Una conversación telefónica que rescató el National Security Archive Archive de Estados Unidos entre el entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, y el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Richard Helms, revela que la embestida estadunidense contra Salvador Allende era definitiva. El diálogo ocurrió el 12 de septiembre de 1970:
- Kissinger: “No permitiremos que Chile se vaya por el desagüe”.
- Helms: “Estoy contigo”.
Hoy se sabe que tres días después, el presidente estadunidense Richard Nixon ordenó a la CIA “hacer chillar la economía” chilena para evitar que Allende asumiera la presidencia de su país. No obstante, pasarían tres años para cumplir el anhelo de Nixon –desaforado y destituido por encubrir el llamado Caso Watergate-. El 11 de septiembre de 1973, Augusto Pinochet articulaba el Golpe desde la Escuela de Telecomunicaciones del Ejército donde recibía los comunicados del general José Toribio Merino de la Armada, quien se había alzado esa madrugada en Valparaíso, así como del general Leigh de la Fuerza Aérea y del general Mendoza de Carabineros.
Alertado de la sublevación, el presidente Allende llegó al palacio de La Moneda a las 07:30 horas, pero no lograría salir vivo. A las 6 de la tarde, la Junta Militar consumaba el Golpe con beneplácito de Richard Nixon y el apoyo estratégico de la Oficina de Inteligencia Naval estadunidense.
A Washington le incomodaba la política económica de Allende que aspiraba a la soberanía de sus recursos, al expropiar a las trasnacionales sectores estratégicos como el cobre y las telecomunicaciones (en manos de la ITT).
Así comenzó la sangrienta dictadura chilena que se prolongó hasta 1990 y cuyas secuelas aún persisten.
La onda expansiva de esa asonada en América Latina llegó al siglo XXI. El sociólogo estadunidense James Petras afirma que Hugo Chávez y Salvador Allende compartieron objetivos estratégicos y políticas comunes para favorecer a la clase trabajador, además de ejecutar programas para recuperar el control nacional sobre sectores estratégicos de la economía (cobre y petróleo) y de redistribución de la riqueza, con marcada tendencia antiimperialista. Ambos confiaron en el proceso electoral constitucional, el pluripartidismo, la economía mixta, en los sindicatos independientes así como en el empresariado y las asociaciones civiles.
Para Petras, las diferencias entre el chileno y el venezolano se centran en la vía política que cada uno eligió para combatir al mismo enemigo: el imperialismo estadunidense y la acción encubierta de sus agencias de inteligencia con la burguesía local. La acometida imperial contra el socialismo democrático del Gobierno de Unidad Popular se consolidó con el asesinato de Allende a sólo tres años de haber asumido la presidencia. En contraste, fracasó en el Golpe de abril de 2002 contra Chávez, quien logró impulsar su socialismo revolucionario del siglo XXI con una estructura de masas apoyada en la Revolución Bolivariana y una base sólida de militares leales.
A ese análisis se suma, invaluable, el recuerdo del propio Hugo Chávez en el aniversario 39 de la asonada. En 2012 evocó el momento en que conoció lo sucedido en Chile en 1973, cuando era cadete de la Escuela Militar e instruía a los aspirantes de nuevo ingreso en las montañas de la Mariposa en Bejarano. La televisión transmitió las imágenes de los aviones bombardeando La Moneda y a Allende en el balcón que lo impactaron. “Tiempo después entendí que la extrema derecha chilena luchó contra el pueblo que eligió el socialismo por la vía pacífica y democrática – y acotó – pues Allende, que era médico e intelectual, impulsó una revolución pacífica pero desarmada y terminó con un casco de soldado y una metralleta, él fue su propio soldado”. En ese mensaje, el líder venezolano aprovechó para recordar a la burguesía que la revolución no puede estar desarmada y reivindicó el esfuerzo y sacrificio supremo del presidente Allende, “Aquel compañero al que tanto me hubiera gustado conocer”.
El mandatario venezolano también citó en ese momento al “otro 11 de septiembre” el del terrible evento en Nueva York. Se refería así al impacto del vuelo 11 de American Airlines en la torre norte del World Trade Center (WTC) en Nueva York a las 08:46 horas del 11 de septiembre de 2001, al que seguiría el choque del vuelo 175 de United Airlines contra la torre sur del mismo complejo a las 09:02 horas. Así se confirmaba que blancos estadunidenses estaban bajo ataque y mientras el presidente de Estados Unidos, George Walker Bush tardaba en reaccionar y abandonar la escuela donde estaba, ocurría el supuesto impacto de un tercer vuelo, el 77 de American Airlines contra el Pentágono a las 09.59 horas. Tras estos hechos, atribuidos por Washington al grupo Al Qaeda, comenzaría su guerra global contra el terror.
De este hecho, Chávez expresaba ese día de septiembre de 2011 que todavía no se conocen bien las causas, pues quedaron muchos cabos sueltos, “aunque el imperialismo yanqui aprovechó para lanzar la más salvaje agresión imperialista que conoció la Humanidad”. En 2006, seis años antes, el presidente Hugo Chávez había expresado que cobraba fuerza la hipótesis de que la planeación de los ataques de 2001 contra blancos estadunidenses provendría del poder imperial, que habría conducido ese atentado o hecho terrorista terrible contra su propio pueblo y ciudadanos de todo el mundo.
Dos años después, en su discurso del 11 de septiembre de 2008, el presidente Chávez en Carabobo anunciaba que daba un plazo de 72 horas para que el embajador estadunidense, Patrick Duddy, abandonara Venezuela “cuando llegue a la Casa Blanca un Gobierno que respete a los pueblos de América Latina mandaremos un embajador”, dijo el mandatario saludado por los cientos de asistentes frente a un nuevo episodio injerencista de la superpotencia. Fue entonces que el mandatario lanzó su célebre frase: “¡Váyanse al carajo, yanquis de mierda! ¡Aquí hay un pueblo digno! ¡Váyanse al carajo cien veces! ¡Ya basta de tanta mierda de ustedes, yanquis de mierda!”.
Hasta ahora, la ofensiva estadunidense continúa contra Venezuela. Hasta ahora, la Humanidad es rehén de la lógica armamentista que Estados Unidos y sus aliados desplegaron a nivel mundial y hoy, como nunca antes en su historia, América Latina vive un proceso inédito de integración que dio sus primeros pasos con la política que inauguró Salvador Allende cuando llegó a la presidencia de Chile.
*Internacionalista con investigaciones en: Política Exterior, Seguridad Nacional, Inteligencia, Energía y Militarización. Articulista en diarios y revistas. Colaboradora en programas de radio y televisión.
Tomado de TelesurTV
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