Por Guillermo Guzmán
Más de una vez he oído esa canción tan fogosa que dice ¡Fidel, Fidel / qué tiene Fidel / que el imperialismo no puede con él! Y aunque es cortica no deja de ser contundente.
Hay otra canción -por cierto muy buena también- que dice Fidel / seguro / al yanky dale duro; e igual de breve que la anterior.
Hay una que está expresamente musicalizada y dice: …aquí pensaban seguir / tragando y tragando tierra / sin sospechar que en la sierra / se alumbraba el porvenir / …y en eso llegó Fidel / se acabó la bochinchera / …llegó el Comandante y mandó a parar /...
Ignoro de quien se trata pero supongo que ese tal Fidel debe ser un taco para que las murgas populares le canten esas melodías tan buenas, pero lo singular es que ninguna de esas canciones son interpretables en el género que me apasiona, la saloma, y del cual yo soy (modestia aparte) un exponente magnífico debido a mi maravillosa voz de cantor inigualable de salomas y que tanto le gusta a las muchachas cuando me oyen y quedan encantadas, tal vez porque les meto embustes bonitos.
Pero, volviendo al grano, yo pienso que esas canciones de Fidel, cantadas en género de salsa, por ejemplo, podrían ser tremendo tubazo musical ya que si las murgas populares las corean apasionadamente inclusive sin más instrumento que sus propias gargantas, ¿cómo habría de ser acaso bajo el fragor de los tambores del Madera, de Pacheco, de Tambor Urbano, de las cuerdas y demás instrumentos de tantas agrupaciones musicales que como piedras en el pedregal, hay por ahí?
Eso sí, que ni Rubén Blades ni los demás de su estirpe pantallera se hagan eco de las genuinas canciones del pueblo.
Doquiera se encuentre ese tal Fidel yo lo felicito por su ZKonducta.
Imagen agregada RCBáez
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