¿Qué necesitamos los cubanos?, por José Echemendía Gallego / Universidad Sancti Spiritus
Constituye lugar común escuchar al vecino, al amigo, al colega de labores diarias, o hasta al ocasional compañero de viaje en cualquiera de los inusitados y comunes medios de transporte que emplea el cubano de hoy; reiteradas quejas, lamentaciones, reclamos y hasta exigencias muy serias relacionadas con el salario, los precios de las mercancías (de cualquier tipo), de los servicios (por su calidad o costo), y quién sabe cuántas cosas más de la agobiante y siempre exigente cotidianidad; y créanme, en la mayoría de las ocasiones les asiste la razón.
Pero, hasta dónde son reales, hasta dónde constituyen necesidades perentorias, hasta dónde son verdaderas prioridades. Creo que no estaría demás ante las diversas circunstancias del día a día, reflexionar, evaluar y considerar la justeza o no de nuestro reclamo o queja; no por el otro, sino por uno mismo, pues a la zaga de cada uno de esos momentos viaja el desaliento, la actitud lastimera, el disgusto y la inconformidad a ultranza, y entonces ya nada nos parece bien, a nuestros ojos “todos” son unos sinvergüenzas, o cada situación “no le importa a nadie”.
Si siguen el hilo de esta compleja madeja, coincidirán conmigo en que estas actitudes no ayudan a nadie, ni en nada; solo “engordarán” nuestro disgusto, acrecentarán nuestras frustraciones, y en el mejor de los casos nos dejarán propensos al desinterés, la apatía, la indolencia y a su más encumbrada forma: la desidia.
Ciertamente el dinero hace falta para muchas cosas, pero no para todo. Se necesitan grandes dosis de objetividad para evaluar en cada ocasión lo que es realmente necesario; sería ilusorio pretender decirle a cada persona qué lo es, y qué no lo es; por eso las altas dosis de objetividad y cordura inexcusables.
Cuando se vea ante esas circunstancias en las que su “bolsillo” no le permita satisfacer determinada necesidad, o deseo; antes que lo venza el apremio de pensar en lo que le falta, piense en lo que tiene; y no le parezca extraño, usted tiene mucho y de mucha importancia, solo que a veces no lo ve, recuerde que lo más evidente suele no ser visto.
Piense en que mientras usted tiene un puesto de trabajo seguro (ya sé que dirá, muy mal remunerado) en el mundo hay más de 200 millones de desempleados y más de 120 millones trabajadores están mal pagados; piense que mientras usted tiene segura su jubilación, cerca del 50 % de la fuerza laboral en el mundo no podrá disfrutar de ella; piense que en tanto su hijo o hija tiene garantizada una educación de calidad y gratuita hasta el nivel universitario, en el mundo hay 57millones de niños y niñas que no aprenderán a leer y escribir y serán casi seguro empleomanía para la delincuencia y la prostitución; piense que mientras tenemos asegurada una modesta cuota de alimentos a precios subsidiados, en el resto de los países de este planeta existen 800 millones de hambrientos.
No se canse de pensar todavía. Piense que cuando usted y su familia tienen acceso libre, gratuito y de calidad a servicios de salud de diferente nivel, en el mundo mueren diariamente 8 mil personas por enfermedades curables, más de400 millones de personas –en países de renta media- no tienen acceso a algún servicio esencial de salud; piense en que los miembros de su familia y usted mismo estará menos expuesto al consumo de cualquier droga de las que se comercializan en la actualidad; piense en que como persona tiene derechos que se respetan, tiene dignidad, seguridad y garantías de su integridad física, que no será discriminado por su color de piel, credo, sexo o preferencia sexual. Creo que ya habrá pensado bastante, aunque puede seguir haciéndolo y encontrará otras razones.
Pero sigo coincidiendo con usted en que los cubanos necesitamos algo.
Necesitamos mucha confianza en nosotros, necesitamos compromiso con la Patria, necesitamos –en cantidades más grandes que las de dinero- optimismo, necesitamos más entrega y dedicación en lo que hacemos, necesitamos mirarnos a los ojos y decirnos las verdades para cambiar y mejorarnos como seres humanos; pero sobre todas las cosas, necesitamos trabajar más y con más eficiencia para –definitivamente- palpar las realizaciones concretas de una sociedad más justa, más inclusiva, más próspera y sostenible. Eso necesitamos los cubanos de hoy y de mañana.
Tenemos en que inspirarnos, que el pensamiento martiano nos ilumine, “Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti”; que el ejemplo del cubano que mejor interpretó su ideario, Fidel Castro Ruz, nos guie.
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