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En torno a la importancia de conocer la Historia de Cuba, una vez más

18 de Outubro de 2015, 2:35 , por Rosa C. Báez Valdés - | No one following this article yet.
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Por Lohania Aruca Alonso*
Fuente CUBARTE 12.10.2015

Copia 83335d_DutyOfTheHour_HalrympleEn días recientes consulté la Cronología crítica de la guerra hispanocubanoamericana (Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1973, 3ª edición, prologada por Ramón de Armas), del profesor de Historia en la Universidad de Oriente Felipe Martínez Arango (1); deseaba precisar algunos datos para un trabajo mío en torno al proceso de reconstrucción, que ahora transcurre, de las relaciones bilaterales entre Cuba y los Estados Unidos. No obstante, me detuve en este excelente trabajo histórico, que resulta muy aclaratorio como antecedente o imprescindible punto de partida, para visualizar mejor la realidad nuestroamericana de hoy.

La importancia de la mentada obra en la historiografía cubana fue reconocida con anterioridad en el Séptimo Congreso Nacional de Historia sobre la guerra hispano-cubanoamericana —como se denominaba entonces por los cubanos—, celebrado en la ciudad de Santiago de Cuba, del 19 al 22 de noviembre de 1948; con motivo de conmemorarse el primer cincuentenario de los hechos, que tuvieron lugar en aquella ciudad durante los meses de abril a agosto de 1898.

Emilio Roig de Leuchsenring, en la “Nota” explicativa de la primera edición, expuso que:  

“[…] la finalidad que se propuso conseguir el autor [Martínez Arango], de destacar la valiosa y decisiva participación que tuvo el Ejército Libertador cubano, al mando del general Calixto García Íñiguez, en las operaciones militares que culminaron con la rendición de Santiago de Cuba y fueron factores determinantes en la terminación de dicha guerra con el triunfo de las armas cubanas y norteamericanas; la interesante y copiosa documentación que se incluye en los numerosos apéndices, aportada por el autor como comprobante de las afirmaciones y conclusiones por él formuladas; las circunstancias de haber sido íntegramente aprobadas por el Congreso las conclusiones de este trabajo, con un voto de felicitación para el autor, acordado en sesión efectuada el día 20 de noviembre de 1948,[…] (Roig, “Nota”, en: Martínez, Cronología,  pp. 25-26).

Razones a las que acompañó el texto del acta del jurado que le otorgó el premio instituido por el gobierno de la provincia de Oriente, por todo lo cual se justifica la publicación inmediata del trabajo en “Cuadernos de la Historia Habanera”, no. 43, Municipio de La Habana, 1950, dirigidos por el propio Roig.

Mientras que la segunda edición (1969) (2), recomendada por José Antonio Portuondo, fue precedida por su “Advertencia”, donde se destacaba que:

Si en 1950, al tiempo de su primera aparición, la Cronología constituyó una justa restitución de la verdad histórica, frente a todos los falseamientos de raíz anexionista […] ahora que renace en nuestra patria el sentimiento de la dignidad nacional y, con la Revolución Agraria, culmina el frustrado intento de 1868 y 1895, este libro, breve y certero, profundamente cubano, recobra toda su vigencia. Cada estudiante y cada lector cubano que penetre en sus páginas hallará demostrado, con el inmancable rigor de los hechos científicamente comprobados, la esplendorosa y alentadora verdad de que no debemos a nadie nuestra libertad y que, sin dejar de agradecer el concurso de cuantos quisieron colaborar, noble y desinteresadamente, en nuestra lucha, podemos y debemos rechazar todo tipo de exigencias imperialistas que pretendan basarse falsamente en el último episodio de nuestra larga y heroica guerra de Independencia, ganada con la sangre de nuestros mambises, por la estrategia del general cubano Calixto García Íñiguez. (Portuondo, “Advertencia”, en: Martínez, Cronología, p. 22).

Los que avalaron las tres ediciones referidas, son reconocidos intelectuales cubanos, que han demostrado su alta valía en los estudios sobre el pensamiento revolucionario cubano, de modo que como presentación crítica de la obra doy por suficiente nombrarlos y citar algunos de sus comentarios. 

En el “Preliminar” escrito por Martínez Arango —admirable síntesis de su labor metodológica—, se señala que: “Sorprende que a los cincuenta años de escenificado el drama del 98, no se haya emprendido la tarea de componer —de manera completa— una cronología de la guerra Hispano-cubanoamericana…” Lo cual es cierto, pero también cabe recordar que, no fue hasta hace poco que la historiografía estadounidense reconoció el concepto de “guerra hispanocubanoamericana”; uno de los primeros historiadores estadounidenses en utilizarlo fue Louis Pérez Jr.

Hubo en esta demora un ocultamiento de la verdad histórica y, sobre todo, del papel fundamental que jugaron el Ejército Libertador y el Consejo de gobierno (de Cuba en armas) en aquellos momentos. No se les quiso reconocer su legitimidad, con el debido respeto a la independencia y soberanía de Cuba, ellos la representaban; a pesar de esto la posición de los cubanos hacia los Estados Unidos fue irreprochable. Los documentos que constituyen los XXI apéndices del libro dan fe de ello. Me apoyaré en algunos para demostrarlo.

En el Apéndice I, cartas cruzadas entre los generales Ramón Blanco (capitán general de Cuba) y Máximo Gómez (Jefe del Ejército Libertador cubano), se rechaza terminantemente por Gómez una propuesta de alianza que le hizo Blanco para luchar juntos contra el ejército estadounidense. Dice el Generalísimo en el primer párrafo de su carta, fechada el 20 de abril (3):

Señor: Me asombra su atrevimiento, al proponerme nuevamente términos de paz, cuando Ud. sabe que cubanos y españoles jamás pueden vivir en paz en el suelo de Cuba. Ud. representa una Monarquía vieja y desacreditada y nosotros combatimos por un principio americano: el mismo de Bolívar y de Washington.

Al astuto argumento de Blanco de que: “españoles y cubanos nos encontramos ahora de frente a un extranjero de distinta raza y de tendencia naturalmente absorbente…”, responde Gómez con principios imperecederos: Ud. dice que pertenecemos a una misma raza y me invita a luchar contra un invasor extranjero; pero Ud. se equivoca otra vez, porque no hay diferencia de sangre ni de razas. Yo solo creo en una raza: la Humanidad; y para mí no hay sino naciones buenas y malas; España habiendo sido hasta aquí mala, y cumpliendo los Estados Unidos, hacia Cuba, un deber de humanidad y civilización, en estos momentos. […]

[…] He escrito al Presidente McKinley y al General Miles, dándoles las gracias por la intervención americana en Cuba. No veo el peligro de nuestro exterminio por los Estados Unidos a que Ud. se refiere en su carta. Si así fuese: “la historia los juzgará”. (Martínez, Cronología, Anexo I, p. 161).

Con anterioridad, el 10 de abril, se había dado a conocer un Decreto del general Blanco, suspendiendo las hostilidades de la guerra de Cuba. A lo que acota Martínez en esa fecha:

Reflejo esto, de las gestiones del Papa [de la Iglesia Católica] y de los representantes de las potencias europeas que, a instancias de España, intervinieron en el conflicto hispano-cubano, no sin el recelo creciente de Estados Unidos, especialmente hacia Alemania. La revolución cubana siguió su curso y rechazó este acto unilateral de España, que tendía al apaciguamiento y al escamoteo de los objetivos básicos de los patriotas en armas. […] (Ibíd., pp. 45-46).

Así lo había interpretado el general Calixto García, en su momento, y lo trasmitió en una carta dirigida al general Mario G. Menocal, del 18 de abril:   

Ellos pretenden suspender las hostilidades para trasladar sus fuerzas a La Habana, bien para intimidar a los voluntarios o defenderse de los yankees y mientras tanto meter sus convoyes burlándose de nosotros. Hay que darles duro y en la cabeza, de día y de noche.  Para suspender las hostilidades se necesita un convenio con nuestro Gobierno y éste tendrá que tener como base la independencia.  Téngase lista la artillería, para tan pronto se declare la guerra con los E. U. (que está abocada, según verá Ud. en los telegramas que le incluyo), les ataco un pueblo a cañonazos, pues quiero que el cañón cubano suene antes que el de los yankees. […] (Martínez, Anexo II, p. 164.)

Dignidad, valentía y firmeza en la defensa de los principios revolucionarios, lealtad hacia quienes, en aquella ocasión, se solidarizaron con la causa cubana, en particular con el pueblo de los Estados Unidos de América. Esta es nuestra Historia; a ella debemos volver constantemente, para hacer crecer y consolidar nuestras tradiciones culturales, éticas y patrióticas en su significado más puro.

NOTAS:

  1. No he podido encontrar los datos biográficos de este autor santiaguero. Infelizmente no aparecen en parte alguna de la tercera edición. (1-A)
  2. Segunda Edición: Departamento de Extensión y Relaciones Culturales, Universidad de Oriente, 1969.
  3. Abril 20: Es sancionada por el Ejecutivo norteamericano la Resolución Conjunta. Ultimátum a España. (Martínez, Cronología, p.50.) Con anterioridad el 10 de abril, se había dado a conocer un Decreto del general Blanco, suspendiendo las hostilidades de la guerra de Cuba.

(1-A) [N. del E.] Según el trabajo [PDF]Felipe Martínez Arango y la promoción del legado martiano ... ojs.uo.edu.cu/index.php/stgo/article/download/14510212/2280

"El Doctor Felipe Martínez Arango nace en la ciudad de Santiago de Cuba el 29 de enero de 1909, estudia Filosofía y Letras y se doctoró en Derecho en la Universidad de La Habana en 1934. Al fundarse la Universidad de Oriente en 1947, integra su claustro y desde los primeros momentos ocupa un lugar destacado, al ser escogido por el Rector Doctor Felipe Salcines Morlotte, para crear el Departamento de Relaciones Culturales en este alto centro de estudio".

* Cubana. Periodista e investigadora histórica y cultural. Licenciada en Historia, con especialidad en Urbanismo. Máster en Ciencias Estudios sobre América Latina, el Caribe y Cuba Miembro de la UNEAC, la Unión de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción y la UPEC. Cumplió tareas como funcionaria del Servicio Exterior del MINREX en Cuba


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