Por Gloria Analco, @GloriaAnalco
Una nueva confrontación de enormes proporciones se está estableciendo en las relaciones Cuba-Estados Unidos, buscando ambos países ganar la última batalla de un largo enfrentamiento que ha superado el medio siglo. Ahora, con el establecimiento de relaciones diplomáticas, la guerra será en corto y sin parangón en la historia. Estaremos asistiendo -en primera fila- a tal confrontación en la que el Gobierno de Cuba intentará, por todos los medios a su alcance, salvar el socialismo en una época que pretende seguir siendo neoliberal, y el Gobierno de Estados Unidos, a su vez, tratará de poner en práctica diversos métodos que contribuyan a destruir a la Revolución Cubana desde dentro de la isla.
Hay que recordar que hace exactamente 56 años Fidel Castro triunfó e instauró en Cuba un régimen de corte popular que derivó en un sistema socialista al estilo ruso y que sobrevivió a la hostilidad de Estados Unidos. Suponer que el fuerte choque de ideas que se produjo en el siglo XX entre el socialismo y el capitalismo ha quedado superado, significa desconocer la Historia e ignorar todo lo que en ese tiempo ha estado en juego. Son dos sistemas diametralmente opuestos: uno a favor de los pueblos y el otro a favor de las élites. Así de simple es este asunto. Uno propone repartir los ingresos entre la población, vía los programas sociales, el otro acumularlo entre los grupos privilegiados.
Las nuevas relaciones Cuba-Estados Unidos serán un tête à tête sobre la viabilidad de ambos sistemas, y nunca antes como ahora se ha puesto en serias dudas que el neoliberalismo sea el camino a seguir, una de tantas derivaciones del capitalismo. En estas condiciones será bastante interesante observar el desenlace, en el conocimiento de que ambos gobiernos parten de la creencia de que con el acercamiento diplomático sus históricas posturas saldrán ganando. Hay que asumir que Cuba lleva la ventaja.
Desde que cayó el bloque socialista europeo arreció la agresividad de EE.UU. en contra de la isla. Fidel Castro lo denunció, en 1994, con estas palabras: “… quieren penetrarnos, reblandecernos, crear todo tipo de organizaciones contrarrevolucionarias y desestabilizar el país cualesquiera que sean las consecuencias”. Y, efectivamente, ha habido muchas tensiones internas en Cuba en los años 90’s y 2000’s, creadas por los servicios especiales de la CIA, que han operado por medio de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA), buscando generar el caos político en la isla, cosa que nunca han conseguido. La finalidad ha sido querer mostrarle al pueblo cubano las “bondades del capitalismo” para que fuerce un cambio político en la isla. A todo ese embate, que ha sido inútil, hay que incluir la incursión bélica a la isla de grupos de Miami, azuzados por EE.UU. y que cobraron varias víctimas.
El Gobierno de Cuba, por tanto, está bastante entrenado en combatir a esas fuerzas adversas y también para poner en serias dudas la sentencia del artículo que Francis Fukuyama tituló -en 1989- con una pregunta: “¿El fin de la historia?”, que le venía convenientemente como anillo al dedo a Estados Unidos para, a partir del desarrollo de esa idea, poner fin a la disputa ideológica entre ambos sistemas, aunque nada en el mundo estuviera resuelto.
Pero la Historia no se escribe así, sino con hechos concretos como el siguiente: una parte mayoritaria del pueblo cubano siempre se ha sumado a la tarea de combatir la interferencia extranjera en su país. Además, otra prueba que no deja lugar a dudas es que la niñez tiene en Cuba una gran importancia, y es en ese país donde no hay un solo niño desnutrido, según la UNICEF, lo cual muestra fehacientemente a qué ha estado dedicado el Gobierno de Cuba: a robustecer a su pueblo y no a sus élites.
*Reportera mexicana, publica en Uno más uno y otros órganos de prensa. Colaboradora habitual de Cuba coraje. Trabajo enviado por su autora
Foto cortesía blog Oggun Guerrero