"De un lado, los presidentes han instaurado todo tipo de reformas constitucionales para minar el poder de los Congresos y evitar el control político (léase Bolivia, Ecuador y Venezuela)". plantea este trabajo... y con las muestras de lo acontecido hasta hoy y con la evidencia de la total impunidad con que se perpetró el golpe en Honduras, creo que es la línea a seguir!! Porque sin la zancadilla del "legislativo" no hubiera habido tal "caída"...
Las consecuencias nefastas de la caída de Fernando Lugo
La caída del presidente paraguayo Fernando Lugo constituye un retroceso mayor y sus consecuencias no deben pasar inadvertidas, ni para la región, ni para el resto de la comunidad internacional.
La destitución, que se efectuó por la vía del legislativo, señala un peligroso antecedente, ya que se trata de una democracia joven y que desde comienzos de siglo había dado muestras de una efectiva consolidación.
Se debe recordar el episodio dramático de 1997 cuando el general Lino Oviedo fue encarcelado por un intento de golpe de Estado contra el presidente Juan Carlos Wasmosy y el posterior asesinato del vicepresidente Luis María Argaña en 1999. A pesar de estos antecedentes, la elección de Fernando Lugo en 2008 luego de la hegemonía del Partido Colorado, parecía allanar el camino para la profundización de la democracia paraguaya, hasta su apresurada destitución.
¿Por qué es tan grave lo que sucedió contra Lugo? Pues bien, la caída del presidente paraguayo confirma una tendencia del más alto riesgo para la democracia del continente: un legislativo con prerrogativas que van en ascenso y una disputa cada vez más marcada con el poder ejecutivo. De esta puja entre las ramas del poder público, la principal víctima es la democracia.
De un lado, los presidentes han instaurado todo tipo de reformas constitucionales para minar el poder de los Congresos y evitar el control político (léase Bolivia, Ecuador y Venezuela). Pero de otro, algunos Congresos se han valido de su poder para debilitar a los regímenes. Para la muestra cabe decir lo siguiente: desde finales de los 70 (época del fin de las dictaduras militares en el Sur de Europa y en América Latina) Latinoamérica es la región con el mayor número de rupturas presidenciales en el mundo, fenómeno que ocurre cuando se termina abruptamente el mandato ejecutivo.
Los casos de Hernán Siles Suazo, Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Meza en Bolivia, de Jean Bertrand Aristide en Haití, de Joaquín Balaguer en República Dominicana, de Raúl Cubas en Paraguay, de Fernando de la Rúa en Argentina, y de Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez en Ecuador, entre otros, deben llamar la atención sobre la necesidad de encontrar nuevas formas para defender la democracia.
Tradicionalmente, existieron tres mecanismos para restablecer el orden democrático cuando ocurría una ruptura constitucional; la Resolución 1080, el Protocolo de Washington y la Carta Interamericana Democrática, todos en el seno de la Organización de Estados Americanos. Empero, con el intento de golpe de Estado en Venezuela en 2002, en Honduras en 2008 y con la actual crisis paraguaya las dudas que este esquema suscita proliferan.
Por ende, una reingeniería de los mecanismos para defender la democracia desde lo regional, urge en América Latina. Recientemente, en la África Subsahariana donde los golpes de Estado siguen siendo constantes, la presión regional e internacional ha sido evidente y ha producido resultados; Madagascar, Mauritania, Mali y Costa de Marfil así lo confirman.
En todos estos casos se corrobora una tendencia; la principal amenaza contra la democracia, no consiste en los intentos por establecer dictaduras. Por el contrario, los riesgos que enfrentan estos regímenes son cada vez más difíciles de asir y de neutralizar. De allí la urgencia de no permitir que lo ocurrido en Paraguay prospere.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO
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