Foto: Paula Companioni/Somoselmedio.org
La idea era que bajáramos 43 personas de la escalinata de la Universidad de La Habana con las fotos de los muchachos desaparecidos y repartiendo volantes
“Papá, por si vienen a preguntarte voy a hacerte un cuento. Con un grupo de amigos nos organizamos para esta tarde una actividad de apoyo a las protestas por los sucesos de Ayotzinapa. La idea era que bajáramos 43 personas de la escalinata de la Universidad de La Habana con las fotos de los muchachos desaparecidos y repartiendo volantes que explican el hecho. Luego caminaríamos por la calle L hasta 23 y de ahí llegar al monumento a Benito Juárez, que está en la Avenida de los Presidentes.
“El rector no los dejó bajar de la escalinata. No sé, yo llegué más tarde. Me contaron que dijo que la UH no quería estar ligada a nada que tuviera que ver con esa actividad, que ellos no eran la FEU, que no pegaran los papeles, que si les preguntaban dijeran que eran autónomos y que si lo organizaban bien y pedían permiso podrían hacer algo al respecto el 27 de noviembre que es el día de los estudiantes.
Pero nosotros queríamos hacerlo hoy, 1ero de octubre, porque mañana es un aniversario más de la matanza de estudiantes en Tlatelolco, en 1968, y queríamos homenajear a aquellos otros estudiantes así; y porque el 26 de septiembre hizo un año de que los 43 normalistas de Ayotzinapa no hablaran más con sus padres, con sus amigos.
Los muchachos igual salieron. No como querían desde la Universidad, pero salieron. Me los encontré de camino al monumento de Juárez. Y la gente en la calle miraba y preguntaba qué estábamos haciendo, que si éramos de las damas de blanco… y cuando les decíamos que no que las calles en Cuba no son de las damas de blanco, y les explicábamos por qué andábamos con tantos papeles. Todos querían leer y nos pedían volantes. Hubo quien siempre protestó y nos dijo que mejor empleáramos el tiempo en otra cosa. Pero les dimos volantes a dos policías y se quedaron leyéndolos, eso me gustó.
Claro, cuando llegamos al sitio, como a 50 metros estaban dos patrullas con policías (no los que se habían quedado con los volantes). En los bancos del parque y caminando alrededor habían varios que fácil podíamos adivinar que eran de la seguridad y andaban como curioseando.
Pusimos las fotos con el presidente indígena. Y dijimos sus nombres. Los 43 nombres. Y dijimos PRESENTE. Y gritamos que VIVOS SE LOS LLEVARON y VIVOS LOS QUEREMOS, que AYOTZI VIVE, VIVE/ LA LUCHA SIGUE, SIGUE y pedimos JUSTICIA, JUSTICIA, JUSTICIA.
Éramos como 30. Estábamos nosotros como Proyecto Nuestra América, el colectivo de muchachos cubanos y latinoamericanos Pinos Nuevos (que se llaman así por ahora), estaban los que trabajan con niños y adolescentes desde el Proyecto Escaramujo, estaban los muchachos que estudian marxismo en el Instituto Juan Marinello, estaban unos cuantos mexicanos que estudian en Cuba y estaba una representación del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra de Brasil.
Todos queríamos hablar. Todos queríamos decir que entendemos que el gobierno, como gobierno, todavía no haya dicho una palabra sobre qué opina acerca de esos 43 muchachos, sobre la lucha de sus padres, sobre las otras fosas llenas de cadáveres que han encontrado, sobre los más de 30 mil desaparecidos que hay en México, y sobre que todo eso es un crimen, es terrorismo de Estado.
Pero también queremos decir que nosotros somos la sociedad, no el gobierno. Que de aquí hemos ido a México, a Ayotzinapa, a conocer a los padres, a los amigos, a los profesores de esos muchachos y a decirles que también vamos a luchar por ellos. Y que a nosotros nos duele ver esos golpes, esos muertos, esas desapariciones desde nuestras pantallas y no podemos quedarnos sin hacer nada.
Los mexicanos que estaban nos agradecieron. Nos dijeron que compartir esa realidad era la mejor manera que tenían de enseñarle a Cuba qué es el Capitalismo -ahora que somos amigos de Estados Unidos y algunos andamos oyendo cantos de sirenas- y que ellos tienen el deber de no dejar que vuelvan a suceder las cosas que sucedieron en Ayotzinapa y suceden en todo México. Que hace pocos días desaparecieron a 30 estudiantes más. Y que a los normalistas les tienen miedo porque ellos, los empobrecidos, son los que hacen las revoluciones en México y siempre las hacen mirando a Cuba. Que la Revolución cubana inspira más de una idea de justicia en aquel país.
Y yo pensé en los policías, que se veían aburridos o nerviosos de lejos. Y pensé en el dolor en las tripas que me dio cuando los vi y que supongo era miedo. Pero que ya había pasado ese miedo y ahora quería que se sentaran con nosotros. Porque a los estudiantes de Ayotzinapa los mataron otros policías cuando iban a hacer algo parecido y yo quería contárselo a los de La Habana para que también protesten porque hay policías que hacen esas cosas.
Ahora vamos a organizarnos. A ver si el rector sí nos deja hablar en la marcha del 27 de noviembre. A ver si otras universidades también se embullan y nos piden que hablemos. Y te cuento para que sepas. Si vienen a preguntarte tú diles eso, que desde hace un año estamos levantándonos por Ayotzinapa, por México, por Cuba y por Latinoamérica. Que vamos a seguir haciéndolo y los invitamos a buscar justicia.
Mi padre –un antiguo policía- me escuchó en silencio, me dio un beso y me dijo: “nunca pidas permiso para hacer lo que crees que es justo. Voy a empezar a hacerle más caso.