Cuba se empeña en alcanzar una sociedad superior, pero cuánto es necesario hacer para combatir la ineficiencia e improductividad que nos desangra...
La sociedad cubana necesita de un análisis exhaustivo
para lograr salir adelante y ser más eficiente.
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- La economía cubana creció 0,6 por ciento en el primer semestre de 2014 por debajo de lo planificado debido a diversos factores internos y externos.
- El crecimiento de la economía en el primer semestre de 2014 estuvo impulsado por el aumento de 6,2 por ciento en la esfera de transporte, almacenamiento y comunicaciones.
- Los mayores decrecimientos en este semestre se manifestaron en la industria manufacturera, hoteles y restaurantes, explotación de minas y canteras.
- Para este año se espera un aumento del 1,4 por ciento del PIB, cifra inferior al 2,2 planificado con anterioridad.
- En el primer semestre de este año, las finanzas mostraron un saldo favorable de 717 millones de dólares. Las exportaciones llegaron al 83 por ciento de lo planificado, mientras las importaciones presentaron un 94 por ciento de cumplimiento del plan.
A principios de los años 70 del pasado siglo, el Comandante en Jefe Fidel Castro se preguntaba durante un intercambio con los delegados a la plenaria nacional de la Industria Básica: “¿Cuál es el barril sin fondo que se traga los recursos humanos del país hoy?”. Y enseguida respondía: “…sencillamente la ineficiencia, la improductividad, la baja productividad”.
Justo este ha sido un factor que el modelo socialista, debido a causas objetivas y subjetivas, no ha podido colocar en el punto exacto que necesita el desarrollo económico de la nación. Escasez de materias primas, falta de liquidez para la modernización técnica y tecnológica, imprecisiones en los sistemas de pago para estimular a los obreros, carencia de recursos materiales, deficientes métodos de dirección, etc., influyen en que el resultado productivo sea menor del esperado en muchas ocasiones.
En la última reunión del Consejo de Ministros, por ejemplo, se conoció que 124 empresas que habían planificado utilidades incumplieron sus planes en el pasado año, lo cual influyó directamente en los ingresos al presupuesto del Estado. Parece sencillo, pero si se trata de Cuba y de su economía, en ocasiones falla la lógica matemática. Sumar, restar, multiplicar y dividir constituyen procedimientos que se tornan más complejos en la dinámica de la economía de la isla.
No hace mucho, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, en una de las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, enfatizaba: “Dos más dos siempre suma cuatro, jamás cinco”. Y añadía que “…en las condiciones de nuestro socialismo imperfecto, a causa de insuficiencias propias, muchas veces dos más dos da como resultado tres”.
¿Qué elementos de nuestro hacer cotidiano provocan la distorsión de la cuenta? Sin duda alguna existen fuerzas negativas que inciden en cualquier cálculo y viajan siempre en sentido contrario al de la eficiencia.
Durante varias décadas, la costumbre de trabajar por campañas circunstanciales, sin consolidar resultados, ha afectado a la larga la productividad del trabajo y ha hecho más daño que el propio marabú.
En 2007, cuando Raúl habló en Camagüey sobre la necesidad de erradicar esta planta, enseguida aparecieron brigadas y pelotones que entraron a la manigua y dejaron parte de la tierra lista para producir. A pesar del impulso inicial, todavía queda bastante terreno infestado u ocioso, a pesar de las medidas adoptadas para hacer más provechosa la tierra, como la aplicación del Decreto Ley-259 y posteriormente le sustituyó el Decreto Ley-300.
Cuba necesita consolidar resultados con una obra que sea duradera y no responda a entusiasmos circunstanciales. De eso se trata cuando hablamos de la implementación de los Lineamientos, ahora en su etapa más profunda de puesta en práctica. Son medidas que fortalecen las propias bases estructurales de la economía y constituyen garantía de seguridad y estabilidad en largo tiempo.
En busca del perfeccionamiento
De gran importancia resulta entonces el inicio de un proceso gradual de ampliación de la autonomía y las facultades en la empresa estatal socialista. El objetivo es crear las condiciones que faciliten un desempeño más apegado a los intereses de las entidades, con un objeto social más amplio y sin las trabas que hasta ahora han atado el relanzamiento de las fuerzas productivas.
Las empresas podrán retener el 50 % de sus ganancias y decidir su destino final después de cumplir los compromisos e indicadores planificados. Ello implica mayor responsabilidad y superación de los directivos, pues tendrán en sus manos el encargo de llevar por buen camino y sin violaciones el funcionamiento de sus centros. El sindicato, por su parte, deberá alcanzar igualmente un papel protagónico en este proceso.
La sustitución de importaciones, medida estratégica ante la subida de precios en el mercado internacional, debe merecer toda la prioridad. Su reflejo en el desenvolvimiento de la economía ha de ser real, medible y diverso. Cada centro, según sus potencialidades, debe preocuparse por sus gastos e ingresos y adecuarse a las condiciones objetivas de la nación y el territorio.
A su vez, La Ley de Inversión Extranjera, aprobada recientemente por el parlamento, permitirá nuevas relaciones que estimularán el trabajo y la productividad en los sectores donde se aplique, pues su alcance revolucionador es consustancial a los resultados económicos palpables para el país y los inversionistas foráneos.
Sabemos que la mayoría de los problemas pueden resolverse en el radio de acción en el que se originan. Cuando los trabajadores proponen ideas, buscan alternativas y junto a los administrativos llegan a acuerdos, las soluciones aparecen más rápido. Y la velocidad resulta mayor cuando los que dirigen poseen amplia receptividad y adoptan decisiones desde la experiencia colectiva.
Si queremos que la suma de dos más dos siempre sea cuatro, deben regir la disciplina y el control, ausentes hoy en el mundo laboral. ¿Cuántas leyes, resoluciones y reglamentos resultan letra muerta para funcionarios y entidades? La Contraloría General de la República, creada hace cinco años, ha brindado su contribución en ese sentido, pero la responsabilidad recae en todos.
Cuba aspira a una sociedad superior, en la que el salario cumpla su función de estimular al obrero, quien ha de recibir según lo que aporte, a partir de la fórmula socialista “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo”. Pero el cumplimiento de este fin no se obtendrá por arte de magia. Requiere del mayor esfuerzo para que el dinero tenga un respaldo productivo. De lo contrario, habría mucha circulación monetaria y pocos bienes y servicios disponibles.
Para enfrentar estos asuntos, la dirección del Partido y el Gobierno recibe el apoyo de la inmensa mayoría de los cubanos. Como bien ha reiterado Raúl: “Desde el mismo primero de enero de 1959, ha sido línea invariable analizar con el pueblo cada problema importante, por duro que sea”.
Hagamos nuestras propias cuentas, y perfeccionemos nuestro socialismo, frente a los que apuestan por su derrota. Corregir errores cometidos, así como propugnar nuevas ideas, dará más fuerza y dinamismo al proyecto revolucionario. Pero, sobre todo, habrá que convertir el trabajo en prioridad permanente. Solo así podremos ponerle fondo al barril de la improductividad.
Yoerky Sánchez Cuellar
Soy un joven cubano, periodista y soñador, un loco de esperanzas. Me gusta tanto la literatura como la política. Mi más sincera convicción es el pensamiento martiano de que los buenos son los que ganan a la larga.
Tomado de CubAhora
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