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ESCARAMUZAS POLÍTICAS: Obama, entre el espejismo y la realidad

11 de Setembro de 2014, 0:38 , por Rosa C. Báez Valdés - 0sem comentários ainda | No one following this article yet.
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Por Gloria Analco, @GloriaAnalco

           

Estados Unidos está en plan de no permitir que ningún Estado o alianza de Estados desafíen su supremacía, la cual hoy en día ya está puesta en duda.

La primera característica que constata que un país tiene la supremacía es que no existe nadie que cuestione su jerarquía de poder ni que tenga los medios para hacerla tambalear. Ese no es el caso ahora. El veloz desarrollo económico de China, en menos de tres lustros, contradijo los pronósticos de que sólo podría alcanzar a Estados Unidos hasta 2050.

El FMI acaba de afirmar que China superará a la economía norteamericana en este 2014, lo cual convertirá a ese país en la primera potencia económica mundial. Eso no sólo significa un fuerte desarrollo económico, sino una posición política capaz de socavar de manera importante la influencia de EEUU. Para más desgracia de ese país, la India está desplazando a Japón del tercer lugar, lo cual, en los hechos, configura un nuevo mundo donde se desvanecen las pretensiones estadounidenses de mantener la hegemonía global.

Los analistas con visión de amplio alcance aseguran que “un mundo multipolar ha llegado para quedarse”. Las economías “emergentes” han dejado de serlo. Ahora son potencias económicas que miran por encima del hombro a Europa Occidental, cada vez más en retroceso. En ese contexto, Rusia, que salió muy debilitada de la debacle de la Unión Soviética, comenzó a emerger con Vladimir Putin quien asumió la presidencia a medidos del 2000. Su gestión política y económica ha sido relevante, y ha conducido a su país hasta la firma de un acuerdo histórico con China en el que le venderá gas por la suma estrambótica de 400 mil millones de dólares, considerado “el negocio del siglo”. Ello puso en evidencia la importancia de su colaboración para el futuro del mundo.

Esto es lo que precisamente Estados Unidos trataba de evitar cuando muy tempranamente formuló, en 1992, sus planes maestros para dominar el mundo, sólo que los condujo por el camino de la guerra y no de la economía. Precisamente, previniendo que algo así pudiera pasar, del pensamiento geoestratégico del neoconservador Paul Wolfowitz, de origen judío y considerado el “alma del Pentágono”, desarrolló, en ese año, sus bélicos planes del futuro, que no se pudieron iniciar hasta la llegada al poder de George W. Bush, después de ocho años de gobierno demócrata con Bill Clinton, en quien sentían que no podían confiar.

Esos planes elaborados por Wolfowitz están basados en el control de los vastos recursos de petróleo y gas del Medio Oriente, incluso de Rusia a quien pensaban ya sometida. Su principal objetivo es impedir a toda costa el resurgimiento de un nuevo rival que amenace su hegemonía, planteando someter, mediante el uso de la guerra, a países como Irak, Irán, Libia, Siria, a las propias Rusia y China, y que comenzaron a echar a andar a partir del desplome de las Torres Gemelas de Nueva York, en 2001.

La política de Barack Obama, un demócrata, va en esa misma dirección. La pregunta es: ¿Obama se detendrá ante la evidencia de que el mundo es de todos o lo hará estallar en llamas?

*Reportera mexicana, publica en Uno más uno y otros órganos de prensa. Colaboradora habitual de Cuba coraje. Trabajo enviado por su autora


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