Por Ernesto Wong Maestre, @ProfeWong *
Después de violar por cinco décadas y media los principios y normas del derecho internacional público, con el férreo bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por diez gobiernos delincuentes de Estados Unidos contra el pueblo cubano, sin haber podido vencerlo, doblegarlo o subordinarlo, el actual gobernante estadounidense Barack Obama ha decidido emprender una nueva estrategia de relacionamiento con el gobierno revolucionario y socialista de Cuba que ha asumido el reto. Esa dinámica alcanzó su máxima expresión este miércoles 17 de diciembre en horas del mediodía cuando desde la Casa Blanca en Washington y desde el Palacio de la Revolución en La Habana sendas alocuciones del más alto nivel político, cautivaron la atención mundial, desde las cumbres bolivianas hasta las estepas siberianas.
La sorpresa para la gran mayoría de los millones de habitantes que se asombraron del anuncio del “restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos” es resultado directo de la asimetría y desequilibrio histórico entre el caudal de mentiras que las transnacionales imperiales de las noticias y las informaciones han vertido sobre Cuba y la difusión modesta, pero creciente, de la “verdad verdadera”, como nos decía el Comandante Supremo Hugo Chávez, que la Isla de la Libertad logró mostrar sistemáticamente, aunque con reducidos recursos, por todo el mundo, junto a millones de amistades y cientos de movimientos sociales, en los últimos veinticinco años, practicando la solidaridad internacional mutua y mostrando por diferentes vías la realidad concreta de la sociedad cubana y sus posiciones de principios inclaudicables.
A pesar de la asimetría y del desequilibrio mediático, del vigente bloqueo anticubano, y de las presiones de las fuerzas ultraderechistas estadounidenses partidarias del “poder duro” en política exterior, la voluntad política de las fuerzas progresistas mundiales se impusieron parcialmente en la larga batalla, y todas apreciaron el retroceso y reacomodo imperial ante la resistencia y avance de Cuba y de sus aliados estratégicos, como Venezuela, China, Rusia, los hermanos del ALBA, y los aliados del Caricom, de los africanos de la SADC y de otras lejanas tierras.
A partir de 2015 Cuba se seguirá enfrentando también a otras y diversas operaciones generadas por el “smart power” o “poder inteligente” de Obama con el cual continúa desconociendo el derecho del pueblo cubano a la autodeterminación y pretende seguir inmiscuyéndose en los asuntos internos cubanos, ahora “diplomáticamente” desde la Isla, como él mismo lo expresó el pasado 17 de diciembre cuando trató de justificar su decisión de restablecer las relaciones diplomáticas con el gobierno cubano. Solo le faltó decir públicamente que para introducirse abiertamente en Cuba debió liberar a los tres Héroes cubanos a quienes debió haberle pedido perdón por haberles hecho pasar prisión sin haber cometido los delitos imputados en juicios amañados y corruptos, donde las propias autoridades del ejecutivo estadounidense expresaron que ninguno de los Cinco cometieron espionaje ni causaron daños a esa Nación.
Esas cinco décadas de prepotencia imperial, de sabotajes, terrorismo y asesinatos contra el pueblo cubano; de bloqueo que le ha costado a Cuba un millón de millones de dólares, y los más de medio millar de intentos de magnicidio contra el máximo líder cubano, son ahora objeto del olvido de las transnacionales de la noticia y tratados de minimizar en la campaña diseñada por el equipo del “smart power” para alcanzar sus renovados objetivos contrarrevolucionarios desde Cuba, sobre todo en esta época de pérdida acelerada de la hegemonía estadounidense y de condiciones económicas inapropiadas para aplicar unilateralmente “el poder duro”...
La fortaleza con que Cuba arriba a la incipiente normalización de las relaciones con EEUU tiene su gran base en esa cubanía, síntesis de la cultura cubana revolucionaria y socialista, rescatada y fortalecida por la Revolución, la cual ha sido el componente principal del bastión defensivo para vencer a ese Complejo Militar-Financiero-Comunicacional imperial.
La cubanía junto a la extraordinaria inteligencia del pueblo, han sido y serán escudos y lanzas de la revolución socialista, en la “Llave del Golfo” como antaño se le decía a Cuba. Sin dudas, esa posición de alto significado geopolítico, tanto para Cuba como para Estados Unidos lo es también para Rusia y para China, para Brasil y para México, para el resto de las Antillas Mayores y Menores, en fin, para todo aquel actor interesado en que Cuba siga siendo la independiente “Cubita la Bella”, soberana y libre como la logró convertir el Comandante en Jefe Fidel.
Los tres maravillosos atributos de la cubanía en el campo de la política: la unidad integral pueblo-gobierno, la solidaridad internacionalista y los principios justos, constituyen lo esencial de ese bastión inexpugnable para que “el monstruo revuelto y brutal” no caiga –como alertó José Martí- con esa fuerza más, sobre el resto de las naciones hermanas de América Latina y el Caribe.
Enviado por Barometro Internacional
*Nace en Cuba en 1948; desde 1994 reside en Venezuela desde 1994, donde ejerce la docencia en diversas universidades. Ha ejercido diversos cargos diplomáticos, y también ha colaborado en varios órganos de prensa: fue Editor-Jefe de Internacionales en la Agencia Venezolana de Noticias (AVN) durante cuatro años y ha publicado más de ciento cincuenta artículos, ensayos y comentarios de política internacional y sobre la Revolución Bolivariana