Por Mónica Oporto
"Ya he liberado a tu patria,
hija de una espera larga.
Ya hay un primero de enero
que funda a sus compañeros" [1]
Corría 1952 cuando Cuba, moribunda y maltratada por Fulgencio Batista, vio nacer un movimiento revolucionario que daría qué hablar en el mundo entero. Cuba, tierra con tradición de lucha, encontró al Quijote que la condujo por los caminos mas difíciles a la victoria.
Tal vez se abrió la puerta tras el balazo que apagó la vida de Eduardo Chibás, cuya bandera fue retomada por un, por entonces, joven abogado lleno de fervor por cambiar la suerte del suelo cubano; preocupado y también dolido por la situación atroz en que estaba sumido el pueblo de su país.
Embargado de una mística militante y revolucionaria, que jamás se apaga en este Quijote cubano, gestó una revolución sin fin, una revolución de la revolución permanente que levantó al pueblo cubano, que levantó a América Latina, y al mundo le mostró la dolorosa situación cubana.
Desde él -y por él- Cuba reconoce un antes y un después.
Como una gota fui de la marea la playa me hizo grano de la arena[2]
Siguió luchando, siempre por la vida y por el hombre nuevo, y logró torcer el destino histórico del que “cola de ratón” termina mordiendo al león. Ese león que los tenía sujetos desde la mentida ayuda independentista que puso el cerrojo con la oprobiosa Enmienda Platt.
Así fue: siguió luchando por el camino trazado por el Apóstol como un elegido que no bajó jamás los brazos, y empujó con toda su fuerza ese Granma de ideas que cruzó la isla de sur a norte, de oeste a este. Como un huracán benéfico. Como el huracán Antonio Maceo, como el huracán Máximo Gómez, como el huracán José Martí, arrasando con toda la corrupción gestada por esa perversa enmienda que condenó al pueblo a la miseria y el atraso.
Luchando y creciendo; creciendo y renaciendo en cada batalla.
Creciendo y gestando conciencia para enfrentar al “gigante” que venía a poner su bota sobre Cuba. Aquél que poéticamente describía otro Apóstol de la independencia. Dice José Martí: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde…. o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima… Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”[3].
Derribó cientos de atentados y erigió escuelas. Alimentó guajiritos excluidos por los explotadores. Se plantó firme contra los que atentaban contra la grandeza de su tierra. Cultivó azúcar y combatió en la Sierra. Levantó a un país castigado y castigó a los que habían arruinado al país en el que la mayoría vivía de las escasas sobras de los que se robaban la felicidad del pueblo que, descalzo, había llegado hasta comer tierra… de esa misma que no tenía para trabajar. El trabajo, ese gran organizador de la vida que nos da dignidad, un sentido y un proyecto a nuestra existencia.
De esos niños sin educación ni comida, desheredados dentro de la abundancia, olvidados, excluidos, últimos de los últimos, salió la fuerza que lo acompañó en la gesta revolucionaria. Entonces fue Comandante. Y ellos confiaron en él, lo siguieron hasta la victoria, siempre.
No hubo Moncadas que lo arredraran.
La Historia no sólo lo absolvió, lo respeta.
Ha venido luchando contra las crueles agresiones imperialistas que van desde el “kennedyano” ahogo económico del embargo y el cochino bloqueo a Cuba que provocó, por una parte, que la mayor parte del pueblo cerrara filas para defender la construcción revolucionaria, pero que, por otra parte, muchos siguieran el camino a las vanas promesas y espejismos de tierras de promisión. Promesas de “bendiciones” del “mundo libre” lleno de diferencias y de exclusiones.
Bandas de hampones de la CIA intentaron incontables veces terminar con él. Afrontó los mas terribles atentados terroristas, de los cuales el más sangriento, fue perpetrado por el cubano Luis Clemente Faustino Posada Carriles, un exagente de la CIA[4]. Pero que no pudieron con Cuba, y no pudieron con Fidel.
Conviene saber: “Desde finales de 1961 y durante 1962 la CIA organizó la Operación Mongoose, que tenía el objetivo de derrocar la Revolución Cubana e incluía, para lograrlo, un plan que pretendía incapacitar a los trabajadores azucareros durante la zafra, mediante el empleo de medios químicos destinados a enfermarlos y mantenerlos alejados del trabajo afectando la producción de su principal industria.
El 29 de mayo de 1964 globos de diversos tamaños fueron lanzados desde una gran altura, y se disolvieron al contacto con la tierra dejando una sustancia gelatinosa, similar a la utilizada en caldos de cultivos de bacterias.
En 1971, el diario Newsday de Long Island, reveló que un virus procedente del Fort Gulik, en la zona del Canal de Panamá, había sido llevado por un barco pesquero a agentes que operaban contra Cuba.
En el libro The Fish is Red, se ratificaba que agentes de la CIA habían introducido en Cuba por primera vez en 1972, el virus de la fiebre porcina como consecuencia del cual más de medio millón de cerdos fueron sacrificados para combatir la epidemia.
Entre 1979 y 1981 se introdujeron cuatro destructivas plagas que afectaron seriamente a personas y cultivos vitales para la economía cubana: el dengue hemorrágico y la conjuntivitis hemorrágica, la roya de la caña de azúcar y el moho azul del tabaco. Sólo el dengue hemorrágico que contaminó a miles de personas dejó un saldo de 158 muertos, de ellos 101 niños. En sus primeras siete semanas afectó a 273 404 personas.
En 1979 el diario The Washington Post informaba que la CIA tenía un programa contra la agricultura cubana y que desde 1962 los especialistas del pentágono fabricaban agentes biológicos para estos fines.
En 1984 y ante un jurado norteamericano, Edu ardo Arocena, líder del grupo terrorista Omega-7, reconoció haber participado en una operación para introducir gérmenes como parte de la guerra biológica contra Cuba”.[5]
Hoy, este Quijote que ha enfrentado al imperialismo, le ha puesto el pecho a la muerte en tantas batallas, ha sabido construir con fuerza hercúlea una Nación de pie, está dando nuevamente el ejemplo de lo que pueden las ideas, el convencimiento en una causa, la inflexible e indoblegable pasión revolucionaria de la que no cejó un instante, vence en una nueva batalla que llevó 16 años y fue una Causa a la que se sumó el mundo: los 5 patriotas detenidos en cárceles del imperio recobraron su libertad.
Bien lo dijo Martí: “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”.
LQS. Mónica Oporto.
Supo la historia de un golpe,
sintió en su cabeza cristales molidos
y comprendió que la guerra
era la paz del futuro:
lo más terrible se aprende enseguida
y lo hermoso nos cuesta la vida.
La ultima vez lo vi irse,
entre humo y metralla, contento y desnudo
iba matando canallas con su cañón de futuro[6]
[1] Ya no te espero. Silvio Rodríguez.
[2] Casiopea. Silvio Rodríguez
[3] José Martí. Nuestra América. Se puede leer y/o bajar acá http://www.bibliotecayacucho.info/downloads/dscript.php?fname=Nuestra_America.pdf
[4] Atentado terrorista con dos bombas colocadas en avión de Cubana de Aviación, año 1976. 48 pasajeros, 25 tripulantes muertos en el atentado.
[5] http://www.hispanocubana.com/cuba/04.php
[6] Canción del elegido. Silvio Rodríguez.
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Mónica Oporto es miembro de la Asamblea de redacción de LQSomos.
Tomado de Lo que Somos: partidarios de la libertad de Comunicación