Por Elson Concepción Pérez*
Mediáticamente el término asimetría aparece de forma reiterada en lo referente a las guerras. Lo letal resalta por encima de cualquier otro concepto, donde se puedan identificar algunos de sus sinónimos, como la desigualdad, la diferencia o la irregularidad, según describe el diccionario.
Lo real es que el escenario internacional nos muestra un mundo lleno de asimetrías. En lo económico, financiero y comercial, lo que más abunda es la distancia o diferencia entre los más ricos y los más pobres.
Otro ejemplo: cuando una potencia mundial sanciona a una pequeña nación porque esta no aplica el modelo que le quieren imponer, al poder económico hegemónico no le interesa para nada que esa sanción signifique hambre, insalubridad, analfabetismo, para millones de seres humanos que tienen como único delito el de ser pobres. Aquí la asimetría ni se menciona en el mundo mediático.
Con esta reflexión quiero llegar a una delicada situación actual: la guerra de agresión de Israel contra el territorio palestino de Gaza.
Israel marca una diferencia o una asimetría abismal con el pueblo palestino y el movimiento Hamas pues ese estado es poseedor de armas nucleares, fabricante de modernos medios de guerra como aviones de combate, “drones” no tripulados capaces de vigilar y controlar todo el territorio palestino; y posee tanques y otros equipos terrestres con la última tecnología suministrada por Estados Unidos y unos servicios de inteligencia de los más reconocidos a nivel mundial.
Gaza, además, sufre del bloqueo total de sus fronteras y la prohibición de obtener recursos externos, incluyendo armas. Su población, y el movimiento Hamas que la encabeza, tienen como únicos medios de defensa ante la agresión sionista, pequeños cohetes —artesanales en su gran mayoría—, y las piedras que lanzan a los militares. De ninguna manera podrían estar en igualdad de condiciones para que hablemos de “enfrentamientos” entre palestinos e israelíes.
El hecho de que más del 70 % de los muertos y heridos en Gaza sean niños, mujeres o ancianos, es la expresión más clara del crimen, aunque las autoridades de Tel Aviv digan que usan sistemas novedosos o armas inteligentes para definir a sus blancos y no afectar a la población civil.
La historia militar recoge que las guerras y la forma de conducirlas han evolucionado mucho desde la llamada de Primera Generación, entre 1648 y 1860, cuando la disposición de líneas y columnas de tropas era frente a frente con cierto orden pre establecido en cada campo de batalla.
Ya durante la Primera Guerra Mundial mucho se habló de confrontación de Segunda Generación, donde prevaleció el aumento de la potencia de fuego, y el empleo de la artillería y la aviación de combate, así como otros equipos bélicos nacidos de la llamada revolución industrial.
La diferencia fundamental comenzó a generarse con la inversión del carácter de las víctimas, por cuanto hasta la Primera Guerra Mundial el 90 % de las bajas eran militares y solo un 10 % civiles, proporción que ha cambiado de forma dramática.
Hoy, con las llamadas guerras asimétricas, casi el 90 % de las bajas son civiles y solo el 10 % militares, proporción que disminuirá cada vez más con la existencia de aviones no tripulados, los famosos “drones”, capaces de abatir a personas —fundamentalmente civiles— en cualquier escondite, sea en ciudades, pueblos o aldeas.
En la zona rural de Paquistán, en los parajes cercanos a la frontera con Afganistán, han sido cientos los civiles masacrados por “drones” estadounidenses que dicen buscar efectivos talibanes.
La guerra desde los “drones” —según el presidente norteamericano Barack Obama—evitará las bajas estadounidenses. Al parecer esa es la única preocupación del mandatario, aunque conozca de primera mano la gran cantidad de civiles fulminados en esas embestidas bélicas.
Otros ejemplos de guerras asimétricas se exhiben como claros exponentes en las invasiones y ocupaciones de las fuerzas militares norteamericanas en Irak y Afganistán, donde manifiestan combatir a terroristas. En el caso afgano identifican sus blancos en grupos o sectas, armados solo con fusiles y que tienen, como única ventaja la de conocer un terreno inhóspito totalmente para toda fuerza militar foránea.
Hoy Gaza, ayer Irak, todavía Afganistán. Cuántos ejemplos más podremos conocer en esta era de las guerras asimétricas y de los “drones” no tripulados.
Mientras, en un mundo de guerras y agresiones, la verdadera asimetría existe entre los 774 millones de analfabetos que no conocen el significado de esa u otra palabra, los cientos de millones de hambrientos, y los millones que ven morir a sus hijos por falta de alimentos, de esos que se van a parar a los tanques de basura por millones de toneladas en los países ricos, o de medicinas que resolverían definitivamente el problema de quienes hoy mueren de enfermedades totalmente curables y se podrían adquirir solo con un ínfimo por ciento del dinero que se gasta en armas y guerras.
* Periodista cubano y analista de temas internacionales. Forma parte de la redacción del diario Granma
Tomado de Granma
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