Por Hugo Chinea Cabrera*
El gobierno de los Estados Unidos destinará 4,2 millones de dólares más a torpedear la esfera de la intelectualidad artística y literaria cubana, en su empeño por desacreditar y desestabilizar la revolución.
Entre los dineros que reparte Washington, 1.000.000, está dirigido especialmente al gremio de los artistas y escritores, y unos 700.000 más, a estimular debates sobre temas económicos “que profundicen las reformas emprendidas”.
Desde luego, esto es lo publicitado. Como sabemos, por notorio, hay mucho más dinero apostado en el empeño por subvertir el país, propiciar un clima de caos, de disidencia abierta.
Con diferentes partidas encausadas a sostener a sus blogueros, “periodistas independientes”, “observadores” e informantes sobre los derechos humanos, promover video-juegos entre los jóvenes con el tema “el futuro de Cuba” y captar valores entre la intelectualidad artística y literaria establecida, Washington pretende erosionar la fidelidad, confianza y esperanza del pueblo cubano en su intelectualidad revolucionaria, e instaurar un clima de inseguridad.
Nada, el mismo sempiterno sueño de los gobiernos de Estados Unidos por doblegar y apropiarse de Cuba.
Piensan, aunque no han dejado de pensarlo nunca, pero ahora con más razón debido a las nuevas circunstancias de reformas que vive la Isla, que: “en agua revuelta, ganancia de pescadores”, como dice el refrán.
Pero en la Isla las aguas no están revueltas. Está muy clara la proyección de cambiar todo lo que debe ser cambiado siguiendo una política realista, a tono con las necesidades propias de su sociedad y la coyuntura latinoamericana y mundial contemporánea.
Cuba cambia para bien. Para llevar su versión del socialismo a la capacidad de satisfacer, más y mejor, las necesidades materiales y espirituales de sus ciudadanos.
Lo cierto es que el caldo para promover un clima maligno entre la intelectualidad artística y literaria, en el que creen percibir ciertas señales, se circunscribe principalmente a un team de blogueros abiertamente contrarrevolucionarios, al trabajo de uno a uno con ciertos “intelectuales” acólitos de su representación diplomática, y algún que otro “fan en busca de celebridad”, dado a escribir y abrir la boca donde quiera para criticar a las autoridades, hacer leña de las dificultades y, conscientemente o no, jugar el juego del proyecto de Washington.
La aspiración desembozada es de sedición, en cambio los procedimientos serán siempre encubiertos.
Aprovechando el clima de crítica constructiva que aún se ejercita limitadamente y tanto necesita el país, la estrategia se encamina a despertar motivaciones opuestas, fabricar distancias, bloques, bandos, grupos, crear una oposición visible y activa, una cuña de intelectuales opositores que se “contrarrevolucionaricen”, y puedan, a la postre, jugar como tontos útiles para su causa.
Las acciones del aparato de inteligencia enemigo y su entramado, puesto en acción por el imperialismo y la reacción contra Cuba, operan desde diversos puertos: financiamientos indirectos para dar o recibir conferencias y clases fuera del país, espacios en páginas extrajeras, premios, publicaciones, entrevistas calientes, lluvia de prensa y correos electrónicos de fuentes seleccionadas, diplomacia cultural, y más, entre otras. Sus “favores” están dirigidos a los más proclives a sus intereses. Los que no, saben utilizar esos escenarios de combate en bien de su Patria y su ideario progresista, revolucionario.
Lo cierto es que los escritores y artistas más prestigiosos de Cuba marcan la pauta del sentido soberano del pueblo y han permanecido y permanecen de su lado, tanto en las verdes como en las maduras.
Ninguno de ellos se presta a las trampas manipuladoras de ciertos escenarios y medios de difusión, y cuando acceden, su participación, sus respuestas, sin dejar de lado errores y deficiencias, llevan todo el coraje de los legítimos.
Desde la edad más temprana de la Revolución Cubana, aquellos primeros apasionados, heroicos y románticos años, la búsqueda de una perfección social y de un nuevo hombre que la encarnara, ha sido una de las más caras y altruistas de sus intenciones. También fuente de errores que afectaron a una parte de sus artistas y escritores que se vieron relegados, y hoy felizmente restituidos, a sus espacios en la vida cultural de la sociedad. En ese empeño inmaduro se crearon moldes morales y de conducta en los que se imaginaba cabría el hombre para “reparar”, pero resultó que éste escapaba, no sin rasguños por cierto, a veces contusiones, en su natural esfuerzo por dejar la forja y vivir el tiempo real preservando su legítima libertad.
De aquella edad en que fue tomado el cielo a ideal vivo, y de las cicatrices ganadas durante estos años de empeño por ser una sociedad y un mejor hombre, las circunstancias y el tiempo han hecho posible que siendo los mismos, sin apenas darnos cuenta, seamos diferentes.
Con fundamentos en viejos y nuevos errores que ahora se ventilan con énfasis por la verdadera sociedad civil cubana, se asienta parte de la ofensiva que toma de aquí y de allá, de antes y de ahora, para amasarlo todo en un bodrio para los enfermos del paladar.
Lo que parece confundir la contrarrevolución que convoca a la intelectualidad cubana a la disidencia y la traición, es su presunción de que se parece, de algún modo, a ciertos convocantes, algunos de ellos fugados de la contienda por la vida y el futuro de su pueblo, viviendo con sueldos mercenarios.
No asimilan lo rotundo: los que están aquí, los que se quedaron y los que han venido después, salvo escasas excepciones, son los mismos, de talento y más, pero diferentes.
Nuestros ciudadanos están convocados, permanentemente, por la Dirección del país, a sumar sus opiniones críticas en la voluntad de perfeccionar estructuralmente nuestro socialismo, tanto en la vida política como en la economía y la organización institucional.
Precisamente en el mejor momento rectificador y de sólidas proyecciones de modernidad, ante el nuevo horizonte que, esperanzados los cubanos -intelectuales y no- hacen suyos con su voluntad y su participación activa, la reacción anticubana se lanza contra ellas calificando la situación interna del país como críticamente irreversible, como un desbarajuste.
Se trata de intentar quebrar a Cuba, de invalidarla internacionalmente, de socavar su prestigio e influencia en Latinoamérica y en las Organizaciones a las que Cuba pertenece, como el ALBA y los Acuerdos de Río, para, en la búsqueda de un efecto dominó, se quebranten también los esfuerzos que los gobiernos progresistas de nuestra región vienen realizando con amplio respaldo popular, en la más ejemplar muestra de democracia posible, por el bienestar de las mayorías de sus pueblos: los pobres y desposeídos de siempre.
Los intelectuales cubanos a quienes llama la reacción internacional a sumarse, están persuadidos de errores y deficiencias, así como también de que serán rebasadas en concierto con un pueblo ejemplar que lo da todo, hasta lo que no tiene, por otros pueblos del mundo y aspira serena y responsablemente a construir y vivir ese mundo mejor que es posible en esta Isla de independencia y esperanza.
De soberanía.
*Sociólogo cubano; ejerció como periodista y dirigió algunos órganos de prensa nacionales fundamentalmente en su arista cultural. Jurado de diversos premios e instituciones culturales, significativamente podemos señalar el Premio Casa de las Américas. Durante casi una década, dirigió la Sección de Cultura del Departamento de Ciencia, Cultura y Centros Docentes del Comité Central. Parte de su obra narrativa ha sido publicada en antologías cubanas, latinoamericanas y en otros países. Recientemente obtuvo el Premio de Teatro del Concurso Literario Benito Pérez Galdós, auspiciado por el Gobierno de Canarias y la Asociación Canaria de Cuba.
Imagen agregada RCBáez
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