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La Polilla Cubana

3 de Abril de 2011, 21:00 , por Desconhecido - | No one following this article yet.
Mi blog es una ventana abierta sobre Cuba y el mundo, desde la verdad y la justicia

Texto completo del discurso del Papa Francisco en su encuentro con las familias en Santiago de Cuba

21 de Setembro de 2015, 16:21, por Rosa C. Báez Valdés

Estamos en familia. Y cuando uno está en familia se siente en casa. Gracias a ustedes familias cubanas, gracias cubanos por hacerme sentir todos estos días en familia, por hacerme sentir en casa. Gracias por todo esto. Este encuentro con ustedes es como «la frutilla de la torta». Terminar mi visita viviendo este encuentro en familia es un motivo para dar gracias a Dios por el «calor» que brota de gente que sabe recibir, que sabe acoger, que sabe hacer sentir en casa. Gracias a todos los cubanos.

Agradezco a Mons. Dionisio García, Arzobispo de Santiago, el saludo que me ha dirigido en nombre de todos y al matrimonio que ha tenido la valentía de compartir con todos nosotros sus anhelos, sus esfuerzos por vivir el hogar como una «iglesia doméstica».

El Evangelio de Juan nos presenta como primer acontecimiento público de Jesús las Bodas de Caná, en la fiesta de una familia. Ahí está con María su madre y algunos de sus discípulos compartían la fiesta familiar. Las bodas son momentos especiales en la vida de muchos. Para los «más veteranos», padres, abuelos, es una oportunidad para recoger el fruto de la siembra. Da alegría al alma ver a los hijos crecer y que puedan formar su hogar. Es la oportunidad de ver, por un instante, que todo por lo que se ha luchado valió la pena. Acompañar a los hijos, sostenerlos, estimularlos para que puedan animarse a construir sus vidas, a formar sus familias, es un gran desafío para los padres. A su vez, la alegría de los jóvenes esposos.

Todo un futuro que comienza y todo tiene «sabor» a casa nueva, a esperanza. En las bodas, siempre se une el pasado que heredamos y el futuro que nos espera. Hay memoria y esperanza. Siempre se abre la oportunidad para agradecer todo lo que nos permitió llegar hasta el hoy con el mismo amor que hemos recibido. Y Jesús comienza su vida pública en una boda. Se introduce en esa historia de siembras y cosechas, de sueños y búsquedas, de esfuerzos y compromisos, de arduos trabajos que araron la tierra para que esta dé su fruto. Jesús comienza su vida en el interior de una familia, en el seno de un hogar. Y es precisamente en el seno de nuestros hogares donde continuamente él se sigue introduciendo, él sigue siendo parte. Le gusta meterse en la familia.

Es interesante observar cómo Jesús se manifiesta también en las comidas, en las cenas. Comer con diferentes personas, visitar diferentes casas fue un lugar privilegiado por Jesús para dar a conocer el proyecto de Dios. Él va a la casa de sus amigos –Marta y María–, pero no es selectivo, ¿eh? no le importa si son publicanos o pecadores, como Zaqueo, va a la casa de Zaqueo. No sólo Él actuaba así, sino cuando envió a sus discípulos a anunciar la buena noticia del Reino de Dios, les dijo: «Quédense en la casa que los reciba, coman y beban de los que ellos tengan» (Lc 10,7). Bodas, visitas a los hogares, cenas, algo de «especial» tendrán estos momentos en la vida de las personas para que Jesús elija manifestarse allí.

Recuerdo en mi diócesis anterior que muchas familias me comentaban que el único momento que tenían para estar juntos era normalmente en la cena, a la noche, cuando se volvía de trabajar, donde los más chicos terminaban la tarea de la escuela. Era un momento especial de vida familiar. Se comentaba el día, lo que cada uno había hecho, se ordenaba el hogar, se acomodaba la ropa, se organizaban tareas fundamentales para los demás días. Los chicos se peleaban, pero era el momento. Son momentos en los que uno llega también cansado y alguna que otra discusión, alguna que otra pelea, entre marido mujer, aparece, pero no hay que tenerle miedo. Yo le tengo más miedo a los matrimonios que me dicen que nunca, nunca tuvieron una discusión, es raro, es raro.

Jesús elige estos momentos para mostrarnos el amor de Dios, Jesús elige estos espacios para entrar en nuestras casas y ayudarnos a descubrir el Espíritu vivo y actuando en nuestras cosas cotidianas. Es en casa donde aprendemos la fraternidad, la solidaridad, el no ser avasalladores. Es en casa donde aprendemos a recibir y a agradecer la vida como una bendición y que  cada uno necesita a los demás para salir adelante. Es en casa donde experimentamos el perdón, y estamos invitados continuamente a perdonar, a dejarnos transformar. Es curioso en casa no hay lugar para las «caretas», somos lo que somos y de una u otra manera estamos invitados a buscar lo mejor para los demás.

Por eso la comunidad cristiana llama a las familias con el nombre de iglesias domésticas, porque en el calor del hogar es donde la fe empapa cada rincón, ilumina cada espacio, construye comunidad. Porque en momentos así es como las personas iban aprendiendo a descubrir el amor concreto y el amor operante de Dios.

En muchas culturas hoy en día van desapareciendo estos espacios, van desapareciendo estos momentos familiares, poco a poco todo lleva a separarse, aislarse; escasean momentos en común, para estar juntos, para estar en familia. Entonces no se sabe esperar, no se sabe pedir permiso, no se sabe pedir perdón, no se sabe dar gracias, porque la casa va quedando vacía, no de gente,  Sino , de padres, hijos, nietos, abuelos,  hermanos, vacía de relaciones, vacía de contactos, vacía de encuentros.

Hace poco, una persona que trabaja conmigo me contaba que su esposa e hijos se habían ido de vacaciones y él se había quedado solo. El primer día, la casa estaba toda en silencio, «en paz», estaba feliz, nada estaba desordenado. Al tercer día, cuando le pregunto cómo estaba, me dice: quiero que vengan ya todos de vuelta. Sentía que no podía vivir sin su esposa y sus hijos y eso es lindo.

Sin familia, sin el calor de hogar, la vida se vuelve vacía, comienzan a faltar las redes que nos sostienen en la adversidad, las redes que nos alimentan en la cotidianidad y motivan la lucha para la prosperidad. La familia nos salva de dos fenómenos actuales, dos cosas que suceden: la fragmentación (la división) y la masificación. En ambos casos, las personas se transforman en individuos aislados fáciles de manipular y de gobernar y entonces encontramos en el mundo sociedades divididas, rotas, separadas o altamente masificadas que son consecuencia de la ruptura de los lazos familiares; cuando se pierden las relaciones que nos constituyen como personas, que nos enseñan a ser personas. Bueno uno se olvida de cómo se dice papá mamá,  hijo, hija, abuelo, abuela. Se van como olvidando esa relaciones que son el fundamento, son fundamento del nombre que tenemos.

La familia es escuela de humanidad, escuela que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros, a estar atento a la vida de los demás. Cuando vivimos bien en familia los egoísmos quedan chiquitos, existen porque todo tenemos algo de egoístas, pero cuando no se vive una vida de familia se van engendrando esas personalidades que las podemos llamar así: yo, me, mi, conmigo, para mí, totalmente centradas en sí mismo, que no saben de solidaridad, de fraternidad, de trabajo en común, de amor, de discusión entre hermanos, no saben.

A pesar de tantas dificultades como las que aquejan hoy a nuestras familias en el mundo, no nos olvidemos de algo, por favor: las familias no son un problema, son principalmente una oportunidad. Una oportunidad que tenemos que cuidar, proteger y acompañar. Es una manera de decir que son una bendición. Cuando tú empiezas a vivir la familia como un problema, te estancas, no caminas, porque estás muy centrado en ti mismo.

Se discute hoy mucho sobre el futuro, sobre qué mundo queremos dejarle a nuestros hijos, qué sociedad queremos para ellos. Creo que una de las posibles respuestas se encuentra en mirarlos a ustedes. Una familia que habló a cada uno de ustedes.Dejemos un mundo con familias, es la mejor herencia, dejemos un mundo con familias. Es cierto, no existe la familia perfecta, no existen esposos perfectos, padres perfectos ni hijos perfectos, y sino se enojan yo diría suegras perfectas. Pero eso no impide que no sean la respuesta para el mañana. Dios nos estimula al amor y el amor siempre se compromete con las personas que ama. El amor siempre se compromete con las personas que ama. Por eso, cuidemos a nuestras familias, verdaderas escuelas del mañana. Cuidemos a nuestras familias, verdaderos espacios de libertad. Cuidemos a nuestras familias, verdaderos centros de humanidad.

Y aquí me viene una imagen cuando en la audiencia de los miercoles paso a saludar a la gente y tantas tantas mujeres me muestran la panza y me dicen, Padre, me lo bendice. Yo les voy a proponer algo a todas aquellas mujeres que están embarazadas de esperanza, porque un hijo es una esperanza, que en este momento se toquen la panza. Si hay alguna acá, que lo haga acá, o las que están escuchando por radio o televisión, y yo a  cada una de ellas, a cada chico o chica que está ahí adentro esperando te doy la bendición, así que cada una se toca la panza y yo le doy la bendición en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y deseo que venga sanito, que crezca bien, que lo pueda criar lindo, acaricien al hijo que están esperando.

No quiero terminar sin hacer mención a la Eucaristía. Se habrán dado cuenta que Jesús quiere utilizar como espacio de su memorial, una cena. Elige como espacio de su presencia entre nosotros un momento concreto en la vida familiar. Un momento vivido y entendible por todos, la cena.

La Eucaristía es la cena de la familia de Jesús, que a lo largo y ancho de la tierra se reúne para escuchar su Palabra y alimentarse con su Cuerpo. Jesús es el Pan de Vida de nuestras familias, Él quiere estar siempre presente alimentándonos con su amor, sosteniéndonos con su fe, ayudándonos a caminar con su esperanza, para que en todas las circunstancias podamos experimentar que Él es el verdadero Pan del cielo.

En unos días participaré junto a las familias del mundo en el Encuentro Mundial de las Familias y en menos de un mes en el Sínodo de los Obispos, que tiene como tema la Familia. Los invito a rezar, les pido por favor que recen por estas dos instancias, para que sepamos entre todos ayudarnos a cuidar la familia, para que sepamos seguir descubriendo al Emmanuel, es decir, al Dios que vive en medio de su Pueblo haciendo de cada familia y de todas las familias su hogar.Cuento con la oración de ustedes. Gracias.



El Papa Francisco en Cuba

21 de Setembro de 2015, 14:37, por Rosa C. Báez Valdés

Por Pedro Martínez Pírez*

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Luego de una intensa jornada de domingo que incluyó la primera misa ante más de trescientas mil personas en la emblemática Plaza de la Revolución José Martí de La Habana y encuentros con el presidente de Cuba, Raúl Castro, y el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, el Papa Francisco partió este lunes hacia las provincias orientales de Holguín y Santiago de Cuba, donde celebrará otras dos misas antes viajar el martes hacia los Estados Unidos, en la segunda etapa de su décima gira apostólica.

En la Plaza de la Revolución “Calixto García” de Holguín, capital de la provincia oriental del mismo nombre, el Papa Francisco celebrará su segunda misa y antes de viajar este mismo lunes a la también oriental provincia de Santiago de Cuba visitará la sede del obispado en Holguín y bendecirá a los holguineros desde la histórica Loma de la Cruz.

En horas de la tarde de este lunes el Papa Francisco se trasladará a la vecina provincia de Santiago de Cuba donde tendrá un encuentro privado con los Obispos, visitará la Catedral y celebrará su tercera y última misa en Cuba, esta vez en la Basílica Menor del Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, en el centenario de haber sido proclamada como la Patrona de Cuba por el Papa Benedicto XV.

Desde la llegada a La Habana el sábado en la tarde, donde fue recibido por el Presidente Raúl Castro, y por miles de personas que lo saludaron a lo largo de su recorrido de 18 kilómetros desde el aeropuerto José Martí hasta la sede de la Nunciatura Apostólica, en la barriada habanera de Miramar, el Papa Francisco ha desarrollado una intensa actividad y ha mantenido un permanente contacto con creyentes y no creyentes.

Al término de la misa del domingo saludó a la presidenta argentina, Cristina Fernández, quien realizó una visita oficial a Cuba; visitó la casa de Fidel Castro y dialogó con el líder histórico de la Revolución y su familia; fue recibido oficialmente en el Palacio de la Revolución por Raúl Castro; visitó una hermosa Iglesia gobernada por jesuitas en su recorrido hacia la Catedral de La Habana donde recibió un segundo saludo del Cardenal Jaime Ortega, Arzobispo de La Habana.

Allí el Papa Francisco improvisó una vibrante intervención dirigida a sacerdotes, monjas y otros religiosos, la cual complementó poco después, también en forma improvisada, en un encuentro con miles de jóvenes cubanos en el Centro Cultural Félix Varela, muy cerca de la Catedral habanera.

Todos los mensajes del Papa Francisco han sido difundidos ampliamente a lo largo y ancho del archipiélago cubano y el resto del mundo por un millar de periodistas que brindan cobertura a su visita a Cuba, donde el Obispo de Roma ha abogado por la paz en Colombia, ha condenado lo que él denomina la Tercera Guerra mundial por etapas, y ha insistido en la necesidad de practicar la cultura del encuentro, la reconciliación, la misericordia, el respeto a las diferencias, el compromiso con el prójimo, y la amistad entre todos los seres humanos.

La etapa habanera de la visita del Papa Francisco ha proyectado una excelente imagen del Obispo de Roma en el año en que los cubanos celebran el ochenta aniversario de sus ininterrumpidas relaciones con la Santa Sede, a la cual reconoce y agradece por su papel en el proceso hacia la normalización de vínculos entre Cuba y los Estados Unidos.

* Destacado periodista cubano, diplomático, legislador, internacionalista y profesor titular de la universidad de La Habana. Durante muchos años ha sido redactor, reportero, guionista, conductor, Jefe de Redacción, Director de Información y Subdirector General de Radio Habana Cuba

Enviado por su autor

 



¿Por qué tres Papas en veinte años?

21 de Setembro de 2015, 13:57, por Rosa C. Báez Valdés

Por Manuel E. Yepe*

Papas que nos han visitado

En menos de veinte años, tres Papas han visitado Cuba. Algo realmente sorprendente, si se tiene en cuenta que la Isla es un país geográfica y demográficamente pequeño, y tiene un número de católicos relativamente reducido en comparación con otras naciones de América Latina.

Tras cuatro siglos de colonialismo durante los cuales la religión oficial, con total exclusividad, era el catolicismo, surgió en Cuba una república “independiente” bajo la protección y control de los Estados Unidos, en la que la sociedad cubana, de hecho, conservó ese signo confesional durante la primera mitad del Siglo XX.

Pese a que las Constituciones de 1902 y 1940 estipulaban la separación entre el Estado y la iglesia, en sus textos se identificaba la moral cristiana como normativa ética de lo social, en detrimento de cualquiera otra moralidad no cristiana, desconociendo la diversidad cultural, moral y religiosa que exigía una comunidad tan plural en términos de etnias, cultos y tradiciones.

El proceso de formación de la nacionalidad, la lucha por la independencia de España y las sucesivas etapas de construcción de un proyecto nacional independiente como el socialista actual, se han caracterizado por una orientación secular, hasta cierto punto anticlerical. Esto no significa que lo religioso haya estado ausente de las motivaciones de los patriotas, sino que los objetivos se han formulado siempre sobre bases laicas.

La primera vez que en Cuba se proclamó la separación entre el Estado y la Iglesia como principio constitucional fue durante la República en armas, cuando se luchaba contra el régimen colonial, español…y católico.

Las relaciones entre la iglesia católica y el gobierno de la revolución que tras cruenta lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista asumió el poder en 1959, han pasado por duras pruebas y tensos momentos.

Las transformaciones sociales generadas por la revolución y el desarrollo de su proyecto independentista y socialista, tuvieron gran impacto en el proceso de desacralización de la naturaleza. Por su carácter renovador de tradiciones, costumbres y de la cultura en general, la revolución tuvo un efecto secularizador de la sociedad.

Las acciones legislativas y prácticas de la revolución, como la ley de nacionalización de la enseñanza, limitaron el espacio social de la religión católica en Cuba, y lo ampliaron para otras -como las espiritistas, las asociadas a religiones de tipo africano y las pentecostales- que lograron acceso a espacios públicos a los que antes habían tenido muy pocas posibilidades de llegar por las condiciones de monopolio cristiano y católico.

Basta recordar que, antes de 1959, el Código penal cubano registraba como agravante de delito el practicar “brujería”, término con el que la cultura cristiana predominante identificaba a las religiones originadas en África, muy extendidas en Cuba, sobre todo en los sectores más empobrecidos.

En 1991 el IV Congreso el Partido Comunista de Cuba, rectificó errores sectarios cometidos al calor de los enfrentamientos iniciales y modificó sus estatutos declarándose una organización laica y no atea, al tiempo que eliminó las trabas al ingreso de personas con creencias religiosas en esa formación política.

Como resultado de todo ello, en medio de una situación de aparente contracción del espacio social de la religión, la revolución cubana creó condiciones legales y sociales básicas para un verdadero pluralismo religioso, sin distinción confesional ni institucional, y para algo que nunca antes había existido en el país y de lo que escasas naciones se pueden vanagloriar: una libertad religiosa real.

Hay que reconocer que el Vaticano ha promovido una política muy constructiva de relaciones con Cuba, luego de algunos episodios iniciales promovidos por la fuerte influencia del papa Pio XII y las ideas fascistas de clérigos españoles insertados en la jerarquía católica cubana.

Pero la positiva práctica actual no comenzó a resultas de la visita de Juan Pablo II en 1998, como se ha escrito algunas veces, sino después del Segundo Concilio del Vaticano (1962-1965), y en ello es justo reconocer que fue esencial el papel del entonces recién designado Nuncio Apostólico en La Habana, monseñor Cesare Sacchi, hoy considerado “arquitecto de la pacificación entre la iglesia y el Estado en Cuba”.

El magno recibimiento popular y oficial tributado a Francisco en La Habana parece confirmar pronósticos de que Latinoamérica y los pueblos humildes de todo el mundo podrán contar con el apoyo moral y ético de este carismático guía del catolicismo mundial dispuesto a limpiar y renovar a fondo la imagen de su iglesia acercándola a los pobres.

Ahora que las élites estadounidenses quieren hacer retroceder la historia en los países latinoamericanos que están en proceso de liberarse de la tutela del norte, este respaldo pudiera ser de mucha trascendencia.

Septiembre 19 de 2015.

*Periodista cubano, especializado en temas de política internacional

Publicado originalmente en su Blog Manuel Yepe ~ Opiniones desde Cuba, enviado por su autor para La Polilla Cubana

 

 



Otra vez sobre “el fin del ciclo progresista”

20 de Setembro de 2015, 20:12, por Rosa C. Báez Valdés

Por Angel Guerra Cabrera, @aguerraguerra *

AmericaLatinaLibreyUnida

El mes pasado en mi artículo “El presunto fin del ciclo progresista”(La Jornada, 20/8) anunciaba que volvería sobre el tema. Ya es momento de hacerlo pues varios autores han planteado lo mismo, con ricos argumentos, en semanas posteriores: no hay asidero en la realidad social y política para diagnosticar tal fin de ciclo, aunque sí hay una nueva situación que requiere nuevas propuestas y acciones. Entre ellos, Katu Arkonada, Emir Sader, Aram Aharonian y Alfredo Serrano Mancilla.

Entonces enlisté sintéticamente los fenómenos de que se han agarrado los analistas de derecha y, más recientemente, otros de izquierda o así autoproclamados, para vaticinar la debacle de los gobiernos independientes o posneoliberales. Los primeros porque los odian y sirven a fuerzas imperialistas y oligárquicas que hacen todo por derrocarlos porque afectan o amenazan sus intereses,  los segundos porque no hallan como encajarlos en sus rígidos esquemas “emancipatorios”.

Mencioné la muy sensible desaparición de Hugo Chávez, que implicó una disminución del ímpetu ofensivo en el estratégico proceso de unidad e integración regional. A lo que se añadió la profundización de la crisis económica capitalista, que ha llevado a la  caída del precio de las materias primas y, por consiguiente, a una afectación a las posibilidades de mantener en los mismos niveles, o de incrementar, los fondos dedicados a programas sociales y a inversión pública por los gobiernos que se han alejado del neoliberalismo. Es innegable que, a diferencia de lo que ocurre en las naciones cuyos líderes continúan apegados a esa fórmula suicida, dichos programas han hecho disminuir sensiblemente la pobreza, creado cientos de miles de puestos de trabajo, elevado apreciablemente el poder adquisitivo de sus poblaciones, así como los índices de educación salud y seguridad social.

Por otro lado, la feroz contraofensiva imperialista-oligárquica contra los gobiernos posneoliberales ha ocasionado una disminución en el avance de las políticas de unidad e integración latino-caribeña, puesto que unidos a la caída de los ingresos en divisas, los han forzado a una mayor concentración de sus esfuerzos en la política interna para contrarrestarlos.

Sin embargo, no por ello han dejado de funcionar los mecanismos de unidad e integración. Nacidos al margen de Estados Unidos y Canadá, ni siquiera existían hace 11 años cuando se creó en La Habana la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América(ALBA, 2004), que entonces agrupaba sólo a Cuba y Venezuela y hoy cuenta con 12 Estados miembros, incluidos Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Un año después se fundó PETROCARIBE, que agrupa ya a 18 países.

En los años sucesivos surgieron la Unión de Naciones Suramericanas(UNASUR, 2007) y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe(CELAC, 2011) , aunque las simientes de ambos datan de años antes. La emergencia de estas estructuras –que vinieron a unir esfuerzos con las ya existentes Comunidad del Caribe(CARICOM,1973 ) y MERCOSUR(1991)- constituye un hecho de enorme relevancia histórica, sobre todo después de la derrota del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas(ALCA, 2005) en Mar del Plata. De haber logrado Washington su imposición  habría significado una crónica postración económica y social de nuestra región, como le está sucediendo a México a consecuencia del TLCAN(1994).

Pero hay un dato fundamental que por sí mismo desmiente el supuesto fin del ciclo progresista y es el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Este acontecimiento, se debe, en primer lugar al heroísmo y las realizaciones del pueblo cubano en más de cinco décadas de bloqueo de Estados Unidos –que aún no finaliza- y a la consecuencia de sus líderes, como apuntó la presidenta Cristina Fernández en la pasada Cumbre de las Américas. Pero no habría ocurrido si, además, gracias al “ciclo progresista” no hubiera surgido en América Latina y el Caribe una clara situación de mayor soberanía, independencia y unidad. Todos los gobiernos de esta región exigieron en los últimos años a Estados Unidos el levantamiento del bloqueo y el restablecimiento de relaciones con Cuba, lo que ha sido reconocido explícitamente por el secretario de Estado John Kerry.

En la próxima entrega me referiré, en la reducida extensión que permite este espacio, a los trabajos de los autores mencionados al principio, en particular al de Katu Arkonada, el más propositivo de ellos.

*Periodista cubano residente en México y columnista del diario La Jornada

Tomado de Cubadebate

 



América Latina y el Caribe en el contexto del 17D

20 de Setembro de 2015, 18:19, por Rosa C. Báez Valdés

Por Elier Ramírez Cañedo*

 
Raúl Castro y Barack Obama. Foto: Pablo Martínez/ AP
Raúl Castro y Barack Obama. Foto: Pablo Martínez/ AP

Raúl Castro y Barack Obama. Foto: Pablo Martínez/ AP

Es cierto que la primera variable a considerar a la hora de entender el “nuevo enfoque” de política hacia Cuba, anunciado por el presidente Barack Obama el 17 de diciembre de 2014, es la propia resistencia del pueblo cubano y la sabiduría de su liderazgo histórico, quienes durante más de 50 años han vencido las más disímiles variantes de agresión diseñadas por once administraciones estadounidense para lograr el “cambio de régimen” en la Isla. Sin esa resistencia y sobrevivencia del proyecto cubano sería imposible analizar otros factores que también incidieron en el curso actual adoptado por la administración Obama en cuanto a la política hacia Cuba.

Por demás, Cuba arribó al 17D en medio de un proceso de actualización de su modelo económico y social y en el momento más exitoso de su historia en el escenario internacional, elementos que indudablemente fueron tomados en cuenta por la administración demócrata para la reevaluación de su política hacia la Mayor de las Antillas. Cuba entra además en esta nueva etapa de pie, no de rodillas, sin la menor sombra a su soberanía o concesión alguna que signifique la abjuración a los principios proclamados y defendidos por la Revolución durante décadas.

Sin embargo, la capacidad de sobrevivencia de la Revolución Cubana no hubiera sido suficiente para producir una revisión de la política de los Estados Unidos hacia Cuba como la que hemos visto del 17 de diciembre a la fecha. Otro grupo de variables también han tenido un rol significativo. Entre ellas, sin duda, la variable América Latina y el Caribe, en medio de importantes desplazamientos en la correlación de fuerzas a nivel internacional, ha sido la de mayor impacto. Los cambios ocurridos en la región, desde la llegada de Hugo Chávez al poder en  Venezuela en 1998 hasta la actualidad, explican también en gran medida el 17D.

La administración Bush resultó ser un fracaso en cuanto a su política hemisférica. Años que fueron muy bien aprovechados por las fuerzas progresistas y de izquierda en la región, las cuales igualmente ganaron terreno ante los nefastos efectos que dejaron en la región los políticas de ajuste neoliberal.

Si nos guiamos por las llamadas estrategias de “seguridad nacional” de los Estados Unidos, podríamos caer en el error de pensar que América Latina y el Caribe, no es la región por excelencia que, desde el punto de vista geopolítico, reviste la mayor importancia para los intereses de los Estados Unidos. El hecho de que la región no aparezca mencionada con frecuencia en estos informes, no significa que esté lejos de  formar parte de las máximas prioridades de la política exterior de los Estados Unidos. “Más allá de la retórica y de argucias diplomáticas –destaca Atilio Borón-, América Latina es, para los Estados Unidos, la región del mundo más importante”.[i]

Recordemos que en América Latina, y muy especialmente en Sudamérica, existe una exorbitante riqueza de recursos naturales. Posee casi el 50% del agua dulce del planeta y las mayores reservas probadas de petróleo en Venezuela y submarinas en el Litoral Paulista en Brasil. México, Ecuador, Perú, Colombia y Argentina también cuentan con grandes reservas de petróleo. Además de eso, en la región se concentran grandes yacimientos de gas y ríos que proporcionan energía hidroeléctrica. Siete de los países de la región se encuentran entre los diez productores de minerales claves para el complejo militar  industrial norteamericano. La mitad de la biodiversidad del planeta también se halla en América Latina y el Caribe.[ii] Esto y mucho más, lo conocen bien los Estados Unidos, sobre todo en tiempos en que se acrecienta la lucha por apropiarse de los bienes comunes del planeta.

Por otro lado, para nadie es un secreto que un fallo de los Estados Unidos en la imposición de su voluntad en América Latina y el Caribe como el que hemos visto en los últimos años, cuestiona su decisión de recuperar o mantener el liderazgo en otras regiones del mundo. En un momento de relativo declive de la hegemonía de los Estados Unidos a nivel global, y cuando otros actores internacionales, en especial China y Rusia, disputan cada vez más a Washington esta supremacía, incluso en su “histórico traspatio” -dentro de muy poco se estará abriendo un canal interoceánico por Nicaragua, a partir de una gran inversión china- Estados Unidos necesita replegarse hoy más que nunca hacia lo que consideran también como su área natural de influencia, en busca de una recomposición más efectiva de su liderazgo. La situación en América Latina y el Caribe se les ha ido tanto de las manos que necesitan hacerlo de un modo diferente.

Por el momento, Washington aspira lograr la rearticulación de esa hegemonía a través de vías y mecanismos mucho más inteligentes y sutiles, dentro de la concepción estratégica que Joseph Nye[iii] ha denominado poder inteligente, y que consiste en una mejor articulación en la política exterior norteamericana de los instrumentos tradicionales del poder duro (hard power) como son: el uso del poderío militar y la coerción económica con los instrumentos del “poder blando” (soft power) relacionados con la capacidad de persuasión utilizando la diplomacia, los medios de comunicación, la promoción del modo de vida norteamericano y la asistencia al exterior.[iv]

Y es en esa estrategia donde Cuba se convierte en una pieza fundamental para Washington, pues su arcaica, fallida e impopular política hacia la Isla se había convertido en un impedimento para hacer avanzar sus intereses en la región; en una especie de muro de contención hacia propósitos mayores.Las Cumbres de las Américas en las que había participado el presidente Obama, antes de la más reciente celebrada en Panamá, habían sido la muestra más elocuente de esa realidad. En especial la VI, realizada en Cartagena de Indias, Colombia, en abril del 2012, donde Obama recibió fuertes críticas de prácticamente todos los países presentes por la ausencia de Cuba en esos foros, incluso, con declaraciones de varios mandatarios latinoamericanos en las que señalaban que, de no estar Cuba en la próxima cumbre, dejarían de asistir. Como resultas, la política de aislamiento de los Estados Unidos contra Cuba durante años fue provocando un autoaislamiento de los Estados Unidos y una pérdida significativa en su capacidad de influir en Cuba y en el hemisferio. Así lo ha reconocido el propio Obama y su secretario de Estado, John Kerry.

Como ha señalado el destacado investigador cubano Jesus Arboleya, la absurda política de los Estados Unidos hacia Cuba amenazaba con poner en riesgo todo el sistema panamericano creado por los Estados Unidos para garantizar su dominación en América Latina y el Caribe.[v] Quitarse de encima lo que algunos autores han denominado “la distracción cubana” para poder trabajar en otros objetivos mucho más estratégicos en el hemisferio dentro de su agenda de “seguridad nacional”, se hacía entonces indispensable para Washington. De ahí que Cuba hoy tenga ese altísimo nivel de prioridad –antes inimaginable- que estamos observando en la política exterior de los Estados Unidos. Prácticamente el mismo que tuvo en el siglo XIX, al considerarse un puente imprescindible para la expansión de la dominación de los Estados Unidos en el continente.

Solamente en los años 70 del siglo pasado, América Latina y el Caribe, había sido un factor también determinante –aunque en menor medida a lo que es hoy- para la administración Ford-Kissinger -y luego también la de James Carter- a la hora de intentar avanzar hacia una mejor relación con Cuba.[vi] En aquellos años, amplios sectores de la élite de poder de los Estados Unidos valoraban que el éxito de la política de la administración republicana hacia la región –el llamado “nuevo diálogo”-, dependía en gran medida de una política de distensión con Cuba. Después de Viet Nam, Watergate, el golpe de estado a Salvador Allende, la revelación para el público norteamericano y mundial de numerosos planes de asesinatos contra líderes extranjeros, era necesario construir una nueva imagen de los Estados Unidos hacia el hemisferio. Un mejoramiento de las relaciones con Cuba formaba parte de esa estrategia de limpieza de imagen pública y a la vez el resultado –entre otros factores- de una fuerte presión de los países de la región exigiendo el cambio.

La mayoría de los países en el hemisferio ahora se oponen a las sanciones de la OEA –le decía Stephen Low a Henry Kissinger el 30 de agosto de 1974; la constante introducción del tema cubano amenaza con distorsionar el nuevo diálogo; y la aplicación de nuestras sanciones de negativa comercial a terceros países ahora nos cuesta más de lo que le cuesta a Castro. El tema de Cuba también  está complicando nuestras relaciones con Canadá y algunos países europeos y asiáticos”.[vii] Asimismo, El 27 de marzo de 1975 el asesor del subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Harry Shlaudeman, hizo una valoración que pudiera estar hoy en boca de alguna figura clave dentro de la administración Obama: “Si alguna ventaja entraña para nosotros el fin del perpetuo antagonismo reside en eliminar a Cuba de las agendas nacional e interamericana —anular el simbolismo de un asunto intrínsecamente trivial (…) Nuestro interés es dejar atrás el problema de Cuba, no prolongarlo indefinidamente”.[viii]

Por lo tanto, podemos concluir que el respaldo de América Latina y el Caribe ha sido fundamental para Cuba a la hora de hacer frente a la asimetría que siempre han caracterizado las relaciones con los Estados Unidos. Cuando Cuba se sienta en la mesa de negociaciones con la gran potencia del Norte lo hace consiente que tiene detrás la solidaridad de toda una región que es hoy cada vez más vital para los intereses de “seguridad nacional de los Estados Unidos” o más bien para los intereses de seguridad imperial de la clase dominante en ese país. De ahí que, cuando Estados Unidos negocia con Cuba, está también negociando de manera indirecta con América Latina y el Caribe, y con otros actores en el escenario internacional que han exigido durante años un cambio en el enfoque de la política hacia la Mayor de las Antillas.

Con el nuevo curso de política que la administración Obama está siguiendo con Cuba, Washington está tratando de hacer converger los intereses particulares  hacia Cuba, con los regionales y globales, en una variante de política ganar-ganar, al decir de Hillary Clinton.[ix] De ahí la gran campaña de opinión pública, de símbolos e imágenes, que se han estado moviendo detrás de cada paso dado por la administración Obama en su política hacia la Isla. No fue casual, que las primeras medidas de flexibilización de la política de Estados Unidos hacia Cuba –aumento de los viajes y las remesas-, adoptada por la administración Obama, se hayan anunciado pocos días antes de la realización de la  Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, como  tampoco que, el anuncio del 17 de diciembre, se hubiera efectuado a pocos meses de la celebración Cumbre de las Américas en Panamá.

La nueva política de Washington hacia la Habana no deja también de procurar crear confusión y división dentro de las fuerzas progresistas y de izquierda en la región y afectar en lo posible el avance de los procesos y mecanismos de integración entre nuestros países, desplazando su mayor atención y concentración de recursos e instrumentos hacia el objetivo de revertir el proceso revolucionario en Venezuela, por lo que representa ese país en toda la arquitectura integracionista de los países del Sur y el Caribe, así como por sus recursos naturales. Destruyendo la Revolución Bolivariana, consideran se establecería el efecto dominó que revertería uno a uno los procesos revolucionarios del continente y una vez presentes en Cuba, después de establecidas las relaciones diplomáticas y económicas, su pensamiento pragmático –siempre errado a la hora de aplicarlo a nuestro país- los conduce a vaticinar  que a la Isla no le quedaría otra alternativa que sucumbir dócilmente a sus pies. Máxime, cuando se acerca el cambio generacional en la dirección del país. “Si nos acercamos –dijo Obama el 21 de diciembre de 2014 al ser entrevistado por un programa de CNN-, tendremos la oportunidad de influir en el curso de los acontecimientos en un momento en que va a haber cambios generacionales en ese país. Creo que debemos aprovecharlo y tengo intención de hacerlo”.[x]

Los hechos comprueban que la actitud de Cuba en relación con sus vecinos latinoamericanos y caribeños, así como con los procesos de integración se mantiene incólume. El resuelto apoyo del gobierno y pueblo cubano a Venezuela, luego que el presidente Obama declarara que esa nación representaba una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos, fue la señal más importante a la hora de marcar cual es la hoja de ruta de Cuba.

Estados Unidos debería entender de una vez –expresó el presidente Raúl Castro en Caracas el 17 de marzo de 2015-  que es imposible seducir o comprar a Cuba ni intimidar a Venezuela. Nuestra unidad es indestructible. Tampoco cederemos ni un ápice en la defensa de la soberanía e independencia, ni toleraremos ningún tipo de injerencia, ni condicionamiento en nuestros asuntos internos. No cejaremos en la defensa de las causas justas en Nuestra América y en el mundo, ni dejaremos nunca solos a nuestros hermanos de lucha. Hemos venido aquí a cerrar filas con Venezuela y con el ALBA y a ratificar que los principios no son negociables”.[xi]

Si precisamente los logros alcanzados en materia de integración y unidad en América Latina y el Caribe han tenido un influjo importante  en las posiciones  “conciliadoras” de Washington con La Habana, cómo pensar que Cuba pudiera ahora asumir la conducta ingenua y poco ética de abandonar el camino que desde los inicios de la Revolución ha caracterizado la política exterior de nuestro país hacia la región -aún en momentos de total aislamiento- y que tanta sangre y sacrificio ha costado al pueblo cubano. Pero además, no puede encontrarse en la historia de la Revolución Cubana, ningún hecho donde el gobierno cubano haya afectado los compromisos y la solidaridad con otras naciones para agradar a los Estados Unidos. Así fue en los años 70, cuando Estados Unidos pedía que, a cambio de la “normalización” de las relaciones, Cuba retirara sus tropas de África. Cuba jamás vinculó en la agenda de su política exterior el proceso de “normalización” de las relaciones con los Estados Unidos con su activismo internacional y solidaridad con las causas del Tercer Mundo. Fue Estados Unidos, en aquella coyuntura, el que estableció ese nexo dañino, importándole más el conflicto este-oeste, que la normalización de las relaciones con la Isla; el que mezcló los asuntos bilaterales con los multilaterales, pretendiendo ser juez y árbitro de la proyección internacional de Cuba.

Si para los Estados Unidos la mejor estrategia –como ya estamos viendo en la actualidad- es emplearse a fondo para revertir  los procesos de cambios que hoy se viven en nuestro hemisferio, apoyar la restauración conservadora y fracturar a través de los más disímiles y sofisticados instrumentos la integración y unidad de la región, para Cuba será siempre fortalecer aún más los vínculos y los procesos de integración con los gobiernos y pueblos latinoamericanos, así como con esos países que hoy contribuyen a la formación de un mundo multipolar, agrupados fundamentalmente en el grupo de los BRICS, como el único camino emancipador posible.

El 17D puede considerarse uno de los resultados políticos más importantes del cambio de época que hoy vive América Latina y el Caribe, también la presencia de Cuba por primera vez en una Cumbre de las Américas, así como el hecho de que el presidente Obama tuviera que retractarse de la ofensiva y ridícula orden ejecutiva del 9 de marzo del 2015 donde se calificaba a Venezuela como una amenaza extraordinaria e inusual a la “seguridad nacional” de los Estados Unidos. En otros tiempos de triste recordación en el hemisferio, eso hubiera implicado irremediablemente la invasión de los marines yanquis.

No obstante, pienso que América Latina y el Caribe, debería avanzar también la integración en el área militar –aunque primero o paralelamente habría que deshacerse de todo el sistema interamericano de defensa creado por los Estados Unidos desde 1948-, pues basándonos en la historia de los imperios, no podemos descartar un escenario futuro en que, los Estados Unidos, ante el fracaso de sus objetivos estratégicos en América Latina y el Caribe y el incremento de las dificultades para el acceso a los recursos naturales con los cuales sostienen sus supremacía militar y los altos patrones de consumo de su sociedad, opte nuevamente por privilegiar los mecanismos más abiertamente agresivos e intervencionistas. No es fortuito que los Estados Unidos en los últimos años hayan venido incrementando su presencia militar en la región en las zonas que pueden generar mayor conflictividad a sus intereses y donde se encuentran los recursos naturales más estratégicos de cara al futuro. Actualmente Washington posee 77 bases militares operando en la región. Tampoco es accidental la reactivación de la IV Flota desde mediados de 2008.

Notas

[i] Atilio Borón, América Latina en la Geopolítica Imperial, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014, p.66.

[ii] Atilio Borón, El papel de América Latina y el Caribe en el tablero de la geopolítica mundial, en: El imperialismo norteamericano. Pasado, presente y futuro, Editorial de Ciencias Sociales-Ruth Casa Editorial, La Habana, 2014, pp.129-151.

[iii] Graduado en la Universidad de Princenton y doctor en Harvard. Especializado en los estudios de las Relaciones Internacionales. Actualmente es profesor de la Kennedy School of Government de la Universidad Sandwich, New Hampshire.

[iv] Véase Abel Enrique González Santamaría, La Gran Estrategia. Estados Unidos vs América Latina, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2013, pp.283-284.

[v] Jesús Arboleya, Tres preguntas básicas sobre el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Progreso Semanal, 5 de enero de 2015.

[vi]Véase Elier Ramírez Cañedo y Esteban Morales Domínguez, “De la confrontación a los intentos de “normalización”. La política de los Estados Unidos hacia Cuba”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014.

[vii]  Memorándum de Stephen Low a Kissinger, “Política hacia Cuba”, 30 de agosto de 1974, www.gwu.edu/~nsarchiv/ (traducción del ESTI)

[viii] Memorándum de Harry Shlaudeman a William Rogers, 27 de marzo de 1975, www.gwu.edu/~nsarchiv/ (traducción del ESTI)

[ix] Discurso de Hillary Clinton en Miami, Florida, 31 de julio del 2015.http://time.com/3980244/hillary-clinton-florida-cuba-race-voting/

[x] Barack Obama, Entrevista con el programa “State of the Union”, en CNN, 21 de diciembre de 2014.

[xi] Discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la IX Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP, convocada en solidaridad con el hermano pueblo de Venezuela, efectuada en Caracas, República Bolivariana de Venezuela, el 17 de marzo de 2015. (Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)

*Académico cubano. Doctor en Ciencias Históricas. Coautor del libro “De la confrontación a los intentos de normalización. La política de los Estados Unidos hacia Cuba”.

Tomado de Cubadebate



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