Juicio a Carromero y detención de Yoani Sánchez
4 de Outubro de 2012, 21:00 - sem comentários aindaPor Yohandry Fontana
Más de tres horas han transcurrido del inicio del juicio a Ángel Carromero en Bayamo. Todo ha marchado como estaba previsto, tranquilidad en la ciudad y cada una de las partes han realizado su labor sin contratiempos.
La sesión comenzó con la exposición del presidente del tribunal, Milson Piña Hidalgo, seguidas de declaraciones del propio Carromero, quien reiteró su pena por el accidente del pasado 22 de agosto y sobre todo, por la muerte de los dos cubanos fallecidos en él, y el sufrimiento causado a sus familiares.
El acusado –ciudadano español de 27 años- ratificó también las declaraciones realizadas durante la fase de instrucción, en las que afirmaba que perdió el control del vehículo en una zona de baches u ondulaciones, mientras circulaba a una velocidad entre 80 y 90 kilómetros por horas.
Ángel Carromero, dirigente de Nuevas Generaciones del Partido Popular (PP) de Madrid, en España, fue interrogado por la fiscalía y el abogado defensor, confirmando la versión oficial ofrecida sobre las causas del accidente: exceso de velocidad y errores del conductor del vehículo al circular por una carretera en obras que estaba sin pavimentar pero señalizada según corresponde.
Según informaciones ofrecidas por la defensa, se estima que el juicio concluya y quede listo para sentencia este viernes, después de las intervenciones de ocho testigos y trece peritos.
Detención de Yoani Sánchez
El periodista García Ginarte confirmó hace unos minutos en su cuenta de Twitter que Yoani Sánchez y su esposo son trasladados a La Habana en un auto de las autoridades, en tanto, el carro con el que viajaron a Bayamo está retornando sobre un remolque, por las pésimas condiciones técnicas en que se encuentra.
En el día de ayer, las autoridades de Bayamo detuvieron al matrimonio que intentaba realizar una provocación y show mediático para perjudicar el buen desarrollo del juicio que se sigue aquí contra el ciudadano español Ángel Francisco Carromero Barrios.
Reinaldo Escobar visitó la semana pasada a funcionarios de la Sección de Intereses Norteamericanos en La Habana para recibir instrucciones precisas de las acciones a realizar en Bayamo.
Algo similar realizó Marta Beatriz Roque antes de iniciar su huelga de hambre, fraude que se conoce ahora como la huelga del aguacate.
No es la primera vez que Yoani Sánchez y Escobar intenta provocaciones similares. Sus últimas maniobras en la red han estado, precisamente, vinculadas a manipular la verdad de ese accidente.
Fuente Blog de Yohandry Fontana
- Comenzó el juicio a Carromero (+ Foto)
- URGENTE: Detenida Yoani Sánchez por las autoridades de Bayamo
- Ángel Carromero: "Perdí el control del vehículo"
Economía... política, valga la redundancia.
3 de Outubro de 2012, 21:00 - sem comentários aindaPor Darío Machado Rodríguez [1]
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Economia-politica-Valga-la-redundancia-DARIO-MACHADO.pdf
Importancia socioeconómica del consumo [2]
Muchos especialistas del patio y del exterior coinciden en que estamos en Cuba en medio de una difícil encrucijada económica con notables implicaciones sociales. Nada excepcional en un mundo que padece múltiples crisis.
Si nos atenemos a los parámetros de crecimiento económico, de eficacia y eficiencia productiva, al descontrol y los hechos de corrupción, la inexistencia de reservas financieras, el crecimiento de los precios, la escasa competitividad, la desocupación y subempleo, el endeudamiento, el incremento de las desigualdades y los niveles desacostumbrados de pobreza, es razonable afirmar que tenemos problemas económicos graves, críticos. Para encararla, el país está desarrollando un esfuerzo nacional que se va articulando alrededor de los Lineamientos y hay signos positivos todavía incipientes, con dos grandes objetivos indisolublemente unidos: una economía eficiente dentro de una orientación socialista.
¿Hay o no hay una crisis económica?
La palabra crisis evoca muchos significados, muchas veces de similar calidad, pero de diferente magnitud. Un paseo por las definiciones que aparecen en los libros y ensayos permite ver cientos de conceptos de crisis, tanto para definirla en sus rasgos más generales, como cuando las referencias a la crisis llevan apellido: crisis económica, crisis social, crisis terminal, crisis financiera, crisis política, crisis de crecimiento, etc.
En el lenguaje coloquial alguien “está en crisis” cuando está metido en graves problemas; algo “está en crisis” cuando está desorganizado, no responde a su finalidad, se incrementan las complicaciones, no aparecen las soluciones, etc.
De cualquier manera, hay bastante consenso en que un proceso, un objeto, una persona, una institución, una sociedad, una economía, entra en crisis cuando su existencia, su metabolismo, hasta ese momento estable, normal, presenta síntomas evidentes de agotamiento, se torna disfuncional y avisa la inminencia de cambios.
Por tanto, una crisis no hay que verla obligadamente como una amenaza, sino ante todo como un aviso y la oportunidad de promover cambios en el objeto o proceso que la experimenta para producir una nueva normalización de su existencia. Ahora bien, ese nuevo estado puede producirse en una u otra dirección, en dependencia de la capacidad de respuesta del objeto en crisis.
Cuando se habla de crisis económica, habitualmente se piensa en indicadores negativos o mínimos de crecimiento, en el aumento del desempleo y de la pobreza. Se piensa en la recesión.
Cuando desapareció el campo socialista nos vimos precipitados a una crisis económica recesiva de origen externo, al reunirse los permanentes efectos del bloqueo económico norteamericano, con la brusca ruptura del flujo estable de relaciones económicas, comerciales, financieras, tecnológicas, científicas con los países del extinto CAME. Estos dos poderosos y decisivos factores se unieron a las ineficiencias de la economía cubana que se venían encarando con el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas. Uno de los dilemas políticos que apareció entonces era la existencia de criterios acerca de que el problema principal estaba en Cuba, en su economía y no en el factor causal principal: la hecatombe socialista europea asociada al bloqueo.
En la actual situación económica cubana, si bien no es dable hablar ya de “período especial” tal como recordamos los años 90 del pasado siglo, tampoco lo es considerar superados todos los efectos del derrumbe del socialismo en Europa del Este y la URSS, y además siguen estando como factor presente el bloqueo económico de los EEUU y las aún no superadas ineficiencias de la economía.
La salida a los problemas económicos que presenta hoy la sociedad cubana será la correcta en dependencia del volumen y calidad de la participación de los ciudadanos en todo el proceso, de los niveles de información de los que disponga el sujeto político, de cómo la interpreta, de la eficacia de las medidas que se adopten y de mantener el debate abierto sobre las diferentes aristas del problema.
En el caso cubano, sea cual fuere el modo que seleccionemos para definir la actual situación socioeconómica, el sistema sociopolítico desarrollado a lo largo de más de medio siglo de orientación socialista en la construcción social ha revelado capacidades para asimilar la información sobre el estado de la situación y generar respuestas tendentes a mantener la estabilidad del sistema. Los mecanismos de participación popular, si bien todavía tienen mucho espacio para ser mejorados, para hacerlos más sistemáticos y eficientes, han permitido una mejor orientación del esfuerzo social en función de reorganizar el metabolismo socioeconómico de la sociedad cubana, lograr contrarrestar los desafíos de la crisis económica mundial y mantener los principales logros de la revolución socialista y el equilibrio social.
El proceso cultural que ha significado la revolución cubana ha generado capacidades intelectuales que tienen mucho para aportar en el terreno teórico y práctico de la construcción socialista. Generaciones de economistas, sociólogos, politólogos, psicólogos, filósofos, ingenieros, arquitectos, médicos, y de muchos otros campos del saber, que han vivido en las diferentes etapas de la revolución, la experiencia práctica acumulada, la detección de errores cometidos, la percepción clara acerca de los desafíos que implica el rumbo socialista en las condiciones cada vez más complejas y difíciles del mundo de hoy y las implicaciones que tendría el debilitamiento de la cohesión de la sociedad cubana, todo ello crea condiciones para profundizar y visibilizar el debate [3] sobre el futuro del socialismo en Cuba.
La situación actual de la economía cubana impone en lo inmediato la necesidad de evitar el agravamiento de la vida cotidiana de la población y a mediano y largo plazo estabilizar el metabolismo socioeconómico y evitar el colapso del sistema sociopolítico. Pero también, cuando hay crisis económica, la tendencia a pensar todo desde la economía se refuerza por las urgencias. La insistencia del compañero Raúl de trabajar sin tregua, pero sin prisa es precisamente el llamado a no improvisar, a pensar bien cada paso con todas sus implicaciones y no solo las económicas.
No se puede afirmar que tenemos un país en crisis como resultado de la difícil encrucijada económica, pero sí es importante la conciencia de que tal situación puede producirse si no se logra una concepción integral que produzca las soluciones estratégicas que necesita el país y si no se actúa con un ritmo seguro en su realización.
¿Entonces, cómo ver la situación actual?
El funcionamiento normal de una sociedad tiene siempre como trasfondo el carácter determinante (en última instancia como afirmaron los clásicos del marxismo) de la actividad económica. En condiciones de un flujo normal del metabolismo socioeconómico, las formas de expresarse ese determinismo son también normales. Pero, cuando la situación económica se torna crítica no hay ámbito de la sociedad que no refleje sus efectos de modo más evidente, directo y rápido. Los problemas económicos se reflejan en los restantes planos de la sociedad de modo más expedito: en la vida cotidiana, en la educación, en la salud pública, en la alimentación, en el transporte, en el empleo, en el activismo político, en la actividad artística, en el estado de ánimo social, en fin, en prácticamente todas las esferas de la vida nacional.
Lógicamente, una situación económica crítica prolongada, sin soluciones ni alivio, terminaría incrementando las tensiones de la vida cotidiana, afectando gravemente otras esferas de la vida social incluyendo la política. Los Lineamientos de la política económica y social del partido y la revolución, discutidos y aprobados por el pueblo, persiguen precisamente el objetivo esencial de encaminar la economía por un sendero de resultados, sin prisa, pero sin tregua, para superar la actual situación, mejorando la vida ciudadana y preservando el sistema político, garante de un proyecto propio de nación con equidad y justicia social.
No hay en Cuba una crisis política como resultado de la grave situación económica, antes bien la oportunidad de fortalecer mediante su transformación positiva, los ámbitos político, ideológico, jurídico normativo, organizativo y cultural, siempre que se alcance una concepción integral orgánica, no se cometan errores graves, se trabaje con inteligencia y rigor para superar la ineficiencia, el descontrol, la corrupción, el burocratismo, el verticalismo, y otros graves problemas, ampliando sistemáticamente los espacios de participación y responsabilidad ciudadanas con la construcción social.
La intención de este breve ensayo es llamar la atención acerca de la importancia de comprender cabalmente el vínculo indisoluble entre la eficiencia en la producción de bienes y servicios y la vida cotidiana de los individuos, particularmente de los trabajadores, teniendo en cuenta como asunto fundamental el consumo.
Unas palabras sobre el Estado y los productores
Este acápite pudiera haberse llamado “El Estado y las empresas” o “El Estado y los componentes de la economía nacional” aunque el interés de este enfoque es la relación con los individuos, con los productores, ya que esa relación tiene en la entidad que produce bienes y servicios su eslabón mediador fundamental.
Pero se ha escogido ese título porque se trata aquí de llamar la atención sobre cómo el Estado de una sociedad en transición socialista cumple con el encargo de fomentar, cultivar y desarrollar el empoderamiento de los productores, su responsabilidad y conciencia cívica, además de su bienestar.
El Estado hace falta
Mucho se ha dicho y escrito acerca del papel del Estado en la construcción socialista. Lo que considero necesario destacar aquí es que este debe ser, entre otros aspectos:
- eficiente,
- austero,
- promotor de la creciente participación consciente y empoderamiento de la ciudadanía en todos los órdenes,
- transparente,
- presente y consciente de las necesidades de la ciudadanía y
- permanecer bajo el escrutinio del control popular.
Ahora bien, ya sea con el apelativo de “Estado” o con cualquier otro nombre, la sociedad cubana en transición socialista, en el contexto de su vida nacional e internacional, necesita de un órgano dinámico capaz de regular las relaciones entre las personas, grupos, comunidades, organizaciones, entidades productivas y de servicios, instituciones, etc., gestionar el empleo eficiente de las energías del país, coordinar la preservación de su existencia física, regular la utilización de los recursos de que dispone la Nación, ejecutar las decisiones que adopte la voluntad ciudadana, etc. y ello requiere de estructuras, instituciones, normas, funcionarios, preparación profesional, etc.
En la transición socialista cubana al Estado no se lo puede ver de otro modo que como la forma estatal de la voluntad popular. Sus deficiencias no lo son de un “Estado” en abstracto, sino del Estado que hasta el momento la sociedad cubana en transición socialista ha sido capaz de construir. Su transformación a tono con las nuevas exigencias es tarea de todo el pueblo, de los trabajadores, los políticos, los profesionales, los científicos, de todos.
En las condiciones actuales de construcción socialista y a mediano y largo plazo, la superación de las deficiencias del Estado no puede conducir a su debilitamiento sino a su fortalecimiento como instrumento político del pueblo trabajador. En otras palabras, el Estado no es “el enemigo”, sino el burocratismo, el descontrol, la ineficiencia, el despilfarro, el favoritismo, el nepotismo, el secretismo, el verticalismo, la negligencia, la corrupción, la ignorancia.
La actual organización política de la sociedad cubana presenta un Estado que tiene por delante mucho trabajo para alcanzar una calidad a tono con las necesidades de la transición socialista cubana. Su transformación positiva está requerida de un marco integral que solo puede aportarlo una teoría general de la transición socialista cubana, aspecto que he tratado en otros ensayos, en cuya elaboración tienen espacio todos los ciudadanos que deseen aportar.
El Estado no puede hacerlo solo
La idea de un mundo formado por múltiples nodos autogestionados en el contexto de la sociedad, que funcione amigablemente, eficientemente, supone tener resueltas las tareas normativas y reguladoras que corresponden hoy principalmente al Estado socialista y mientras no se desarrolle una cultura sólida y profundamente arraigada en la ciudadanía, en particular en los productores.
La idea de que en ese universo de múltiples nodos autogestionados, las relaciones económicas entre los productores escaparán a la amenaza del capitalismo que predomina hoy en el mundo y a la influencia negativa del mercado, supone tener resueltos los problemas de la preservación física de la sociedad y de la regulación del mercado, tareas que también corresponden hoy al Estado.
La idea de que la autogestión es la panacea para todos los males sociales, que actuará como una “varita mágica”, olvida la necesidad de un largo proceso de educación y solo puede surgir del desconocimiento. En una empresa autogestionada pueden aparecer el secretismo, el favoritismo, el verticalismo, el burocratismo, la corrupción, el individualismo y el egoísmo. La vigilancia ética y política y la ideología que la respalde, la educación, las normativas jurídicas, la formación ciudadana son una necesidad en cualquier circunstancia y ámbito de la construcción socialista.
Lo anterior, sin embargo, no quiere decir que el Estado ordena y los trabajadores obedecen. Si de algo está necesitada la sociedad cubana actual es de incrementar la responsabilidad de los productores, el papel activo, el protagonismo de los colectivos laborales, su empoderamiento y precisamente el avance hacia la autogestión en todos los ámbitos donde sea funcional y articulada con todo el entramado del sistema social.
Este proceso de gradual empoderamiento a escala empresarial, local, territorial, la descentralización de decisiones, la flexibilidad para cambiar las estructuras según proceda, es sin dudas complejo y debe ser encarado con la plena participación de la inteligencia colectiva. Todas las ideas en torno a los límites del Estado y de la autogestión dirigidas a la mejor organización económica y sociopolítica de la sociedad cubana deben ser bienvenidas.
El tejido económico
Hay dos perspectivas fundamentales en la relación economía-sociedad desde el punto de vista de los individuos: las motivaciones de los productores para producir bienes y servicios, perspectiva que desde el aparato productor de la sociedad propongo llamar interna o subjetiva, y cuánto y cómo los niveles de consumo de bienes y servicios influyen en el metabolismo socioeconómico, perspectiva que consecuentemente propongo llamar externa u objetiva.
Desde este ángulo, tres son los enfoques que no deben faltar a la hora de pensar la economía:
- ¿Cómo lograr que se reproduzcan sistemática y continuamente las motivaciones para producir manteniendo y mejorando cuantitativa y cualitativamente los resultados?
- ¿Cómo articular el plan teniendo en cuenta las necesidades y preferencias de la sociedad?
- ¿Cómo lograr la armonía de la vida de la gente con la naturaleza?
Y estos tres ángulos suponen la constante comunicación, la información, el intercambio Estado-Empresas, Empresas-Territorios, Empresas-Empresas, Empresas-Ciudadanos, Estado-Ciudadanos, etc, y muy especialmente la participación efectiva de los integrantes de los colectivos laborales.
Cuando uno se representa el metabolismo socioeconómico de la sociedad cubana en transición socialista hay espacios visibles ocupados por componentes del conglomerado productor de bienes y servicios que tienen pulsación propia, sistema de relaciones y zonas de influencia no simplemente económica.
Estos componentes (empresas estatales, las pequeñas y relativamente no tan pequeñas empresas privadas, las cooperativas, las asociaciones, las empresas de capital mixto, etc.) interactúan con el Estado a través del plan, de las normativas jurídicas (los impuestos y las regulaciones de funcionamiento), y el control y fiscalización; entre sí, mediante intercambios regulados por planes, acuerdos, convenios y contratos, y con los usufructuarios de los bienes y servicios que producen. En ese conjunto de relaciones están las mercantiles, acotadas en diferentes niveles y magnitudes por las regulaciones vigentes.
Por ejemplo en las empresas del Estado
Las empresas del Estado, sujetas más que otras a la planificación y con reglas específicas consumen materias primas, energía, sus colectivos laborales generan trabajo calificado, se conectan con la sociedad a través de relaciones contractuales con otros componentes, y con la población –especialmente cuando producen bienes de consumo y servicios para esta-, producen un impacto ambiental y social local, generan un entramado específico de relaciones dentro del colectivo laboral, compromisos, deudas, obligaciones, afinidades y desencuentros, producen estructuras sociopolíticas que se rigen por normas específicas, son también componentes de un subsistema ramal mayor, se relacionan con institutos políticos territoriales, etc.
El desarrollo de un conjunto de relaciones específicas concernientes al colectivo laboral genera un nodo dinámico que deviene atractor para sus integrantes (y también para otros) y su campo de influencia cubre una parte importante del tiempo, el pensamiento y el accionar de los trabajadores que pertenecen a él.
La lógica de su existencia conduce a la necesidad de una proyección futura, que no es tampoco un asunto “económico” a secas. Si los trabajadores de una entidad empresarial no ven en esta un medio apropiado para su proyecto individual y familiar de vida, la productividad y la creatividad se verán seriamente amenazadas y muy probablemente anuladas y con ello se resentirá toda la economía.
La transformación de las empresas estatales cubanas puede tener futuro positivo si su proyección no es “económica” a secas, sino social, cultural. Los Lineamientos indican transformaciones que tienden a ello, pero aún es preciso generar cambios que otorguen un papel protagónico mayor al colectivo laboral y mayor autonomía a estos componentes, que son el fundamento y peso principal de la actividad económica del país [4].
Todo el entramado empresarial estatal tiene que ser ambivalente; esto es, formar parte del balance nacional de proyecciones y objetivos socioeconómicos y tener vida propia como nicho adecuado para conjugar los proyectos individuales y familiares de vida. Los objetivos individuales y sociales deben armonizar en su diferencia, algo comprensible cuando no se ven mecánicamente, uno “por encima” del otro, sobre todo cuando los objetivos sociales son definidos sin tener en cuenta a los individuos.
La acción consciente sobre los procesos sociales, siempre condicionados por las estructuras estables que produce la práctica (puede decirse lo social subjetivado) influye en las relaciones causales que no son puramente “objetivas” ni puramente “subjetivas”. Lo que determina la dirección de una acción social antes que esta se produzca, pasa inevitablemente por las estructuras mentales que ha producido antes la actividad humana, la práctica.
En consecuencia, el límite de la relación articulación-descentralización solo puede calificarse como eficiente o adecuado cuando se alcanza el máximo de creatividad posible y de espacio para la participación informada y consciente del colectivo laboral y de cada uno de sus integrantes en las decisiones, lo cual incluye el derecho del colectivo, dentro del marco y normativas que establezca la ley, a vetar las decisiones que considere improcedentes y responsabilizarse como colectivo con ello, con las consecuencias individuales del caso.
El modo en el que se constituye la nueva responsabilidad socioeconómica del colectivo laboral implica no solamente la ampliación de los derechos, sino también de los deberes, de las obligaciones. La mentalidad anterior, formada al calor de un paternalismo jurídico – económico, no cambiará porque se apele y explique que ahora, desde la conciencia y la ideología, hay que entender que eso no es conveniente. Tal enfoque Marx seguramente lo calificaría de idealista; puede ser útil para un discurso puntual, pero nada práctico para la transformación que hace falta realizar. Precisamente fue Marx quien explicó en sus tesis III; VII y VIII sobre Feuerbach que el ser humano es producto de las circunstancias, además de cambiarlas y que el individuo abstracto pertenece a una determinada forma de sociedad [5]. Ese cambio revolucionario no puede ser arbitrario, la modificación de las circunstancias y de la actividad humana “solo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria”, por lo que este será racional, efectivo, en la medida en que las circunstancias lo hagan viable, es ahí precisamente donde está la dialéctica que evita la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales estaría por encima de la otra.
El cambio tiene que venir la mano de la práctica consciente y esta solo puede producirse desde su aceptación, de ahí la importancia que ha tenido debatir los Lineamientos con el pueblo y la que tiene mantener abiertos a debate los problemas, en particular la necesidad de un enfoque teórico general de los cambios.
Si no cambian las relaciones intra e inter empresariales, las sociales, las jurídicas normativas, las contractuales, en otras palabras si el medio socioeconómico en el que tiene lugar la actividad humana no cambia, no será con apelaciones que cambiará la mentalidad, esta será repetidamente reproducida para la misma práctica que la generó.
Nos estamos refiriendo aquí a las empresas como columna vertebral de la economía nacional, pero lo esencial es válido para otros tipos de entidades económicas, con otros tipos y formas de propiedad, con las diferencias inherentes a cada caso.
Para que se produzcan los esfuerzos que permitan aprovechar las potencialidades productivas y creativas, hace falta el medio propicio, el sistema de relaciones que los requiera, que los reproduzca, que los incentive. Y eso tiene que ver no solo con que el trabajador sea remunerado adecuadamente, o con que este participe realmente y decida en el terreno de las proyecciones y actividad del colectivo laboral, sino que se responsabilice también individualmente con las pérdidas, con los errores de proyección, con los fallos generados por sus decisiones.
Una empresa estatal puede acordar formar un fondo con parte de las ganancias que le correspondan de acuerdo a la ley para compensar eventuales pérdidas, pero si no lo hace y esas pérdidas se producen, los integrantes del colectivo laboral no pueden ser en ese problema convidados de piedra. De otro modo no se cultivará la condición de propietario colectivo. Cuando se es dueño colectivo de algo se es tal para los beneficios, pero también para las pérdidas [6]. No es justo cargar a la sociedad en su conjunto lo que es responsabilidad de un colectivo laboral determinado.
Es un axioma que al socialismo no puede sobrarle nadie, pero también lo es que ninguna sociedad puede dar lo que no tiene, la cubana tampoco, y que si bien la sociedad tiene responsabilidades para con los ciudadanos, estos también las tienen para con la sociedad.
Naturalmente, para que las relaciones entre los componentes estructurales del entramado económico sean eficientes, tienen que tener en su base no solo prerrogativas orgánico-funcionales similares, sino también un intercambio de equivalentes no sujeto –salvo contadas y bien justificadas excepciones- a intervenciones puntuales desde el Estado, es decir cuando sea del más alto interés para el país; mientras, su funcionamiento continuará sujeto a las normativas generales vigentes.
El reconocimiento de la psicología del intercambio de equivalentes, estructura subjetiva estable, implica viabilizar su acción en las relaciones intra e interempresariales. Cuando se desconoce la presencia de esta estructura psicológica estable, se produce una inevitable contradicción que quizá pueda ser compensada por otros factores concomitantes durante cierto tiempo, pero a la larga tiende a imponerse, afectando el funcionamiento de estas relaciones, obstaculizando su fluidez, disminuyendo su eficacia [7].
La relación individuo – colectivo laboral requiere una visión dialéctica que exprese adecuadamente el conjunto de intereses en juego, que dé cabida a todos ellos, permitiendo que se realicen de modo adecuado y estable. Ello incluye la información, la explicación, la argumentación cuando haya obstáculos que los impidan y demoren, en interés del funcionamiento a mediano y largo plazo de un determinando componente autónomo del metabolismo socioeconómico, pero garantizando siempre en un tiempo razonable la fluidez en la realización de esos intereses.
Como se afirmó arriba, un principio socialista en este sistema de relaciones radica en que lo colectivo, lo social, debe primar en la transición socialista como parte no solo de la justicia necesaria, sino también de la educación que contrarreste el individualismo heredado del capitalismo cultor del egoísmo, pero no como la anulación del individuo, de sus necesidades particulares y rasgos específicos, sino como la seguridad, la protección de todos los individuos con sus necesidades particulares y rasgos específicos.
En este plano hay una responsabilidad de primer orden para los encargados de coordinar el funcionamiento del colectivo laboral, de viabilizar la plena participación de los trabajadores; para quienes tienen mayor responsabilidad en la dirección del proceso productivo, la administración cotidiana, la gestión económica y para las organizaciones sociopolíticas que deben velar desde su espacio específico y enfoque participativo por el buen funcionamiento de la entidad correspondiente.
Por ello es fundamental el reconocimiento en la práctica de la condición de copropietarios colectivos de los medios a disposición del colectivo laboral para su participación eficiente en el metabolismo socioeconómico. De ello parte la obligación de tener en cuenta a todos sus integrantes, de no acumular deudas de información, de no obstaculizar las buenas iniciativas que de ellos se desprendan y de tener normativamente respaldada la participación.
Por esa razón, las decisiones arbitrarias de individuos o grupos que constituyen acciones modificadoras de esa relación, en el mejor de los casos (o sea, cuando están bien intencionadas y son correctas) siempre necesitaran de un proceso de apropiación individual por derecho ciudadano de quienes integran el colectivo y en ese proceso puede existir disparidad de criterios. La acción consciente sobre los procesos sociales, siempre condicionados por las estructuras mentales estables que produce la práctica, puede decirse lo social subjetivado, influye en las relaciones causales que no son puramente objetivas ni puramente subjetivas. Lo que determina la dirección de una acción social antes que esta se produzca pasa inevitablemente por esas estructuras mentales que ha producido la práctica. Por ello, la más amplia participación de todos es indispensable.
Sobre la salida de los problemas económicos
Como afirmamos arriba, cuando se agudizan los problemas económicos, se afectan todas las esferas de la vida social. Súmese a eso la deuda que tiene el proceso de construcción socialista cubano por las deficiencias que arrastra en la articulación de las actividades económica, organizativa, jurídica normativa e ideológica política.
Cuando hay medidas políticas y jurídicas que obstaculizan las soluciones económicas, la lógica elemental indica que es imprescindible realizar cambios en esos planos, buscando viabilizar el funcionamiento fluido de la actividad económica sacando el máximo posible a las potencialidades del país. En el espíritu y medidas concretas contenidas en los Lineamientos está precisamente ese propósito, pero esas potencialidades en las condiciones actuales y en plazos razonables de tiempo no se incrementan, constituyen digamos el piso de las capacidades económicas del país, su aprovechamiento una vez resueltos los principales obstáculos políticos, organizativos y jurídicos para alcanzarlo, tiene un tope. Por ello, es preciso también hablar de ahorro y acumulación para invertir.
En consecuencia, cuando se emprende una reforma económica de la envergadura que suponen los Lineamientos, se necesitan más que nunca la disciplina, el orden y la cohesión de la sociedad, el ahorro, formas eficientes de distribución del producto social, pero también el desarrollo de una teoría general de la transición socialista en Cuba, el seguimiento sistemático de las consecuencias sociales de la reforma, el acompañamiento gradual y efectivo de los cambios en los planos organizativo, político y jurídico normativo y no en último lugar convertir todo el proceso en una gran escuela de pensamiento socialista.. De lo contrario sobrevendrá el estancamiento del proceso.
Economía… política; ¡Valga la redundancia!
Ni los economistas pueden resolver “económicamente” los problemas de la sociedad, ni los psicólogos hacerlo “psicológicamente” ni los políticos “políticamente”, ni los ideólogos “ideológicamente”.
No puede existir una economía en abstracto, como tampoco una sociología, una política o una ideología. No puede pensarse la economía separada de la cultura, del estilo de vida, de las preferencias sociales culturalmente sedimentadas.
Por la misma razón, la ciencia sobre la economía necesita el enfoque multidisciplinario que tenga en cuenta la sociología política, la ideología, la psicología social, los hábitos, las preferencias, las motivaciones, el medio ambiente, la ecología. Una ciencia sobre la economía que se atenga solo a las estadísticas, a las cuentas y a un modo de interpretarlas, no puede referirse a las personas y estructuras sociales realmente existentes, sino a la imagen que de estas tienen los que ven la economía “económicamente”, relación que inevitablemente diferirá de la realidad en un grado inaceptable o, cuando menos, muy riesgoso.
Hay quien ha hecho una distinción esquemática, mecánica, entre la ciencia económica y la ciencia política, afirmando que las leyes de la economía constituyen la ciencia y la política queda constreñida a la aplicación de las conclusiones científicas de la ciencia económica. O sea, la ciencia corresponde a las regularidades económicas, su estudio y sistematización ofrece las conclusiones para la vida, mientras que la política es la práctica que se ocupará de aplicar las conclusiones científicas de la economía.
Ese enfoque parte de una absolutización del papel de la economía en la sociedad, constituye una generalización impropia del concepto marxista del determinismo económico
Pensar que la economía -o el enfoque desde la economía- sirve para definir o pautar cualquier problemática social esperando que los actores sociales reaccionen acorde con lo que se espera por las “leyes económicas” es en extremo aventurado.
Sólo en condiciones del metabolismo económico de orientación socialista es posible comenzar a superar la dictadura de la economía sobre la sociedad e integrar los saberes psicológico, sociológico, ideológico, político, antropológico, ecológico al crearse las bases para una mirada integral ajena a intereses corporativos y egoístas.
Lo dicho arriba no significa que ya con el predominio de la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción, el poder político de definición socialista y el papel de la planificación se hará que automáticamente se produzca el enfoque integral.
El desarrollo de la teoría sobre la transición socialista en Cuba exige que el mundo académico y quienes sintetizan las líneas de desarrollo económico sigan siempre el ejemplo de la práctica política histórica de la revolución cubana. “Si el país ha logrado avanzar hasta el presente –explica el destacado economista José Luis Rodríguez García-, venciendo obstáculos que parecían infranqueables, ha sido porque en la política económica aplicada para el desarrollo siempre se han considerado los elementos económicos unidos a los aspectos sociales y políticos, pero sobre todo sobre todo porque no se han cometido errores estratégicos, al mantener la premisa de que en el socialismo los factores políticos tienen prioridad” [8], a lo que sumaría la necesidad de mantener el diálogo permanente con el pueblo sobre los temas fundamentales.
La supervivencia del objetivo socialista, la capacidad de la sociedad de embridar las relaciones mercantiles, dependen de no perder la perspectiva política socialista en las decisiones sobre las medidas para estimular la producción de bienes y servicios.
Solo con una amplia y democrática participación social en la formulación de las políticas, en su control y eventuales rectificaciones, junto con un estilo integrador del Estado en tanto coordinador de las políticas es posible desarrollar positivamente la economía política de la transición socialista cubana. Junto con ello, la participación de las ciencias sociales en el desarrollo de la teoría sobre la transición socialista en Cuba (parte la cual es la teoría económica) requerirá también del análisis crítico de las esferas establecidas del conocimiento científico que disponga al mundo académico a dejar atrás compartimentos aislados de los saberes, la tendencia a explicarse los procesos sociales desde los sistemas específicos de las distintas ciencias y apreciar sin prejuicios el comportamiento complejo real de los procesos.
Estudiar el consumo
En trabajos anteriores he insistido en la necesidad imperiosa de estudiar el consumo, como un elemento fundamental en los planos práctico y teórico de la economía política de la transición socialista.
Una de las aristas fundamentales a estudiar en el metabolismo socioeconómico de la sociedad cubana en transición socialista y junto con ello de la relación individuo-sociedad es la relativa al consumo, el consumo como vía para la satisfacción de necesidades sociales, esto es, la relación entre el aparato de producción de bienes y la sociedad y los individuos que la integran.
Esta relación tiene lugar a través del sistema de comercialización, de la política de precios, de las políticas sociales (por ejemplo para determinar la distribución de recursos energéticos y otros insumos para el sistema de atención médica, el sistema educacional, etc.).
En la fase del cambio, en la cual los individuos se vinculan con segmentos determinados del sistema de comercialización se produce una influencia de lo producido en la persona, pero ésta acude con estructuras previas que condicionan su elección, su decisión de cambiar su dinero por un producto o servicio determinado.
La información que puede aportar un pensamiento racional, científico, sobre el consumo en el socialismo cubano, es la base para entrarle al problema desde dos ángulos: de una parte para hacer una mejor planificación de la producción de bienes y servicios y, de otra, para adelantar una eficiente orientación de la demanda y con ella ejercer una influencia en las estructuras mentales previas que determinan finalmente la elección, además de que la acción consciente del Estado en el proceso productivo permite contribuir a realizar un mejor ofrecimiento al ciudadano.
No puede pensarse en una planificación socialmente eficiente, si no se tienen en cuenta las variables principales relacionadas con el consumo, con las necesidades y preferencias de los ciudadanos que se cubren a través del cambio y estas no pueden ser determinadas arbitrariamente, necesitan orientación, pero no solamente la orientación de los ciudadanos que las satisfacen mediados por el proceso de comercialización, sino la de todo el proceso de definiciones en la planificación.
Es en primer lugar a través del plan que se embridan las relaciones mercantiles, pero este será eficiente, en última instancia, en la medida en que se conozcan y reconozcan las necesidades y preferencias de la sociedad en materia de consumo. No es con una operación contable del tipo elemental: “tanto dinero hay circulando, tantos productos se ofrecen en el mercado”, que se asegura un plan eficiente. Esta no es una relación únicamente económica, aunque se produce en la esfera económica. Hay una diferencia entre lo que los individuos quieren y aquello a lo que tienen acceso en el sistema de comercialización, diferencia que solo puede ser disminuida, si se tiene suficiente información acerca de las necesidades y preferencias de las personas y si el trabajo de orientación de la demanda para que esta sea racional, saludable y responsable, resulta un eslabón eficaz entre la planificación y la sociedad [9].
El objetivo de estabilizar un consumo racional, saludable y responsable exige primero definir los criterios acerca de estas tres calidades indisolublemente vinculadas entre sí en el proceso social del consumo.
Primero es importante repasar el propio concepto de consumo. Como es natural, todas las sociedades son “de consumo”, el socialismo obviamente también.
Los seres humanos viven intercambiando sustancias con la naturaleza, con el medio en el que vive, somos consumidores de agua, alimentos, aire, es una condición elemental de subsistencia, sin ella cesa la vida. El consumo, por tanto, tiene una determinación biológica, pero tiene también una determinación humana, social, cultural, que se torna “necesaria” más allá de la determinación biológica, al punto que alguien puede preferir dejar de comer antes que salir “mal vestido” a la calle.
No es posible separar estas dos variables del consumo, la natural y la social. El ser humano necesita los medios de subsistencia, pero no de modo elemental y uniforme [10]. Crecemos y nos desarrollamos con hábitos de vida que heredamos y también transformamos, que van haciendo “necesarios” los medios de subsistencia con las características que son para nosotros habituales y conforman nuestros gustos y preferencias. Lo que nos hace sentirnos bien no es satisfacer nuestras necesidades “de cualquier manera“, sino del modo que nos resulta significativo y adecuado a nuestra cultura. Socialmente, nuestras necesidades exigen una contrapartida en medios de satisfacerlas, los cuales tienen una configuración y propiedades predeterminadas, por lo que si el consumo carece de esas características estamos insatisfechos, aunque se cubran, por ejemplo, las necesidades biológicas.
Ese lado cultural que se proyecta subjetivamente es el terreno en el cual la publicidad mercantil capitalista hace su trabajo de construir necesidades artificiales, haciendo necesitar a las personas lo que no necesitan realmente con la única finalidad de incrementar sus ganancias, sin importar las consecuencias negativas en la sociedad y la naturaleza. Pero ese también es el terreno en el cual puede y debe trabajar la investigación y orientación del consumo en una sociedad en transición socialista en función del bienestar general y de la preservación del medio ambiente y los recursos naturales.
El consumo racional
Este es el ángulo más identificado con el metabolismo socioeconómico de la sociedad en transición socialista, pero -como ha sido analizado desde el principio- tampoco puede concebirse en un plano puramente “económico”.
En primer lugar, el propio concepto o calidad de racional es polisémico. Puede entenderse como todo lo relativo a la razón, también como “ajustado”, “eficiente”, ahorrativo”, puede entenderse como aquello que se considera conveniente por responder a leyes, a relaciones causales que se esperan con seguridad.
Obviamente, lo que se considerará o no “racional” no entra exclusivamente en el terreno de las proporciones, sino también en el de los significados y ello depende inevitablemente de los criterios predominantes, de los gustos y las preferencias. La “racionalidad” de una economía basada en la propiedad privada, la explotación del hombre por el hombre y la ley de la ganancia no puede ser igual a la “racionalidad” de una economía basada en la propiedad social, la justicia y el bienestar de toda la sociedad.
Pero el anterior es el ejemplo extremo. También dentro de una sociedad en transición socialista puede considerarse “racional” -por el significado que se le otorga- un gasto no respaldado “económicamente”. Tal es el caso del precio de la leche que se asegura para todos los infantes cubanos hasta los 7 años. Es un gasto racional, pero no debe su racionalidad a las leyes económicas, las cuales solo pueden invocarse si se considera una inversión a futuro por lo que significa para la salud de los futuros productores, sino al significado social de equidad y justicia que entraña el ideal socialista y en el caso particular de Cuba por constituir hoy un valor sedimentado en la conciencia ciudadana. No quiere esto decir que todos los significados que se otorguen a un modo de distribución del producto social no respaldado económicamente, pero que se considere “racional” por quienes adoptan esa decisión estará siempre socialmente justificado.
Dado que lo “racional” entra también en el terreno de los criterios, el derecho a opinar lo tienen todos los ciudadanos, por lo que nuevamente aparece la importancia de estudiar el consumo.
El consumo saludable
Cuando se habla de consumo saludable, casi siempre se piensa en primer lugar en el consumo de alimentos inocuos y nutritivos en cantidad y calidad apropiadas para preservar la salud, evitar enfermedades y mantener una calidad de vida satisfactoria.
Los hábitos en el consumo de alimentos si bien hacen necesarios algunos predeterminados, ello no significa que ese consumo sea 100% saludable, puede ser incluso no saludable. Los ejemplos son muchos, el alcohol, los picantes, las carnes rojas, etc.
El consumo saludable tiene que ver también con la vestimenta. El hábito de usar trajes con cuello y corbata en un país del Caribe en pleno verano es un ejemplo de ello.
El empleo de transporte automotor para cualquier movimiento reduce las oportunidades de ejercitación física, además de dañar el medio ambiente.
El uso indiscriminado de la comunicación por computadoras a través de las redes sociales, reduce el contacto humano directo, crea una nueva necesidad que puede terminar siendo adictiva y desnaturalizando el concepto que se tiene del otro.
La lista obviamente es mucho más larga. El desarrollo de los conocimientos científicos va descubriendo nuevos efectos de los hábitos de consumo en la salud humana.
Este es uno de los terrenos donde la orientación del consumo es fundamental para la sociedad, en particular para una que se encuentra en un proceso de transición socialista que persigue como objetivo esencial el desarrollo sano, multilateral positivo del ser humano.
El consumo responsable
Enfocar la condición social del consumo no implica solamente las propiedades de lo que resulta racional y saludable, además de necesario; lo que entraña de hecho la necesidad de una actitud responsable; aquí influyen también otros factores que pesan en el proceso de cambio y consumo.
En primer lugar la noción de seguridad asociada a la noción de futuro. El futuro es una noción posible por la existencia de la humanidad, del pensamiento abstracto. Se refiere a algo que no ha ocurrido, una hipótesis de lo que puede ocurrir. El consumo responsable tiene en cuenta el futuro, la seguridad. Implica el reconocimiento de la necesidad de preservar las fuentes de abasto que ofrece la naturaleza, implica obviamente la preservación de la salud, las nociones de equidad y justicia social, la ética.
Hablar de consumo “responsable” es algo vedado para el modo de producción capitalista, su naturaleza explotadora y egoísta anula toda responsabilidad hacia la protección de la humanidad y la preservación de la naturaleza, por más que la publicidad enmascara sus reales intenciones. Todo lo contrario. La responsabilidad en el consumo pasa a ser posible solamente a escala individual, familiar o grupal, pero por mayor nivel que se alcance en la conciencia individual y de grupo sobre lo que puede significar el consumo para su salud y bienestar, no se desarrollan los resortes que anulen eficientemente la publicidad y la irracionalidad productiva del sistema. Todos continúan amenazados por la irracionalidad del sistema, que tiene efectos desastrosos no solo sobre las sociedades capitalistas concretas, sino sobre el mundo en general.
Solamente cuando se emprende una transición socialista se crean las bases materiales y espirituales para desarrollar una actitud social responsable hacia el consumo. Esa actitud responsable implica la necesidad de estudiarlo y elaborar los contenidos para su mejor orientación.
Aquí considero preciso recordar que el cese del funcionamiento del Instituto Cubano de Investigación y Orientación de la Demanda Interna (ICIODI) cortó un proceso de desarrollo en el pensamiento cubano sobre el consumo socialista que se nutría con información proveniente de las necesidades y preferencias de la ciudadanía. Con el proceso de superación del período especial resurgieron las investigaciones sobre el consumo, pero restringidas a productos determinados, a entidades comerciales específicas, o sea, de modo insuficiente y fragmentado, como marketing, no como economía política. Por ello considero importante pensar en el modo de sistematizar el estudio del consumo en Cuba, creando las capacidades institucionales correspondientes.
El estudio del consumo en el socialismo es un interés no solamente económico, sino también sociopolítico al contribuir eficientemente al mantenimiento del equilibrio y la estabilidad social.
Notas
[1] Profesor Titular e Investigador Titular del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, Vicepresidente de la Cátedra de Comunicación y Sociedad, Licenciado en Ciencias Políticas, Diplomado en Teoría del Proceso Ideológico, Doctor en Ciencias Filosóficas. C.e. dmachado@enet.cu
[2] Un excelente artículo del profesor Dr. Ernesto Molina Molina en la revista Cuba Socialista Nro. 56, Tercera Época, 2010, donde afirma en la página 14 que “La economía Política es la ciencia madre de todas las Ciencias Económicas (…). Sin esa ciencia madre no es posible elaborar una estrategia de largo alcance para el desarrollo de la nación”, ha motivado las líneas que siguen.
[3] Un debate que debe ser plural. Cualquier ejercicio que intente una de las muchas variantes de generalizar posiciones, puntos de vista y establecer categorías o tipos, puede ser válida para un análisis que pretenda ofrecer una panorámica general, pero una polémica constructiva no puede desde el inicio etiquetar a los posibles participantes. Una división, por ejemplo, entre “estatistas”, “pragmáticos” y “autogestionarios”, no es saludable para un debate inclusivo porque contiene a priori –aunque no lo declare- un Estado opuesto a la autogestión, una autogestión opuesta al Estado, una autogestión opuesta al sentido práctico, etc., lo cual nada tiene que ver con las justas críticas y la lucha contra el burocratismo, el verticalismo, el autoritarismo, el pragmatismo, el secretismo, el corporativismo, etc.
Las etiquetas establecen un encasillamiento que obstaculiza apreciar el grano racional de los diferentes enfoques, lo que debilita y puede anular la intención constructiva del análisis y la crítica. La verdad es mezcla y nadie es dueño absoluto de ella. El diálogo no puede significar que “tú y yo debatimos hasta que te des cuenta que yo tengo la razón”. Todos aprendemos.
[4] Por ejemplo, el lineamiento que indica que las empresas pagarán a los Consejos de la Administración Municipal donde operan sus establecimientos un tributo territorial definido centralmente para contribuir al desarrollo de la localidad, el que indica que las empresas podrán crear fondos para el desarrollo, las inversiones y la estimulación a los trabajadores, el que otorga independencia para aprobar las plantillas de cargos, el que permite aprobar precios y realizar rebajas en sus producciones y servicios, entre otros que tienden al reconocimiento de la empresa como componente fundamental del metabolismo socioeconómico del país, pero quedan muchas interrogantes y espacios para avanzar en este terreno, temas tales como quiénes decidirán sobre el empleo de los fondos que cree la empresa, si con respaldo en esos fondos la empresa puede recibir créditos bancarios, si con esos fondos la empresa podrá cubrir eventuales pérdidas, cómo afectarían las pérdidas los ingresos de los integrantes del colectivo laboral, quién decidirá la modificación de las plantillas, etc.
[5-III] La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Robert Owen).
La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.”
[5-VII] Feuerbach no ve, por tanto, que el "sentimiento religioso" es también un producto social y que el individuo abstracto que él analiza pertenece, en realidad, a una determinada forma de sociedad.
[5-VIII] La vida social es, en esencia, práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo, encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esa práctica.
[6] Ver texto en proceso editorial “La propiedad social como cultura”
[7] “El socialismo no puede obviar la división social del trabajo, lo que quiere decir que no puede obviar el intercambio de mercancías entre productores diferentes, que sigue teniendo la mediación del valor, pero desde el inicio mismo del cambio de la realidad capitalista en dirección a una nueva realidad socialista no puede aceptar como único criterio de ese intercambio el valor de los productos.
“Las mentalidades, sin embargo, están en gran medida condicionadas a tal aceptación y tanto para evitar excesos como para evitar insuficiencias hay que educar, argumentar y lograr el consenso alrededor de las acciones de distribución; es decir, lograr una nueva cultura que cambie las reglas de la convivencia, igualando por consenso una parte de las desigualdades reales. Y no todas, porque la pretensión de una igualación total de la distribución sería inaceptable para el constructor socialista en la transición y produciría pobreza. El objetivo del trabajo es también objeto del desarrollo de una nueva cultura que identifique el proceso social del trabajo con las necesidades sociales y no sola y simplemente con la solución de las necesidades individuales. Ello también requiere una transformación cultural en los conceptos de progreso, felicidad y bienestar que identifique el destino propio con el de todos y que, reconociendo la diversidad, rechace el beneficio individual a costa de la infelicidad de los demás.” (Ver: Darío L. Machado Rodríguez, “¿Es posible construir el socialismo en Cuba?”, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2006, p.80.)
[8] José Luis Rodríguez García, “Notas sobre la economía cubana”, Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinillo, La Habana, 2011, p. 52.
[9] “El socialismo no puede obviar la división social del trabajo, lo que quiere decir que no puede obviar el intercambio de mercancías entre productores diferentes, que sigue teniendo la mediación del valor, pero desde el inicio mismo del cambio de la realidad capitalista en dirección a una nueva realidad socialista no puede aceptar como único criterio de ese intercambio el valor de los productos.
“Las mentalidades, sin embargo, están en gran medida condicionadas a tal aceptación y tanto para evitar excesos como para evitar insuficiencias hay que educar, argumentar y lograr el consenso alrededor de las acciones de distribución; es decir, lograr una nueva cultura que cambie las reglas de la convivencia, igualando por consenso una parte de las desigualdades reales. Y no todas, porque la pretensión de una igualación total de la distribución sería inaceptable para el constructor socialista en la transición y produciría pobreza. El objetivo del trabajo es también objeto del desarrollo de una nueva cultura que identifique el proceso social del trabajo con las necesidades sociales y no sola y simplemente con la solución de las necesidades individuales. Ello también requiere una transformación cultural en los conceptos de progreso, felicidad y bienestar que identifique el destino propio con el de todos y que, reconociendo la diversidad, rechace el beneficio individual a costa de la infelicidad de los demás.” (Ver: Darío L. Machado Rodríguez, “¿Es posible construir el socialismo en Cuba?”, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2006, p.80.)
[10] Para ampliar sobre el tema de las necesidades y el consumo puede consultarse: Darío L. Machado Rodríguez, “La persona y el programa del socialismo en Cuba”, Editorial Vadell y Hnos., Caracas, 2010, pp. 91-126.
Y Morazán vigila...
3 de Outubro de 2012, 21:00 - sem comentários aindaDesaguizados técnicos y meteorológicos me impidieron compartir con ustedes estos dos trabajos del Profesor hondureño Pablo Portillo en la fecha homenaje al natalicio de la excelsa figura de Morazán: sin embargo, nunca es tarde para conocer más de nuestros proceres:
Francisco Morazán y la unidad de Centroamérica
Por Pablo Portillo de Jesús*
Francisco Morazán Quezada nació en Tegucigalpa el 3 de octubre de 1792, sus padres fueron Eusebio Morazán Alemán y Guadalupe Quezada Borjas, sus primeros un conocimientos los adquirió en la Escuela de Tegucigalpa y luego continuó superándose como autodidacta, gracias a su excelente memoria y a su extraordinaria disciplina.
Desde temprana edad mostró interés por adquirir diversos cocimientos, especialmente por su interés en la lectura y por su comunicación con personas ilustradas de la provincia; a temprana edad y por algún tiempo permaneció en Texiguat, donde estuvo bajo el cuidado del sacerdote de ideas progresistas, Francisco Antonio Márquez.
De regreso a Tegucigalpa, en compañía de su padre, encontró trabajo en el despacho del señor León Vásquez y en la biblioteca del Licenciado Dionisio de Herrera tuvo la oportunidad de aumentar sus conocimientos, allí leyó libros de autores importantes, entre otros, John Locke, Montesquieu, Juan Jacobo Rousseau, Alexis de Tocville, etc.
El 30 de diciembre 1825 Morazán se casó con María Josefa Lastirí Lozano, nacida el 20 de octubre de 1792, con quien tuvieron una única hija, Adela Morazán Lastirí. María Josefa fue una mujer admirable que hizo causa común con los trabajos políticos de su esposo y compartió sus ideales de independencia y unidad de Centroamérica.
La unión centroamericana, integrada por Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica a raíz de la independencia de 1823 fue precedida por Manuel José Arce, quien asumió ilegalmente el cargo de Presidente de las Provincias Unidas de Centroamérica (1825-1829), pues quien salió electo fue José del Valle.
Manuel José Arce se enemistó con Dionisio de Herrera, Jede Estado de Honduras, pues “desaprobaba sus desafueros legales, esa administración se había iniciado con un evidente fraude contra José Cecilio del Valle, primo de don Dionisio y por allí deben haberse alimentado algunos odios”. (Julio Escoto).
El 4 de abril de 1827el ex Vice Jefe hondureño, José Justo Milla, atendiendo órdenes de Manuel José Arce, invadió Honduras desde Guatemala, sitió y prendió fuego a gran parte de Comayagua, “de 18.000. 00 habitantes solo quedó con 8,000.00” y depuso a Dionisio de Herrera y, después de hacerlo prisionero lo obligó a caminar a pie hasta Guatemala.
Morazán fue hecho prisionero en Ojojona donde permaneció durante 22 días y de allí se escapó, viajó a San Miguel, El Salvador, y luego a León, Nicaragua, donde consiguió recursos para regresar a liberar a su patria; enfrentó al traidor Justo Milla en la Trinidad el 11 de noviembre de 1827, obteniendo un triunfo definitivo, “dando a conocer por primera el brillo de su espada” (Lorenzo Montufar).
Desde esa histórica batalla, Morazán ejerció influencia política en el escenario de Centroamérica. Después se trasladó a Comayagua, capital de Honduras, y, a partir del 26 de noviembre de 1827 asumió el cargo de Jefe del Estado de Honduras constitucionalmente, sustituyendo a Dionisio de Herrera, cargo que ejerció hasta el 30 de junio de 1830.
Morazán se solidarizó con varios países de Centroamérica y, a principios de julio, dejó el gobierno en manos del vice Jefe Diego Vijil, y salió en apoyo de los salvadoreños quienes necesitaban defenderse de la embestida reaccionaria de Manuel José Arcey derrotó a los enemigos de la unidad centroamericana en Gualcho, Departamento de Usulután, el 6 de julio de 1828.
Posteriormente se dirigió a Guatemala a enfrentar a los enemigos de la unidad Centroamérica, el 12 de abril de 1829 el Jefe de Estado de Guatemala Mariano Aycinena capituló, y el día siguiente la Plaza Central fue ocupada inmediatamente por las fuerzas de Francisco Morazán, y procedió a restablecer el orden constitucional.
Francisco Morazán recibió la noticia en Comayagua de que había sido electo en Guatemala para ejercer la Presidencia de Centroamérica, así como el llamamiento del Gobierno Federal y la invitación de sus amigos para que se presentare a la mayor brevedad a rescatar la unidad de Centroamérica.
El acto de traspaso de poder se hizo efectivo el 16 de febrero de 1830, en esa fecha el Presidente del Congreso, entre otras palabras, expresó: “La noble espada del guerrero patriota batió el fanatismo y la tiranía, conservó las instituciones… y segó los planes odiosos de la reacción”.
Francisco Morazán, al tomar posesión de su cargo expresó “El pueblo soberano me manda colocarme en el más peligroso de sus destinos…Ofrezco sostener la Constitución Federal que he defendido como soldado y como ciudadano”. “La alianza de los pueblos americanos, aunque se ha frustrado hasta ahora, no está lejos el momento de ser puesta en práctica esta combinación admirable”. (Ángel Zúñiga Huete)
El 16 de septiembre 1834 concluyó el período presidencial Francisco Morazán; el 2 de marzo de 1834 José Cecilio del Valle, quien había resultado nuevo Presidente de Centro América, falleció de muerte natural; en esa fecha el Congreso Federal hizo la nueva convocatoria a elecciones presidenciales y el 2 de febrero de 1835 declaró electo a Francisco Morazán para un segundo período.
Guatemala, como asiento del clero, fue el centro principal desde donde se impulsaba la desintegración de Centroamérica, esta institución era la quinta columna de la intriga que atentaba permanentemente contra la paz en nuestra región, acosada por todos los fuerzas reaccionarias enemigas de la unidad de la patria centroamericana.
MORAZÁN, CENTROAMERICA Y LA JUVENTUD
Por Pablo Portillo de Jesús*
El 21 de marzo de 1936 se reunió en San Salvador la novena legislatura Federal y ante ella Morazán rindió el informe de su gestión administrativa como Presidente reelecto de la Federación, en esta ocasión destacamos, entre otros, los siguientes puntos:
“El tratado para la apertura del Canal de Nicaragua con la colaboración del gobierno holandés no fue posible suscribirlo por dificultades con el gobierno de Inglaterra y por la Imposibilidad de rescatar la soberanía de Centroamérica sobre Belice por la oposición irracional del gobierno del Reino Unido”.
Reconocimiento de los siguientes derechos humanos: “libertad de cultos, inviolabilidad de la correspondencia, libertad de prensa, libertad de palabra y de asociación”. También reiteró la importancia de la paz, la integridad de las instituciones, la devolución de Belice al dominio de Centroamérica, etc.
Con respecto a la educación de la juventud expresó: “La educación de la juventud de esa porción escogida para regir algún día los destinos de la República, ha merecido muy particularmente la atención del gobierno. Un pueblo que, rompiendo las cadenas de la esclavitud, se arroja en el camino de la libertad, no puede marchar sin tropiezos por él”.
Al referirse a la educación dijo: “Hablo de la sencilla educación popular que… es el alma de las naciones libres”. Además hablo de la necesidad de la educación del pueblo para la vida de la democracia. etc.; pero no habló de la “democracia secuestrada”.
El 1 de febrero de 1839 concluyó el segundo periodo como Presidente de Centroamérica, al respecto Lorenzo Montufar ha afirmado que las revueltas internas de Guatemala impidieron que se hicieran elecciones para renovar las autoridades federales; “la unión estaba rota, la república había muerto”.
La Asamblea Legislativa salvadoreña conoció los resultados de las elecciones practicadas para los cargos de autoridades supremas, y el 8 de julio de 1839 declaró electo Jefe de Estado a Francisco Morazán, cargo que desempeñó hasta el 8 de abril de 1840.
Las fuerzas reaccionarias de Centroamérica se movilizaron nuevamente contra los sectores partidarios de la paz; el 15 de septiembre de 1839 Morazán salió de San Salvador y, los reaccionarios al conocer su ausencia, secuestraron a su esposa y a toda su familia e hicieron saber a Morazán que los rehenes serían ultimados si no abandonaba el cargo.
Morazán respondió a los reaccionarios: “Los rehenes que mis enemigos tienen en su poder, son para mí sagrados y hablan vehemente a mi corazón; pero soy el Jefe del Estado y mi deber es atacar. Pasaré sobre los cadáveres de mis hijos, haré escarmentar a mis enemigos, y no sobreviré un solo instante a tan escandaloso atentado”. Morazán atacó con rapidez y rescató a su familia.
El 8 de abril de 1840 Morazán reiteró una vez más su amor a la unidad centroamericana, al abandonar voluntariamente el cargo de Jefe de Estado de El Salvador y se marchó al exilio a fin de evitar que las fuerzas reaccionarias y los miembros del clero pusieran de pretexto su persona para combatir la unidad de la región.
Al retirarse de su cargo Morazán fijo su domicilio temporal en David, antes perteneciente a Colombia y allí escribió su célebre Manifiesto de David, el 16 julio 1840, y en él denunció a la cúpula de la iglesia católica, especialmente al sacerdote y marques Juan José de Aycinena por hacer causa común con los enemigos de la unidad centroamericana.
“No es vuestra patria (les dijo) porque en 1812, que por primera vez se ventilaron los derechos de los americanos, vosotros hacías de injustos jueces, de viles denunciantes y de falsos testigos contra los amigos de la independencia”.
“Es nuestra patria (señaló), porque en la misma época nosotros difundimos ideas de libertad y de independencia en el pueblo, sin que vuestras amenazas nos arredrasen ni nos intimidase la muerte”.
El Presidente de Perú, Mariscal Gamarra, le envió una carta a David invitándolo para que se hiciera cargo del Ministerio de Guerra; declinó esta invitación y tuvo la delicadeza para no decirle que la espada de Morazán solo estaba al servicio de la libertad, la independencia y unidad de Centroamérica.
En esa misma época partió a Lima donde permaneció cuatro meses en aquel país; pero al tener conocimiento que en Centroamérica ocurrían nuevos hechos extraordinarios pues, el 12 de agosto de 1841, el superintendente inglés de Belice exigió al comandante del Puerto de San Juan del Norte que reconociera al jefe que los británicos habían designado.
Tomó la decisión de regresar a su patria, llegó al puerto de la Unión de El Salvador y, desde allí, envió un mensaje a los gobernantes de la región el 16 de febrero de 1842 titulado “Manifiesto contra el colonialismo británico”, en donde les proponía: “señálesenos el lugar que debemos ocupar y el jefe a quien debemos obedecer”.
Y finalizó su mensaje con estas palabras: “Si a los centroamericanos se les coloca entre la humillación y la guerra, elegirán siempre el último partido aun cuando tengan la certeza de no poder salvar más que el honor”.
El 15 de septiembre de 1842, las fuerzas reaccionarias de Centroamérica lo asesinaron en San José de Costa Rica; uno de sus últimos pensamientos fue para la juventud a quien encomendó la liberación de su patria.
“Alta es la noche y Morazán vigila” (Pablo Neruda)
*Profesor de Educación Superior, Tegucigalpa, Honduras
Enviado por su autor
Imagen agregada RCBáez
Boletín de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado
2 de Outubro de 2012, 21:00 - sem comentários aindaA partir de este número 18, el Boletín pasa a recibir el nombre de “Revolución”: lea en esta Editorial el por qué de ello
Boletin-Revolucion-OAH-CE-18-octubre-2012.pdf
Para descargar los boletines anteriores vea:
O http://cubacoraje.blogspot.com/p/boletin-de-la-oficina-de-asuntos.html
Índice de este número:
Editorial / 3
Artículos
Estos entrañables hermanos serán eternos mientras la eternidad exista / 4
Aniversario XV del Memorial Ernesto Che Guevara / 5
Homenaje
A los mártires del 26 de julio / 7
Efemérides del mes
Octubre por Rolando Dávila / 8
Tributo a los caídos
Camilo y Che / 9
Monumento del mes
Conjunto Escultórico Ernesto Che Guevara / 10
Objeto Histórico
Pertenencias del Che / 11
Documento de archivo
Dibujos del Che / 12
Informaciones
Título que rinde homenaje a Camilo / 13
Otra vez la Cátedra de Celia / 13
Servicios / 13
Editorial
Esta edición está dedicada al 45 aniversario de la caída en combate del comandante Ernesto Che Guevara, y al 15 de la llegada de sus restos mortales a Cuba.
Continuaremos recordando a los mártires de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, a través de la sección Homenaje y de una nueva [sección] que hemos nombrado 26 de Julio, en evocación al 60 aniversario de estas acciones el próximo año. En ella aparecen fragmentos de La historia me absolverá en forma de décimas escritas por Juan Camacho, un hermano puertorriqueño, amigo de la Revolución cubana.
Las acostumbradas informaciones se refieren a la Cátedra de estudios Celia Sánchez y al libro iconográfico “Camilo eternamente presente”, que publicará nuestra Oficina.
Desde hace varios meses muchos de nuestros lectores nos han solicitado que personalicemos este Boletín, en correspondencia con el contenido que refleja. Después de semanas de análisis hemos decidido nombrarlo Revolución, retomando el nombre y la misma tipografía del órgano clandestino del Movimiento 26 de Julio.
El primer órgano nacional del Movimiento para divulgar los hechos y acciones contra la dictadura batistiana se llamó Aldabonazo, que tuvo dos ediciones en
1956, la primera el 15 de mayo y la segunda el 25 de agosto. El nombre “Aldabonazo” fue sustituido por el de “Revolución”, y la edición inaugural con esta denominación circuló la primera quincena de febrero de 1957. Una parte de su contenido fue redactado en Santiago de Cuba por Frank País y Armando Hart sobre las acciones del 30 de noviembre de 1956.
Después del triunfo de 1959 el citado periódico se convirtió en un diario y le dio paso, junto con Hoy, al periódico Granma, en octubre de 1965.
Aprovechamos esta oportunidad para informarle que nuestros Boletines están disponibles en www.siporcuba.it y en www.lapolillacubana.blogcip.cu. En ambos sitios puede descargar todos los números publicados.
Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado
Consejo Editorial
Monumento del mes:
Inaugurado el 28 de diciembre de 1988, al conmemorarse el treinta aniversario de la Batalla de Santa Clara y el sesenta del natalicio del Che. Está ubicado en la provincia de Villa Clara, al centro del país. El conjunto escultórico lo integran el Memorial, la Tribuna, el Museo y la Plaza.
Esta última fue concebida como un espacio urbano para la realización de actividades políticas, patrióticas, militares y culturales. El Memorial acoge los restos del comandante Ernesto Guevara y sus compañeros caídos en Bolivia. En el lugar se ofrecen, además, visitas libres y dirigidas, proyecciones de videos, encuentros científicos, asesoramiento a investigadores, actividades culturales y exposiciones de artes plásticas.
Cuba: Recientes debates y un silencio revelador
2 de Outubro de 2012, 21:00 - sem comentários aindaIroel Sánchez
“Desde el punto de vista revolucionario, no importan las discrepancias; lo que importa es la honestidad con que se opine. De las contradicciones saldrá la verdad”, escribió Fidel en julio de 2008 y ese me parece fue el espíritu con el que Silvio Rodríguez condujo el debate sostenido en su blog Segunda cita entre los intelectuales cubanos Guillermo Rodríguez Rivera y Enrique Ubieta acerca de temas trascendentes de nuestro presente y porvenir y su relación con el movimiento de ideas en Cuba y otras partes del mundo.
A nadie debería sorprender. Fue una esgrima ideológica en consonancia con el llamado del presidente Raúl Castro a “promover la mayor democracia en nuestra sociedad, empezando por dar el ejemplo dentro de las filas del Partido, lo que presupone fomentar un clima de máxima confianza y la creación de las condiciones requeridas en todos los niveles para el más amplio y sincero intercambio de opiniones, tanto en el seno de la organización, como en sus vínculos con los trabajadores y la población, favoreciendo que las discrepancias sean asumidas con naturalidad y respeto, incluyendo a los medios de comunicación masiva”. Lo que sí puede sorprender a algunos es el silencio absoluto con el que tanto la gran prensa internacional como la industria propagandística contrarrevolucionaria, financiada por el gobierno norteamericano, que tan a menudo tildan de oficialistas y monocordes a los intelectuales cubanos acogieron dicho debate.
Al parecer, al coro que sigue cualquier división entre cubanos para amplificarla y profundizarla no le interesa la discusión cuando es entre revolucionarios, aunque sea conducida por el autor de Ojalá quien es hoy uno de los más influyentes generadores de opinión en la web desde Cuba.
Para el magnate Carlos Saladrigas, que salió de una conferencia en La Habana para un evento conspirativo de la ultrarreacionaria Heritage Fundation en Washington con los patrocinadores del bloqueo y la injerencia en Cuba como Marco Rubio, la dirección de Radio Martí y el entramado de la subversión anticubana, todo el espacio. Para los que, en coincidencia con el candidato de Washington en Venezuela, Henrique Capriles, proclaman luchar “desde abajo y a la izquierda” pero como dice Silvio sólo tienen palabras “para criticar y denostar a los que han logrado hacer cosas concretas desde la izquierda, como por ejemplo tomar el poder”, resonancia y apoyo. Para quienes intenten lavar el expediente, luego de haber ocupado responsabilidades en el Estado o el Partido, y ganarse un puesto en lo que piensan será la Cuba del futuro como jueces de un pasado del que deben distanciarse mientras más pronto mejor, el guiño cómplice.
Los más recientes acontecimientos y las subsiguientes denuncias han descalificado profundamente a la contrarrevolución que se reconoce como tal y hecho evidentes sus vínculos con el gobierno de Estados Unidos. En paralelo, y desde antes, se ha venido produciendo un desplazamiento de la atención mediática y de la difusión en Internet hacia un grupo de actores que, con un lenguaje que cada vez se cuida menos de tomar distancia de la contrarrevolución tradicional, aunque algunas veces se defina de “izquierda”, trata de aprovechar cualquier ausencia o contradicción en la información sobre los procesos en marcha en el país para atacar la legitimidad de las instituciones revolucionarias y su liderazgo, presentándolas como divorciadas de los intereses populares.
Quienes -como demostraron los líderes del sindicato Solidaridad en Polonia- sólo se interesan en los trabajadores para escalar hacia el poder y entregárselo a sus enemigos, a la vez que engordan los bolsillos, necesitan un pueblo alejado de sus dirigentes e instituciones. Nunca olvidemos que Boris Yelsin -el bombardero del parlamento en Moscú y responsable de sumir en la pobreza a 72 millones de rusos en acelerado tránsito al capitalismo salvaje con la privatización relámpago de 122 000 empresas- era, para la prensa occidental, el izquierdista que se enfrentaba a los burócratas en nombre del cambio.
Que los propagandistas de la guerra psicológica contra Cuba hayan tenido que manipular, modificándola de manera burda, la carta de un grupo de médicos revolucionarios que plantea dolorosos problemas en el Hospital Calixto García, como hemos podido ver recientemente, es una muestra ejemplar de que la crítica revolucionaria -por dura que sea- no les interesa. Tampoco el análisis que indague honestamente en los problemas de nuestra sociedad. La agencia de noticias AFP ignoró durante meses un agudo texto del académico Rafael Hernández que aborda zonas muy contradictorias de nuestra realidad y especialmente de los jóvenes cubanos en relación con la emigración, pero bastaron unas horas para que amplificara la obra maestra desconocida de un fantasma que le respondía.
Me parece cardinal la definición de Silvio, cuando a propósito de esta polémica dijo que para ser de izquierda -al menos en nuestra condición de cubanos y latinoamericanos- es imprescindible ser antiimperialista. El imperialismo no es confesional, y lo sabemos no sólo por sus alianzas con el Talibán. La mejor investigación que conozco sobre la Guerra Fría cultural de la CIA demuestra con amplitud cómo Estados Unidos financió y alentó una “izquierda no comunista” contra la URSS, y Fidel, al referirse a la conspiración de ultraizquierda en Granada que abrió las puertas a la 82 División Aerotransportada, afirmó: “Es algo que, o lo hizo la CIA, o de lo contrario no habría podido hacerlo más perfecto”. Que exista una intención similar con Cuba dentro del amplio abanico de acciones imperialistas contra el país, a nadie extrañaría, más si ya hay “izquierdistas” que comulgan con la quinta columna armada por Washington. Y la mejor manera de enfrentar esa posibilidad y toda la campaña mediática y subversiva que alienta Estados Unidos es el fortalecimiento del papel democratizador de nuestra prensa, de nuestras organizaciones políticas, de masas y sociales y nuestras instituciones que se acordó en los objetivos de la Primera Conferencia Nacional del Partido; porque -como nos acaba de demostrar el debate entre Guillermo y Ubieta- mientras más amplia y honestamente se expresen los revolucionarios más aislado quedará un oportunista y menos argumentos habrá para quienes lucran con nuestros problemas.
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