De golpe, nos han hecho dar cuenta, de la importancia que tiene para nuestras vidas lo que se decide en Europa

Las próximas elecciones europeas pueden ser muy importantes. No lo han sido hasta ahora. Más bien diríamos que han ido transcurriendo sin pena ni gloria. Baja participación popular. Listas de candidatos que, con excepciones, combinaban su condición de jóvenes promesas en espera de puestos más relevantes a escala nacional, con personas más bien situadas al final de su carrera política. Y un debate previo más centrado en la agenda de cada país que en los dilemas de la construcción europea. Pero, de golpe, nos hemos dado cuenta o, mejor, nos han hecho dar cuenta, de la importancia que tiene para nuestras vidas lo que se decide en Europa. Hemos podido constatar lo que significa hablar de “déficit democrático” de la Unión Europea. Y cada vez que habla Rajoy sobre el futuro, confirmamos que él está aquí de “encargado”. En su última (¿o primera?) rueda de prensa en directo y sin control previo de preguntas, el Presidente confirmó que la reforma constitucional que tanto se pide, ya está en marcha y la hacen en Europa. En fin, no vale la pena insistir. A pesar de la estructura poco democrática de la toma de decisiones en la UE, la composición del próximo Parlamento es muy importante, como lo es la votación de los candidatos que presente cada partido europeo a la Presidencia de la Comisión. Nos jugamos mucho en las elecciones del próximo mayo.

En la nueva legislatura deberán tomarse decisiones significativas en materia de integración económica. No queda claro que la solución sea tomar medidas expansivas de tipo keynesiano, cuando lo que tenemos es una crisis de acumulación de riqueza que busca retornos que no encuentra en la tradicional explotación productiva, y que se refugia en la financiarización. Más liquidez monetaria, como hemos visto en el caso de la crisis bancaria, no tiene por qué implicar cambios positivos en producción y creación de puestos de trabajo. Lo que debería preocuparnos es la tendencia a buscar nuevos filones de beneficio en la privatización de los bienes comunes. Algunos como el agua ya en situación terminal, otros, como lo terrenos comunales, en pleno asalto. Muchos de los estados europeos han contribuido y contribuyen a estos procesos de extracción financiera de la comunidad, sea aprovechándose de los partenariados público-privados, sea haciendo pagar los costes de la quiebra de los mismos cuando la cosa no funciona (autopistas, obra pública, energía,…). Y es ahí donde el proyecto europeo ha sido víctima y, al mismo tiempo, instrumento de esta dinámica de turbo-acumulación financiera. Si el proyecto europeo era visto en los 60 y 70 como la ventana de oportunidad de una Europa social, hoy más bien es visto como amenaza para las parcelas de bienestar a preservar. Un cambio de rumbo a escala europea es imprescindible. Y lo es porque hay poco espacio para salidas estrictamente nacional-estatales en un capitalismo que ya es irreversiblemente financiero y global. La salida es política, es democrática, es europea.

Sin embargo, la situación ahora mismo en Europa es muy preocupante. Los gobernantes europeos parecen sonámbulos. Se llenan la boca de una soberanía que ya no tienen. A Barbara Spinelli le recuerdan a Cocteau: “Visto que estos misterios nos sobrepasan, hagamos ver que somos los organizadores”. Nos oponemos a las políticas de los estados nacionales cuando de hecho la alternativa radical está en otra Europa. Y el peligro está en que cada uno se refugie en su pequeño o gran cubículo, pensando en reducir daños. Aumenta la desigualdad entre ricos y pobres en Europa, y aumenta la fuerza de los movimientos xenófobos. Marine Le Pen y Geert Wilders han unido fuerzas para debilitar Europa y reforzar los nacionalismos excluyentes. Esta pasada semana anticiparon una invasión de búlgaros y rumanos, tras su plena equiparación al resto de europeos, que luego los hechos han desmentido. Agitan los fantasmas del desempleo, de los inmigrantes, del capital extranjero, y van creando el caldo de cultivo necesario para considerar a Europa como el enemigo a batir desde el encastillamiento nacionalista. Mientras, desde posiciones de cambio y transformación social, las cosas van más lentas. La socialdemocracia no sale de su marasmo, tras años de gestión de los precedentes del desastre. La izquierda más consecuente busca en Alexis Tsipras de Syriza la persona que pueda encarnar un cambio de rumbo en Europa. En Italia, gente como Paolo Flores d’Arcais y Barbara Spinelli apuestan por su candidatura a la Presidencia de la Comisión. Europa necesita un nuevo impulso, devolviendo la palabra a la ciudadanía. La respuesta a la situación actual es más democracia, más política. Si no somos capaces de reforzar esa vía, la extrema derecha xenófoba va a crecer aprovechando el sonambulismo tecnocrático imperante.

Autor: Joan Subirats es catedrático de Ciencia Política e investigador del IGOP de la UAB.



Turbosiestas’ para rendir mejor

16 de Janeiro de 2014, 7:41, por Desconhecido - 0sem comentários ainda

Varios estudios afirman que un breve descanso de 10 a 20 minutos tiene efectos benéficos

Las empresas empiezan a mostrar interés pese al tópico que repudia dormir en el trabajo

Por Thiago Ferrer Morini 

Los tiempos modernos parecían haber acabado con la buena siesta de toda la vida. El “yoga ibérico”, como lo llamaba Camilo José Cela, desaparece poco a poco de nuestra vida diaria, aplastado por el peso de los horarios continuos, la falta de lugares adecuados y, sobre todo, por la mala imagen que da dormir —o dormirse— en el lugar de trabajo.

Pero el cuerpo humano nos pide descanso a unas determinadas horas del día e ignorarle nos sienta mal. Un estudio de la Universidad de Atenas en 2007 señaló que los que se echaban una siesta por la tarde al menos tres veces por semana tenían un 37% menos de posibilidades de sufrir un ataque al corazón que los que no se la echaban. Y, aunque efectivamente ya no tengamos tiempo para una siesta de pijama y orinal, hay estudios que afirman que una cabezadita a media tarde mejora la productividad y el bienestar.

En Estados Unidos, esta cabezadita recibe el nombre de power nap, la turbosiesta: un sueño de entre 10 y 20 minutos. Este tiempo está determinado por nuestro propio cuerpo: conforme aumenta la edad, más nos cuesta quedarnos profundamente dormidos. "A un niño pequeño, de unos siete años, puedes llevarle en brazos, subirle siete plantas y no se va a despertar", señala Diego García-Borreguero, presidente de la Sociedad Española de Sueño y director del Instituto de Investigaciones del Sueño de Madrid. "A una persona mayor le cuesta más llegar a esa fase".
Espacios para dormir

Uno de los principales inconvenientes a la hora de tomarse una cabezadita es la falta de sitios adecuados. "A la hora de elegir un lugar, mejor el que más se parezca a una cama", apunta James Maas. "Hay gente que va a la enfermería y pide echarse en la hamaca. Pero puede ser en un sofá, en un sillón o en una silla".

La Ostrich Pillow, un mixto entre cojín y gorro creada por el grupo de diseñadores Studio Banana, está diseñada para facilitar el sueño en cualquier lugar y condición. Ali Ganjavian, uno de sus diseñadores, defiende las turbosiestas como una suerte de "ducha mental", que permite despertar "refrescado":  Nosotros somos un estudio creativo", señala. "Eso conlleva trabajar muchas horas, y necesitamos momentos para desconectar".

Otras empresas han preferido apostar por "espacios de descanso", como los comercializados por la empresa MetroNaps: tumbonas diseñadas para  echarse una cabezadita rápida en el trabajo. Según la web de la empresa, tanto Google como la NASA han instalado esta clase de tumbonas en sus oficinas.

García-Borreguero apunta que las dos primeras y breves fases del sueño "producen cambios en determinadas estructuras cerebrales", afectando sobre todo al tálamo, el mecanismo por el cuál somos más o menos sensibles a los estímulos del exterior. La clave de la turbosiesta está en evitar la llamada fase de ondas cortas, a partir de la cual el despertarse empieza a ser más difícil. Recobrar la consciencia en esa fase nos deja aún más somnolientos.

Uno puede echar una o varias cabezaditas a lo largo del día, pero el momento en el que la necesidad de descanso se vuelve más evidente se produce aproximadamente ocho horas después de despertarnos. "Al contrario de lo que solemos creer, esta somnolencia no tiene que ver con si hemos comido o no", indica García-Borreguero. "Es una necesidad fisiológica que podemos ignorar; una ola a la que nos podemos subir o no".

James Maas, profesor jubilado de psicología de la universidad de Cornell (Nueva Jersey, EE UU), ha sido uno de los principales impulsores de la turbosiesta, tanto en libros como Aprende a dormir (Oasis, 1999), como a través de conferencias en universidades y empresas. Maas afirma haber acuñado el término power nap cuando trabajó de consultor para la informática IBM, hace 30 años. "Una siesta acaba con la somnolencia y reduce los tiempos de reacción, lo que a su vez disminuye la capacidad de cometer errores", señala en una entrevista telefónica. "Eso mejora la productividad, además de ayudar a mejorar nuestra capacidad de pensamiento crítico y creativo".

La NASA, la agencia espacial estadounidense, fue una de las primeras en estudiar el potencial de las turbosiestas para mejorar la efectividad de los astronautas. “Para nuestra sorpresa, la memoria operativa [la que permite pensar en cosas y trabajar con ellas en la mente] mejoró tras las siestas”, afirmó tras el estudio su responsable, David Dinges, “pero la capacidad de estar alerta no sufrió grandes cambios”. Otro estudio, del estadounidense Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, en sus siglas en inglés), señaló que la capacidad de aprender una habilidad motora aumentaba en un 20% en las personas que se tomaban una cabezadita.

¿Cuál es la clave? Al entrar en la segunda fase del sueño, la que precede a la de ondas cortas, "nuestro cerebro se convierte en una boya y se aísla", en palabras de García-Borreguero. "Esto hace que nuestro sistema nervioso parasimpático gane importancia, lo que disminuye la función respiratoria y activa la producción de hormonas como la del crecimiento —importantísima para los niños— y la melatonina".

Un estudio encargado por Eurocontrol, la organización europea de navegación aérea, señaló que una cabezadita de 20 minutos reducía “de forma significativa” el cansancio. Esto llevó a que en Suiza —un cruce de caminos europeo atravesado por muchos vehículos que realizan largos recorridos — una campaña organizada por el Centro Suizo de Prevención de Accidentes y el Touring Club recomendase las turbosiestas para reducir la fatiga.

Las bondades de una breve cabezadita también han convencido a algunas empresas. Los partidarios de las turbosiestas suelen señalar a Google como una gran compañía que ha adoptado la práctica para sus empleados, pero el gigante informático recuerda que el reposo no es obligatorio. “Lo que tenemos son áreas de descanso y relajación donde los trabajadores pueden relajarse, estar en silencio o dormir”, matizan desde la empresa, “aunque si no quieren dormir, pueden no hacerlo”.

A pesar de que la idea va cuajando poco a poco, es difícil combatir el tópico de que dormirse en el trabajo es señal de vagancia. "Es como luchar contra el tabaquismo o contra el alcohol al volante", considera Maas. "Al final, como en todo, se miran las cifras. Las empresas ven los efectos económicos, tanto en el incremento en la productividad como la reducción de gastos sanitarios para sus trabajadores, y se convencen. La gente está empezando a entender que el dormir bien no es un lujo, es una necesidad".



Un temps de desconcert

16 de Janeiro de 2014, 7:37, por Desconhecido - 0sem comentários ainda

Segons les dades del tercer trimestre d’aquest any hi ha 5.904.700  aturats

Por Josep Fontana, Historiador

Ens diuen que hem sortit de la crisi –bé, alguns, al menys, ja n’han sortit- i ara estem tots pendents de quan ens tocarà la recuperació també a nosaltres: una recuperació que hauria de tenir com a element essencial que torni a haver-hi llocs de treball suficients per als 5.904.700 aturats que hi ha en aquest país segons les dades del tercer trimestre d’aquest any.

Només que ara resulta que, segons una enquesta feta a executius espanyols fa pocs dies, la previsió és que es trigarà vint anys a recuperar els llocs de treballs perduts com a conseqüència de la crisi. I el que ningú no aclareix és de què viuran durant aquest 20 anys els que restin al marge i les seves famílies.

I és que l’esperança de tornar a alguna cosa semblant a la plena ocupació sembla que és un engany. Als Estats Units –on convé de mirar de tant en tant, perquè allí comencen les coses que després s’establiran a casa nostra- sembla que ho tenen clar: l’economia ja fa uns anys que s’ha recuperat, però les xifres de l’atur segueixen sense ser satisfactòries, malgrat els optimismes puntuals del mes passat en arribar al 7 per cent d’atur. Però hi ha molts dubtes sobre la validesa d’una xifra com aquesta; tants que, segons els càlculs que fa John Williams al seu butlletí de “shadow statistics”, la xifra real podria arribar fins al 23%. El que està clar és que, si el que anem a cercar és la dada més significativa, que és la de la taxa de participació en el treball, podem veure que aquesta ha estat baixant sense interrupció des del 2003. Krugman ha recordat, per altra banda, que d’aquests 10.900.000 treballadors nord-americans oficialment en l’atur n’hi ha 1.300.000 que perdran tots els ajuts per subsistir a finals de desembre.

Una prova de quina és la situació real del mercat de treball ens la dóna, als Estats Units com a Espanya, el fet que es mantinguin els sous de misèria, que estan creant una  consciència de què aquesta és una situació que no millorarà fàcilment. McDonald’s, per exemple, l’empresa de menjar ràpid que té un cap que cobra 13’8 milions a l’any, es resisteix a les peticions dels seus treballadors nord-americans de passar d’un sou de 8’69 a l’hora, que no els assegura la subsistència i obliga a molts a recórrer a les ajudes públiques contra la pobresa, fins a 15 dòlars l’hora. El més sinistre és que la web de l’empresa es va dedicar darrerament a donar-los consells per contractar entrenadors de preparació física personal o treballadors per netejar la piscina.

Aquest mes passat, en una reunió de recerca del Fons Monetari Internacional, Larry Summers –l’assessor econòmic de Clinton i d’Obama, que va ser directament responsable de les mesures de desregulació que van precipitar la crisi de 2008- va fer un discurs que ha commocionat els economistes, perquè defineix la situació en què estem com un “estancament secular”. Paul Krugman l’ha acollit amb un entusiasme desconcertant, demanant: “¿I si el món en què vivim des de fa cinc anys fos la nova normalitat?”. Un món que descriu com “un estadi durador en què la depressió econòmica seria la norma amb episodis de plena ocupació escassos i distants entre si”, associats a altres tantes bombolles.

M’angoixa que s’accepti amb tanta facilitat una anàlisi que presenta la possibilitat d’un llarg estancament com un fet natural, deixant de banda considerar altres factors que poden haver contribuït a la reducció de la demanda, com les conseqüències d’un procés creixent de desigualtat, que té uns fonaments essencialment polítics. Sorprèn aquesta manca de referències al problema, en moments en què el “World Economic Forum” ens diu, d’acord amb una enquesta realitzada entre 1592 dirigents del món acadèmic, dels negocis, del govern i de les organitzacions “non profit”, que una de les majors preocupacions per al futur immediat és, i ho dic amb les mateixes paraules de l’informe, que “la diferència entre rics i pobres és cada vegada més extrema, de manera que mentre la desigualtat dels ingressos augmenta en les grans nacions, l’educació, la salut i la mobilitat social estan amenaçades”.

Però expressar preocupació i no fer propostes per resoldre-ho em sembla cínic. I és que els remeis, si n’hi ha, passen per uns camins que exigeixen imposar formes de fiscalitat que transfereixin recursos dels grans beneficis empresarials a l’estat per tal d’atendre els serveis socials en retrocés, i restablir la força de negociació dels assalariats per tal d’ajudar-los a millorar les seves retribucions. I unes mesures com aquestes sembla que són totalment impossibles en la situació política en què vivim, amb governs de dreta o d’esquerra, tant s’hi val.

Voldria donar un exemple d’aquesta impossibilitat de controlar l’economia per part de governs dèbils i tolerants com els actuals en relació amb un problema que pot ser molt important per tots plegats en un futur no gaire llunyà. En refereixo als indicis d’una nova bombolla especulativa que han dut Tom Hartman a profetitzar que la propera crisi es produirà el 2016.

Aquests indicis es basen en el ràpid recobrament del mercat de l’habitatge, on els preus estan tornant a créixer de manera alarmant, tant als Estats Units com a Gran Bretanya. Bancs i fons d’inversió s’estan apressant en aquests moments a comprar a baix preu pisos no venuts o desnonats. Als Estats Units, Blackstone Group, un dels grups inversors més potents del món, ha comprat 40.000 habitatges, per un valor de 7.500 milions de dòlars. Compres fetes amb diner líquid, gràcies a un crèdit de 3.600 milions obtingut del Deutsche Bank. El grup intenta comprar al més aviat possible, abans que pugin més els preus, i ja ha anunciat el seu propòsit de fer negocis també a Espanya, on els preus encara són prou baixos.

Això té a veure amb l’augment de la demanda de lloguer per part dels que van ser desnonats durant la crisi i dels que ara no poden trobar una hipoteca per comprar una casa. Una situació que ha donat lloc a un augment dels preus del lloguer que està creant problemes molt seriosos a les famílies de treballadors pobres. La proporció de llogaters que han de destinar més d’un 30 per cent dels seus ingressos a pagar el lloguer ha passat als Estats Units d’un 38 per cent en l’any 2000 a un 50 per cent en 2010. El que això anuncia respecte del futur del negoci dels lloguers, i de l’explotació dels llogaters, és prou preocupant.

També a Anglaterra s’anuncia que els preus de l’habitatge pujaran un 35 per cent d’ací a 2030 i que els lloguers ho faran en un 39 per cent, un augment que no és previsible que comparteixin els salaris, de manera que un articulista de The Independent opina que “tota una generació serà incapaç de comprar o llogar una casa”.

L’afany de comprar abans que pugin més els preus explica el que ha fet Blackstone, que ha creat un nou tipus de títols garantits per les rendes dels lloguers, empaquetades a la manera com es va fer amb les hipoteques en el desastre de 2008. Blackstone va emetre la primera sèrie d’aquests títols el novembre passat i ja hi ha nous competidors anunciant que s’apuntaran a aquest invent, que permet obtenir diner per seguir comprant.

El problema és que els títols depenen com a garantia de seguretat de què un 95 per cent dels habitatges es mantinguin llogats permanentment, i que hi ha dubtes molt seriosos respecte del que pot passar si fallen, ja que poden deixar milers de llogaters a l’aire, encara que estiguin pagant puntualment els seus lloguers.

Però jo voldria cridar l’atenció sobre el fet que ara els protagonistes no siguin els bancs, sinó grups d’inversió que treballen amb crèdits bancaris. Perquè resulta que en aquests moments en què s’acaba d’aprovar la regla Volcker, que limita les activitats especulatives dels bancs, en prohibir-los fer apostes amb el diner dels seus clients, ja s’ha pogut veure com Goldman Sachs està comptant amb la possibilitat d’actuar donant préstec a altres fons que puguin fer les operacions que se’ls prohibeixen a ells i als seus propis fons d’inversió.

Sembla, doncs, que la regla Volcker pot resultar ineficaç per frenar noves aventures especulatives. Hi havia una solució millor, restablir la llei Glass-Steagall de 1933, que separava les operacions de banca de dipòsit de les d’inversió, per tal d’assegurar el manteniment dels estalvis dipositats. Aquesta llei va ser abolida el 1999, a temps per donar pas a les especulacions que van dur a la crisi de 2008, de manera que ara, si la banca té problemes, els estalvis els garanteix l’estat amb uns rescats que després pagarem entre tots a través dels impostos. Però Obama no s’ha atrevit a tant com restablir la llei que va publicar Roosevelt el 1933 –possiblement no podia fer-ho- i ara s’han acontenta amb aquest pegat, resistit pels bancs; que finalment l’han acceptat quan han vist que podien seguir fent negocis com abans.

Potser sí que hem sortit de la crisi; però els pronòstics de cara a un futur immediat inciten a pensar que caldrà fer alguna cosa si volem escapar del desastre que ens preparen.