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¿Y qué pasa con los pobres de Cuba?

20 de Junho de 2014, 13:58 , por Rosa C. Báez Valdés - 0sem comentários ainda | No one following this article yet.
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Sin ánimo de polemizar ni de desmentir lo que acá expresa Juan Manuel (con mucho, a mi modesto entender, de los que mejor retratan nuestra realidad) quería puntualizar algunas ideas que me surgen con la lectura de este texto... ¿Existen diferencias entre los distintos sitios habitacionales de mi Patria? Evidentemente sí, cuando conozco casos en las zonas en las que he vivido los últimos 25 años o más, en que los casos sociales son tratados a través de la trabajadora social del Policlínico Gregorio Ortiz, ubicándolos en asilos de ancianos, o son atendidas en comedores al efecto, personas que no mantienen vinculo laboral por enfermedad u otras causas. Donde vecinos sin dicho vínculo recibieron su ATEC-Panda a pagar en modestísimas cuotas, donde otros en igual condición fueron beneficiados por los módulos de cocina, o cambiaron sus ventiladores y refrigeradores...

¿De qué iría la historia, entonces? De garantizar que dichos servicios, instituidos por nuestro gobierno, sean ofrecidos a todos los que lo necesitan, por supuesto. Pero también de que aquellos que forman parte de esa masa poblacional en desventaja, sea receptiva de este esfuerzo: y me refiero a aquellos que -pudiendo hacerlo- no han cumplido sus compromisos de pago, a aquellos que re-vendieron esos artículos sin siquiera concluir sus pagos, a aquellos que rechazan ayuda médica y continúan sumidos en el vicio del alcohol... Si como bien dice Juan Manuel " la maravillosa herejía" les dio las oportunidades, veamos por qué no las aprovecharon y no permitamos la repetición de tan nefastos hechos.

Con todos y para el bien de todos, dijo el Maestro. Y ese todos también nos engloba. NO cerremos los ojos ni miremos, cómplices, hacia otro lado. Y no permitamos, efectivamente, que estos temas se los robe el enemigo. Porque somos nosotros los que hemos de resolverlos.

¿Y qué pasa con los pobres de Cuba?

Por  Juan Manuel Alvarez Tur (@Alvarez_Tur)

Tenemos una masa importante de cubanos y cubanas viviendo en condiciones de pobreza. No se publicitan los estudios académicos al respecto, pero de manera empírica lo puedo afirmar, porque he visto el fenómeno. Pobreza de todo tipo. Esto es: gente que no tiene capacidad pecuniaria para mejorar las condiciones de su vivienda, comer y vestirse de manera básica, ni posibilidades reales tampoco para acceder a la cultura.

A veces encontramos personas con estas características agrupadas en una misma ubicación geográfica, y otras tantas, con cierta tonalidad oscura en su piel como denominador común.

Cuando la pobreza toma color. Foto: Lilian Cid (Cubaxdentro)

¿Una manifestación de vulnerabilidad social? Foto: Lilian Cid (Cubaxdentro)

¿Cuándo tendremos datos oficiales sobre el tema? ¿Cuándo estará en las agendas de las reuniones del Consejo de Ministros y las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular? ¿La zona de desarrollo del Mariel y el ingreso por los servicios profesionales en el exterior permitirán diseñar acciones afirmativas para esas personas y zonas económicamente más vulnerables? ¿Y qué pasa con aquellos que mueren hoy, ahora, bajo esas condiciones de vida? ¿Qué significa “no quedar desamparado”? Si nos atenemos a que los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución marcan de algún modo esa agenda de problemas fundamentales a resolver, hay que tener en cuenta entonces que ella se preocupa más por las aperturas económicas que por fijar acciones concretas e integrales para desterrar la inopia de los más retrasados en la reproducción de la vida material. Ahora se discute mucho sobre los salarios, el fin de la dualidad monetaria, si las aprobaciones de nuevas cooperativas y licencias para particulares avanzan muy lento, o si los automóviles, el acceso a Internet y las líneas móviles se tasan en precios excesivamente altos.

Los pobres pueden, por ejemplo, abrazar un proyecto de trabajo por cuenta propia, ¿pero pueden entrar con éxito todos a ese mercado laboral? Esas posibilidades están jerarquizadas. No es lo mismo un cartel anunciando “pan con croqueta” escrito a lápiz que uno digital, bien rimbombante y moderno, promocionando “pizzas”. Estamos entrando de lleno en el mundo de la competencia, que es desleal y abrumadoramente discriminatorio. Esta realidad, subliminal, viene escondida dentro de la noción de “sentido común”, que como decía recientemente en la Universidad de las Ciencias Informáticas, el intelectual cubano Fernando Martínez Heredia, no ha dejado de ser burgués. Imagino que alguno dirá que el pobre tendrá otro igual o más pobre que él para que le compre su pan con croqueta. ¿Así vamos a construir socialismo en Cuba?

La explotación entre las personas vuelve a enseñorearse, ahora en un campo quizás más fértil, porque va resultando extemporáneo recordar a un hombre que ayudó mucho a entender de qué iba el asunto, como Carlos Marx.

Recientemente la prensa digital cubana se hacía eco de una nota de The New York Times que alababa las reformas económicas cubanas. Yo creo que debemos preocuparnos cuando desde el Norte celebran lo que hacemos. Me parece que lo medido en verdad por ellos es cuánto capitalismo le estamos inyectando a la vida cubana. Nos están evaluando con su vara y nos estamos tragando el “elogio”.

Existen prácticas para subsidiar servicios y productos a ciudadanos que viven en contacto directo y permanente con la carencia de ciertas oportunidades de índole material, pero ni es suficiente ni llega a todos. Cuba ha sido y es un ejemplo para muchos en el mundo porque fue más allá de lo que parecía posible, como plantea Martínez Heredia. Él también afirma que se debe tener conciencia de lo que está mal, y yo digo también que hacerla pública, sobre todo desde la dirección del país, para palpar  la implicación de éste con los problemas fundamentales, y tener definida una línea base, que estará supeditada al influjo de nuestras dificultades propias y el bloqueo estadounidense fundamentalmente.

Tenemos guetos donde las personas viven sumidas en el alcohol y tienen que hacer lo indecible para sobrevivir. Tampoco me llamo a cuento. A mi juicio la mayoría de la población, por la izquierda o por la derecha, se las arregla. Yo me refiero a esos que llamamos “casos sociales críticos”. Eso da para otra pregunta, ¿qué metodología determina un caso social crítico? Hay indigentes, individuos que piden limosnas y otros que no bucean precisamente en abisales y limpias aguas. Eso es incompatible con el socialismo, y no hay que esperar a que los ricos produzcan muchas riquezas, para que entonces tributen más y después, y solo después, sea posible rescatar a mucha gente del área subterránea en que se encuentran. ¿Y las voluntades? ¿Y la capacidad para convocarlas? ¿La perdimos totalmente? ¿Y la presión de los ciudadanos para resolver esas realidades?

Es una gran deficiencia decir que los que van ahora arrastrándose por la vida “se lo merecen”, “que no estudiaron”, o como escucho decir sobre los que piden limosnas, que “son descarados” que “hacen mucho dinero así”. Tiene que haber penetrado una cantidad notable de miseria moral y material en una persona para que asuma ese modus vivendi. Y si bien es cierto que por la vida le pasaron oportunidades dentro de la maravillosa herejía que ha significado hasta hoy la Revolución Cubana, también lo es que fue una incapacidad de todas las estructuras de nuestra sociedad el que no las aprovechara.

Para seguir siendo una Revolución lo que triunfó en Cuba en 1959, no puede desistir en el empeño de hacer realidad, de verdad, aquello de que ella es de los, por los, y para los humildes, que no saben qué es Internet, que no tienen cuentas en CUC como para preocuparse por el Día Cero, ni piensan en un carro y tampoco les interesa cuándo viene la televisión digital porque ni televisor tienen. Quisiera que nos ocupáramos más por eso, hasta donde podamos, aunque sólo sea para poner en claro como mínimo cuál es el umbral de la pobreza.

No podemos regalar el tema a los enemigos del proceso revolucionario. Al mismo tiempo la sociedad civil debe utilizar todos los mecanismos existentes, y crear otros nuevos para reducir progresivamente ese lastre social tan injusto. No podemos continuar indiferentes. Hagámosle caso a uno de los hombres más grandes que ha dado este país, el General Antonio Maceo, cuando decía: “El que baja para subir al caído, enaltece su nombre colocándose por encima de todos”.

 

Publicado en su Blog CubaxDentro


Tags deste artigo: cuba pobreza pobres ayuda sociedad capitalismo miseria responsabilidad

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