Cuando llegó Fidel se acabó todo
Fidel Castro: Viky decía, entre otras cosas, que estábamos aquí hoy porque yo había estado aquel 5 de agosto. Yo vine entonces porque tenía que venir, era mi más elemental deber estar junto al pueblo, en un momento en que el enemigo había trabajado mucho tiempo para crear un desorden. ¡Un desorden! No se puede decir que aquello fue siquiera un intento de rebelión, fueron en realidad desórdenes. Esos desórdenes se crearon alrededor de grupos que se movilizaban para robar embarcaciones con las cuales trasladarse a Estados Unidos, donde eran recibidos como héroes.
Pero estaban realizando una actividad desestabilizadora, realmente. Ya casi no se podía ir a Regla, porque salía uno con un cuchillo, con una pistola, se robaba la lanchita de Regla, o un barco chiquito, mediano y hasta grande, cualquier cosa se robaban, porque mientras mayor fuera el escándalo, mejor para la propaganda contra Cuba, y allá, bueno, unos recibimientos extraordinarios; tenían privilegios que no tenía ningún ciudadano del mundo, con fines desestabilizadores, en medio de una situación económica difícil, en medio de grandes sacrificios por parte de nuestra población. Y fueron esos grupos los que empezaron a crear desórdenes.
Pero siguiendo nuestra filosofía de que aquí el pueblo es revolucionario y está y estará con la Revolución en cualquier circunstancia (APLAUSOS), no nos íbamos a dejar provocar. ¿Qué querían el enemigo externo y sus aliados internos, aunque constituyan una reducida minoría? Querían provocar un enfrentamiento sangriento, querían que usáramos las armas. Y armas tenemos, armas tenemos para millones de personas, que son las que defienden la Revolución; pero tenemos armas para luchar contra los enemigos externos.
Excepto que desembarquen aquí, excepto que se empleen las armas internamente contra los revolucionarios, nosotros no tenemos por qué emplear las armas, teniendo el pueblo y teniendo las masas para mantener la estabilidad de la Revolución (APLAUSOS). Ese era mi papel, contribuir a que no se dejara nadie provocar, y preferíamos que dispararan contra nosotros a usar primero las armas. Y, realmente, se logró algo que no tiene precedentes: en cuestión de minutos el pueblo entero se lanzó a la calle y estableció el orden. Su sola presencia masiva y su espíritu establecieron el orden, sin usar las armas en absoluto. ¿En qué lugar del mundo ocurre eso?
El que ve televisión --y todo el mundo ve televisión-- observa lo que ocurre en todas partes del mundo: en la Europa civilizada, desarrollada; en Estados Unidos, en los países más ricos, constantemente se ven multitudes de policías disparando con perdigones, lanzando gases lacrimógenos, golpeando, pateando a la gente en el suelo --eso aparece todos los días en la televisión en numerosos países--, y muertos, tantos muertos, tantos heridos, tantos arrestados. Es cosa habitual, el pan nuestro de cada día.
Eso no ocurre en Cuba. ¡Ah!, pero si en Cuba hay el menor intento de desorden, ¡cuánta propaganda, cuántas habladurías por todas partes!, ya se creían que se derrumbaba la Revolución.
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Nota:
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Tomado de El Blog de Yohandry
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