Por Lohania Aruca Alonso*
Y he dejado bien claro que también seguiremos teniendo diferencias muy serias. Que incluyen el apoyo duradero de Estados Unidos por los valores universales, como la libertad de expresión y asociación y el acceso a la información. Y no dudaremos en protestar cuando veamos que se actúa de manera contradictoria a esos valores.
Barack H. Obama (1)
El título de este artículo parodia la histórica frase criolla: “Muchachos, ¡el 23 [de marzo, 1878] se rompe el corojo!”, fue dicha por alguno de los cubanos presentes al final de la conocida Protesta de Baraguá, 15 de marzo de 1878, cuando el General Antonio Maceo Grajales confirmó a su contrincante español, el General Arsenio Martínez Campos, que las hostilidades continuarían, porque sus fuerzas no aceptaban los acuerdos del Pacto del Zanjón (2).
Ese gesto de firmeza ideológica y de coraje combativo por la independencia total de Cuba, trascendió a la Historia como un símbolo y paradigma, inobjetables, de la resistencia de los cubanos y cubanas en su irrenunciable aspiración detener una nación libre, soberana y feliz. “¡Con todos y para el bien de todos!”, dijo Martí.
Sin embargo, aquí nos referiremos a otro tipo de desafío -semejante pero diferente-, al de los enfrentamientos entre patrones económicos, políticos y culturales socialistas y capitalistas, en la Cuba del 2015. La fecha aludida en el título es la de la reapertura oficial de las sedes diplomáticas y consulares de la República de Cuba en Washington y de los Estados Unidos de América en La Habana.
Aunque para ambos países este “acercamiento” será por igual un gran desafío político, no se pueden ignorar las distintas magnitudes geográficas, demográficas y de riquezas, que cada uno posee: se trata, una vez más, de encarar la pugna, casi mítica, entre el David tropical y el Goliat norteño.
A pesar de ello, los cubanos y las cubanas no se arredran ante el futuro reencuentro; muy al contrario, presenciaremos los ceremoniales diplomáticos convencidos de los beneficios que esta nueva etapa histórica nos depara a dos naciones vecinas. Desde luego, sin hacer concesiones a las ingenuidades y/o a las trampas políticas que hacen más escabroso el nuevo camino a emprender, para dominar “el arte de la convivencia civilizada”.
Somos nosotros, el pueblo que ha sufrido por más de 54 años las constantes agresiones de parte de quienes pronto se reinstalarán en el moderno edificio de los años 50 ,(3) junto al malecón habanero, los que tenemos el deber de cuidar y defender la integridad de nuestro país, de su sistema económico, político y cultural.
Para ello contamos con experiencias propias y ajenas. La Historia nos advierte, y dan fe del peligro ciertos “viejos” métodos y teorías “infalibles” (que nada tienen que envidiar a los de Maquiavelo), explicitadas en documentos que provienen de fuentes oficiales estadounidenses, como el citado a continuación:
"Sembrando el caos en la Unión Soviética, sustituiremos sus valores, sin que sea percibido, por otros falsos, y les obligaremos a creer en ellos. Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más irreductible pueblo en la tierra, la tragedia de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia.
De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su carga social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. Literatura, cine, teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos. Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas, que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad.
En la dirección del estado crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas, innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos, y ante todo el odio al pueblo ruso; todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor.
Sólo unos pocos acertaran a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarles, desacreditarles y señalarles como desechos de la sociedad. Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos.
(Traducción de: El Arte de la Inteligencia, Allen W. Dulles, fundador e ideólogo de la CIA en la década de los 50. Los subrayados en negritas fueron hechos por la Autora de este artículo.)
¡Tanta bajeza y maldad enemigas del pueblo fue y es política real!
Cuba, por su parte, en este intercambio brindará a los visitantes estadounidenses la ocasión de relacionarse con nuestras modestas ciudades -sin rascacielos, ni edificios inteligentes. Con nuestros hospitales, teatros, museos y escuelas, estas últimas llenas de niños y niñas de colores mezclados, sanos, sonrientes y amorosos.
Somos un pueblo cuya historia es radicalmente diferente de la que originó el imperio capitalista actual; aquí el esfuerzo de construir una nueva sociedad próspera y sostenible se realiza cotidianamente, educando, transformando hábitos y conductas negativos por otros que aporten al colectivo donde se vive y trabaja mayor seguridad y dignidad humana. ¿Habrá sólo “idealismo” de la parte cubana?
Muchos de nuestros conciudadanos se han radicado en los EE. UU., no obstante, reconocen y defienden los logros socialista – aún limitados por el bloqueo yanqui, la mala administración consciente o inconsciente de los escasos recursos que poseemos, y hasta por el vicio y la corrupción –penalizados- de los burócratas no revolucionarios.
Esas tristes realidades y personajes sin escrúpulos son nuestra verdadera amenaza interna y requieren de una mayor prevención. ¿Por qué y cómo se corrompen los funcionarios?¿A qué modelo de sociedad y cultura responden específicamente?¿Quién o quienes facilitan la entrada y copia al modelo erróneo?¿Cuáles son los medios a través de los cuales se divulga tal modelo/s acríticamente entre la población, sin referenciar los modelos culturales propios?¿Cuáles son los auténticos modelos que ofrecen la cultura nacional, cómo se promueven, que valores los identifican?¿Cuáles son los posibles motores impulsores de su aceptación y desarrollo?
Ahora mismo es tiempo de reflexión y acción. En las grandes batallas que se nos avecinan a pasos agigantados no debemos fallar por imprevisión o inacción. Hay que cambia todo lo que debe ser cambiado, dijo Fidel Castro. Hay un gran porcentaje de población joven que en Cuba ha obtenido un grado alto de escolarización, y que sinceramente aspira a vivir en un país de gente honesta y digna. Justamente esta es nuestra mayor fortaleza.
La memoria histórica de lo que hemos soñado, vivido y sufrido muchas generaciones, es un capital acumulado de valores cívicos y morales que se deben visibilizar, por todos en todos los espacios. Las calles, parques y plazas son museos a cielo abierto con monumentos dedicados a personalidades históricas; poseen un extraordinario valor patrimonial; cuentan, a nacionales y extranjeros, fragmentos gloriosos de la Historia de Cuba. ¡Atendámoslos! Así, los integramos a nuestra vida cotidiana,
Hay que lograr el rescate de esos espacios públicos en las capitales del país, e igualmente en las provincias y los municipios. El desarrollo de las localidades, el fomento de su singular potencial, específicamente de la cultura de base popular, es y será siempre un acicate para acrecentar nuestra riqueza y prosperidad nacional. Es el fundamento y legado de cubanía que se traslada de una a otras generaciones. Profundicemos en su conservación.
Vivimos inmersos en cambios aún inimaginables. Soñamos con un mundo mejor que, poco a poco, vamos conquistando, y que le arrancaremos al futuro. Seamos conscientes y coincidentes con la grandeza de los desafíos que enfrentamos. Preparémonos infatigablemente para la lucha por un país todavía más cubano, más nuestroamericano, ¡más humano!
La Habana, miércoles, 08 de julio de 2015
Notas
(1) “Declaraciones del Presidente de los Estados Unidos sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba”, Granma, Nacionales, Julio 2015, jueves 2, p. 3.)
(2) Pacto del Zanjón (11 de febrero de 1878): acuerdo de paz entre los ejércitos cubano y español que marcó el final de la Guerra de los Diez Años (1868-1878). Fue aceptado por el gobierno cubano en armas, que realizó la capitulación general el 28 del propio mes y año. No obstante, los jefes insurrectos orientales bajo el mando del General Antonio Maceo y Grajales no reconocieron el trato, ni se rindieron, expresando sus posiciones en la Protesta de Baraguá.
(3) Embajada de los Estados Unidos de América, dirección M entre Malecón y 7, fecha de construcción 1952; autores: arquitectos Harrison y Abramovitz (EUA) Mira y Rosich (Cuba). Remodelada en 1997 según proyecto de Caballero Architects, solo conservó su estructura original de hormigón armado y parte de sus cierres exteriores; fue un ejemplo destacado del diseño racionalista en La Habana moderna. Datos tomados de: Martín Z., Ma. Elena y Rodríguez F., Eduardo, La Habana Guía de Arquitectura Havana, Cuba, An Architectural Guide, La Habana- Sevilla, 1998, p. 204, incluye foto de fachada actual.
*Periodista e investigadora histórica y cultural cubana. Licenciada en Historia, con especialidad en Urbanismo. Máster en Ciencias Estudios sobre América Latina, el Caribe y Cuba Miembro de la UNEAC, la Unión de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción y la UPEC. Cumplió tareas como funcionaria del Servicio Exterior del MINREX en Cuba