A través de lo áspero se llega a las estrellas
(Lucio Séneca Anneo, 4 a.C – 65 d.C)
Vicky Peláez © Photo Vicky Peláez |
El mundo entero se pregunta por qué primero, el fundador de WikiLeaks, el australiano Julian Assange pidió en 2012 el asilo político a un pequeño país andino, Ecuador y ahora, el ex técnico de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), Edward Snowden, ciudadano norteamericano remitió una carta al presidente Rafael Correa diciendo: “Yo le escribo para solicitar asilo a la República del Ecuador, ante el riesgo de persecución por parte del gobierno de los Estados Unidos y sus agentes”.
Según Snowden, es perseguido “por hacer públicas graves violaciones por parte del gobierno de los Estados Unidos de América, de su Constitución, en concreto a la Cuarta y Quinta Enmiendas, así como de varios tratados de Naciones Unidas que son vinculantes para mi país”.
Ninguno de estos dos hombres de consciencia, que se han atrevido a desnudar no solamente la esencia de la política norteamericana orientada siempre al dominio absoluto del mundo sino también sus mecanismos de uso permanente para convertir al planeta en su aldea sumisa, han buscado su refugio y protección en Europa, China o Rusia. Habrán tenido sus razones Assange y Snowden para elegir Ecuador con el fin de asegurar su vida. Europa en su actual forma de la Unión Europea ha dejado ya hace mucho tiempo y en especial, después de la Segunda Guerra Mundial, ser la cuna de la democracia, la libertad y de los derechos humanos, convirtiéndose en un simple y obediente satélite norteamericano.
También pensaron seguramente que la República Popular China, a pesar de ciertas tensiones y desacuerdos que tiene con los Estados Unidos, ha sido siempre ambigua en su política debido a la fuerte interdependencia con Norteamérica en términos financieros y económicos. La Federación de Rusia tampoco les inspiró confianza para buscar allí el refugio por sus permanentes vaivenes en su política internacional que recién está en proceso de formación y, trata de superar lentamente el complejo de inferioridad como resultado de la perestroika de Mihail Gorbachev y de las reformas neoliberales impuestos por el gobierno de Boris Yeltsin después de la destrucción de la URSS.
En una reciente entrevista del vocero de WikiLeaks, Kristinn Hrafnsson, periodista de nacionalidad islandesa con el diario ecuatoriano El Telégrafo, este explicó que Assange y Snowden eligieron Ecuador y no otro país para pedir asilo, porque el gobierno ecuatoriano “está comprometido en la defensa de los derechos humanos e individuales, como ha quedado en claro con el caso de Assange. El señor Snowden -asesorado por nosotros- optó también por esa ruta al darse cuenta de que Ecuador toma muy en serio estos casos, sin importar las presiones de Estados Unidos, en este caso por revelaciones de ciberespionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Snowden se ha dado cuenta de lo que Ecuador tiene para ofrecerle en materia de protección y por ello decidió pedirle asilo”.
El gobierno de Ecuador ya ha contestado a esta solicitud del norteamericano por medio de su ministro de Relaciones Exteriores, Ricardo Patiño quien aseguró en su cuenta de Twitter que “la decisión del asilo puede resolverse en un día, una semana o, como pasó con Assange, dos meses”. Sin embargo, estas actitudes del gobierno han producido una exagerada irritación en Washington arremetiendo toda la prensa globalizada contra Rafael Correa quien advirtió hace dos años sobre el inicio de una “nueva época” en Latinoamérica. En esta nueva guerra mediática contra el presidente ecuatoriano los escribidores al servicio de los globalizadores iluminados lo están tildando de nuevo de “oportunista”, “principal demagogo antinorteamericano del hemisferio”, “caudillo”, “populista”, “perseguidor de los periodistas”, de ser un “presidente bipolar” que “enciende una vela a Dios y otra al Diablo”, etc, etc.
Lo curioso es que la izquierda tradicional ecuatoriana, varios grupos de defensores de la naturaleza, comunidades indígenas bajo la influencia de las serviles ONGs, los sindicalistas con conexiones en el extranjero también se han adherido a los sectores de la derecha extrema de su país y de todo el continente en esta arremetida internacional contra Rafael Correa. Están denunciando al presidente “por crear un sistema corrupto y despótico al estilo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México”. Pero la realidad es diferente. No le perdonan el avance de lo que él llama el “Socialismo del Buen Vivir” que es definido por el director general de la universidad FLACSO, Adrián Bonilla como la “búsqueda de las políticas de equidad, igualdad política y lucha contra la exclusión social”.
El programa de la transformación de Ecuador elaborada por Rafael Correa y su equipo comenzó después de su victoria electoral al asumir la presidencia en 2007. La primera meta de su gobierno era terminar con la política del Consenso de Washington y enrumbar al país, según el presidente, al “desarrollo de las propias alternativas económicas”, rechazando las recetas neoliberales de privatización y del ajuste estructural. Los resultados no se dejaron a esperar y pasados seis años el pueblo lo reeligió respaldándolo a Rafael Correa con el 57 por ciento del voto. En los primeros seis años de su presidencia Ecuador se afianzó como un país con miras al futuro. Tiene el crecimiento económico estable del 4.3 por ciento al año y su pueblo está respaldado por una de las inversiones públicas más altas en Latinoamérica que es del 15 por ciento del Producto Interno Bruto (PBI). En los últimos cinco años la pobreza disminuyó del 37.6 al 27 por ciento y el desempleo bajó al 4.1 por ciento en 2012.
En 2007 cuando Rafael Correa asumió la presidencia, el país estaba a punto de colapsar debido a la severa crisis financiera internacional y la recesión mundial. El hecho de que en el 2000 el país adoptó dólar como su moneda nacional, hizo agravar la crisis pues Ecuador tenía que seguir exactamente la política de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Sin embargo, el presidente pudo sacar el país de la recesión el mismo año ignorando las instrucciones de Washington de tomar medidas de austeridad. En vez de esto aplicó la táctica del estímulo financiero que en 2009 alcanzó el 5 por ciento del PBI, orientado especialmente al sector de construcción de casas respaldado a la vez por el crédito de casi 600 millones de dólares para la adquisición de la vivienda.
Simultáneamente el gobierno tomó bajo su control el Banco Central obligándolo a repatriar al país dos mil millones de dólares de reserva que mantenía en los Estados Unidos. También obligó a los bancos a mantener el 60 por ciento de dinero en el país. Todos los tratados comerciales internacionales han sido renegociados y las rentas de Estado crecieron del 27 por ciento del PBI en 2006 al 40 por ciento en 2012. Esto permitió orientar el desarrollo hacia la economía popular y solidaria creando la Superintendencia de la Economía Popular y Solidaria (SEPS) que actualmente supervisa 6,059 organizaciones entre asociaciones y cooperativas en forma de 500,000 microempresas que dan trabajo a dos millones de personas del total seis millones de la población económicamente activa (PEA).
La solidez económica del país, le ha garantizado a Rafael Correa el apoyo del pueblo para romper el monopolio de información de los medios de comunicación nacionales al servicio de la prensa globalizada, convertidos prácticamente en un partido de oposición en Ecuador, cuestionando cada gesto del gobierno acusándolo de ser represivo y dictatorial. Actualmente el 85 por ciento del espacio radiofónico nacional está en manos de oligopolios mediáticos ligados a los bancos, el 13 por ciento es de propiedad de la iglesia y sólo el tres por ciento están compartiendo medios públicos y comunitarios. El recientemente aprobado proyecto de Ley Orgánica de Comunicación plantea la reversión de frecuencias ilegalmente conseguidas y la redistribución de las mismas, de tal manera que exista un 34 por ciento asignadas a medios comunitarios, un 33 por ciento a medios públicos y un 33 por ciento a medios privados.
Como la aprobación de este proyecto de Ley por la Asamblea Nacional coincidió en el tiempo con el caso de petición de asilo en Ecuador por David Snowden, el tono de la guerra mediática promovida por Washington para desprestigiar la gestión presidencial de Rafael Correa llegó a nivel de una histeria. Una característica habitual de muchos congresistas y políticos norteamericanos, acostumbrados al dominio de su “patio trasero”, es lanzar amenazas antes de sopesar las consecuencias de estas acciones. Y sucede frecuentemente no sólo en relación con América Latina sino con el mundo entero, olvidándose los ricos y poderosos que el cambio de la época que se está produciendo no es de exclusividad latinoamericana sino caracteriza al planeta entero porque la corta existencia de un mundo unilateral está cediendo el espacio global a la formación multilateral o como solía decir Hugo Chávez, “plurilateral”.
Por eso no es de extrañar la respuesta del presidente de un país soberano, como Ecuador a las amenazas de los congresistas estadounidenses demócratas Bob Menéndez y Sandy Levin de anular a Ecuador las preferencias arancelarias de Estados Unidos y a las advertencias del secretario de Estado, John Kerry sobre las “graves consecuencias” que le esperan a los países por recibir una petición de asilo del ex técnico de la CIA y de la NSA Edward Snowden o brindarle algún apoyo.
Rafael Correa contestó a este chantaje “nuestra dignidad no tiene precio”. En seguida el secretario de Comunicación, Fernando Alvarado declaró que “Ecuador renuncia de manera irrevocable a las preferencias arancelarias” con Norteamérica. También ofreció a Washington una ayuda económica de 23 millones de dólares, de lo que Ecuador obtenía por preferencias arancelarias, para “brindar capacitación sobre derechos humanos “en Estados Unidos. A la vez el presidente de Venezuela Nicolás Maduro se solidarizó con Ecuador y ofreció otorgar el asilo político a Snowden en Venezuela.
Recién ahora Washington se ha dado cuenta que la histeria y la ira en la política, como dijo Séneca hace varios siglos, “es un ácido que puede hacer más daño al recipiente en que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte”. Parece que el presidente Barack Obama lo ha percibido y ha comenzado a cambiar su tono agresivo respecto a la realidad que envuelve a Snowden y ahora se torna más reflexivo y cauteloso. Nadie sabe cómo van a desarrollarse los acontecimientos y cuál es el país donde finalmente encontrará paz y seguridad este ex técnico de la NSA que se atrevió a mostrar al mundo que realmente existe el todopoderoso y siempre vigilante “Ojo del Gran Hermano”.
Mientras tanto Ecuador sigue avanzando en su agenda propia. Correa declaró que “el orden mundial no sólo es injusto, es inmoral, pero algún día, más temprano que tarde, gritarán hasta las piedras”. ¡Ojalá que los presidentes de otros países envueltos en este reciente caso de David Snowden lo entiendan!
P.S. El caso de Snowden ha hecho ocultar la súbita muerte el pasado 18 de junio del colega periodista norteamericano Michael Hastings, de 33 años de edad, en un sospechoso accidente de tráfico. Los artículos de Hastings ocasionaron la caída política del excomandante de las Fuerzas Aliadas en Afganistán, del general Stanley A. McCristal y del ex director de la CIA y aspirante al sillón presidencial, general David Petraeus. Unas 15 horas antes de su muerte Michael Hastings escribió un email diciendo que estaba preparando un artículo “grande” sobre la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y quería “salir del radar por un tiempo”. En vez de esto, salió misteriosamente para siempre de la vida.
RIA Nóvosti Columna semanal por Vicky Peláez
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