Por Gloria Analco*, @GloriaAnalco
¿Listo, el pueblo cubano, para cambiar de rumbo político?
John Kerry, en varias entrevistas, ha ofrecido el mismo mensaje: con la apertura de embajadas “estamos en mejor posición para ayudar a la gente de Cuba y ser capaces de representar nuestros valores”, lo cual traducido al lenguaje político significa que Estados Unidos llega a Cuba por la revancha.
“Vamos a comenzar a ver una transformación. La gente va a viajar, va a haber más intercambios, más familias se van a reconectar y esperamos que el gobierno de Cuba tome decisiones que permitan ciertos cambios en las cosas”, le dijo a la periodista María Elena Salinas de Univisión.
Algo muy parecido le repitió el secretario de Estado estadounidense a Andrés Oppenheimer, en una entrevista que será transmitida en CNN en Español el domingo 16 de agosto. Con él, Kerry se mostró muy confiado en que el incremento de la presencia estadounidense en Cuba va a propiciar cambios políticos profundos en la isla, y que de no ser así “hay otras opciones”. “¿Cuáles?”, preguntó Oppenhaimer. Kerry titubeo, se removió en su asiento, agitó sus brazos, y ratificó: “¡Eso va a funcionar!” Habrá que ver qué estrategias se traen entre manos los estadounidenses.
La prueba del ácido para iniciar con buen pie la ceremonia de oficialización de la embajada estadounidense, la pudo sortear relativamente John Kerry. ¿Qué iba a hacer él con los “disidentes”?, entrecomillado disidentes porque han actuado como un instrumento estadounidense contra Cuba, destinado a desestabilizar a ese país. Los "disidentes", en algún momento, se significaron como potenciales alternativas para sus propósitos de poner fin al régimen socialista cubano, fracasando en todos esos intentos.
Ahora no se sabe qué papel van a desempeñar. Aparentemente, La Habana ha obtenido algunas garantías de que Washington va a mantenerse al margen de ese espinoso asunto.
No va a ser fácil para Estados Unidos entrometerse, pues ahora las relaciones diplomáticas entre ambos países han quedado sujetas a la Convención de Viena, que en su artículo 41 establece que todo diplomático extranjero tiene “el deber de respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor”, así como “no inmiscuirse en los asuntos internos de este Estado”.
En caso de que Estados Unidos viole esas disposiciones, la razón siempre estará del lado del Gobierno cubano. Kerry optó por no extender invitaciones a los disidentes en la ceremonia oficial en su sede diplomática.
En cambio, para no alebrestar los ánimos de sus huestes cubanas, en otro horario los invitó a un convivio. La excusa que el secretario de Estado expresó en Estados Unidos fue que el espacio en la embajada era reducido.
Ya se sabe que Washington ha probado de todo para derrocar al Gobierno socialista cubano. Ahora, por lo dicho por John Kerry, en vísperas de su visita a La Habana y durante su discurso oficial en el acto de izamiento de su bandera, acerca de que Estados Unidos insistirá “en favor de la democracia y de la libertad del pueblo cubano”, hace suponer que intentarán una nueva fórmula en la creencia de que el pueblo de Cuba está listo para cambiar de rumbo político.
En mi opinión, los estadounidenses no conocen a los cubanos que habitan la isla, de la misma manera en que nunca supieron evaluar correctamente a Fidel Castro.
*Reportera mexicana, publica en Uno más uno y otros órganos de prensa. Colaboradora habitual de La Polilla Cubana. Trabajo enviado por su autora
Foto Ismael Francisco/Cubadebate