Por Andrés Zaldívar Diéguez y Gretter Alfonso Guzmán
La persecución financiera contra Cuba por parte del gobierno de Estados Unidos dura ya más de 55 años. La misma intenta frenar los créditos que pudiese recibir nuestro país en condiciones favorables; la movilización de capitales externos; las inversiones extranjeras directas; la inserción cubana en la economía mundial, así como los ingresos por exportaciones de bienes y servicios. Es una necesidad de primer orden, por tanto, conocer los antecedentes y desarrollo de esta política, la cual ha reforzado su carácter extraterritorial y se ha aplicado en estrecha interacción con otras modalidades del bloqueo.
LAS PRIMERAS ACCIONES
Las finanzas externas fueron el primer blanco de la guerra económica contra Cuba, materializada con la negativa a un empréstito solicitado por el Banco Nacional de Cuba en febrero de 1959 para estabilizar las finanzas internas, en precario estado después del robo de más de 400 millones de dólares del tesoro público por personeros de la dictadura batistiana.
Estados Unidos rechazó las racionales fórmulas de pago ofrecidas a ciudadanos estadounidenses por las nacionalizaciones de propiedades en Cuba, resultantes de la aplicación de la Ley de Reforma Agraria promulgada el 17 de mayo de 1959, e intentó imponer condiciones (pago “pronto, adecuado y efectivo”) imposibles de satisfacer. Los nacionales de otros países, también afectados, que se acogieron a la fórmula ofrecida por Cuba, hace ya muchos años recibieron justa compensación. La “deuda” cubana fue creada artificialmente por el gobierno de aquel país para ser utilizada como mecanismo de presión con fines políticos.
Fue al calor de la operación subversiva que comenzó a organizarse en agosto de 1959 y concluyó en Girón, que se dieron pasos prácticos para impedir las entradas de divisas. Su más importante medida, las reducciones y posterior corte definitivo en marzo de 1961 de la cuota azucarera cubana en el mercado estadounidense, hubiese bastado para destruir la Revolución si no se hubiese contado con la solidaridad del antiguo campo socialista.
La finalidad perseguida, descrita por el subsecretario de Estado Lester Mallory en abril de 1960 mantiene plena vigencia: “El único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas [...]. Una línea de acción que tuviera el mayor impacto es negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.[1]
Las afectaciones a la producción azucarera se habían iniciado desde octubre de 1959 con el bombardeo de centrales azucareros y el lanzamiento de sustancias incendiarias a plantaciones cañeras.
El 29 de septiembre de 1960, el gobierno de Estados Unidos suspendió las operaciones de la planta de concentrado de níquel en Nicaro y al día siguiente el Departamento de Estado recomendó a los ciudadanos norteamericanos “abstenerse” de viajar a Cuba, paso inicial de su prohibición absoluta. Se dejaron de ingresar millones de dólares, dado que el turismo estadounidense era el de mayor cuantía. El 19 de octubre de 1960 el Departamento de Estado anunció “medidas generales de control a fin de prohibir las exportaciones norteamericanas a Cuba”, que dio inicio al bloqueo.
MEDIDAS DE LA OPERACIÓN MANGOSTA Y DE LA POLÍTICA “DE MÚLTIPLE VÍA”
El paso decisivo en la oficialización del bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba lo realizó el presidente John F. Kennedy, al dar cumplimiento a la Sección 620 (a) de la Ley de Asistencia Exterior, de septiembre de 1961, mediante la Proclama Presidencial 3447, del 3 de febrero de 1962. Su raíz genéticamente subversiva se percibe si se conoce que fue el resultado de una de las 33 medidas (la número once) de la Operación Mangosta.
El documento rector de la Operación Mangosta explicaba la finalidad de las presiones económicas: “La sublevación necesita un movimiento de acción política […] La acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país […]”.[2] Medidas específicas de la operación perseguían dificultar la entrada de divisas resultantes de la exportación de productos tales como azúcar, níquel, tabacos, frutas y otros, así como encarecer los fletes. Es de esta Operación la formulación de que la Revolución podía ser debilitada “si el flujo de dólares hacia el país se elimina a través de la pérdida de las líneas de crédito”.
El fracaso de la Operación Mangosta trajo consigo una nueva política subversiva contra Cuba, conocida como “de Múltiple Vía”. En su contexto, el 8 de julio de 1963 el Departamento del Tesoro, apoyándose en la Ley de Comercio con el Enemigo de 1917, puso en vigor las Regulaciones para el Control de Activos Cubanos, que le confirieron al bloqueo sus rasgos fundamentales, en particular la gran preeminencia dada a las presiones financieras. Su aplicación trajo consigo el congelamiento de los fondos cubanos en bancos de Estados Unidos; la prohibición de todas las transacciones financieras y comerciales que no estuvieran bajo licencia; la prohibición de exportaciones cubanas a Estados Unidos; la prohibición a cualquier persona de cualquier nacionalidad y lugar de establecer transacciones no autorizadas con Cuba en dólares estadounidenses, e hicieron suyas las regulaciones sobre exportaciones a Cuba emitidas por el Departamento de Comercio.
Pocos días antes, el 18 de junio de 1963, el presidente Kennedy había aprobado una denominada “Política encubierta y programa integrado de acción hacia Cuba”, a cargo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), con seis direcciones de trabajo. Una de ellas fue denominada “Acciones de obstaculización en la economía sobre una base incrementada”, a todas luces el complemento, con medios y métodos encubiertos, de las Regulaciones para el Control de Activos Cubanos. Aquellas acciones, en conjunción con las sanciones norteamericanas abiertas, “causarían un efecto adverso en la economía cubana, con un máximo impacto si se combinaban con las acciones de sabotaje”, lo que sería supervisado “por un comité inter-agencia con autoridad para llamar a la rápida acción de los órganos participantes”. [3]
La IX Conferencia de Consulta de la Organización de Estados Americanos (OEA), realizada en Washington el 26 de julio de 1964, llamó a la interrupción de todo intercambio comercial directo o indirecto con Cuba. La no pertenencia de Cuba a la OEA le impedía recibir fondos del Banco Interamericano de Desarrollo. Unido a ello y al amparo en su poder de veto sobre el Fondo Monetario Internacional, a partir de 1964, Estados Unidos logró que Cuba se viera privada de fondos del Banco Mundial. Con ello se cerró toda posibilidad de utilización de los mecanismos financieros internacionales del sistema capitalista.
Según la Enmienda Hickenlooper, de octubre de 1964, ningún tribunal norteamericano podía dictar sentencia a favor de los intereses de otros estados, cuando se tratase de nacionalizaciones de propiedades norteamericanas a partir del 1ro. de enero de 1959, incluso ni aunque fuera invocando un principio clave del Derecho Internacional tal como la doctrina del poder soberano.
A fines de 1964, el Departamento del Tesoro congeló los fondos en Estados Unidos del Banco del Atlántico, de México, por realizar operaciones, en dólares estadounidenses, con nacionales cubanos. A pesar de las protestas gubernamentales mexicanas, los fondos no fueron desbloqueados hasta el cese de aquellas operaciones.
En 1965 se modificó el sistema del grupo de países del Departamento de Comercio, en países de grupos T, V, W, X y Z. Cuba fue ubicada en el grupo Z, categoría más restrictiva.
En 1969, el Departamento de Comercio enmendó sus disposiciones sobre exportaciones. Con Cuba su política fue cierre total.
Durante esta primera etapa, quedaron sentadas las bases de la persecución financiera contra nuestro país, la cual se puso de manifiesto desde antes del establecimiento oficial del bloqueo. Posteriormente se sustentó en leyes y regulaciones administrativas que todavía hoy continúan en vigor.
* Autor del texto Bloqueo. El asedio económico más prolongado de la historia, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2003. Primer Investigador en el Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado.
** Funcionaria del MINREX.
[1] Department of State: Foreign Relations of United States, 1958-1960, volume VI, Cuba, United States Government Printing Office, Washington, 1991, “Memorandum From the Deputy Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs (Mallory) to the Assistant Secretary of State for Inter-American Affairs (Rubottom), Washington, April 6, 1960”, p. 886.
[2] Department of State: ob. cit., volume X, Cuba 1961-1962, 1996, “The Cuba Project”, January 18, 1962, pp. 713.
[3] Department of State: ob. cit., 1961-1963, volume XI, Cuban Missile Crisis and Aftermath, 1996, “Paper Prepared by the Central Intelligence Agency for the Standing Group of the National Security Council, Washington”, June 8, 1963, p. 830.
Fuente: Periódico Granma
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