Sursiendo hilos sueltos, @Sursiendo
Podríamos plantear toda una variedad de temáticas para pensar el ejercicio de nuestra autonomía. De repente esta sociedad (crecientemente) interconectada en la que vivimos nos pone en la primera linea a las comunicaciones. Y en nuestras cotidianeidades muchos de esos intercambios se producen en linea, online.
Entonces nos preguntamos ¿qué es Internet? ¿Y qué no es? El debate en torno a los múltiples espacios que atraviesa, su arquitectura, contenidos y huellas está siendo nuevamente, muy interesante. Por lo pronto, creemos que es parte del mundo real y por eso también nos interesa habitar Internet.
Hay un sinfín de acciones que pasan todos los días a través de la Red ¿es eso suficiente para habitarla? Para la Real Academia Española quizás sí, porque habitar se limita a morar. En la Wikipedia lo llenan más de contenido al explicar que “en la actualidad, el concepto de habitar se ha tornado amplio, no tiene límites, es per se mutable y creativo (…) La apropiación del lugar significa construirlo: habitarlo, en conformidad a la dignidad de las personas”.
Es poético y no menos bello que la definición involucre la dignidad. Esa es la forma en que queremos (re)habitar Internet.
Históricamente la Red nació como una red de ordenadores diseñada para permitir la comunicación entre usuarios. Era horizontal. Pero su desarrollo fue tomando otros caminos y hoy vivimos un proceso de gran centralización. Pocos son los proveedores que brindan el servicio y como en otros ámbitos del sistema, esto hace que la asimetría de poder sea muy grande. Para la Internet Society “la clave de Internet es que su arquitectura descentralizada maximiza el poder de los usuarios individuales a la hora de elegir (o crear) y utilizar el hardware, el software y los servicios que mejor satisfacen sus necesidades. Si deseamos que Internet continúe siendo una plataforma para la innovación y la creatividad, es necesario preservar su naturaleza abierta y descentralizada”. Sin embargo “las compañías han tenido éxito en hacernos creer que Internet es un ‘espacio público’ cuando, en realidad, es una representación algebraica de servicios privados” dicen Julia Powles y Enrique Chaparro y agregan que la noción de espacio público es fundamental para un régimen democrático orientado a la comunidad.
Hace ya tiempo que llegamos al momento en que el desarrollo predominante de la tecnología de las comunicaciones la realizan las grandes corporaciones y a su vez, otros proyectos que aportan valor y conocimiento en estos campos son criminalizados por estos mismos poderes. Desarrollar tecnologías libres y abiertas, que respeten la privacidad y los derechos de las y los usuarios puede llegar a considerarse (más frecuentemente de lo deseado) un delito.
Necesitamos reconquistarla, reapropiarnos de ella. Cada quien desde sus saberes pero con la zanahoria de lo libre, lo abierto y lo colaborativo en frente. Este es un espacio físico y social como tantos otros que nos atraviesan. Si nosotros y nosotras no decidimos cómo queremos que sean, otros y otras decidirán.
Habitar Internet implica pensarla, hacerla, construirla y defender iguales posibilidades de acceso y desarrollo. La Red la hacemos entre todos y todas. Hay capas y hay intermediarios sí, pero también estamos quienes (incluso como usuarios y usuarias) le aportamos valor. Queremos mantener la capacidad de hablar y conectarnos con muchos y muchas sin que nadie decida por nosotras cuándo y cómo hacerlo. De la misma manera queremos compartir e interconectar nuestros sabes y pensamientos. O al menos tener la posibilidad de hacerlo.
Las temáticas y problematizaciones alrededor de Internet son muchas y muy variadas. En estos días, la neutralidad de la red ha ocupado más de un comentario, entrada, artículo. Y es que el próximo 26 de febrero, en Estados Unidos, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) decidirá nuevas reglas aplicables a Internet y desde diferentes organizaciones de base están convocando al #DontBlockMyInternet. Una acción presencial y virtual que pretende reforzar la defensa por la neutralidad de la red.
Pero finalmente, esta decisión, ¿podría afectarnos? Directa o indirectamente sí. En primera porque gran parte de las redes físicas de Internet pasan por el vecino país del norte, en segunda porque el “efecto contagio” de las legislaciones de este tipo es casi casi viral. De todos modos habrá que dar la batalla también en estos territorios. De las muchas voces que han discutido el tema nos resuena la manera en que Alejandro Pisanty se refirió a ella en los Diálogos sobre Gobernanza de Internet en Mexico, tratándola como una ficción irrenunciable, pues, como se ha dicho más de una vez la neutralidad es lo que permite, entre otras cosas, la verdadera innovación.
La otra arista nos la da, una vez más, Edward Snowden. Y es que ahora que el documental que sigue el camino de las filtraciones de la NSA ganó un Oscar quizás y solo quizás, podamos volver a hablar seriamente del tema de la privacidad en la Red sin que alguien salte a la primera diciendo “no importa, si total, yo no tengo nada que ocultar”.
Por empezar, la privacidad es un derecho. Es más, es un derecho que habilita el ejercicio de otros derechos. ¿O cómo es posible la libertad de expresión bajo un régimen de vigilancia latente y constante? Como dice Jacob Appelbaum “cuando perdemos privacidad perdemos acción, perdemos libertad en sí misma porque ya no nos sentimos libres para expresar lo que pensamos”. Nos hace menos libres como sociedades. Nos pone en un lugar de sumisión y manipulación.
Vivimos momentos tan incongruentes que los discursos que defienden la vigilancia masiva exigen que hasta nuestras espacios más íntimos sean públicos, mientras ellos realizan sus actividades públicas en privado. Hasta donde recordábamos, una de las bases de la democracia es la publicidad de los actos públicos y no a la inversa.
La privacidad es un derecho individual sí, pero que puede afectar a otros y otras. Debemos ser cada una y uno de nosotros quienes tengamos el control de nuestra información privada que circula por ahí. Como ya se ha dicho muchas otras veces, la información es poder y ahora que tenemos pruebas más que abundantes de que esa información es recolectada por intermediarios y agencias de seguridad podemos ver, claramente, el poder que eso puede tener sobre nuestras vidas cotidianas. Las actuales o las futuras. Porque cualquier dato almacenado, puede ser utilizado en cualquier momento.
¿Por qué queremos habitar Internet? Porque en Internet pasamos gran parte de nuestras horas. Porque queremos un espacio de libertad e igualdad para aprender y relacionarnos. Porque queremos seguir construyéndola y haciéndola nuestra. Claro que no es un espacio ideal pero también queremos habitarla para cuidarla. Queremos hacerlo desde la lógica de como fue pensada: libre, abierta y compartida para que ayude en la construcción de muchas otras…
Tomado del Blog Sursiendo