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La Polilla Cubana

3 de Abril de 2011, 21:00 , por Desconhecido - | No one following this article yet.
Mi blog es una ventana abierta sobre Cuba y el mundo, desde la verdad y la justicia

Imperialismo cultural

3 de Julho de 2015, 22:59, por Rosa C. Báez Valdés

Por James Petras

McDEl imperialismo cultural norteamericano tiene dos objetivos principales, uno de carácter económico y otro político: capturar mercados para sus mercancías culturales, y capturar y conformar la conciencia popular. La exportación de mercancías culturales es una de las fuentes más importantes de acumulación de capital y de beneficios mundiales para el capitalismo norteamericano y ha desplazado a las exportaciones de bienes manufacturados. En la esfera política, el imperialismo cultural desempeña un papel importantísimo en el proceso de disociar a la población de sus raíces culturales y de sus tradiciones de solidaridad, sustituyéndolas por «necesidades» creadas por los medios de comunicación, que cambian con cada campaña publicitaria. El efecto político consiste en alienar a los pueblos de sus vínculos con sus comunidades y clases tradicionales, atomizar y separar a los individuos de los demás. El imperialismo cultural agudiza la segmentación de la clase obrera y alienta a la población trabajadora a pensar en sí misma como parte de una jerarquía, haciendo hincapié en las pequeñas diferencias de estilo de vida con aquellos que están por debajo suyo, más que en las grandes desigualdades que les separan de quienes están por encima.

El imperialismo no puede ser entendido sencillamente como un sistema económico-militar de control y explotación. La dominación cultural es una dimensión integral para cualquier sistema basado en la explotación mundial.

El imperialismo cultural puede definirse como la penetración y dominación sistemáticas de la vida cultural de las clases populares por parte de las clases gobernantes de Occidente, con vistas a reorientar las escalas de valores, las conductas, instituciones e identidades de los pueblos oprimidos para hacerlos concordar con los intereses de las clases imperiales. El imperialismo cultural ha tomado formas «Tradicionales» y modernas. En siglos pasados, la Iglesia, el sistema educativo y las autoridades públicas desempeñaban un papel principal inculcando a los pueblos nativos las ideas de sumisión y lealtad en nombre de principios divinos o absolutistas. Mientras aún funcionaban esos mecanismos «tradicionales» de imperialismo, las nuevas mediaciones modernas, arraigadas en instituciones contemporáneas, se volvieron crecientemente centrales para la dominación imperialista: los medios de comunicación, la publicidad, los anunciantes y los personajes del mundo del espectáculo e intelectuales seculares desempeñan hoy en día el principal papel.

En el mundo contemporáneo, Hollywood, CNN y Disneylandia son muchos más influyentes que El Vaticano, la Biblia o la retórica de relaciones públicas de los políticos.

Nuevas características del colonialismo cultural

El colonialismo cultural convencional (CCC) se distingue de las prácticas del pasado en varios sentidos:

1. Se orienta a capturar audiencias masivas, y no sólo a la conversión de las élites.

2. Los medios de comunicación de masas, en particular la televisión, invaden el hogar y funcionan desde «dentro» y «por debajo» tanto como desde «fuera» y «por encima». El mensaje es doblemente alienante: proyecta un estilo de vida imperialista y una atomizada serie burguesa de problemas y situaciones.

3. El CCC es global por su alcance y la homogeneidad de su impacto: la pretensión de universalidad sirve para mistificar los símbolos, objetivos e intereses del poder imperial.

4. Los medios de comunicación masiva, como instrumentos del imperialismo cultural, son hoy «privados» sólo en el sentido formal: la ausencia de vínculos formales con el Estado brinda una cobertura legitimadora para los medios privados que proyectan los intereses del Estado imperial como «noticias» o «espectáculos».

5. El imperialismo cultural en la era de la «democracia» debe falsificar la realidad en el país imperial para justificar la agresión, convirtiendo a las víctimas en agresores y a los agresores en víctimas. Por ejemplo, en Panamá, el Estado imperial norteamericano y los medios de comunicación de masas proyectaron la imagen de aquel país como amenaza de narcotráfico para la juventud de Estados Unidos, mientras se arrojaban bombas sobre comunidades de la clase trabajadora panameña.

6. El control cultural absoluto es la contrapartida de la total separación entre la brutalidad del capitalismo real existente y las ilusorias promesas del mercado libre.

7. A fin de paralizar las respuestas colectivas, el colonialismo cultural busca destruir las identidades nacionales. Para quebrar la solidaridad promueve el culto de la «modernidad» como conformidad con símbolos externos.

Mientras las armas imperiales desarticulan la sociedad civil, y los bancos saquean la economía, los medios de comunicación imperiales modelan individuos con fantasías escapistas de la miseria cotidiana.

Medios de comunicación de masas: propaganda y acumulación de capital

Los medios de comunicación de masas constituyen una de las principales fuentes de salud y poder del capital norteamericano. Hoy, prácticamente uno de cada cinco de entre los norteamericanos más ricos obtienen su riqueza a través de sus intereses en medios de comunicación, desplazando a otros sectores industriales.

Los medios de comunicación se han convertido en una parte integral del sistema norteamericano de control político y social, y una de las principales fuentes de obtención de superbeneficios. A medida que aumentan los niveles de explotación, desigualdad y pobreza, los medios de comunicación controlados por Estados Unidos actúan para convertir a un público crítico en una masa pasiva. Las celebridades de los medios y del espectáculo de masas se han vuelto importantes ingredientes en la desviación de potenciales inquietudes políticas.

Existe una relación directa entre el incremento del número de aparatos de televisión en América Latina, la reducción de ingresos y la disminución de las luchas populares. Entre 1980 y 1990, el número de televisores por habitante en América se incrementó en un 40%, mientras que el promedio real de ingresos descendió en un 40%, y una multitud de candidatos políticos neoliberales muy dependientes de las imágenes de televisión conquistaron la presidencia. El incremento de la penetración de los medios de comunicación de masas entre los sectores más pobres, las crecientes inversiones y beneficios de las corporaciones norteamericanas en medios de comunicación, y la omnipresente saturación con mensajes que ofrecen a la población experiencias de consumo individual y de aventuras, representativas de las clases medias-altas, definen la actual fase de colonialismo cultural.

Mediante las imágenes televisivas se establece una falsa intimidad y una vinculación imaginaria entre los individuos afortunados que aparecen en los medios de comunicación y los empobrecidos espectadores de los barrios periféricos. Estos enlaces ofrecen un canal a través del cual se propaga el discurso de las soluciones individuales para problemas privados. El mensaje es claro: se culpa a las víctimas de su propia pobreza, haciendo recaer el éxito en los esfuerzos individuales.

Imperialismo y política del lenguaje

La estrategia del imperialismo cultural consiste en insensibilizar al público para aceptar las matanzas masivas realizadas por los estados occidentales como actividades de rutina diaria; por ejemplo, presentando los bombardeos masivos sobre Irak en forma de videojuegos.

Al poner énfasis en la modernidad de las nuevas tecnologías bélicas los medios de comunicación glorifican el poder alcanzado por la élite: la tecno-guerra del Oeste. El imperialismo cultural promueve actualmente reportajes «informativos» en los cuales las armas de destrucción masivas se presentan con atributos humanos («bombas inteligentes») mientras que las víctimas del Tercer Mundo son «agresores-terroristas» sin rostro.

La manipulación cultural global se sustenta en la corrupción del lenguaje de la política. Una de las mayores «innovaciones» recientes del imperialismo cultural es la apropiación del lenguaje de la izquierda y su uso para racionalizar prácticas y políticas profundamente reaccionarias. Esta es una política de «desinformación» que roba a la izquierda el lenguaje y los conceptos que utiliza para atacar la dominación de la clase capitalista.

Terrorismo cultural: la tiranía del liberalismo

El terrorismo cultural es responsable de la liquidación física de los artistas y las actividades culturales locales. Proyecta nuevas imágenes de «movilidad» y «libertad de expresión», destruyendo los antiguos vínculos comunitarios. Los ataques contra las restricciones y obligaciones tradicionales constituyen un mecanismo por el cual el mercado y el Estado capitalista se convierten en el centro esencial de poder exclusivo.

En nombre de la «auto-expresión», el imperialismo cultural oprime a las poblaciones del Tercer Mundo que temen verse consideradas como «tradicionales», seduciéndolas y manipulándolas mediante falsas imágenes de «modernidad» sin clases. Los pueblos del Tercer Mundo reciben entretenimiento, coacciones y estímulos para ser «modernos»: para rendirse ante lo moderno, para desechar sus confortables y tradicionales prendas holgadas y reemplazarlas por inconvenientes vaqueros ajustados.

La norteamericanización y el mito de la «cultura internacional»

Se ha puesto de moda evocar términos como «globalización» e «internacionalización» para justificar los ataques contra cualquiera de las formas de solidaridad, comunidad y/o valores sociales. Bajo el disfraz de «internacionalismo», Europa y Estados Unidos se han convertido en los exportadores dominantes de formas culturales más eficaces de despolitización y banalización de la existencia cotidiana. Las imágenes de movilidad individual, de self-made person, el énfasis en la «existencia autocentrada» (producido y distribuido masivamente por la industria norteamericana de medios de comunicación) se han convertido en importantes instrumentos de dominación del Tercer Mundo.

Las nuevas pautas culturales -predominio de lo privado sobre lo público, de lo individual sobre lo social, del sensacionalismo y la violencia sobre las luchas cotidianas y las realidades sociales- contribuyen a inculcar con precisión valores egocéntricos y a socavar la acción colectiva. Esta cultura de imágenes, de experiencias transitorias, de conquista sexual, actúa contra la reflexión, el compromiso y los sentimientos compartidos de afecto y solidaridad. La norteamericanización de la cultura significa focalizar la atención popular en celebridades, personalismo y chismorreos privados; y no en profundidades sociales, en cuestiones económicas sustanciales, en la condición humana.

La cultura que glorifica lo «provisional» refleja el desarraigo del capitalismo norteamericano; su poder de contratar y despedir, de mover capitales sin consideración alguna por las comunidades. El mito de la «libertad de movimiento» refleja la incapacidad de la población para establecer y consolidar sus raíces comunitarias antes las cambiantes exigencias del capital. La cultura norteamericana glorifica las relaciones fugaces e impersonales como «libertad» cuando en realidad esas condiciones reflejan la anomia y subordinación burocrática de una masa de individuos al poder del capital transnacional.

La nueva tiranía cultural está enraizada en el omnipresente, repetitivo y simple discurso del mercado, de una cultura homogeneizada del consumo, en un sistema electoral degradado. La nueva tiranía mediática se orienta en paralelo a la jerarquización estatal y de las instituciones económicas. El secreto del éxito de la penetración cultural norteamericana es su capacidad para modelar fantasías para escapar de la miseria. Los ingredientes esenciales del nuevo imperialismo cultural sin la fusión de la comercialidad-sexualidad-conservadurismo, cada uno de ellos presentado como expresiones idealizadas de las necesidades privadas, de una autorrealización individual.

Impacto del imperialismo cultural

La violencia estatal de las décadas de 1970 y comienzos de 1980 produjeron un daño psicológico y desconfianza a gran escala y, respecto a las iniciativas radicales, un sentimiento de impotencia ante las autoridades establecidas, aun cuando estas mismas autoridades puedan ser odiadas. El terror volcó a las gentes «hacia adentro», hacia ámbitos privados. El «terrorismo económico» subsecuente, el cierre de fábricas, la abolición de la protección legal del trabajador, el incremento del trabajo temporal, la multiplicación de las empresas individuales muy mal pagadas aumentaron la fragmentación de la clase trabajadora y de las comunidades urbanas. En este contexto de fragmentación, recelo y privatización, el mensaje cultural del imperialismo encuentra campos fértiles para explorar sensibilidades de poblaciones vulnerables, alentando y profundizando la alienación personal, las actividades autocentradas y la competición individual por recursos siempre escasos.

El imperialismo cultural y los valores que promueve han desempeñado un papel fundamental en prevenir que individuos explotados respondiesen colectivamente a sus condiciones cada vez más deterioradas. La mayor victoria del imperialismo no es sólo la obtención de beneficios materiales, sino su conquista del espacio interior de la conciencia a través de los medios de comunicación de masas. Allí donde sea posible un resurgimiento de la política revolucionaria, éste deberá empezar por abrir un frente de lucha no sólo contra las condiciones de explotación, sino también contra la cultura que somete a sus víctimas.

Límites del imperialismo cultural

Contra las presiones omniscientes del colonialismo cultural está el principio de realidad: la experiencia personal de miseria y explotación, las realidades cotidianas que nunca podrán cambiar los medios de comunicación escapistas. En la conciencia de las poblaciones existe una lucha constante entre el demonio del escapismo individual (cultivado por los medios imperialistas) y el conocimiento intuitivo de que la acción colectiva y la responsabilidad es la única respuesta práctica.

La Coca Cola se convierte en un cóctel molotov; la promesa de opulencia se convierte en una afrenta para aquellos que perpetuamente quedan relegados. El empobrecimiento prolongado y la extendida decadencia erosionan el encanto y el atractivo de las fantasías de los mass media. Las falsas promesas del imperialismo cultural se convierten en objetos de amargas burlas.

En segundo término, los recursos del imperialismo cultural están limitados por los perdurables vínculos de colectivos. Allí donde perduren los vínculos de clase, etnia, de sexo, y donde son fuertes las prácticas de acción colectiva, la influencia de los medios de comunicación de masas es limitada o repelida.

En tercer lugar, desde el momento en que existen tradiciones y culturas preexistentes, estas forman un «círculo cerrado» que integra prácticas sociales y culturales orientadas hacia dentro y hacia abajo, no hacia arriba y hacia afuera.

Allí donde el trabajo, la comunidad y la clase convergen con las tradiciones y prácticas culturales colectivas, el imperialismo cultural retrocede y penetra el imperialismo militarizado.

La lucha cultural está arraigada en valores de autonomía, comunidad y solidaridad, necesarios para crear una conciencia favorable a las transformaciones sociales.

Por encima de todo, la nueva visión debe inspirar a la población porque coincide con sus deseos no sólo de ser libre de la dominación, sino de ser libre para crear una vida personal plena de sentido, constituida por relaciones afectivas no instrumentales, que trasciendan el trabajo cotidiano incluso cuando inspiren a la gente a continuar luchando. El imperialismo cultural se alimenta de la novedad, de la manipulación personal y transitoria, pero nunca de una visión de auténticos vínculos profundos, basados en la honestidad personal, la igualdad entre sexos y la solidaridad social.

 

Tomado de Boletin Se Dice Cubano - Numero 2, 2015 Vía correo electrónico

 Imagen tomada de http://questiondigital.com/?p=4852



Gracias, Cuba

3 de Julho de 2015, 20:39, por Rosa C. Báez Valdés

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Cronopiando Koldo Campos Sagaseta   (Dedicado a Mey)

 

Y sí, Fidel es una de las más luminosas referencias de la historia, de las más dignas, como es Cuba un ejemplo, un gigantesco ejemplo de un pueblo diminuto, de una isla flotando en el Caribe en las mismas narices del Imperio.

 Y saberlo y decirlo es para mi, también, una manera de agradecérselo.

 Nadie en este manicomio en que han convertido al mundo quienes dictan su destino, disfruta de la cordura de Cuba,  de su sensatez y de su juicio, de su capacidad de lucha, de su vergüenza.

 Y todo ello cuando aún sin haber terminado de nacer,  ya caían sobre ella agresiones, calumnias, sabotajes, pestes, invasiones… Y también el embargo, el aislamiento, el bloqueo… Y también la necesidad de transformar, solo con el empeño, aquel Casino-Hotel Club en un país, después de haber sido, en mala hora, descubierta, convertida a la fe y a la colonia y condenada al monocultivo de un azúcar amargo.

 Y Cuba, sin más ayuda que el comercio que durante algunos años tuvo con la URSS en mejores condiciones que la usura habitual del llamado mundo libre, reciclando, reutilizando, apelando al ingenio, cuidando lo que había, cuando andar en Cuba en bicicleta era mofa habitual de quienes han arruinado el planeta y hoy hasta es impresentable una gran capital que se tenga por modelo y no estimule el uso de las dos ruedas sin motor, sin combustible, sin humos, sin ruidos, así es que sigue Cuba.

 Apenas ha pasado poco más de medio siglo sin que se desarmaran contra Cuba ni amenazas ni agresiones y, cualquiera que sea honesto convendrá conmigo, en que bastaría cotejar la sociedad cubana con el resto de islas caribeñas después de más de un siglo de progreso y desarrollo capitalista en ellas, para apreciar la diferencia.

 Todavía mueren en Cuba recién nacidos, pero en mucha menor medida que en cualquier otro país americano, incluyendo Estados Unidos. Y es verdad, sí, es verdad, muchos edificios en La Habana, para no hablar de Santiago, necesitan capas de pintura para sus fachadas, pero cuando llega la noche no hay un solo indigente en las calles cubanas buscando un portal donde pasar la noche, como tampoco hay una niña sin escuela o un niño sin atención médica.

 A diferencia de la democracia mexicana, en Cuba estudiar magisterio y ejercerlo no cuesta la vida; ni el periodismo, como en Honduras, provoca la muerte; ni el sindicalismo mata como en Colombia. En Cuba no se muere de colesterol ni de hambre. En Cuba las artes, la danza, la pintura, no son malas palabras y el teatro tampoco un acertijo. La cultura respira, aunque a veces haya que procurársela asistida.

 Cuba nunca es noticia porque sus estudiantes protagonicen matanzas en las escuelas o porque perturbados que siempre actúan solos y al servicio de nadie le pongan la nota de sangre al día. En Cuba no se tortura ni se practica ninguno de los tantos eufemismos y proporciones al uso en Europa y los Estados Unidos, ni aparecen fosas comunes con cientos de cadáveres, ni sería concebible Guantánamo. Tampoco sus policías semejan fantasmas cubiertos de escafandras y armados de armas largas, de perros y caballos. Hasta me atrevería a asegurar que en Cuba la policía parece gente, ni siquiera llevan pistola.

 Durante todos estos años en Cuba se ha ido minando, se sigue en ello, la xenofobia, el racismo, el machismo, todos las ancestrales mentiras que nos impiden reconocernos como iguales, y en todas esas luchas de largo recorrido los progresos de Cuba son notables. Las comparaciones también ayudarían a entenderlo.

 Y, a pesar de las limitaciones, de sus pocos recursos, Cuba ha impulsado proyectos tan hermosos, (casi iba a decir “cristianos”) como una universidad de medicina en la que formar gratuitamente a miles de estudiantes latinoamericanos sin recursos, y escuelas de arte, de cine, gestionadas con los mismos fines. Y ha tenido arrestos para hacerse presente en África respaldando los legítimos sueños de pueblos sojuzgados por regímenes racistas o combatiendo el Ébola, o enseñando a leer en muchas patrias americanas, contribuyendo a la salud de pueblos vecinos. Y ahí sigue trabajando, estudiando, investigando, haciendo  importantes aportes a la salud y educación del mundo y, sobre todo, a los conceptos más imprescindibles para la humanidad: la solidaridad por ejemplo. Cuba ha contribuido más que nadie, lo sigue haciendo, al cuidado de miles de niñas y niños afectados en Chernobil. En el Sahara, aquella colonia que el Estado español vendió a Marruecos con todo y su gente a pesar de haber empeñado su palabra y su compromiso con Naciones Unidas de dejar la República Árabe Saharaui en manos de sus ciudadanos, pues hay miles de saharauis que son conocidos popularmente como “los cubanos” porque fue en Cuba que pudieron crecer, vivir y formarse como profesionales. Es más el castellano de esos saharauis que estudiaron en Cuba que el que sobrevivió a la colonia y la traición española.

 Buena parte del sistema de salud de Haití ha estado en manos cubanas mientras el pueblo haitiano espera que le llegue la ayuda económica prometida de la  “comunidad internacional”. La misma que ayer estranguló a Haití y que hoy extorsiona a Grecia.

 Y si, también es verdad, Fidel dijo una vez que no se hace un paraíso en la falda de un volcán. Yo, más prosaico, agregaría que alguna vez se rompe un plato, pero que lo sepan los necios a los que cantara Silvio, yo no voy de una fábula a llorar un responso, ni acepto un desenlace por una controversia, ni voy por un pecado a ignorar el Infierno, ni por un desatino transijo una condena, que un funeral descargue de culpa al cementerio o que una discrepancia culmine en anatema. Yo no voy de una lágrima a invitar a un sepelio, ni intercambio aspavientos por pagados aplausos ni divinos naufragios por humanas tormentas. No voy de un eslabón a hacer una cadena ni me duele una cruz más que sangra un calvario, ni un rescoldo me inquieta como alarma un incendio o me aflige una cuenta tanto como un rosario y un disparo me aturde más que un parte de guerra.

 En fin que, gracias Cuba. Te debo mis mejores sueños.

Recibido por correo electrónico, vía Xarlo

Foto tomada de Internet (sin crédito)



Suspicacias desde esta orilla…

3 de Julho de 2015, 0:58, por Rosa C. Báez Valdés

Publicado por Lilibeth Alfonso

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Por fin, las embajadas de Cuba en Washington y de Estados Unidos en La Habana deben abrir sus puertas como tales el próximo 20 de julio. En la calle, las expectativas son altas aunque, como en los pasos anteriores, el cubano promedio entiende que no son un boleto al paraíso sendas banderas ondeando de un lado y otro del mar.

Sobre todo porque reestablecer relaciones diplomáticas dista muchísimo de normalizarlas. En concreto, es más fácil decirlo que hacerlo. De hecho, desde ayer, varios expertos citados por medios de prensa coinciden en la supervivencia de ciertos puntos casi insalvables de un lado y del otro.

Por Cuba, la devolución de la base naval de Guantánamo, el levantamiento del bloqueo, el cese del apoyo a la subversión…, por Estados Unidos, los mismos temas de siempre, relacionados con algunos derechos humanos.

El clima, no obstante, es de progreso. De movimiento que, ojalá, no sea irreversible. Ambos países lo necesitan. Más allá de los discursos, el reestablecimients de relaciones diplomáticas beneficia tanto a Los Estados Unidos como a Cuba, aunque sea de maneras diferentes.

En el actual contexto de un América más integrada, Cuba es una llave de entendimiento hacia los países continentales y ella misma un mercado poco explotado que, por su cercanía y confluencias sobre todo en materia cultural, es casi natural. Y Cuba, bueno, Cuba avanzaría a años luz solo con la posibilidad de saciar su lista de la compra a la distancia de noventa millas sin necesidad del cansón juego del gato y el ratón.

Incluso manteniendo el bloqueo -que únicamente puede remover el Congreso de Los Estados Unidos- con eliminar a la isla de la lista de países patrocinadores del terrorismo nos quita mil y una trabas que antes se esgrimían por la famosa ley de no comerciar con el enemigo, y eso es solo un dedo de lo que se puede lograr con algunas flexibilizaciones que sí están en manos del ejecutivo.

Pero ni siquiera esas ventajas pueden salvar un hecho que se hace cada vez más evidente en los discursos de ambos países. Se conviene en el entendimiento y en el diálogo, pero desde las diferencias. Cuba no está dispuesta a poner en la mesa de negociaciones asuntos que considera, y son, temas de autodeterminación y soberanía, a fin de cuentas en décadas de relaciones con China, no ha sido necesario que ésta cambie su sistema político que, no obstante, sus socios norteamericanos no dudan en denostar.

Estados Unidos tiene, ante sí, la típica imagen de quien está entre la espada y la pared. De un lado, la necesidad histórica y práctica de mejorar las relaciones con uno de sus vecinos más cercanos, y del otro, el poder de los grupos de presión y de un considerable número de actores políticos cuya carrera ha dependido de sus posiciones “duras” con el tema Cuba, desde la derecha. El nombre más mediático, ahora mismo, es el senador y aspirante a la presidencia Marcos Rubio, cuyo discurso sigue la línea de que cualquier acercamiento al gobierno cubano es un empoderamiento de la dictadura castrista, propio del mismo sector que ha tratado de frustrar, desde el principio aunque sin demasiada consistencia -y es mi opinión, a fin de cuentas con tanto enfadado cualquiera hubiera creído más tortuoso, por ejemplo, la exclusión de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo-, el reestablecimiento de las relaciones bilaterales.

En general, creo aunque no descarto algunos confundidos y verdaderos entusiastas de ese discurso, es una línea de necesaria coherencia con posiciones y promesas anteriores, especies de poses ante un cambio tan radical como el que se anunció aquel 17 de diciembre.

No es, empero, la línea del presidente Barack Obama. Si Raúl ha dejado clara sus posiciones, su contraparte estadounidense no ha sido menos. Desde el 17D, el presidente al que deberemos el descongelamiento de las relaciones entre dos países enemistados desde hace más de medio siglo, ha sido claro en sus propósitos:

Lo suyo es una política diferente para lograr el mismo fin que las ineficaces que le antecedieron. En sus últimas declaraciones, así lo decía: “No se trata de algo meramente simbólico (la futura visita de Kerry a la Habana para el acto de apertura oficial de embajadas)…Con este cambio podremos incrementar considerablemente nuestros vínculos con el pueblo cubano, tener más personal en nuestra embajada, y nuestros diplomáticos podrán hacer contactos más amplios en toda la isla. Esto incluirá al gobierno cubano, la sociedad civil, y cubanos comunes que aspiran a tener una vida mejor.”

Y eso es más insalvable que todo lo demás. De un lado un régimen que defiende su derecho a la libre determinación, a resolver sus asuntos internos, a decidir su sistema político, de participación, democrático…., y del otro, un régimen que intenta cambiarlo, ahora más suavemente, pero no por ello menos entrometido.

Habrá que ver hasta dónde son capaces de ceder, cada uno. De eso, y no de las trabas que intentan para negar el dinero para la apertura de la embajada y la designación de un embajador, dependerá realmente que las misiones diplomáticas cumplan la sobreentendida promesa de mejorar las relaciones entre los dos países, promover el intercambio, el entendimiento.

Yo tengo mis dudas. No importa que en las negociaciones se tomara, como referencia del proceso que vivimos, las convenciones de Viena…A buen entendedor y a mejores hechos, pocas palabras.

Tomado de su blog La esquina de Lilith



Consecuencias del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos

3 de Julho de 2015, 0:27, por Rosa C. Báez Valdés

Por Jesús Arboleya Cervera*

 

Asta-cubaSeis meses después de tomada la decisión política de restablecer relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados, acaba de anunciarse en Washington y La Habana la concreción del acuerdo para formalizarlas y proceder a las aperturas de las respectivas embajadas.

Está claro que, por sí mismo, lo acontecido no elimina las contradicciones existentes ni garantiza su solución, máxime cuando aún persiste el bloqueo económico contra Cuba, considerado por el gobierno cubano como un impedimento para la plena normalización de las relaciones. También Obama ha reconocido esta realidad y nuevamente ha solicitado al Congreso que derogue las leyes que respaldan esta política, un objetivo difícilmente alcanzable en lo que resta de su mandato.

Aun así, lo alcanzado constituye un hito histórico y plantea un nuevo escenario de cara al futuro de las relaciones entre los dos países, con implicaciones no solo simbólicas, sino prácticas en la conducción de sus respectivas políticas.

En el caso de Cuba, implica el reconocimiento por parte de Estados Unidos de la legitimidad del gobierno cubano y, en consecuencia, de la legalidad de su política nacional, lo cual tiene importantes consecuencias para el desarrollo de las futuras negociaciones.

Para solo citar algunos ejemplos, asuntos como la definición de “tráfico de propiedades confiscadas”, término utilizado para desconocer el derecho cubano a la nacionalización y sus relaciones con terceros; la no aplicabilidad de la “doctrina del acto de Estado” para la protección de los intereses cubanos en Estados Unidos o el desconocimiento de los derechos intelectuales y de marcas cubanas en el mercado de ese país, hasta ahora prácticas establecidas en la política estadounidense hacia Cuba, constituyen actuaciones legalmente insostenibles en el contexto de relaciones diplomáticas corrientes, por lo que en algún momento tendrán que ser revisadas por la parte norteamericana.

También implica una transformación esencial del entorno en que se desarrollan las relaciones internacionales de Cuba y su inserción en el mercado mundial, al margen de lo que demore la eliminación del bloqueo económico norteamericano. Ello tiene, además, resonancia hacia lo interno de la sociedad cubana, sobre todo en el campo económico, pero también en otras esferas de la vida nacional, envuelta en sus propias transformaciones.

Para Estados Unidos el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba constituye un precedente doctrinario en su política exterior que no puede ser ignorado, toda vez que muestra una inteligente adecuación no solo de la política hacia Cuba, sino en relación a los cambios que están teniendo lugar en el resto del mundo, especialmente en América Latina y el Caribe, tal y como ha dado a entender el propio presidente Obama en su más reciente declaración y en otros momentos de este proceso.

Lo más importante quizá, es que constituye un paso prácticamente irreversible en las relaciones entre los dos países, cualquiera sea el resultado de las elecciones presidenciales de 2016. Por otra parte, jerarquiza y facilita la comunicación entre ambos gobiernos; consolida el clima de la negociación para la solución de los conflictos y otorga credibilidad al proceso de normalización de relaciones, estimulando a las fuerzas que lo respaldan en Estados Unidos y en Cuba, más allá de las diferencias y desconfianzas aún existentes.

Es también una señal para el mundo. A pesar de la asimetrías de poder entre los dos países, ha sido posible resolver un complejo problema del diferendo histórico entre ambos, mediante métodos pacíficos, en un marco signado por la igualdad y el respeto a la soberanía de las partes, lo que puede ser interpretado como un ejemplo de lo que debiera ser la convivencia internacional, donde Estados Unidos desempeña un papel determinante. Ello explica el respaldo que tal hecho ha tenido en todo el planeta y las esperanzas que ha generado.

 

(Fuente Progreso Semanal)

Tomado de Cubadebate

 

*Investigador cubano, especialista en relaciones Cuba-EEUU. Doctor en Ciencias Históricas con una decena de libros publicados

 



Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en defensa de la Humanidad: Los pueblos del mundo con la República Helénica

2 de Julho de 2015, 23:40, por Rosa C. Báez Valdés

Comunicado sobre la situación en Grecia. Por favor, subscríbelo y ayuda a circularlo con urgencia pidiendo más firmas. Pueden enviar las firmas al correo: humanidadenred@gmail.com

Carmen Bohórquez
Coordinadora General de la
Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales
en defensa de laHumanidad

 

 Los pueblos del mundo con la República Helénica

 Desde la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, denunciamos con indignación el nuevo y mortífero ataque a la autodeterminación del pueblo heleno por parte de la Troika, integrada por la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo (BCE), en abierta complicidad con la Banca privada, las transnacionales y los principales “líderes” europeos.

 Pero si es indignante la historia de cómo fue la propia institucionalidad europea y sus aliados los que endeudaron a Grecia fraudulentamente, todo por supuesto bajo el amparo de gobiernos colaboracionistas, más indignante y escalofriante resulta saber cuáles han sido los resultados de los ajustes y los “rescates” que dicha institucionalidad ha impuesto en los últimos seis años y que le exige al gobierno de Tsipras que profundice para “salir de la crisis”. Así las cosas, si bien el endeudamiento fue la principal excusa que se utilizó para intervenir Grecia, la verdad del caso es que desde que se puso en marcha el primer rescate en 2010, la deuda pública griega aumentó en lugar de reducirse: en 2009, representaba el 126% de su PIB (unos 301.000 millones de euros), mientras que hoy día, luego de los fortísimos recortes de gasto público que se han aplicado, sin precedentes en ningún país en la Europa de posguerra, ésta asciende a un 180% de su PIB, es decir, unos 317.000 millones de euros. Ningún dato macroeconómico ha mejorado tras la intervención de los expertos y la aplicación de la austeridad y los ajustes que, según ellos, “procuran sanear y equilibrar las cuentas”: el PIB cayó en 25%; el consumo de alimentos de la población en 28,5%; 61% ha sido la reducción media de las pensiones; el 45% de pensionistas viviendo por debajo del umbral de pobreza; 26% de desempleo y más del 50% de desempleo juvenil, todo lo cual ha desatado una fuerte ola migratoria, además de considerarse un factor determinante en el aumento del 35% en el número de suicidios en el país, registrado desde 2011. 

 Una vez más queda al descubierto la cara real del capitalismo al empujar sin misericordia al pueblo griego al borde del precipicio, con la intención manifiesta de completar su plan de apropiación del país y de sus habitantes.  La presión ha aumentado tras la convocatoria del Primer Ministro, Alexis Tsipras, a un referéndum que se realizará el 5 de julio para conocer si el pueblo griego acepta o no las condiciones impuestas por la Troika para proseguir el programa de la reestructuración de la deuda. Referéndum que les ha quitado además la careta sobre lo que realmente piensan de la democracia que dicen defender.

 Ante el mecanismo deshumanizado de endeudamiento dentro del cual los dueños del poder económico se vuelven los acreedores de una deuda promovida por ellos mismos; ante los programas de austeridad exigidos y que recaen no sobre los que más tienen sino sobre un pueblo que es empujado cínicamente hacia la miseria, hacemos un llamado a los pueblos del mundo para que hagan escuchar su indignación ante tal aberración capitalista, al tiempo que extiendan un abrazo de amor y solidaridad  hacia los hombres y las mujeres de Grecia que este domingo 5 de julio decidirán soberanamente sobre el rumbo que tomará la República en materia económica.

 Como ha dicho Tsipras, el pueblo que inventó la democracia dará a los europeos lecciones de democracia. La nación que supo ser una grandiosa civilización mucho antes que cualquier otro país europeo se pondrá sobre sus pies y levantará su cabeza. El pueblo que rechazó el ultimátum  de las fuerzas fascistas en plena guerra mundial y que resistió heroicamente, mientras otros simplemente se rindieron, dará de nuevo un gran NO. En Grecia, como en Venezuela, Siria, Ecuador y otros lugares, se juega la democracia y el futuro de la humanidad.

 



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