Sociedad y política en la Cuba revolucionaria
14 de Abril de 2015, 17:22No utilizamos la noción de gobernabilidad [1], porque no tiene nada que ver con nuestras realidades, problemas, concepciones sociales y proyectos. Sugerimos que no sea utilizada para analizar, comprender y evaluar este campo que describimos en los casos de la América Latina y el Caribe. “Gobernalidad” es una noción que generaliza un conjunto de abstracciones y disquisiciones de la llamada ciencia política de países de los llamados “desarrollados”, puesta en íntima relación con un cuerpo ideológico correspondiente a los retrocesos conservadores iniciados en la octava década del siglo XX respecto a lo que se había avanzado en las décadas previas en materia de políticas sociales, funcionamiento de sistemas políticos democráticos representativos y respeto a la soberanía de los Estados, autodeterminación de los pueblos y derecho internacional. Sugiero utilizar otro título que corresponda efectivamente a las cuestiones de sociedad y política.
El tratamiento de los temas de la dimensión política de nuestras sociedades está obligado a tener cuenta sus especificidades. La diversidad es uno de los rasgos principales de estas sociedades, y la pluralidad de prácticas, instituciones, normas, valores, historias y tradiciones es una realidad ostensible al aproximarnos a ellas. El repertorio de puntos que aparece a continuación del título “Gobernabilidad democrática” responde a claramente a la ideología referida y resulta parcialmente inatinente por su contenido. Es insuficiente para que cada país dé a conocer lo que entienda necesario en el Foro Social. Lo más conveniente entonces es que cada país organice libremente su exposición.
En Cuba, la dimensión política de la sociedad es mucho más amplia y más rica que el sistema político. A partir de 1959, el ejercicio de la actuación política directa con muy alta conciencia de los derechos y deberes ciudadanos ha sido una constante para la mayoría de la población. Estas prácticas no son intermitentes ni de involucramientos parciales, sino constantes. Combinan las motivaciones procedentes de una conciencia social de lo político y del valor de la solidaridad humana y el patriotismo popular con los vehículos, la estructura y la sistematicidad usual de los sistemas políticos. Lo político, y los deberes a cumplir por el sistema político, incluyen en Cuba mucho de lo que en otras sociedades se deja al arbitrio de otras instancias, con evidente perjuicio para las mayorías, como la alimentación, la salud, el empleo y los derechos del trabajador, la educación, la seguridad social, y otras necesidades del individuo y los grupos sociales.
No es posible representarse ni comprender la legitimidad del liderazgo que emergió de la Revolución que triunfó en 1959, ni la legitimidad del sistema político que se fue configurando en Cuba, sin partir de esos elementos, y sin añadirles que el consenso por parte de las mayorías que el poder político ha gozado durante más de medio siglo tiene bases muy firmes en el imperio de la justicia social, la redistribución sistemática de la riqueza social en beneficio de esas mayorías, la identificación general del gobierno como servidor de los altos fines de la sociedad y administrador honesto –y no como una sucesión de grupos corrompidos que medran, engañan y lucran–, y la defensa intransigente de la soberanía nacional plena. En Cuba, esta no es un tópico de derecho internacional ni de declaraciones políticas, sino una de las piedras miliares de la dimensión cívica de la vida del país y una realidad política amada, porque la soberanía plena fue conquistada por los esfuerzos y los sacrificios de varias generaciones y se identifica como un valor decisivo para la vida política y un ideal popular que no admite cesiones ni transacciones.
Las prácticas y las experiencias prolongadas en el tiempo y convertidas en costumbres y en cultura política constituyen factores decisivos de lo político en Cuba. Hay que reconocer y valorar hechos y procesos fundamentales, como la pacificación de la existencia personal y familiar, que garantizó y elevó la calidad de la vida, las posibilidades, los derechos, los nuevos problemas y los proyectos de las mujeres, los hombres, los niños y los ancianos. Al mismo tiempo, en Cuba no existen desde hace más de cincuenta años la violencia en la política, las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones forzosas, ni las torturas a detenidos. Las tasas de homicidios y de consumo de drogas son bajas. No existe en Cuba como problema de alguna entidad la seguridad de la población. La corrupción y la violencia ligadas al narcotráfico, ese azote terrible para tantas vidas, sociedades y sistemas políticos, no existe en Cuba.
La legalidad y el pensamiento predominantes en Cuba le dan mucha más importancia y funciones al poder político en su conjunto que a normas y equilibrios basados en divisiones del Estado en varios poderes. Sus razones generales fundamentales han estado, y siguen estando hasta hoy, en que la mayor parte de los países del planeta solamente puede enfrentar los desafíos actuales con posibilidades de éxito si cuenta con poderes muy fuertes que las mayorías sientan y respalden como verdaderos representantes suyos, y que posean capacidad de movilizar recursos de la sociedad y decidir y hacer cumplir las decisiones en muy diversas cuestiones importantes. En Cuba esto se ha demostrado una y otra vez en la práctica y ha creado una cultura sólida y muy compartida respecto a la forma de gobierno. Uno de sus rasgos principales es la convicción de que es necesaria una gran unidad política y de propósitos de la nación y la sociedad. Dos de sus razones fundamentales son: defendernos de la agresión permanente, sistemática, ventajista e ilegal que nos hace Estados Unidos; y sortear o resolver parcialmente las profundas y abarcadoras desventajas económicas a las que nos somete el sistema actual de financiarización, centralización y exacciones parasitarias del capitalismo.
A lo largo de todo el proceso iniciado en 1959 ha habido conciencia de las ausencias y las deficiencias que provoca la necesidad de no arriesgar la integridad y la capacidad defensiva del sistema. Pero siempre ha existido el examen crítico de nuestras realidades desde adentro, ejercido por ciudadanos e instituciones que aspiran al mejor funcionamiento del país y defienden su soberanía nacional plena. Se han expresado siempre diferentes criterios, y discutimos mucho entre nosotros. Fórmulas vacías, confundidas y a veces malintencionadas, como la de que “Cuba debería cambiar”, no tienen en cuenta dos realidades. Primera, que en Cuba ha habido numerosos cambios en los diferentes campos del país, y los sigue habiendo en la actualidad, dentro de la permanencia esencial que es su revolución socialista de liberación nacional y su intento de crear unas personas, una sociedad y una cultura nuevas. Segunda, que nadie puede ni podrá imponerle a Cuba cambios que no sean los que las cubanas y los cubanos quieran darse libremente, en el ejercicio de su cultura, sus intereses, sus ideales, sus proyectos y su soberanía.
Cuba posee una enorme pluralidad social y una larga historia de organizaciones sociales. Toda revolución es una gran fuerza unificadora, que barre diferencias o las pospone, y a veces las oculta. Ha sido un signo importante de desarrollo y madurez la inclusión creciente de ambas en los últimos veinticinco años, tanto en la cotidianeidad como en la vida cívica. Que se haya transitado desde las preocupaciones y la tolerancia hasta la integración con prestigio social constituye un gran avance de las dimensiones políticas y sociales, que reconoce a las diversidades como una fuerza extraordinaria del país y una riqueza inmensa.
Existe hoy una conciencia generalizada de que es necesario seguir avanzando en el sistema político y en las demás dimensiones de la sociedad cubana, e inclusive revolucionar y transformar lo que ha podido parecer lo mejor y lo que debe ser permanente. En el largo y difícil camino de su liberación, los pueblos que fueron colonizados y neocolonizados saben que están obligados a crear, y a liberarse de las normas y las influencias de la dominación que no solo los aplastó y esquilmó, sino que los enseñó a imitarla y creer en su superioridad o inevitabilidad, o a permanecer en el mejor caso a su abrigo, eternamente alienados.
Hay dos Américas. Todos sabemos a cual pertenecemos. Los cubanos estamos orgullosos de formar parte de lo que Martí bautizó como Nuestra América. Exponemos nuestras realidades, problemas, proyectos y sueños, y tratamos de conocer los de nuestros hermanos, para enriquecer con ellos la experiencia que tenemos y los desarrollos que necesitamos.
Solamente asumiendo que hay dos Américas, en todas sus realidades y sus implicaciones, será posible que puedan sentarse ambas en un mismo lugar, y que comiencen a exponer y a intercambiar acerca de sus realidades y sus proyectos, sobre la base del más absoluto respeto mutuo. Sugiero que el Foro de la sociedad civil de la VII Cumbre incorpore el contenido y el valor del legado político de José Martí, y le saque provecho utilizándolo como uno de los materiales que guíen sus propósitos y sus debates.
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[1] Opinión acerca del tema “Gobernabilidad democrática” del Foro de la Sociedad Civil que acompañó a la VII Cumbre de las Américas. Los puntos que debían tratarse según su convocatoria constituyen un servicio ideológico prestado por la Organización de Estados Americanos al imperialismo norteamericano y a la dominación capitalista. La absurda prohibición de referirse a realidades concretas de los países de la región evidencia que esa organización totalmente desprestigiada que ya debe dejar de existir trató de reflotarse asumiendo un papel de “mediadora”. El autor, naturalmente, no le hizo caso a sus orientaciones.
Agradezco mucho a Cubadebate haber publicado la versión primera de este texto, que le entregué en Panamá.
Tomado de Cubadebate
*Doctor en Derecho y profesor titular adjunto de la Universidad de La Habana, donde dirigió el Departamento de Filosofía. Trabaja como investigador titular en el Centro Juan Marinello, del Ministerio de Cultura de Cuba. Reconocido ensayista e historiador, fue director de la revista cubana Pensamiento Crítico, y se ha dedicado a las investigaciones sobre la revolución y la historia cubanas, y los movimientos populares latinoamericanos. Es autor de una decena de libros y de más de 200 ensayos y artículos publicados en numerosos países. Ha sido traducido al inglés, portugués, francés e italiano. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. (Ocean Sur)
VII Cumbre de las Américas: Victoria histórica de la unidad Latinoamericana y Caribeña
12 de Abril de 2015, 14:36Por Lohania Aruca Alonso *
Ninguna otra palabra que Victoria, con mayúscula, he podido hallar para expresar la inmensidad histórica de lo que hemos vivido en la vida real o en la realidad virtual mediante las transmisiones televisivas, durante los dos días finales de las VII Cumbre y la Cumbre de los Pueblos, celebradas en Panamá. Y, aquí no se tratará solamente de definir una contrapartida de la derrota del imperio en relación con la asistencia de Cuba y con su errada interpretación sobre el agresivo e irrespetuoso decreto -por demás ultrapasado y contradictorio tratamiento político, sencillamente antihistórico, hacia la hermana Venezuela Bolivariana.
Lo más relevante de los hechos que abordamos, en mi modesta opinión, es que su resultado final ha marcado un momento muy alto del desarrollo ético, moral y cultural dentro de la presente etapa de la historia política de América Latina y El Caribe. Quedó demostrado y sin lugar a duda alguna, como señaló el presidente de Ecuador Rafael Correa, en la conclusión de la Cumbre de los Pueblos: la gran diferencia que existe entre la decadente política imperialista del Norte, y la voluntad política irrevocable e invencible de asumir y ejercer la independencia y la soberanía total por parte de los pueblos y gobiernos del Sur del Río Bravo hasta la Patagonia y del Gran Caribe.
Hubo unanimidad sin discusión entre los 33 mandatarios latinoamericanos y caribeños al recibir con respeto y sincero cariño a la representación de Cuba, por primera vez invitada y concurrente a la VII Cumbre de las Américas, que fue concebida, auspiciada y organizada por la Organización de los Estados Americanos (OEA, a la cual la República de Cuba no pertenece hasta hoy, por razones esencialmente de carácter ideológico)y el gobierno de los Estados Unidos de América, nuestro histórico vecino-adversario, actualmente en proceso de restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba a través del reconocimiento de sus errores políticos y de la cabal legitimidad del gobierno revolucionario cubano.
El presidente Barack Obama también saludó con honestidad la incorporación de la mayor isla y archipiélago del Caribe a este encuentro, así como el representante de Canadá. No había otra alternativa, porque la declaración franca y firme de Latinoamérica y El Caribe fue absoluta y determinante: NO HAY CUMBRE SIN CUBA.
Lecciones de Historia viva y de respeto a ella, fueron los discursos que escuchamos de boca de Presidentes y Presidentas. Particularmente destacado y aplaudido, en más de cinco ocasiones, fue la emotiva disertación del presidente de Cuba Raúl Castro Ruz; el más largo de los pronunciamientos al consumir los 48 minutos adeudados a Cuba por ignorarnos en las anteriores seis (6) Cumbres, como jocosamente Raúl les recordó a los asistentes, más los ocho (8) asignados oficialmente a cada intervención presidencial.
Considero que su exposición clara y sustanciosa, creó la marca de alta política y ética definitivamente establecida para lo que sucedería en el resto de las dos largas sesiones del plenario de la VII Cumbre.
Además de ofrecer una explicación histórica contundente alrededor de la legitimidad de la Revolución Cubana y de la injusticia de la política imperialista contra ella, del derecho indiscutible de Cuba a pertenecer al Continente de América y participar con entera libertad y soberanía plena en el devenir regional -desde el siglo XIX hasta hoy día-, hizo gala del conocimiento y comprensión de la realidad contemporánea, y de extrema generosidad -rasgos estos que distinguen a los verdaderos revolucionarios- cuando expresó con bizarría y total franqueza su valoración en torno a Barack Obama, a su ejecutoria como Presidente de los EE. UU., especialmente referida al cambio político planteado hacia la futura normalización de relaciones bilaterales con Cuba socialista, y, en lógica congruencia, hacia la totalidad de la región compartida y del mundo, representado simbólicamente en la ONU.
Las intervenciones sucesivas de Argentina, Venezuela en la sesión de la mañana y en la tarde del presidente Daniel Ortega de Nicaragua, aportaron más elementos esclarecedores acerca de la historicidad del imperialismo yanqui y de sus diferencias con la América nuestra. De ningún modo somos antiestadounidenses (porque los canadienses ya han aclarado que “norteamericanos” los abarca en un conjunto que ellos no desean-, somos antiimperialistas, como reacción lógica contra políticas de sometimiento colonial o neocolonial de los nuevos pueblos americanos que ganaron sus respectivas independencias, con sobrada valentía en largas luchas políticas y militares por alcanzarlas. Razón fundamental que nadie puede ignorar.
Conceptos del siglo XX como cooperación, interdependencia (que no equivale a dependencia colonial o neocolonial), subdesarrollo, crecimiento económico, etc. van siendo ampliados y mejorados en el siglo XXI por los que proponen cambios más profundos: desarrollo humano, complementación económica, inclusión social, respeto a los derechos de la Madre Tierra, Región de Paz, entre otros. Los más antiguos, que atañen a la libertad, igualdad, fraternidad, independencia y soberanía nacional, dignidad y derechos humanos individuales, y los colectivos añadidos recientemente, se exigen como la necesidad histórica de los pueblos americanos, que no admiten “pasar por modernos” sin gozar plenamente de ellos.
¿Cuál es el decoro que da brillo al país más rico y de la más alta tecnología del mundo, que, en paralelo con la acumulación de esos logros humanos, discrimina con argumentos insustanciales, como el color de la piel, las diversidades étnicas, sexuales, religiosas o culturales, a sus ciudadanos y ciudadanas? ¿Sobre qué bases, si es que puede haber alguna real, racional, sostiene ese país una “guerra infinita” por la democracia y los derechos humanos?
Bolívar, Martí, Hostos, Maceo, Gaitán, Guevara, Arnulfo Arias, Chávez, y todos los pensadores y combatientes por la independencia latinoamericana y caribeña estuvieron presentes en la espiritualidad de la VII Cumbre de las Américas, algunos fueron nombrados y todos recordados; unidos al reconocimiento a Fidel, Raúl, Maduro, Evo, Correa…Tampoco fueron olvidados Thomas Jefferson, George Washington, Abraham Lincoln, ni el sueño del pastor afroamericano Martin Luther King, tan radicalmente opuesto al egoísta y tan promocionado “American Dream”, con su edulcorado materialismo vulgar a pulso.
La Cumbre de los Pueblos fue de todos y todas. En ella sí brilló el decoro de millones de hombres y mujeres que luchan sin descanso por salir de la miseria y la pobreza, por el derecho a la vida saludable de una nueva generación de niños y niñas educados, que no merecen el destino de “los condenados de la Tierra” enunciado por Franz Fanon.
Estuvieron acompañados del sentimiento amoroso y rebelde de la canción trovadoresca y apasionada de quien anuncia “yo me muero como viví": junto a su pueblo y a los juglares revolucionarios y mártires de Nuestra América, Silvio Rodríguez.
Hermosísimo regalo de Cuba a la inauguración de esa Otra Cumbre, que envolvió la noche mágica de Ciudad Panamá.
Las batallas ganadas en la VII Cumbre de las Américas y en la Cumbre de los Pueblos, ya pasaron a la Historia, y ésta sí cuenta y mucho en el futuro de los pueblos y las naciones.
Sus intensas jornadas de foros, plenarios, reuniones de toda índole y participantes de todas las etnias, sexos, jerarquías y niveles sociales americanos e integradas por jóvenes y menos jóvenes, fueron coronadas por la Victoria. Ahora, en el período que media entre esta y la VIII a celebrarse en Perú, en el 2018, hay que prepararse aún más.
Conquistar toda la Justicia es un ideal exigente; ser hermanos y hermanas en una sola América constituye un paradigma cada vez más necesario y actual, que comienza a alumbrar, cada vez con más claridad, el camino inédito ¡nada fácil! de este cambio de época.
“La lucha continúa, la victoria es cierta” (Agostinho Neto).
La Habana, domingo, 12 de abril de 2015.
*Cubana. Periodista e investigadora histórica y cultural. Licenciada en Historia, con especialidad en Urbanismo. Máster en Ciencias Estudios sobre América Latina, el Caribe y Cuba Miembro de la UNEAC, la Unión de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción y la UPEC. Cumplió tareas como funcionaria del Servicio Exterior del MINREX en Cuba
Palabras de Miguel Barnet en la Cumbre de los Pueblos
12 de Abril de 2015, 13:54Hermanas, hermanos, compañeros,
Ante todo agradezco al compañero Nicolás Maduro sus palabras sobre la Revolución cubana y su histórico estoicismo. En nombre de Cuba, mi amado país, tengo la honrosa misión de dirigirme a ustedes porque nuestro Presidente, el General Raúl Castro, no ha podido estar con nosotros esta noche. Les aseguro que Raúl goza de perfecta salud, que lo sepan bien nuestros enemigos; pero, como ustedes saben, ha tenido un día muy intenso. Me dirijo a ustedes en este Paraninfo donde hace 15 años terroristas que aún caminan por calles de la Florida, intentaron aviesamente asesinar al Comandante Fidel Castro y a cientos de panameños y compatriotas latinoamericanos, de la Patria Grande. Quiero, además, desde esta tribuna de legítima raíz popular, saludar a los delegados reunidos aquí en la verdadera cumbre, la de los pueblos.
Traigo un mensaje de admiración, gratitud y respeto de parte de Fidel y de Raúl por todo lo que han hecho ustedes para que este evento sintetice las aspiraciones auténticas de los pobres de la tierra, como dijo José Martí. Ustedes nos han acompañado siempre en la batalla contra el injusto bloqueo a Cuba. Esta es una larga batalla que hay que seguir dando, como dijo Raúl, y sabemos que contamos y que contaremos siempre con el apoyo de ustedes.
Hemos escuchado en la mañana de hoy la intervención del Presidente de Cuba, que en sus palabras ratificó los principios de solidaridad, internacionalismo y defensa de las ideas de Bolívar, de Sucre, de Martí, de Sandino, de Chávez y Fidel Castro. Cuba nunca les fallará a los pueblos de nuestra América. Y jamás se va a debilitar el espíritu de generosidad y entrega que hoy se expresa en miles de médicos cubanos que combaten epidemias letales y en maestros que salvan de la ignorancia a muchas comunidades del planeta que el sistema capitalista mantiene en condiciones insostenibles de miseria material y espiritual.
Mi abrazo fraterno para el presidente Nicolás Maduro. Este ha sido un abrazo de alegría y satisfacción. El primero nos lo dimos en la triste ocasión en que rendíamos un último tributo al Comandante Chávez hace dos años. Maduro ha sido estoico y combativo, como buen sucesor del inolvidable Hugo.
Y mi abrazo también para el valiente, agudo y culto Rafael Correa y para los Presidentes del Alba que no se encuentran hoy aquí, así como para todos los Presidentes progresistas de esta nueva América Latina. Y también, por supuesto, para los líderes de los movimientos sociales que contra viento y marea mantienen en alto las banderas de la justicia y la emancipación social.
¡Viva la Cumbre de los Pueblos! ¡Viva América Latina! ¡Venceremos!
VII Cumbre de las Américas en Panamá: el escenario histórico de la Segunda Independencia de Nuestra América
11 de Abril de 2015, 10:56Por Lohania Aruca Alonso*
A pesar de los buenos votos por el éxito del encuentro y las bendiciones expresados en los discursos inaugurales, de la alegría infantil de sus presentadores y la calidad de la orquesta juvenil acompañada de un precioso coro de niños y niñas vestidos con los trajes típicos de las 35 naciones de las Américas, el presidente de los Estados Unidos de América no ocultó su rictus de amargura, tal vez a causa de su honda insatisfacción por todo lo que allí ocurría.
Un acto donde las palabras más reiteradas fueron: unidad, paz, diálogo, respeto a la soberanía e independencia, desarrollo para aumentar la equidad social… realmente no podía ser del agrado del Señor Barack Obama.
Muy al contrario, le agrió la noche el presentimiento absolutamente lógico y real de un siguiente día de debates públicos posiblemente tormentosos; de un retiro de posibles conversaciones privadas que no obtengan el fin perseguido; acompañado de un balance final equivalente al fracaso de todas las maniobras previas contra la Venezuela Bolivariana, más apoyada que nunca por Cuba socialista, amén del respaldo de todos los otros gobiernos latinoamericanos y caribeños, cada uno con sus particulares matices, pero todos firmes en lo esencial de la posición de unidad frente al decreto imperial.
A lo que podría añadirse la carta entregada al presidente Maduro por los vecinos del Chorrillo - la comunidad panameña masacrada en 1989-, que sin dudas será entregada personalmente, en el momento más apropiado a su destinatario, el presidente Obama.
Aunque, pedir perdón por una agresión contra vecindades civiles indefensas no forma parte de las “actitudes” o los “gestos” que caracterizan a los Presidentes estadounidenses, mucho menos la indemnización por los “daños colaterales” que causan sus crímenes de lesa humanidad, guerreristas.
¿Cómo quedarían las ganancias de sus transnacionales, que cada vez más fomentan la industria armamentista en los EE. UU., si a cada país agredido, casi impunemente, tuvieran que pagarle la “indemnización” solicitada? Así que será mejor para el Señor Obama” hacerse el sueco”, es decir, el sordo.
Tampoco ha pesado mucho en el ánimo general la presencia del Secretario de Estado John Kerry y su publicitada foto junto al digno ministro de Relaciones Exteriores de Cuba; por cierto, con un rostro muy circunspecto. Todavía la exclusión de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo no ha pasado de ser una recomendación, a la cual se ha referido de forma bastante ambigua Obama, hasta ahora.
¿Cambiará su “gesto” hacia Cuba y su aprobación definitiva se hará más ostensible antes de finalizar la VII Cumbre? ¿Hará algún anuncio extra de los siguientes pasos que dará en la etapa post-Cumbre, confirmando así su voluntad política de normalizar las relaciones con el legítimo gobierno y la verdadera sociedad civil de la República de Cuba?
Por lo pronto, lo cierto es que bastante tendrá que maniobrar a su regreso a casa con “gestos y palabras” de condolencia frente a la población afro estadounidense, a la que la policía blanca yanqui, una vez más, le ha cobrado una víctima en días recientes, asesinando a un infeliz hombre desarmado, por la espalda, con 8 balazos. La evidencia en este caso es irrefutable, aparece grabada en un video.
¿Cuántas muertes más de afroamericanos tendremos que soportar, sufrir y llorar antes de que en los EE. UU. sea una realidad real y respetable el más importante de los derechos humanos: el respeto a la vida y a la dignidad de un ser humano?
En fin, que el famoso “legado” que deberá aportar el actual Presidente de los EE. UU. a la Historia, como estela de “gloria” y “recuerdo imperecedero” de sus dos gobiernos sucesivos, se ha convertido en una tarea que “no es fácil”, como diríamos en buen cubano, cumplir con mira al último año de su mandado, el próximo 2016.
ES ineludible reconocer que el cambio de época se impone. Y también el cambio de los líderes de América Latina y el Caribe frente a los gobernantes del Norte. Ya no doblan sus espinazos lacayunamente frente al Presidente yanqui o sus Embajadores.
Además, tienen programas gubernamentales muy inteligentes para el presente y el futuro inmediato, como lo demostró el presidente Evo Morales al apuntar al desarrollo de la tecnología propia como uno de los ejes más decisivos para lograr la total independencia de América Latina y el Caribe, en su entrevista concedida a Telesur el 10 de abril.
La realidad es fea, para los representantes del imperio, pero es la única que tienen frente a frente. Les quedan sus opciones de fuerza tradicionales, el garrote: el militar, bastante cuestionable como salida en la actualidad, o, el económico, poco efectivo también si se tiene en cuenta los nuevos inversores y compradores para los productos latinoamericanos-caribeños, China, Rusia… entre otros.
Esperemos a ver qué pasa en el último día de la VII Cumbre de las Américas. Personalmente, yo apuesto desde ahora y sin vacilación alguna, por un futuro construido sobre la base de la unidad y el interés común de Nuestra América. Desde luego, recordando siempre el sabio lema de Agostinho Neto: “La lucha continúa, la victoria es cierta”.-
La Habana, 11 de abril de 2015.
*Lohania Aruca Alonso. Cubana. Periodista e investigadora histórica y cultural. Licenciada en Historia, con especialidad en Urbanismo. Máster en Ciencias Estudios sobre América Latina, el Caribe y Cuba Miembro de la UNEAC, la Unión de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción y la UPEC. Cumplió tareas como funcionaria del Servicio Exterior del MINREX en Cuba
FOTO Reuters / Jonathan Ernst Tomada de Rusia Today
Declaración de la delegación cubana al Foro de la Sociedad Civil y actores sociales de la VII Cumbre de las Américas
10 de Abril de 2015, 21:37
Nuestra delegación ha resuelto no participar en el diálogo de la sociedad civil y los actores sociales con los gobiernos previsto para la tarde de hoy.
Hemos tomado esta decisión después de reflexionar colectivamente acerca del escenario que se ha diseñado en el Foro de la Sociedad Civil para forzarnos a compartir con mercenarios pagados desde el exterior con el propósito de subvertir el sistema político y social del país.
Ha sido particularmente ofensiva la presencia de individuos vinculados a terroristas tan viles como Luis Posada Carriles y Félix Rodríguez Mendigutía. Desde nuestra llegada a Panamá, hemos denunciado reiteradamente, con pruebas documentadas, la verdadera identidad de estos supuestos representantes del pueblo cubano. Rechazamos la manipulación que ha hecho la prensa de nuestra actuación consecuente y su intencionada omisión de los testimonios que hemos presentado.
Los mercenarios han recibido la invitación oficial para acceder al plenario de esta tarde. Por respeto al Presidente anfitrión y a los demás mandatarios, incluido el Presidente Obama, la delegación de la auténtica sociedad civil cubana ha preferido no participar en el encuentro referido.
Queremos también dejar constancia de nuestro rechazo a cualquier documento que pueda presentarse sin haber sido resultado de los debates que tuvieron lugar ayer en las Mesas de Participación Ciudadana y Gobernabilidad Democrática en los Salones Cristal y Bella Vista.
Delegación cubana al Foro de la Sociedad Civil y actores sociales de la VII Cumbre de las Américas
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