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La Polilla Cubana

3 de Abril de 2011, 21:00 , por Desconhecido - | No one following this article yet.
Mi blog es una ventana abierta sobre Cuba y el mundo, desde la verdad y la justicia

La familia cubana en la promoción de valores

15 de Agosto de 2014, 15:02, por Rosa C. Báez Valdés - 0sem comentários ainda

En esta etapa del año que vivimos, cuando recesan las actividades docentes y niñas y niños, adolescentes y jóvenes están a tiempo completo en la casa o en relaciones más estrecha con sus parientes, amistades y conocidos, la familia se convierte casi en la vía exclusiva para continuar promoviendo valores y afianzar la labor educativa que durante el resto del año sistematiza la escuela.

 Por supuesto que los patrones de conducta que fija el entorno familiar son siempre los más profundos y duraderos, y en ese sentido las vacaciones son un periodo muy significativo, donde esa estrecha convivencia entre madres y padres con sus hijos e hijas también puede hacer aflorar conflictos generacionales en el hogar, comenta para Haciendo Radio, el periodista Francisco Rodríguez Cruz.

 Pero es en ese marco estrecho de la casa donde en gran medida se fijan, por ejemplo, las pautas de qué consideramos una recreación sana y provechosa, lo cual se aprende desde la niñez, a partir del ejemplo de nuestros padres y otros familiares.

 Ya sea en la playa, en un parque, en una instalación recreativa o institución cultural, no podemos perder ninguna oportunidad de educar y poner a nuestra descendencia en camino de ser personas más realizadas y felices, a partir de un comportamiento social adecuado, constructivo, que les reporte satisfacciones individuales sin olvidar los derechos de las otras personas.

 Si los más pequeños ven que por esta época de asueto casi generalizado sus padres se saltan las más elementales normas de convivencia, abusan de las bebidas alcohólicas o de otros hábitos nocivos, no toman en su mano un libro ni van a un cine, a un teatro, a un espectáculo deportivo, entonces estaremos desaprovechando la posibilidad de ampliar sus horizontes y de que en el futuro puedan ahorrarse esas malas experiencias y trasladar las buenas a sus propias familias.

 Porque esa vieja y nefasta postura, que pocas personas ya declaran pero todavía existe, de esperar que sea la escuela la que eduque a nuestros hijos e hijas, deja de servir como pretexto durante el periodo vacacional.

 Esta educación en valores va incluso más allá de la elemental convivencia humana, el respeto y la elevación del nivel cultural. Estos meses de julio y agosto también son propicios para introducir o reforzar otras responsabilidades en el ámbito familiar, como la propia laboriosidad que debemos cultivar en el ámbito hogareño o del trabajo, y la preocupación, conocimiento y aportes en relación con la economía doméstica, y por extensión, el fomento de esa cultura económica que con tanta frecuencia echamos de menos.

 Dicho de otra manera, no necesariamente todas las vacaciones tienen que ser de actividades puramente recreativas. Estimular la participación de toda la familia en tareas concretas —digamos un arreglo en la vivienda, pintar la casa, matricularse en un curso de verano o hasta trabajar en alguna actividad eventual para obtener algunos ingresos temporales que les permita a los muchachos y las muchachas valorar de dónde salen las cosas y ganarse algún dinero para su propio esparcimiento— podrían ser algunas de esas lecciones esenciales que dejara a nuestra juventud cada temporada veraniega.

 FOTO Kaloian Santos Cabrera

 

Fuente Haciendo Radio, Radio Rebelde

Tomado de Moncada, Grupo de lectores en el mundo



88 del gran Caiguarán

14 de Agosto de 2014, 23:37, por Rosa C. Báez Valdés - 0sem comentários ainda

Por Irán Aguilera, @Irancaritero

 

Como un caiguarán, el árbol maderable más duro de Cuba, Fidel Castro, el amigo de Hugo Chávez, ha llegado a sus 88 años. ¡El caiguarán, ese sí es un palo! dicen los campesinos cubanos; es de los que alcanza la mayor longevidad. El líder histórico de la Revolución Cubana vuelve a celebrar un cumpleaños para la alegría de todos los pueblos, pero, inevitablemente, aunque Fidel ya no quiera eso, también para producirle más amargura (fatalmente crónica) a los canallas de este planeta llamado Tierra.

 Fue Raúl quién comparó a Fidel con el emblemático árbol de la naturaleza cubana, por ser una madera tan fuerte que es ideal para fabricar obras duraderas. En la zona occidental de Cuba también le llaman el “quiebra hacha”. ¡Qué acertada es esa comparación simbólica! La obra de Fidel se hizo eterna, por ser tan generosa con la humanidad, y porque también todas las hachas se quebraron cuando quisieron tumbarlo.

 Es que Fidel se trascendió a sí mismo, ya no sólo se le admira por ser el casi mítico comandante que bajó triunfante de la Sierra Maestra, de verde olivo, al frente de sus valerosos barbudos, después de una romántica epopeya que pudiera parecer extraña aunque pertenece a estos tiempos nuevos. Fidel el invicto, el del largo batallar, cual David frente a Goliat, contra el más poderoso enemigo que pueblo alguno haya conocido: el imperialismo yankee. Fidel, el que pudo abrir definitivamente el capítulo de la esperanza que se escribe actualmente en la historia de Nuestra América.

 En los más apartados lugares del mundo, donde siempre reinó la pobreza junto al olvido, allí donde la medicina mercantilista no llegará jamás porque no es negocio, pues por allí encontraremos un médico cubano batallando, y por allí, con él, está el Fidel de hoy trascendido a sí mismo. También lo veremos junto a su amigo Chávez, hermanados, en el gigantesco esfuerzo para hacer realidad un milagro verdadero: devolver la vista a millones de seres humanos; y son estos tan solo dos aspectos de una incansable lucha por una humanidad más justa, como lo dijo Martí: Patria es Humanidad.

 

Tomado de Radio Nacional de Venezuela



Masacre en Gaza y antisemitismo

14 de Agosto de 2014, 21:08, por Rosa C. Báez Valdés - 0sem comentários ainda

Por Pedro Miguel*

ninos-judio-y-palestino

No faltan, entre las expresiones de horror e indignación por lo que sucede en Gaza, las acusaciones y los insultos en contra de los judíos en general. Lo más triste es que con frecuencia tales expresiones provienen de personas que se dicen de izquierda y que al obrar de esa manera se situán, por ignorancia o por mala fe, no en el bando de la solidaridad con los palestinos, sino en los rescoldos del Santo Oficio. Y es que en las sociedades de matriz cultural predominantemente cristiana –es decir, en Occidente– la que enseñó a odiar a los judíos no fue Hamas ni los árabes ni los islámicos sino la iglesia –católica y ortodoxa, para empezar– que forjó parte de su identidad con base en una judeofobia arcaica y calumniosa.

Pero los símbolos son muy poderosos y sirven por igual a los antisemitas que a los criminales que gobiernan en Israel: cuando los segundos mandan aviones decorados con la Estrella de David a descuartizar a niños inermes, en algún lugar de la cabeza de los segundos se activa el viejo libelo de sangre según el cual los judíos secuestraban a infantes goyim para sacrificarlos en sus rituales del sabath. Y cuando Netanyahu y su caterva escuchan a sus detractores recitar la impresentable consigna “judíos asesinos”, se frotan las manos de gusto porque han logrado desvirtuar la empatía humana hacia los palestinos masacrados y convertirla en una fobia racista y ancestral que los justifica y refuerza el sitial que se han arrogado de representantes por excelencia de las colectividades hebreas de Israel y del mundo, como si tales colectividades fueran una cosa homogénea, monolítica y, lo peor, asesina.

El asesino es el Estado de Israel, no los judíos. Raphael Lemkin, el hombre que acuñó el término y el concepto de genocidio, lo definía así a mediados del siglo pasado: la puesta en práctica de acciones coordinadas que tienden a la destrucción de los elementos decisivos de la vida de los grupos nacionales, con la finalidad de su aniquilamiento. De 1948 a la fecha, en la vieja Palestina se suceden casi siete décadas de ocupación militar, cientos de miles de árabes asesinados y de casas palestinas demolidas, cerca de 5 millones de refugiados, miles de prisioneros –muchos de ellos, encarcelados largos años sin ninguna clase de proceso legal– y el ejercicio de una limpieza étnica que incluye la negación sistemática a los árabes de adquirir tierras y construir viviendas, en tanto que a los judíos el Estado les concede terrenos gratuitos y servicios subsidiados; por lo demás, la ocupación de Cisjordania y el cerco a Gaza incluye con frecuencia la negación a los pobladores palestinos de agua y electricidad, así como la imposibilidad de desplazarse y, con ello la negación fáctica de educación, trabajo, servicios médicos, comercio o visitas familiares.

El episodio más reciente está escrito con miles de toneladas de bombas arrojadas desde aviones, helicópteros, embarcaciones y tanques sobre un territorio diminuto y sobrepoblado al que, en cosa de semanas, se le ha asesinado a uno de cada 900 habitantes, o así: es como si todas las muertes provocadas en México por el gobierno de Felipe Calderón hubieran ocurrido no en seis años sino en un mes.

Con estos datos a la mano se requiere de mucha mala entraña para negar que lo experimentado por el pueblo palestino cuadra a la perfección con la definición de genocidio enunciada por Lemkin, y de una dosis adicional de perversidad o de ignorancia para descartar cualquier crítica al régimen israelí con el argumento de que es, en automático, una expresión de antisemitismo. Tachar de judeofobia la justa indignación internacional contra el régimen israelí es hacerse cómplice de una distorsión fascista de la verdad. ¿Palabras fuertes? Sí, sin duda. Pero quienes alertaron en fecha temprana de que el germen del fascismo se incubaba en el Estado de Israel no fueron precisamente antisemitas, sino judíos como Albert Einstein, Hanna Arendt, Isidore Abramowitz, Herman Eisen, Ruth Sager, Irma Wolfe y otros.

El régimen israelí arguye que si los civiles palestinos se están muriendo por centenares la culpa es de Hamas por usarlos como escudos humanos. Cierto o no (habría que ver cómo puede desarrollarse una resistencia nacional lejos de los civiles en un territorio de 150 kilómetros cuadrados, una décima parte del Distrito Federal, sometido a un férreo bloqueo por aire, mar y tierra, y saturado de gente). Es precisamente eso, en todo caso, lo que han hecho por décadas Netanyahu y sus compinches (y antes que él, Ariel Sharon, y antes, Yitzhak Shamir, y antes, Menajem Begin) con las juderías de Israel y del mundo: pretender que perpetran en representación de ellas un genocidio tan repugnante como cualquier otro y usarlas, en consecuencia, como parapeto para defender su impunidad.

El deslinde entre el judaísmo y los gobernantes genocidas de Israel es, hoy, más pertinente que nunca.

 

Fuente La Jornada; Tomado de Cubadebate

* Editorialista del diario mexicano La Jornada



¿Y los valores?

14 de Agosto de 2014, 18:22, por Rosa C. Báez Valdés - 0sem comentários ainda

Por Luis Toledo Sande*

El novelista, arqueólogo y esteta André Malraux sostuvo que la vida, especialmente la juventud, es un mercado de valores, y hay quienes no compran nada. Así opinaba metafóricamente, sobre una realidad que desborda edades, el internacionalista que combatió el fascismo en España y en Francia, su país, contra cuyas fuerzas colonialistas luchó en Asia.

Por todo ello resulta especialmente significativo que, al expresarse, su campo de referencias fuera uno donde es consustancial relacionar calidad y valor, o precio: el mercado. Tanta presencia ha tenido en el devenir humano que, junto a las acepciones vigentes de comercio, el diccionario de la Real Academia Española registra esta, considerada en desuso: “Comunicación y trato de unas gentes o pueblos con otros”. José Martí, de ética y espiritualidad insobornables, se refirió a la escasez de “comercio intelectual” entre los déficits que Cuba necesitaba encarar.

Una de las complicaciones sufridas por la humanidad ha radicado en que las relaciones mercantiles son diabólicas e imprescindibles. ¿Cómo sustituir la sociedad de mercado, que llega a lo aberrante, por la sociedad sin mercado, que acabaría en parálisis? Pero no son pocas las mistificaciones de tal realidad, aunque solo se viera en los recursos expresivos: en general, las virtudes que son o deberían ser propias de la condición humana —título de la más célebre novela de Malraux— se asocian, lo hemos visto, con lo mercantil.

Con la palabra fiar —que viene de fe y en el ámbito comercial se ha representado con espinas gráfica y conceptualmente— se vinculan otras como fianza, que remite a leyes y dinero, y confianza, que suele interpretarse como lo más espiritual. El resumen de la ubicuidad del mercado en la vida, incluyendo conceptos éticos y morales, estriba en que las buenas cualidades se llaman también valores: acaban así confundidas con objetos y con la economía, que, además de insoslayable, puede ser particularmente grosera.

Hace pocos años un amigo confiable hablaba —con señas y hasta con entusiasmo, pero sin santo— acerca de un familiar suyo, especializado en axiología, teoría que merece atención y tal vez no debiera llamarse de los valores, sino de la dignidad, o del decoro. Según el testimoniante, el pariente aludido escribía alguno de los textos de su especialidad en la sala de su casa, cerca de donde una hija, sentada sobre las piernas del novio cubano, recibía llamadas que le hacía desde París el amante francés.

Las contingencias de géneros podrían ser otras, y a estas alturas no está uno para escandalizarse por minucias, ni para meterse en los berenjenales de la chismografía, que pocas berenjenas da, y ninguna buena. Es más productivo recordar el discurso con que Lenin, el casi olvidado líder bolchevique, trasmitió a los jóvenes comunistas de la naciente Unión Soviética una idea-brújula: la moral socialista se basa en la honradez con que se asuma, se administre y se defienda la propiedad social, no en los frustrantes melindres de la moralina, que sataniza el uso de las entrepiernas y es harto propensa a las simulaciones.

No hay que transitar por los vericuetos de la mojigatería, ni desconocer un hecho: el ideal del matrimonio por amor es un invento bastante reciente en la historia de la humanidad. En el inicio fueron las relaciones sexuales por el instinto hormonal y reproductivo que el ser humano heredó de sus ancestros irracionales —o más irracionales que él (y ella)—, y que, al igual que otros atavismos, perduran como fuerza generatriz. Quede para otro momento el tratar las relaciones entre el sentido de la moral sustentado por Lenin y los caminos recorridos desde el matrimonio por imposición o contrato hasta la tierna posibilidad del nexo por amor.

Rocemos ahora uno de los recursos más perversos entre los empleados por quienes burlan para su provecho la propiedad social, incluido el derecho a ejercer el pensamiento propio y la palabra que lo expresa. El recurso en cuestión ha consistido en identificar moral y moralina, con lo cual la primera se desacredita, para facilitar actos contra la propiedad que debe ser de veras social.

Los valores se anulan cuando se reducen a frases, sean consignas políticas o postulados supuestamente científicos, o religiosos. Difícilmente haya formulación teórica superior en alcance a la conocida máxima del héroe puertorriqueño Pedro Albizu Campos. Sustitúyase en ella hombre por ser humano, y será irrebatible: “El valor más permanente en el ser humano es el valor”. De este depende la robustez de todos los demás que se tenga o se quiera tener.

(Fuente Bohemia)

 

Tomado de Cubadebate

Imagen agregada RCBáez ¡A ver si cuidas el uniforme!




Washington: encuerados sus planes contra Cuba

13 de Agosto de 2014, 23:05, por Rosa C. Báez Valdés - 0sem comentários ainda

Por Ángel Guerra Cabrera, @aguerraguerra

 Las operaciones desestabilizadoras contra Cuba filtradas por la agencia AP confirman que Estados Unidos ha mantenido invariable su política de cambio de régimen en la isla durante los dos términos presidenciales de Barak Obama. Así que también recae responsabilidad por ella en la ex secretaria de Estado y actual aspirante presidencial Hillary Clinton.

 Esta política emana de leyes que apuntan expresamente a la destrucción de la Revolución Cubana. Entre ellas las referentes al bloqueo, que Obama ha endurecido exponencialmente por la astronómica cuantía de las multas a bancos extranjeros que realizan operaciones con Cuba. Pero también forma parte de la acentuación de la vieja práctica gringa tendente a eliminar a todo gobierno que rechace someterse a sus proyectos de saqueo de recursos, control político y empobrecimiento de su población, así sea mediante la subversión o la guerra.

 Del 2002 a la fecha, solo en América Latina, hemos visto intentos de golpe de Estado en Venezuela, Bolivia y Ecuador, golpes de Estado consumados en Honduras y Paraguay y acciones de desestabilización financiera y mediática en grande contra Argentina y Brasil. Los planes estadunidenses para derrocar al gobierno de Venezuela, relanzados en febrero de este año, derrotados por la enérgica acción del chavismo pero solo pospuestos, reúnen los requisitos de la denominada guerra de cuarta generación, elemento predominante en la estrategia desestabilizadora yanqui a escala internacional.

 La ofensiva de Estados Unidos contra Rusia y el cerco que está cerrando contra China son paradigmas de acciones subversivas multifacéticas de gran complejidad, insertas en el incremento de su agresividad y afanes de mantener una hegemonía que se le está deshaciendo.

 Las más recientes de las filtraciones sobre Cuba nos hablan de la contratación de jóvenes costarricenses, peruanos y venezolanos para detectar posibles activistas disidentes en las universidades cubanas que en su momento actuaran como organizadores de una revolución “de terciopelo”. La AP ha dado a conocer hasta nombres y apellidos de sus operadores más importantes. Cuando se enlazan este proyecto con la misión del contratista de la Agencia para el Desarrollo Internacional Alan Gross, actualmente cumpliendo una pena de prisión en Cuba, y los denominados Zunzuneo y Piramideo –redes tipo Twitter que servirían para vincular a decenas de miles de jóvenes cubanos a acciones desestabilizadoras-, toma forma un plan articulado para en su momento provocar una rebelión en Cuba.

 Ya la AP se encargó de informarnos que Alan Gross no es el judío noblote pintado por el departamento de Estado, que fue a llevarle internet a esa comunidad religiosa en Cuba. Aunque en el juicio se habían probado convincentemente sus delitos, lo relevante es que nos lo confirma la más conocida agencia de noticias de Estados Unidos: Gross fue a instalar en Cuba tecnologías de comunicación usadas por el Pentágono y la CIA, actividad que vulnera grave y groseramente la soberanía nacional y las leyes cubanas. Por cierto, es evidente que a Washington no le preocupa en lo más mínimo la suerte del contratista como hipócritamente declara puesto que después de su detención y condena continuó desarrollando a todo tren acciones subversivas contra Cuba

 Ante el hecho rotundo de no haber podido crear en la isla una fuerza opositora contra la revolución, Estados Unidos parece haber apostado a una rebelión juvenil. Como mantiene vengativa e injustamente presos a tres antiterroristas cubanos evita arriesgar sus agentes en Cuba y manda a realizar la tarea a latinoamericanos subcontratistas que llegado el caso le permitan negar su involucramiento.

 Víctima de su incurable incapacidad de analizar la compleja sociedad cubana Washington actúa como si la mayoría de la juventud isleña no fuera revolucionaria, patriota y decidida a enfrentar cualquier plan subversivo imperialista por crítica que pueda ser su visión sobre aspectos de la realidad política del país.

 La impudicia de Estados Unidos llega al extremo de organizar un seminario para la prevención del VIH como fachada del intento de reclutar jóvenes en la Universidad de Santa Clara ¡en el país caribeño con menor incidencia del mal, inferior a la de Estados Unidos y Canadá!



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