Desaguizados técnicos y meteorológicos me impidieron compartir con ustedes estos dos trabajos del Profesor hondureño Pablo Portillo en la fecha homenaje al natalicio de la excelsa figura de Morazán: sin embargo, nunca es tarde para conocer más de nuestros proceres:
Francisco Morazán y la unidad de Centroamérica
Por Pablo Portillo de Jesús*
Francisco Morazán Quezada nació en Tegucigalpa el 3 de octubre de 1792, sus padres fueron Eusebio Morazán Alemán y Guadalupe Quezada Borjas, sus primeros un conocimientos los adquirió en la Escuela de Tegucigalpa y luego continuó superándose como autodidacta, gracias a su excelente memoria y a su extraordinaria disciplina.
Desde temprana edad mostró interés por adquirir diversos cocimientos, especialmente por su interés en la lectura y por su comunicación con personas ilustradas de la provincia; a temprana edad y por algún tiempo permaneció en Texiguat, donde estuvo bajo el cuidado del sacerdote de ideas progresistas, Francisco Antonio Márquez.
De regreso a Tegucigalpa, en compañía de su padre, encontró trabajo en el despacho del señor León Vásquez y en la biblioteca del Licenciado Dionisio de Herrera tuvo la oportunidad de aumentar sus conocimientos, allí leyó libros de autores importantes, entre otros, John Locke, Montesquieu, Juan Jacobo Rousseau, Alexis de Tocville, etc.
El 30 de diciembre 1825 Morazán se casó con María Josefa Lastirí Lozano, nacida el 20 de octubre de 1792, con quien tuvieron una única hija, Adela Morazán Lastirí. María Josefa fue una mujer admirable que hizo causa común con los trabajos políticos de su esposo y compartió sus ideales de independencia y unidad de Centroamérica.
La unión centroamericana, integrada por Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica a raíz de la independencia de 1823 fue precedida por Manuel José Arce, quien asumió ilegalmente el cargo de Presidente de las Provincias Unidas de Centroamérica (1825-1829), pues quien salió electo fue José del Valle.
Manuel José Arce se enemistó con Dionisio de Herrera, Jede Estado de Honduras, pues “desaprobaba sus desafueros legales, esa administración se había iniciado con un evidente fraude contra José Cecilio del Valle, primo de don Dionisio y por allí deben haberse alimentado algunos odios”. (Julio Escoto).
El 4 de abril de 1827el ex Vice Jefe hondureño, José Justo Milla, atendiendo órdenes de Manuel José Arce, invadió Honduras desde Guatemala, sitió y prendió fuego a gran parte de Comayagua, “de 18.000. 00 habitantes solo quedó con 8,000.00” y depuso a Dionisio de Herrera y, después de hacerlo prisionero lo obligó a caminar a pie hasta Guatemala.
Morazán fue hecho prisionero en Ojojona donde permaneció durante 22 días y de allí se escapó, viajó a San Miguel, El Salvador, y luego a León, Nicaragua, donde consiguió recursos para regresar a liberar a su patria; enfrentó al traidor Justo Milla en la Trinidad el 11 de noviembre de 1827, obteniendo un triunfo definitivo, “dando a conocer por primera el brillo de su espada” (Lorenzo Montufar).
Desde esa histórica batalla, Morazán ejerció influencia política en el escenario de Centroamérica. Después se trasladó a Comayagua, capital de Honduras, y, a partir del 26 de noviembre de 1827 asumió el cargo de Jefe del Estado de Honduras constitucionalmente, sustituyendo a Dionisio de Herrera, cargo que ejerció hasta el 30 de junio de 1830.
Morazán se solidarizó con varios países de Centroamérica y, a principios de julio, dejó el gobierno en manos del vice Jefe Diego Vijil, y salió en apoyo de los salvadoreños quienes necesitaban defenderse de la embestida reaccionaria de Manuel José Arcey derrotó a los enemigos de la unidad centroamericana en Gualcho, Departamento de Usulután, el 6 de julio de 1828.
Posteriormente se dirigió a Guatemala a enfrentar a los enemigos de la unidad Centroamérica, el 12 de abril de 1829 el Jefe de Estado de Guatemala Mariano Aycinena capituló, y el día siguiente la Plaza Central fue ocupada inmediatamente por las fuerzas de Francisco Morazán, y procedió a restablecer el orden constitucional.
Francisco Morazán recibió la noticia en Comayagua de que había sido electo en Guatemala para ejercer la Presidencia de Centroamérica, así como el llamamiento del Gobierno Federal y la invitación de sus amigos para que se presentare a la mayor brevedad a rescatar la unidad de Centroamérica.
El acto de traspaso de poder se hizo efectivo el 16 de febrero de 1830, en esa fecha el Presidente del Congreso, entre otras palabras, expresó: “La noble espada del guerrero patriota batió el fanatismo y la tiranía, conservó las instituciones… y segó los planes odiosos de la reacción”.
Francisco Morazán, al tomar posesión de su cargo expresó “El pueblo soberano me manda colocarme en el más peligroso de sus destinos…Ofrezco sostener la Constitución Federal que he defendido como soldado y como ciudadano”. “La alianza de los pueblos americanos, aunque se ha frustrado hasta ahora, no está lejos el momento de ser puesta en práctica esta combinación admirable”. (Ángel Zúñiga Huete)
El 16 de septiembre 1834 concluyó el período presidencial Francisco Morazán; el 2 de marzo de 1834 José Cecilio del Valle, quien había resultado nuevo Presidente de Centro América, falleció de muerte natural; en esa fecha el Congreso Federal hizo la nueva convocatoria a elecciones presidenciales y el 2 de febrero de 1835 declaró electo a Francisco Morazán para un segundo período.
Guatemala, como asiento del clero, fue el centro principal desde donde se impulsaba la desintegración de Centroamérica, esta institución era la quinta columna de la intriga que atentaba permanentemente contra la paz en nuestra región, acosada por todos los fuerzas reaccionarias enemigas de la unidad de la patria centroamericana.
MORAZÁN, CENTROAMERICA Y LA JUVENTUD
Por Pablo Portillo de Jesús*
El 21 de marzo de 1936 se reunió en San Salvador la novena legislatura Federal y ante ella Morazán rindió el informe de su gestión administrativa como Presidente reelecto de la Federación, en esta ocasión destacamos, entre otros, los siguientes puntos:
“El tratado para la apertura del Canal de Nicaragua con la colaboración del gobierno holandés no fue posible suscribirlo por dificultades con el gobierno de Inglaterra y por la Imposibilidad de rescatar la soberanía de Centroamérica sobre Belice por la oposición irracional del gobierno del Reino Unido”.
Reconocimiento de los siguientes derechos humanos: “libertad de cultos, inviolabilidad de la correspondencia, libertad de prensa, libertad de palabra y de asociación”. También reiteró la importancia de la paz, la integridad de las instituciones, la devolución de Belice al dominio de Centroamérica, etc.
Con respecto a la educación de la juventud expresó: “La educación de la juventud de esa porción escogida para regir algún día los destinos de la República, ha merecido muy particularmente la atención del gobierno. Un pueblo que, rompiendo las cadenas de la esclavitud, se arroja en el camino de la libertad, no puede marchar sin tropiezos por él”.
Al referirse a la educación dijo: “Hablo de la sencilla educación popular que… es el alma de las naciones libres”. Además hablo de la necesidad de la educación del pueblo para la vida de la democracia. etc.; pero no habló de la “democracia secuestrada”.
El 1 de febrero de 1839 concluyó el segundo periodo como Presidente de Centroamérica, al respecto Lorenzo Montufar ha afirmado que las revueltas internas de Guatemala impidieron que se hicieran elecciones para renovar las autoridades federales; “la unión estaba rota, la república había muerto”.
La Asamblea Legislativa salvadoreña conoció los resultados de las elecciones practicadas para los cargos de autoridades supremas, y el 8 de julio de 1839 declaró electo Jefe de Estado a Francisco Morazán, cargo que desempeñó hasta el 8 de abril de 1840.
Las fuerzas reaccionarias de Centroamérica se movilizaron nuevamente contra los sectores partidarios de la paz; el 15 de septiembre de 1839 Morazán salió de San Salvador y, los reaccionarios al conocer su ausencia, secuestraron a su esposa y a toda su familia e hicieron saber a Morazán que los rehenes serían ultimados si no abandonaba el cargo.
Morazán respondió a los reaccionarios: “Los rehenes que mis enemigos tienen en su poder, son para mí sagrados y hablan vehemente a mi corazón; pero soy el Jefe del Estado y mi deber es atacar. Pasaré sobre los cadáveres de mis hijos, haré escarmentar a mis enemigos, y no sobreviré un solo instante a tan escandaloso atentado”. Morazán atacó con rapidez y rescató a su familia.
El 8 de abril de 1840 Morazán reiteró una vez más su amor a la unidad centroamericana, al abandonar voluntariamente el cargo de Jefe de Estado de El Salvador y se marchó al exilio a fin de evitar que las fuerzas reaccionarias y los miembros del clero pusieran de pretexto su persona para combatir la unidad de la región.
Al retirarse de su cargo Morazán fijo su domicilio temporal en David, antes perteneciente a Colombia y allí escribió su célebre Manifiesto de David, el 16 julio 1840, y en él denunció a la cúpula de la iglesia católica, especialmente al sacerdote y marques Juan José de Aycinena por hacer causa común con los enemigos de la unidad centroamericana.
“No es vuestra patria (les dijo) porque en 1812, que por primera vez se ventilaron los derechos de los americanos, vosotros hacías de injustos jueces, de viles denunciantes y de falsos testigos contra los amigos de la independencia”.
“Es nuestra patria (señaló), porque en la misma época nosotros difundimos ideas de libertad y de independencia en el pueblo, sin que vuestras amenazas nos arredrasen ni nos intimidase la muerte”.
El Presidente de Perú, Mariscal Gamarra, le envió una carta a David invitándolo para que se hiciera cargo del Ministerio de Guerra; declinó esta invitación y tuvo la delicadeza para no decirle que la espada de Morazán solo estaba al servicio de la libertad, la independencia y unidad de Centroamérica.
En esa misma época partió a Lima donde permaneció cuatro meses en aquel país; pero al tener conocimiento que en Centroamérica ocurrían nuevos hechos extraordinarios pues, el 12 de agosto de 1841, el superintendente inglés de Belice exigió al comandante del Puerto de San Juan del Norte que reconociera al jefe que los británicos habían designado.
Tomó la decisión de regresar a su patria, llegó al puerto de la Unión de El Salvador y, desde allí, envió un mensaje a los gobernantes de la región el 16 de febrero de 1842 titulado “Manifiesto contra el colonialismo británico”, en donde les proponía: “señálesenos el lugar que debemos ocupar y el jefe a quien debemos obedecer”.
Y finalizó su mensaje con estas palabras: “Si a los centroamericanos se les coloca entre la humillación y la guerra, elegirán siempre el último partido aun cuando tengan la certeza de no poder salvar más que el honor”.
El 15 de septiembre de 1842, las fuerzas reaccionarias de Centroamérica lo asesinaron en San José de Costa Rica; uno de sus últimos pensamientos fue para la juventud a quien encomendó la liberación de su patria.
“Alta es la noche y Morazán vigila” (Pablo Neruda)
*Profesor de Educación Superior, Tegucigalpa, Honduras
Enviado por su autor
Imagen agregada RCBáez
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