Obama, entre la poesía y el cinismo por José Echemendía Gallego / Universidad Sancti Spiritus / Blog CubaSigueLaMarcha
Ser el presidente de la potencia hegemónica del mundo constituye, en el lenguaje del marketing y los negocios, un innegable valor agregado; es lo que justifica que algunos estadistas de la “gran nación” de Norteamérica hayan pasado a la historia como grandiosas figuras; muy a pesar de su supina ignorancia en temas diversos –sobre todo políticos-, o el haber tenido un rol protagónico -revólver en mano- en un plató, y no en la política; o escandalizar al mundo con un fiasco político por el vulgar robo de documentos del Partido Demócrata de los EE.UU., o sencillamente poseer una de las más celebres antologías de “burradas” en cualquier lengua.
Desde que fuera conocido el lugar donde tendría lugar la reunión cumbre del G7 en el 2016, Japón; así como la decisión del presidente Barack H. Obama de visitar la ciudad de Hiroshima, crecieron las especulaciones en torno a una posibledisculpa del mandatario norteamericano por el crimen masivo de 1945; sin embargo, en los días previos a su visita a ese país asiático, la cadena japonesa NHK le había preguntado sobre el particular; y el mandatario respondió categóricamente: “No, porque creo que es importante reconocer que en medio de una guerra los líderes toman todo tipo de decisiones".
Ya en la ciudad necrópolis, el dignatario de la Casa Blanca participó de un amplio programa para rendir homenaje a los más de 70 mil ciudadanos que murieron instantáneamente, y a los más de 80 mil que fallecieron como consecuencia de las radiaciones nucleares –solo en esa ciudad.
En el mensaje que dirigió a los japoneses, y al mundo en general, el presidente norteamericano volvió a hacer gala de su locuacidad e histrionismo, con expresiones y poses que en el momento conmueven e inspiran, pero cuando usted lee su discurso, o ve el video con tranquilidad, no le queda otra opción que dudar de su sinceridad y compromiso con lo que dice, creo que los siguientes ejemplos le resultarán suficientes.
Las palabras con las que inicia su alocución –cargadas de poesía y sentimiento- tratan de suavizar y edulcorar la brutalidad y crueldad del hecho: “Era una mañana luminosa y sin nubes. La muerte cayó del cielo y el mundo cambió"; el mundo sí cambió, y mucho, pero de nada vale involucrar “al cielo”, cuando todos saben de dónde fue lanzado el engendro mortal, del Enola Gay, bombardero B-29 operado por la United States Army Air Forces (Fuerzas Armadas de los Estados Unidos). En cuanto a lo del cambio del mundo, ese era el propósito del poder imperial, demostrar su supremacía y amedrentar a todos; que además tuvo efectos colaterales, como el de una carrera armamentista que no se detiene hasta los días de hoy.
Pero hay más; seguidamente hilvanó una serie de frases con un alto poder de razón y lógica, pero absolutamente contradictorias con las esencias de otras frases pronunciadas hace cerca de 65 días en La Habana, cuando conminaba a los cubanos a olvidar y dejar atrás la historia; parece que para el señor presidente de los EE.UU. la memoria histórica debe “bailar” al son de la ambivalencia de sus intereses, estas frases son harto elocuentes:
“El mundo tiene la responsabilidad compartida de preguntarse cómo impedir que se repita el sufrimiento que se produjo en Hiroshima,…el recuerdo nunca debe desvanecerse".
“…la memoria permite al mundo resistirse a la complacencia y alimenta una visión moral común”.
“Estamos aquí, en el centro de esta ciudad, y nos obligamos a imaginar el momento en que la bomba cayó. El terror de los niños, confusos por lo que ven. Oímos un grito silencioso”, evocó. “Compartimos la responsabilidad de mirar directamente a los ojos de la historia y preguntarnos qué podemos hacer para evitar que ese sufrimiento llegue a repetirse”.
En otro momento de mayor sosiego y reflexión, escribió en el libro de invitados: “Hemos conocido la agonía de la guerra. Encontremos la valentía, juntos, de esparcir la paz y buscar un mundo sin armas nucleares”.
El Premio Nobel de la Paz; que todavía tiene la deuda de ganárselo, según la exhortación de Mikel Moore en ocasión de conocerse públicamente ese reconocimiento de alcance universal; aun tiene mucho por hacer y el tiempo se le acaba: todavía la cárcel de Guantánamo no ha sido cerrada, sus tropas regulares siguen moviéndose por territorio iraquí con el pretexto de luchar contra el Estado Islámico, Afganistán es hoy un país mucho más inseguro y violento, las intenciones de cercar a Rusia con poderosos sistemas coheteriles no se detiene, no se aprecia una clara decisión para comprometer a su aliado –Corea del Sur- en el conflicto en la Península de Corea; y a pesar del acuerdo en temas nucleares logrado con la República Islámica de Irán, no se concretan acuerdos con las potencias que poseen el arma nuclear para el desmantelamiento de estas.
Sin embargo, lo anterior no es todo, no se puede practicar una política de paz amenazando a otros, no se puede pretender ser pacifista limando asperezas con unos y considerando a otros “… una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y política exterior de Estados Unidos…”; no es posible pretender conversar pacíficamente mientras se promueve –entre bambalinas- la desestabilización, la guerra económica y la injerencia en los asuntos internos de otros estados solo porque desean construir y vivir en un sistema político diferente.
Señor Obama, quizás necesite leer al benemérito mexicano Benito Juárez para enterarse que: “Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz" (15 de julio de 1867).